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El señor EGAS (Secretario subrogante).-
En seguida, corresponde ocuparse en la observación en segundo trámite constitucional al proyecto de ley que crea el Instituto Nacional del Alcoholismo.
Los antecedentes sobre el proyecto figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Proyecto de ley:
En segundo trámite, sesión 20ª, en 7 de julio de 1970.
En cuarto trámite, sesión 30ª, en 4 de agosto de 1971.
Observaciones:
En segundo trámite, sesión 57ª, en 15 de febrero de 1972.
Informes de Comisión:
Salud Pública, sesión 48ª, en 19 de agosto de 1970; Salud Pública (veto), sesión 60ª, en 23 de febrero de 1972.
Discusión:
Sesiones 49ª, en 19 de agosto de 1970 (se aprueba en general); 51ª, en 9 de septiembre de 1970 (se aprueba en particular) ; 42ª, en 26 de agosto de 1971 (se despacha en cuarto trámite).
El señor EGAS (Secretario subrogante).-
La Comisión de Salud Pública, que ha informado estas observaciones, recomienda, con el solo voto disidente del Honorable señor Juliet, rechazar el veto e insistir en el texto aprobado primitivamente por el Congreso Nacional.
Por su parte, la Cámara de Diputados comunica que aprobó la observación formulada por Su Excelencia el Presidente de la República, consistente en la desaprobación total de la iniciativa.
El señor AYLWIN (Presidente).-
En discusión general y particular la observación.
Ofrezco la palabra.
Tiene la palabra el Honorable señor Valenzuela.
El señor VALENZUELA.-
Tal como acaba de señalar el señor Secretario, el Ejecutivo vetó totalmente el proyecto aprobado por ambas ramas del Congreso, que crea el Instituto Nacional del Alcoholismo.
En la sesión de la Comisión de Salud Pública en que nos ocupamos en estas observaciones, tuve oportunidad de hacer presente que, a mi juicio, era una inconsecuencia de parte del Ejecutivo haber vetado en esa forma esta iniciativa de ley.
Se trata de un proyecto que se inició durante el Gobierno del Presidente Frei y que obedece a la necesidad de crear un organismo como el que aquí se propone, es decir, una persona jurídica independiente del Poder Central y capaz de abocarse a las múltiples proyecciones de orden social y penal que provoca el grave problema del alcoholismo en el país.
El proyecto lo estudiamos minuciosamente en la Comisión de Salud Pública. Intervinieron en su examen Senadores de todos los partidos políticos que la integran y, con gran preocupación y espíritu técnico y científico, tratamos de que la iniciativa pudiese redundar en beneficio efectivo para la recuperación de tantos chilenos que enfrentan esta dramática enfermedad, como asimismo para la prevención de delitos y de problemas de orden legal en que incurren muchas personas por su causa, como sucede con los accidentes del tránsito provocados por quienes conducen bajo la influencia del alcohol.
No pretendo realizar un análisis exhaustivo de las observaciones, ya que, por desgracia, cualquiera que sea la determinación del Senado no producirá efectos jurídicos, ya que la Cámara aprobó el veto que rechaza totalmente el proyecto. Sólo he usado de la palabra para señalar, en nombre de los Senadores de la Democracia Cristiana y como Presidente de la Comisión de Salud Pública del Senado, que, en mi concepto, las razones que aduce el Ejecutivo para desaprobar totalmente la iniciativa no tienen asidero.
El Ejecutivo pudo discrepar de nuestro criterio, en cuanto proponíamos crear una persona jurídica independiente destinada a enfrentar los problemas que provoca el alcoholismo en nuestro país. A través del veto, el Gobierno pudo haber modificado las disposiciones respectivas para someter al Instituto del Alcoholismo a la dependencia del Servicio Nacional de Salud, ya que la idea gubernamental, como se seña.1 a en el fundamento de la observación, es crear en Chile un Servicio Unico de la Salud. Nosotros discrepamos con el Ejecutivo en este punto. Consideramos que en nuestro país no debe establecerse un Servicio Unico, sino un Sistema Unico de Salud; o sea, que debe coordinarse la acción de los diversos organismos estatales para lograr la solución de los diversos problemas que Chile enfrenta en este rubro.
Todavía más. Prescindiendo de la discrepancia de orden teórico o doctrinario con el criterio expuesto en el veto por el Ejecutivo, estimamos que la observación formulada a este proyecto no se compadece con la grave situación que afrontan innumerables personas a causa del alcoholismo, y que el Gobierno pudo perfectamente haber aprovechado el minucioso estudio que efectuamos y que consta en el boletín respectivo, para haber adecuado su criterio técnico con las proposiciones que planteamos, fruto de un trabajo de meses tanto en la Cámara como en el Senado.
Por las consideraciones anteriores, rechazaremos el veto del Ejecutivo que desaprueba totalmente un proyecto de tanta importancia, en cuyo estudio habían cooperado profesores de la Facultad de Medicina, como el doctor Jorge Mardones Restat, y destacados penalistas que concurrieron a las sesiones de la Comisión para aportar sus conocimientos y su buena disposición de ánimo, y elaborar una iniciativa que significara un beneficio para nuestra comunidad en cuanto permitía combatir un problema de tanta magnitud como el del alcoholismo.
Anuncio, por lo tanto, los votos contrarios a la observación de parte de los Senadores democratacristianos.
El señor JULIET.-
A lo que acaba de señalar el Honorable señor Valenzuela, sólo me cabe agregar mi sorpresa por el hecho de que el Ejecutivo haya vetado totalmente el proyecto, ya que a las sesiones de la Comisión de Salud Pública concurrieron el Ministro del ramo creo que asistió a todas las sesiones y el Director General de Salud, en cuyo reemplazo en algunas oportunidades asistieron abogados y especialistas del organismo de su dependencia.
Fue tan minucioso el estudio realizado en las dieciocho o más sesiones que celebró la Comisión, que tuve oportunidad de oír las opiniones de representantes del Instituto de Ciencias Penales, de algunos magistrados de la Justicia del Crimen, de personas que se han preocupado del problema del alcoholismo, de profesores de la Universidad de Chile como el doctor Mardones, a que se refirió el Honorable señor Valenzuela y, en fin, de muchas otras autoridades en la materia. Después de numerosas sesiones llegamos a un acuerdo definitivo sobre el particular y, si la memoria no me engaña, creo que, incluso, merecimos congratulaciones por el esfuerzo que desplegamos para elaborar una iniciativa destinada a reprimir el vicio del alcoholismo o, por lo menos, limitarlo en sus efectos perniciosos para la sociedad.
Por eso digo que me causa extrañeza el veto que rechaza totalmente la iniciativa de ley, pues el Presidente de la República bien pudo observarla rechazando la creación de un servicio autónomo, pero proponiendo uno dependiente del Servicio Nacional de Salud, con lo cual se habría aprovechado la legislación antialcohólica que habíamos elaborado a plena conciencia y con la aceptación de los técnicos que nos asesoraron. Yo había participado con entusiasmo en el estudio de este asunto, porque es una de las materias que más me han atraído durante mi desempeño como parlamentario.
Por lo anterior, me pronuncio por el rechazo del veto del Ejecutivo, como una manera de manifestar la extrañeza que me produce su criterio.
El señor RODRIGUEZ.-
No cabe duda de que la iniciativa tendiente a crear el Instituto Nacional del Alcoholismo, así como, seguramente, los propósitos de sus autores, no pueden ser más laudables. Pero tampoco dejan de ser valederas las argumentaciones en que se funda el veto del Ejecutivo, ya que el organismo que se propone vendría a repetir una función propia de un servicio centralizado, de un servicio único que está dentro de los planes prioritarios del Gobierno en materia de preservación de la salud pública.
En el fundamento del veto, expresa el Ejecutivo:
Es pieza fundamental de nuestros programas en esta materia la consideración de un Servicio Unico de Salud, a cuyo cargo estará la formulación y ejecución de los planes de fomento, protección ¡y recuperación de la salud en forma integral, completa y al alcance de todos los habitantes de la República, en términos iguales para todos.
Más adelante agrega:
No contribuye, ciertamente, a la materialización de estas ideas, el presente proyecto, que crea el Instituto Nacional del Alcoholismo como una persona jurídica independiente del Poder Central, con funciones paralelas a las del actual Servicio Nacional de Salud, con proyecciones de desarrollo a todo el país y con atribuciones que conducirán a la desvinculación completa de los problemas de que trata, materias típicas de salud pública, de las soluciones que coordinadamente se darán a estos asuntos desde una Institución en la que toda la problemática esté adecuadamente compensada.
Por otra parte, resulta un poco paradójico, como precisamente lo señala el fundamento del veto, que se pretenda financiar un proyecto de ley destinado a reprimir el alcoholismo estimulando el consumo de bebidas alcohólicas, ya que se recurre a un impuesto que las grava y, naturalmente, se fomenta su expendio. Así lo plantea concretamente el Gobierno cuando dice: Estima, por lo demás, el Poder Ejecutivo, que resulta inconsecuente el financiamiento de los programas del Estado para luchar contra el flagelo del alcoholismo, cuando recurre para ello al consumo de las bebidas alcohólicas y, naturalmente, al fomento de su expendio.
Por último, debo manifestar que considero justificada la inquietud de los Honorables señores Valenzuela y Juliet. Por eso, basándome en lo que ha manifestado el propio Gobierno en el sentido de que en el menor tiempo posible se preocupará de presentar un proyecto que comprenda todas estas materias, pero en términos más ambiciosos y dentro del marco de su programa general, me atrevería a sugerir que se invitase al Director del Servicio Nacional de Salud y a los funcionarios técnicos el Honorable señor Valenzuela podría tomar la iniciativa al respecto, para conocer el esbozo del anteproyecto que ha anunciado el Ejecutivo. Así, indudablemente, se podría considerar la buena idea que han tenido los autores de la iniciativa que crea este instituto, que no calza dentro del programa general del Gobierno, a la vez que el proyecto podría contar anticipadamente con la aprobación del organismo técnico del Senado y del de la Cámara de Diputados.
Nada obtendríamos con nuestra insistencia, como me señala el Honorable señor Silva Ulloa, ya que la Cámara aprobó el veto, de modo que, cualquiera que sea el predicamento del Senado, no habrá ley sobre la materia.
Por eso, me atrevo a sugerir al Presidente de la Comisión de Salud que aprovechemos el ofrecimiento del Gobierno, para estudiar la manera de que, en sus grandes lineamientos, la futura legislación sobre el particular pueda contar anticipadamente con un criterio en que se contengan las sugerencias creadoras de las tendencias políticas representadas en esta Corporación.
Voto por la aprobación de la observación.
El señor VALENZUELA.-
Las expresiones del Honorable señor Rodríguez me inducen a decir dos o tres palabras más.
La verdad es que este veto, que desaprueba totalmente el proyecto del Congreso, se debe exclusivamente a la posición doctrinaria del Gobierno, que piensa crear el Servicio Unico de Salud, como expresé hace un instante.
Es indudable que, en la misma observación, el Ejecutivo pudo haber propuesto que ese organismo, la persona jurídica que nosotros propusimos como independiente de la Administración, quedara bajo la dependencia del Servicio Nacional de Salud, al que corresponde en la actualidad, de acuerdo con el Código Sanitario y otras leyes pertinentes, la tuición de los problemas de salubridad. Pero no actuó así y, en cambio, formuló esta observación que, por desgracia no sé por qué razón, la Cámara de Diputados acogió. Por esto mismo, cualquiera que sea nuestra determinación, no habrá ley sobre la materia.
Pero el Honorable señor Rodríguez ha formulado una sugerencia que, como Presidente de la Comisión de Salud Pública, no tengo inconveniente en acoger. Por lo contrario, me alegro de ello, y, con buena voluntad y disposición, formularé las invitaciones del caso al señor Ministro de Salud Pública y al Director General de Salud, con el objeto de que este estudio el que, como lo hizo presente el Honorable señor Juliet, se elaboró después de muchas sesiones de trabajo, significó el acopio de muchos antecedentes y motivó la concurrencia de técnicos y especialistas de alta jerarquía no resulte trabajo perdido, sobre todo cuando aborda un problema de tanta trascendencia para la salud de gran cantidad de chilenos.
Por eso, acojo con todo agrado la sugerencia del Honorable señor Rodríguez, y próximamente citaremos a la Comisión e invitaremos, repito, al señor Ministro y al Director General de Salud para que, sobre la base del proyecto vetado por el Ejecutivo, elaboremos una nueva iniciativa, a fin de resolver este delicado problema que vive nuestra comunidad.
El señor FONCEA.-
Agregaré algunas palabras al debate, a pesar de que, como se ha señalado, nuestro pronunciamiento no produce efecto alguno, vista la resolución adoptada por la Cámara.
La finalidad primordial del veto es centralizar en el Servicio Nacional de Salud todo lo relacionado con la rehabilitación de los alcohólicos.
Al respecto, e invitado por los organizadores, he asistido a diversos congresos y reuniones de las instituciones particulares que desde hace mucho tiempo luchan contra ese flagelo. Ellas están integradas por los propios afectados, quienes, después de un tratamiento contra dicha enfermedad, han logrado rehabilitarse. Esas personas, con espíritu verdaderamente apostólico, han creado otras agrupaciones, especialmente en las zonas vitivinícolas de la Sexta Agrupación, que represento ante el Senado.
Los dirigentes de esas entidades han señalado unánimemente en esos eventos que el Servicio Nacional de Salud no les presta absolutamente ninguna ayuda, y que enfrentan toda clase de dificultades, inclusive para conseguir los medicamentos y los servicios más primordiales. Asimismo, han dicho que su labor la realizan gracias a la buena voluntad de algunos médicos y visitadoras sociales, que, al margen de sus obligaciones habituales, se prestan para colaborar en esta obra tan humana y digna de ser destacada.
Intervengo en esta oportunidad porque, modestamente, me he preocupado del problema. Recuerdo que al discutirse el proyecto convertido en la ley 16.744, sobre accidentes del trabajo y enfermedades profesionales, presenté una indicación contenida actualmente en su artículo 24. El precepto establece que se creará un fondo especial destinado a la rehabilitación de alcohólicos, que será administrado por el Servicio Nacional de Salud y que se formará con los recursos consignados en el artículo 21. A continuación, estatuye que el Servicio Nacional de Salud destinará tales recursos preferentemente a la construcción, habilitación y funcionamiento de clínicas para el uso de las instituciones con personalidad jurídica que existan o se constituyan exclusivamente con la finalidad señalada, a las que podrá también otorgar subvenciones de acuerdo con sus necesidades. Mi indicación, que prosperó en el Congreso, pretendía precisamente ayudar a dichas instituciones a continuar su obra.
Los recursos acumulados mediante tal disposición son cuantiosos. Hace dos o tres años, pregunté al entonces Ministro de Salud señor Valdivieso, aprovechando su asistencia a la Comisión de Salud Pública, a cuánto ascendían los ingresos percibidos por tal concepto, y manifestó que alcanzaban a más de 4 millones de escudos. O sea, se trata de sumas importantes, que permitirían afrontar el grave problema del alcoholismo, que afecta a los sectores más modestos del país.
Pues bien, el Servicio Nacional de Salud, administrador de dicho fondo, no ha creado ni construido ninguna policlínica, y no ha realizado ninguna de las labores específicas señaladas por la disposición respectiva.
En cuanto a las subvenciones que deben otorgarse para que dichas instituciones puedan pagar personal, arriendo de los locales que ocupan y cubrir sus necesidades más apremiantes, no ha entregado un solo céntimo. Tengo antecedentes de que en la actualidad el fondo supera los 10 millones de escudos.
De lo anterior se desprende claramente que el propósito del Gobierno es monopolizar todas esas actividades. Personalmente, no me opongo a ello, siempre que actúe con eficiencia. Pero mientras el Servicio Nacional de Salud, por razones que no señalaré, porque son de sobra conocidas, no esté en condiciones de atender a los alcohólicos, debe, evidentemente, colaborar para que la enfermedad no siga propagándose y puedan rehabilitarse muchos hombres que desean hacerlo.
Me causa sorpresa lo señalado por el veto en la parte a que dio lectura el Honorable señor Rodríguez, en el sentido de que una de las razones que motivan la observación es que el Instituto Nacional del Alcoholismo tendría proyecciones de desarrollo en todo el país. Es decir, un Gobierno que en su programa se declara partidario de la descentralización administrativa y de otorgar a todos los sectores y a todas las provincias sus derechos y prerrogativas, mira con malos ojos que ese organismo tenga proyecciones nacionales.
A mi juicio, quienes han redactado el veto, como lo señaló el Honorable señor Valenzuela, incurrieron en error, dentro de esa posición doctrinaria, la cual repito podría ser aceptable si el Servicio Nacional de Salud estuviera en condiciones de prestar su colaboración en forma eficaz.
Por tales razones, he levantado mi voz para sumarme a quienes han manifestado su sorpresa frente al veto del Ejecutivo.
Voto que no.
El señor MONTES.-
Señor Presidente, si se acogiera la petición que voy a formular, me ahorraría muchas palabras. Porque es conveniente que la opinión pública conozca las razones de las protestas planteadas por algunos señores Senadores con relación al veto del Ejecutivo; pero, al mismo tiempo, considero que, para que pueda juzgarse adecuadamente la situación, es conveniente también que los motivos que el Gobierno tuvo para proceder en la forma como lo ha hecho figuren asimismo en la versión. Como ellos se contienen en el informe que tenemos todos a la mano y ocupan sólo página y media, a fin de evitarme su lectura y ahorrar tiempo, propongo que la fundamentación del veto figure en el acta respectiva, en la forma acostumbrada, al término de mi intervención. Si ello fuera posible, no me extendería sobre la materia.
El señor AYLWIN (Presidente).-
Si le parece a la Sala, se insertaría, después de las palabras pronunciadas por el Honorable señor Montes, la fundamentación del veto, que consta de página y media.
Acordado.
El documento cuya inserción se acuerda es el siguiente:
En respuesta a su oficio Nº 1.292, de 6 de septiembre de 1971, tengo el deber de comunicar a V. E. que el Poder Ejecutivo está en desacuerdo con el proyecto de ley que crea el Instituto Nacional del Alcoholismo, por lo que, estando dentro del plazo establecido en el artículo 53 de la Constitución Política del Estado, vengo en comunicarle que el Presidente de la República ha decidido rechazarlo en su totalidad, por las razones que pasan a exponerse:
Los problemas de salud pública, dentro de cuyo contexto el del alcoholismo tiene relevante consideración, tienen para el Supremo Gobierno la más importante prioridad y han sido objeto de cuidadosos estudios tendientes a encontrarles las mejores soluciones en términos compatibles con el actual desarrollo económico de la Nación.
Es pieza fundamental de nuestros programas en esta materia la consideración de un Servicio Unico de Salud, a cuyo cargo estará la formulación y ejecución de los planes de fomento, protección y recuperación de la salud en forma integral, completa y al alcance de todos los habitantes de la República, en términos iguales para todos.
Es nuestro convencimiento definitivo que estas acciones deben organizarse aprovechando los recursos humanos y de organización actualmente desarrollados en el país, en las mejores condiciones compatibles con los principios expuestos y en este orden de consideraciones, nos parece que estas actividades deben centralizarse en el Servicio Nacional de Salud, que con casi veinte años de continuo perfeccionamiento y experiencia, habrá de ser la base del futuro Servicio Unico de Salud.
No contribuye, ciertamente, a la materialización de estas ideas, el presente proyecto, que crea el Instituto Nacional del Alcoholismo como una persona jurídica independiente del Poder Central, con funciones paralelas a las del actual Servicio Nacional de Salud, con proyecciones de desarrollo a todo el país y con atribuciones que conducirán a la desvinculación completa de los problemas de que trata, materias típicas de salud pública, de las soluciones que coordinadamente se darán a estos asuntos desde una Institución en la que toda la problemática esté adecuadamente compensada.
Por otra parte, el financiamiento del gasto que irrogaría el despacho de la presente ley es extemporáneo por cuanto las disposiciones legales que se modifican para producir los fondos están en trámite de perder vigencia. En efecto, el Ejecutivo ha procedido a refundir la tributación relativa a la producción y consumo del vino, cerveza, pisco y licores, adecuando las diversas normas legales para hacer efectiva la aplicación de una tasa única de impuesto a nivel del fabricante o envasador, haciendo uso, para estos efectos, de la facultad concedida por el artículo 77 de la ley Nº 17.416: en virtud de esas modificaciones, la compraventa de esos productos quedará exenta de tributos, que se transfieren a la base y, en consecuencia, desaparecerá la principal fuente de financiamiento de este proyecto de ley.
Estima, por lo demás, el Poder Ejecutivo, que resulta inconsecuente el financiamiento de los programas del Estado para luchar contra el flagelo del alcoholismo, cuando recurre para ello al consumo de las bebidas alcohólicas y, naturalmente, al fomento de su expendio.
Consciente, sin embargo, el Presidente de la República, de la imperiosa necesidad de organizar definitivamente, a escala nacional, un programa de lucha contra el alcoholismo y sus perniciosas consecuencias en la salud de la población y su desarrollo económico, y teniendo en consideración que el consumo excesivo de bebidas alcohólicas no es un problema aislado del resto de la salud mental y de la salud en general ni exclusivo del Sector Salud, ya que tanto en su génesis como en sus consecuencias se inserta en toda la dinámica socio económica cultural, debiendo por lo tanto abordarse con una política multisectorial, deja planteado el compromiso de enviar un proyecto de ley comprensivo de estas materias y conformado al marco del programa de Gobierno, dentro del menor tiempo posible.
Dios guarde a V. E.
El señor AYLWIN (Presidente).-
Ofrezco la palabra.
Ofrezco la palabra.
Cerrado el debate.
En votación.
(Durante la votación).
El señor GARCIA.-
Ninguno de los Senadores presentes duda de que el problema de salud más serio que afronta Chile es el del alcoholismo y que existe el propósito de corregirlo mediante disposiciones legales. Sin embargo, se ha olvidado que el Instituto de Rehabilitación Alcohólica se creó en 1933, si mal no recuerdo. Las disposiciones respectivas mantienen plena vigencia. Todo el libro segundo de la ley de Alcoholes se refiere a los mecanismos que el Gobierno puede poner en práctica para combatir el flagelo. Como en los últimos cuarenta años ha sido incapaz de llevar a cabo tal propósito, en vez de exigir el cumplimiento de la ley y de precisar sus deficiencias, se ha pretendido dictar un nueva ley.
Para señalar la existencia del problema y el deseo del Congreso de resolverlo, fui partidario del proyecto y lo voté favorablemente. Por eso, ahora rechazaré la observación del Ejecutivo, quien, al plantearla, por lo menos pudo haber señalado algo muy importante: que pondría en práctica algunos de los mecanismos que existen en Chile para combatir el alcoholismo o que sustituiría algunos de los preceptos que consideraba excesivos, a fin de hacerse eco por lo menos a título de propaganda de la lucha que el país debe sostener contra ese mal.
Por tales razones, voto en contra de la observación.
El señor OCHAGAVIA.-
Sólo deseo agregar a las palabras del Honorable señor García que los parlamentarios nacionales, especialmente el Diputadodoctor Monckeberg, nos preocupamos de la materia. Deseo dejar constancia de ello al rechazar el veto del Ejecutivo.
Se rechaza la observación (18 votos por la negativa, 7 por la afirmativa y 1 pareo), y con la misma votación se acuerda insistir.
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