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- rdf:value = " El señor FUENTES, don César Raúl (Vicepresidente).- Puede hacer uso de una interrupción el señor Momberg.
El señor MOMBERG.- Señor Presidente, quisiera abundar sobre esta catástrofe que asoló a la provincia de Cautín, específicamente a una zona de ella, la comuna de Pucón.
Mi estimado colega señor Carmine acaba de destacar la labor de los ingenieros provinciales de Vialidad, quienes eficazmente prestaron sus servicios para paliar rápidamente los primeros efectos del aluvión producido por el volcán Villarrica. Por mi parte, quisiera destacar esta tarde la labor de un hombre que en esta oportunidad demostró las dotes especiales que muestran algunos cuando nos aflige un fenómeno de la naturaleza. Cuando "reclama" la tierra mediante terremotos, temblores o erupciones volcánicas y se producen momentos de peligros que son verdaderamente incontenibles, se ve la calidad humana de algunos hombres que arrostran esos peligros procurando con su acción paliar la inquietud de sus conciudadanos. Esto ocurrió en el caso del Alcalde de la comuna de Pucón, el señor Alberto Ulloa.
Don Alberto Ulloa, en aquella noche trágica del jueves, a la una de la madrugada, alcanzó a salir de su casa junto con su madre, tras el aviso de que existía la posibilidad de una erupción del Villarrica. Luego de abandonar su casa con su madre, de lo único que se preocupó, como Alcalde de la comuna y ante el peligro que se avecinaba, fue de visitar los distintos puntos de turismos que existen en los alrededores, hoteles, moteles, etcétera -porque en esos días había personas que comenzaban su época de veraneo en Pucón- para advertirles que debían salir rápidamente de los lugares donde se encontraban y dirigirse a puntos más altos de la zona de Pucón.
Fue así como durante las cuatro o cinco horas que duró este aluvión terrible del volcán Villarrica, que abarcó a cuatro lugares distintos, como dijo muy bien el colega Carmine, llevándose casas, poblados, puentes, en fin, todas las obras de arte y vialidad que, en estos momentos, existían ahí, Alberto Ulloa, el Alcalde de Pucón, el hombre que, por elección popular, llegó a ocupar este puesto edilicio máximo en la comuna, mostró toda su magnífica personalidad.
Pero la parte trágica de todo esto se vio al día siguiente, y todos pudimos comprobarla. A las seis de la mañana, el AlcaldeAlberto Ulloa, pasado ya todo este tremendo momento que vivió la ciudadanía entera de Pucón, volvió a su casa y, a decir verdad, ésta había desaparecido. La casa de Alberto Ulloa está ubicada en un predio agrícola -es un pequeño agricultor- de 270 hectáreas, y el aluvión del río Turbio pasó por las 270 hectáreas, en las que no quedó árbol sobre árbol, ni una casa. Arrasó las casas de dos inquilinos, la suya, de la cual hoy se puede ver sólo el techo, incluso un aserradero. Perdió sus animales y todos sus enseres de casa, hasta su ropa; quedó con lo que tenía puesto en aquella noche trágica cuando corrió primero a salvar a su madre y, luego, a los habitantes, en cumplimiento de su deber como Alcalde de Pucón.
Así actuó este hombre, sin preocuparse de su persona ni de salvar sus haberes, aunque probablemente no hubiera podido ponerlos a cubierto, porque estos aluviones no los puede atajar el hombre: prácticamente no tiene medios para hacerlo. Esto lo pudimos comprobar -especialmente el Diputado que habla- porque a la mañana siguiente, a primera hora y en el primer avión que pudimos conseguir en el Club Aéreo, sobrevolamos la zona. No pudimos aterrizar en Pucón, porque la pista estaba cubierta por este aluvión de agua y lodo, aunque inmediatamente después fue limpiada por un bulldozer de Vialidad. Pudimos aterrizar sólo a las diez de la mañana y contemplar todo el desastre, sobre todo, los daños sufridos por este amigo, don Alberto Ulloa, Alcalde de Pucón.
Pero Alberto Ulloa se encontraba ya en su puesto de trabajo a las once de la mañana de ese día, después de haber visto el desastre que sufrió su propiedad. En estos momentos lo ha perdido todo, absolutamente todo: no tiene animales, no tiene campo, no tiene casa, no tiene ropa, no tiene muebles. Perdió todo lo que durante treinta años de trabajo tesonero y honrado pudo obtener, lo que le proporcionaba una vida, si bien ajustada y modesta, sobre todo digna y apreciada en la zona. La prueba está en que obtuvo como regidor la primera mayoría, con una votación que nunca otro candidato a edil había conseguido en la comuna.
Como digo, ya a las 11 de la mañana estaba en la Municipalidad, sin chaqueta, prácticamente sin zapatos, porque los tenía destrozados, dirigiendo la ayuda que inmediatamente tendría que prestarse a los pobladores de la zona afectada. Conseguía colchones, hablaba por teléfono, pedía o requisaba las camionetas de los agricultores para enviarlas a salvar a sus semejantes que estaban más arriba, rodeados por las aguas de este terrible aluvión proveniente del deshielo del volcán Villarrica.
Creo que este gesto de Alberto Ulloa, Alcalde de Pucón, en un momento tan tremendo para la vida de un hombre, como es quedar en la nada de la noche a la mañana y, a pesar de ello, cumplir con el deber que le impone el cargo que ocupa por votación popular en una Municipalidad tan importante en el plano turístico como es la de Pucón, creo que es digno de destacarse. Por ello, levanto la voz en esta oportunidad como Diputado de la provincia de Cautín y creo también interpretar a mis estimados colegas don Oscar Schleyer, don Víctor Carmine y don René García, con quienes estuvimos permanentemente al lado de nuestro correligionario, de nuestro colega, el Alcalde de Pucón, Alberto Ulloa, un hombre que en momentos cruciales, a pesar del peligro que estaba a la vista y sin importarle absolutamente nada los bienes terrenales ni la vida misma, se ha entregado al servicio de sus semejantes. Considero una obligación moral levantar mi voz para referirme a Alberto Ulloa, insigne Alcalde de Pucón, que cumple tan dignamente su cargo. Me siento orgulloso de que pertenezca a mi Partido, el Nacional.
Este es mi homenaje, y solicito que mi discurso sea transcrito al señor Alberto Ulloa, Alcalde de Pucón, con la firma de los parlamentarios de la zona del Partido Nacional, y creo que los demás parlamentarios de la zona se adherirán con la suya, porque saben que las palabras por mí vertidas corresponden exactamente a la verdad de los hechos ocurridos el día jueves 30 de diciembre de 1971.
Muchas gracias.
El señor FUENTES, don César Raúl (Vicepresidente).- Se transcribirá su discurso señor Diputado, en la forma solicitada.
El señor GODOY.- En el nombre del Comité Nacional.
El señor LAMMERMANN.- Y en el mío.
El señor FUENTES, don César Raúl (Vicepresidente).- En nombre del Comité Nacional y del Diputado señor Laemmermann.
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