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- rdf:value = " El señor AGUIRRE DOOLAN (Vicepresidente).-
Tiene la palabra la Honorable señora Carrera.
La señora CARRERA.-
Señor Presidente:
El asalto al Cuartel Moncada: un acto más de la heroica batalla por la independencia.
El 25 de julio de 1953 se pronunciaron estas palabras:
Compañeros, podrán vencer dentro de unas horas o ser vencidos, pero de todas maneras, óiganlo bien compañeros, de todas maneras este movimiento triunfará. Si vencen mañana, se hará más pronto lo que aspiró Martí; si ocurriera lo contrario el gesto servirá de ejemplo al pueblo de Cuba y de ese propio pueblo saldrán otros jóvenes dispuestos a morir por Cuba, a tomar la bandera y seguir adelante. El pueblo nos responderá en Oriente y en toda la Isla. Jóvenes del Centenario del Apóstol: como en el 68 y en el 95, aquí en Oriente damos el primer grito de Libertad o Muerte.
Esas eran las palabras de Fidel Castro, dirigidas a un grupo de valientes.
Al amanecer del día siguiente, 125 jóvenes patriotas atacaban el Cuartel Moncada, fortaleza defendida por 2.000 soldados armados por Estados Unidos con todas las técnicas modernas de esa época. Fueron derrotados, y la represalia de Batista exigió diez prisioneros asesinados por cada soldado muerto. Así perdieron la vida, torturados bestialmente, 80 jóvenes; el resto fue mandado a las cárceles más seguras y lejanas. Fue una de las acciones más heroicas y audaces de la historia de Latinoamérica.
Naturalmente, después hubo un juicio en que cada uno de los inculpados dijo: Sí, vinimos a combatir por la libertad de Cuba y no nos arrepentimos de haberlo hecho.
El líder del movimiento fue juzgado en un hospital, sin testigos y rodeado de soldados; pero aun así su defensa atravesó todos los muros y fue considerada por el pueblo de Cuba como un gran manifiesto que lo orientaba en la lucha.
El asalto del Cuartel Moneada fue un acto más de una larga batalla heroica por la independencia y la libertad en la historia de Cuba, que a lo largo de cien años dio prueba de valor y de tenacidad para lograrla.
Sólo en 1868 se dio comienzo a la lucha por la independencia, que duró diez años, siendo transada por los terratenientes cubanos en la Paz del Zanjón en 1878. Si bien los terratenientes dejaron de luchar, no se declararon vencidos: Antonio Maceo y los esclavos en armas se agruparon con la decidida participación de los trabajadores, profesionales y pequeños propietarios, haciendo estallar nuevamente la insurrección en 1895, bajo la dirección de José Martí, Antonio Maceo y Máximo Gómez.
Ya en ese tiempo, España era la metrópoli política, pero de Estados Unidos dependían el comercio y, la exportación del país.
Las inversiones yanquis se elevaban a 50 millones de dólares. Su actitud frente a la desesperada lucha de los cubanos por la independencia era de una aparente marginación de los acontecimientos, pero sólo esperaban el momento propicio para apoderarse de la estratégica isla.
Las ideas de Martí eran peligrosas. Decía, por ejemplo:
Revolución no es la que vamos a iniciar en la manigua, sino la que vamos a desarrollar en la República...
El pueblo, la masa dolorida es el verdadero jefe de las revoluciones.
Son como siempre los humildes, los descalzos, los desamparados, los pescadores, los que se juntan frente a la iniquidad, hombro con hombro.
Ancha es la tierra de Cuba, inculta y clara es la justicia de abrirla a quien la emplea y esquivarla a quien no la haya de usar.
Puesto que a vivir viene el hombre, la educación ha de prepararlo para vivir. En la escuela se ha de aprender el manejo de las fuerzas con que en la vida se ha de luchar. Escuela no debería decirse, sino talleres, y la pluma debía manejarse por las tardes en la escuela; pero por la mañana, la azada.
La riqueza exclusiva es injusta. Sea de muchos, no de los advenedizos, nuevas manos muertas, sino de los que honrada y laboriosamente la merezcan.
El progreso no es verdad sino Cuando penetra en las masas y parte de ellas.
A principios de 1898, los españoles estaban ya derrotados como consta en numerosos comunicados militares. Frente a este hecho, la escuadra norteamericana recibió orden de marchar rumbo a la Isla en el mes de abril. Así lo había acordado el Congreso norteamericano, que entre otras cosas decía:
...demandar del gobierno de España la renuncia inmediata a su autoridad y gobierno en la Isla de Cuba, donde las horrorosas condiciones que existen repugnan el sentido moral del pueblo de los Estados Unidos y han sido baldón para la civilización cristiana.
El dominio norteamericano instauró en seguida un régimen de corrupción y vasallaje, que llevó a la miseria a las grandes masas de cubanos.
La Revolución de Octubre años después y las condiciones que imponía el imperialismo hicieron aumentar la conciencia revolucionaria, y en 1925 se creó el Partido Comunista cubano, que tenía un definido programa antiimperialista. Las masas obreras, campesinas y estudiantiles, y sectores de la pequeña burguesía, se ponían en marcha.
En 1933 se derrota la dictadura de Machado con una huelga general. Llega Grau San Martín a la presidencia, y aunque él era un equilibrista de la política que tan pronto miraba hacia la Derecha como a la Izquierda, se vio obligado a aceptar a Antonio Guiteras como Ministro, quien fue propulsor de una serie de leyes que beneficiaban al pueblo y limitaban los privilegios del imperialismo y la burguesía.
Es natural que la reacción y el imperialismo actuaran. Es así como las intrigas de la Embajada norteamericana tuvieron éxito, y Batista se hace cargo del Gobierno en 1934. Instaura una feroz dictadura, que sólo termina al ser presionado internacionalmente a fines de la segunda guerra mundial, y se ve obligado a convocar a elecciones que, por supuesto, pierde.
Vuelven a la presidencia Grau San Martín y, luego, Prío Socarrás, ambos igualmente al servicio de Estados Unidos y comprometidos con la corrupción. Una conspiración de Batista derriba al último de los mandatarios señalados y se cancela toda sombra de legalidad.
La entrega al imperialismo se acrecienta; los partidos políticos reaccionan muy débilmente y toman una de tres posiciones: o colaboración con el régimen de Batista, o intentos de volver al poder por la vía democrática, y otros declaran que la única solución es la lucha armada. Entre estos últimos están los jóvenes más valiosos de Cuba, convencidos de que podían organizarse y luchar. Sin deprimirse por las malas condiciones en que debían desenvolverse, hacen un análisis justo de la situación cubana de ese período y se trazan una forma de lucha que los lleva definitivamente al triunfo en 1959.
El asalto al Cuartel Moncada, motor pequeño que debía echar a andar el motor grande, es aparentemente un revés definitivo; sin embargo, de allí salen numerosos avances para la revolución. Allí comienza en definitiva el fin del capitalismo en Cuba y del imperialismo en América Latina. Allí se inicia la lucha armada, que no terminó hasta la caída de la tiranía que representaba no sólo a Batista y sus métodos, sino toda la politiquería y mal gobierno de la Cuba de los últimos cincuenta años.
Para el pueblo cubano se hizo evidente que nacía una nueva dirección en su lucha, con un programa en sus más sentidas aspiraciones en lo económico, político y social. Fidel Castro se destacó como un gran dirigente y organizador de la lucha armada y la lucha política. La defensa frente a sus jueces, que hoy se llama La historia me absolverá, da un instrumento ideológico que conmueve profundamente al pueblo cubano. Levanta banderas que las masas estaban ávidas de enarbolar en lo político, en lo social y en lo económico.
Nace un movimiento con una organización nueva en Cuba que es capaz de orientar en forma correcta las aspiraciones de las grandes masas y dirigir la lucha armada a pesar de las condiciones tremendamente desfavorables.
La revolución cubana se inspira en el marxismo.
¿Por qué triunfa la revolución? Por lo que dijo algún día Fidel Castro:
Nuestra época tiene el privilegio de conocer y actuar conforme a las leyes que rigen el proceso histórico.
Para terminar, quiero dar lectura a parte de un discurso del principal protagonista de la heroica acción que celebramos:
Nosotros creemos que el valor que puede tener el documento se refiere a La historia me absolverá está vinculado con la obra toda de la revolución, que ha sido el esfuerzo de muchos; que comenzó siendo el esfuerzo de un puñado de hombres, y terminó siendo el esfuerzo de un pueblo entero que luchó y que se sacrificó. Que hizo suyas esas ideas y las hizo posibles.
Después, dice:
Sería interesante tal vez exponer aquí que el programa del Moncada todavía no era un programa socialista.
Era un programa avanzado, era como hemos explicado en otras ocasiones la máxima aspiración que en esa época y dentro de las condiciones objetivas y subjetivas podíamos plantearnos. Ahora bien, nosotros sí éramos socialistas, nosotros sí habíamos tenido oportunidad de estudiar las obras fundamentales de Marx, Engels y Lenin.
En realidad, puede decirse que el proceso revolucionario de Cuba es la confirmación de la fuerza extraordinaria de las ideas de Marx, Engels y Lenin.
Deseo afirmar aquí que no se habría podido ni concebir siquiera la revolución cubana un acontecimiento que parecía muy difícil, un acontecimiento que para muchos constituía un imposible, no se habría podido concebir ni aplicar si no es partiendo de las ideas esenciales y de los principios del marxismo.
En primer lugar, en las condiciones de nuestro país, nos permitió ver con toda claridad la esencia de nuestros problemas económicos y de nuestros problemas sociales y sus causas más profundas; nos permitió comprender la época en que vivíamos, nos permitió comprender la historia y las leyes de la historia; sobre todo nos permitió saber en qué consistía la sociedad y cómo vivíamos en una sociedad clasista, y cómo la humanidad hasta este siglo vivió universalmente bajo sociedades de clases; y qué es una sociedad de clases y quiénes son los explotadores y quiénes son los explotados, y quiénes son los privilegiados, y quiénes son los olvidados y quiénes son los parásitos dentro de la sociedad y quiénes son los creadores de la riqueza, quiénes son los verdaderos oprimidos y quiénes son los verdaderos opresores.
La concepción marxista de la lucha de clases para nosotros constituyó una luz que nos permitió ver con claridad en medio de la compleja situación, en medio de la complejidad del mundo, de la sociedad, del país donde vivíamos. Ninguna otra teoría, ninguna otra doctrina política, ninguna otra filosofía nos habría permitido comenzar a comprender siquiera la sociedad donde vivíamos.
Hasta entonces en Cuba, en América Latina y en una gran parte del mundo, se calificaba de revolución a los golpes de Estado, a los putsch militares, a los movimientos reaccionarios, incluso en ocasiones movimientos fascistas eran también calificados de movimientos revolucionarios por la prensa reaccionaria, la prensa burguesa, la prensa imperialista.
La obra de Lenin nos enseñó cuál era el papel de los órganos del Estado y cómo para hacer una revolución, para suprimir la dictadura de los explotadores había que tomar el poder del Estado y había que transformar esos instrumentos de poder para ponerlos al servicio de los explotados.
Estas son verdades que lucen sencillas, lucen elementales y, sin embargo, han estado en la médula del éxito o del fracaso de muchos esfuerzos revolucionarios. Estas ideas orientaron nuestra acción en relación con, la organización, en relación con las masas y en relación con la forma de lucha.
Señor Presidente, en nombre del Partido Socialista y de la Unión Socialista Popular, quiero en este día rendir emocionado homenaje a los heroicos combatientes del Moncada, a su jefe Fidel Castro y al pueblo de Cuba, y manifestarles que la nueva historia de América Latina nació en el Moncada y que nuestro deber de latinoamericanos es continuarla en nuestro país.
Nuestro mejor homenaje a los mártires será el de trabajar más y mejor por hacer de nuestra patria el segundo país socialista de América.
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