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- rdf:value = " El señor AYLWIN (Presidente).-r
Tiene la palabra el Honorable señor Morales Adriasola.
El señor MORALES ADRIASOLA.-
Señor Presidente, con ocasión del proyecto de ley que reajusta las remuneraciones de los trabajadores de los sectores público y privado para el año 1972, las Comisiones Unidas de Gobierno y Hacienda del Honorable Senado tuvieron la oportunidad de escuchar las exposiciones que, sobre el particular, formularon los señores Ministros de Economía, Fomento y Reconstrucción y de Hacienda. El primero de ellos ha insistido en lo que denomina la definición de la política de remuneraciones, que, en su concepto, básicamente está destinada a asegurar la redistribución del ingreso a favor de los sectores asalariados.
Nada puede objetarse a su posición si busca efectivamente alcanzar ese resultado. Sin embargo, el propio señor Ministro, que al iniciar su gestión como tal planteaba con arrogancia la solución para el problema de remuneraciones en forma absolutamente teórica, sobre la base, seguramente, dejo que había leído al respecto y sin estudio suficiente de la realidad nacional, empieza a reconocer, sólo ahora, que la aplicación de esta política tropieza con dificultades prácticas de muy distinta naturaleza.
La verdad es que no se trata de dificultades en la práctica, sino de que ya nos encontramos en presencia de un fracaso absolutamente en toda su política económica, por cuanto ella ha desatado un fenómeno inflacionario de insospechada proyección. Y el Ministro, consciente de ello, se ve en la obligación de batirse en retirada y sostener que en la medida en que no sea posible contener los precios, procurará el mismo efecto de distribución del ingreso, en términos de otra tasa de inflación.
En otras palabras, reconoce abiertamente que su política ha sido incapaz de contener la inflación, y lo confirma el hecho de reconocer también que no está en condiciones de vaticinar cuál será el alza del costo de la vida durante el año 1972. Atribuye el fenómeno, en parte, a problemas creados con intencionalidad política, lo que es una simple excusa sin valor alguno, pues no conocemos agrupación política que propicie en el país una inflación desatada y galopante como la que nos espera para 1972.
Es preciso dejar claramente establecido que si la inflación se ha desatado, ello es por culpa exclusiva de la torpe y errada política económica, por la falta de un plan coordinado y por factores que a diario demuestran la incompetencia en el manejo del proceso económico.
Nos alegramos de que el señor Ministro haya permanecido en el cargo después de la última reestructuración ministerial, porque a muy corto plazo su fraseología inconsistente quedará en descubierto y el país entero lo podrá señalar como uno de los principales responsables de la gravísima situación económica que vive el país.
Seguiremos analizando este problema en el segundo informe. Ahora quiero referirme sólo a algunos aspectos.
En nuestra opinión, una sana política económica debe promover un desarrollo ordenado y progresivo de nuestra economía; sin embargo, ese principio básico ha sido olvidado, y este olvido es el causante de los graves desajustes y contradicciones que a diario se observan.
Sólo hace tres meses el señor Ministro de Hacienda, al formular la exposición sobre política económica del Gobierno, expresó reiteradamente que era decisión del Gobierno popular orientar todos los esfuerzos de su política a producir el equilibrio aumentando la oferta y no los precios, y ahora vemos cómo ésa que era la teoría se ha derrumbado estruendosamente, porque no fue posible seguir engañando y debió reconocerse la necesidad de fijar nuevos precios a los productos.
En esa misma oportunidad, el mismo Ministro cifraba grandes esperanzas en los excedentes de distintas empresas hoy día en poder del Estado, para financiar diversas obras o desembolsos de carácter social. Hasta ahora no hemos podido obtener una sola respuesta que indique el monto de estos recursos; por el contrario, con criminal irresponsabilidad, por disputas entre propios grupos de la Unidad Popular, se ha anarquizado en tal forma la producción de cobre, que proporcionaba nuestra mayor disponibilidad en moneda extranjera, que hemos llegado a la crítica situación de no contar con los medios necesarios para las importaciones elementales más indispensables para la marcha normal del país. Por eso, es preciso que el Gobierno, durante la discusión del segundo informe en las Comisiones, proporcione todos los datos necesarios para el cabal conocimiento de los recursos que se obtendrán por concepto de estos excedentes.
Por otra parte, también es necesario conocer cuál es el programa de importación de alimentos que proyecta efectuar el Gobierno en el curso del año 1972, porque en la intervención del Ministro de Economía, luego de hablar de una redistribución del ingreso, se introduce por vez primera un nuevo concepto al hablar de readecuación de la oferta, lo que para cualquiera significa un primer anuncio de que, a corto plazo de seguir las cosas como están, el país tendrá que sufrir los efectos de un racionamiento de sus artículos alimenticios.
Además, el torpe manejo financiero en el exterior nos ha conducido a una situación en que hoy día las principales industrias del país, aun las estatificadas, tienen muy serias dificultades para procurarse los repuestos más indispensables para su funcionamiento. Y, sin querer, hacer vaticinios pesimistas, consideramos que entre junio y julio próximos las industrias no podrán contar con la materia prima importada indispensable para funcionar normalmente, y veremos el penoso espectáculo de que trabajarán sólo 15 días al mes, pese a todos los planes elaborados por los personeros inexpertos.
Consideramos, además, que en esta oportunidad el Gobierno tiene la obligación de informar a la opinión pública acerca del curso que siguen las gestiones de renegociación de la deuda externa.
Recordemos cómo se criticó a las Administraciones anteriores por los acuerdos que alcanzaron con el Fondo Monetario Internacional. Observamos que ahora han tenido que reconocer el papel que este organismo desempeña en todo el manejo financiero internacional, y ya vemos cómo, tanto ante los bancos privados americanos como en el Club de París, aparecen como ciegos llevados de la mano por funcionarios del Fondo Monetario. Toda esa crítica, entonces, era fruto de una demagogia o ignorancia, y ahora han tenido que reconocer la necesidad, si se quiere operar en el mercado financiero internacional, de actuar con el acuerdo de ese organismo.
Comprendemos que este paso debe de haber sido muy duro para quienes hasta ayer abominaban de la participación de Chile en ese organismo; pero la realidad les ha abierto los ojos, porque la verdad es que después de tratar de prescindir del financiamiento americano, buscaron nuevos recursos en los distintos países de Europa Occidental, donde no lograron resultados concretos tras largas y sucesivas misiones económicas. Por último, recorrieron los países de la órbita socialista en una amplia delegación presidida por el propio Ministro de Relaciones Exteriores, y a su regreso, tras un mes de gestiones, volvieron cargados de condecoraciones pero sin un solo centavo de libre disposición para ayudar a la urgente necesidad de desarrollo del país.
Para nosotros es evidente la improvisación con que se ha planteado ante el Congreso la política económica del Gobierno. No nos parece serio que el Ministro de Economía, por ejemplo, silencie el hecho de que en el año 1971 la importación de productos alimenticios haya aumentado en 50%; que no tengamos una proyección de cuál será su monto durante el año 1972, y que ni siquiera diga cuáles son las medidas de orden interno que el Gobierno está adoptando con eficiencia y oportunidad para corregir este grave fenómeno.
Tampoco consideramos aceptable que el Ministro de Hacienda, en la exposición a que ya he hecho referencia, anuncie una nueva disciplina en la utilización de los recursos financieros del país, abaratando costos de operaciones e impidiendo todo gasto dispendioso o innecesario y que, en cambio, se despilfarren los recursos del Estado en fines no reproductivos que todo el país conoce.
Nada más, señor Presidente.
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