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- rdf:value = " El señor TEITELBOIM.-
Señor Presidente, este proyecto, en virtud del cual se autoriza al Presidente de la República para adquirir por compra directa o expropiación el inmueble ubicado en Parral donde nació Pablo Neruda, a fin de destinarlo a museo, biblioteca y salón de actos, ha tenido una tramitación, a mi juicio, excesivamente accidentada.
En primer término, se discutió acerca de la justicia de una determinación semejante, alegándose que no concordaba el hecho de que mediante una ley de la república se comprara el inmueble donde vino al mundo el poeta, con el despliegue más o menos faraónico de fastuosidad y riqueza que se le atribuía.
Por dicha época dio la coincidencia de que me encontraba en Francia, precisamente con Pablo Neruda, cuando llegó la noticia acerca del debate parlamentario suscitado a propósito de tal iniciativa. Y siento que constituye un deber para mí decir cuánto sé al respecto.
Entre paréntesis, hace más de 10 años acompañé a Neruda en una peregrinación que estuvo plena para él de íntimos significados. Quería visitar la casa donde vio la luz. Tengo que decir que dicho Viaje de búsqueda retrospectiva y de retorno a sus raíces, tenía para el poeta otra profunda resonancia sentimental, porque se vinculaba sobre todo a la evocación imaginada de su madre, que murió cuando él tenía apenas días.
Estimo que la adquisición del inmueble nativo debe ser de costo muy bajo, porque la casa que vimos prácticamente se encontraba en ruinas. Se trata de una típica habitación provinciana, de adobes, con árboles polvorientos, castigada por el tiempo y en estado de gran abandono, a pesar de lo cual seguía entonces ocupada. Por ello, creo que gran parte del financiamiento deberá asignarse, más que a la compra directa o expropiación del inmueble, a su habilitación a fin de que realmente pueda servir como museo, biblioteca y salón de actos.
Pablo Neruda, quien fue interrogado por los periodistas a propósito del debate que se produjo entonces en el Senado, atribuyéndole la compra del castillo del Duque de Rohan, en Normandía, tomó esta invención, esta fantasía, con ironía de filosofía, no desprovista en absoluto de sentido del humor.
Pensé que todo aquello se había desvanecido como un infundio más. Sin embargo, de regreso al país, me tocó hacer el vuelo por los países sudamericanos del Pacífico, lo cual me dio la oportunidad, en cada escala, en un mismo día, a través de cada capital por la cual pasaba Caracas, Bogotá, Quito, Lima de ir leyendo los diarios de la mañana. Había transcurrido cerca de un mes desde la aclaración hecha por Pablo Neruda. No obstante ello, a un solo diapasón, en dichos rotativos, muy influyentes en sus respectivos países, se publicaba la misma noticia o el mismo comentario que daba por sentados aspectos de la vida del nuevo castellano Pablo Neruda, quien había reemplazado al Duque de Rohan en la posesión del castillo de marras. Eso no sólo me hizo pensar que en realidad la mentira tiene piernas largas, sino que dudé de aquel adagio o proverbio que dice que más pronto se pilla a un mentiroso que a un ladrón. No es tan verídico cuando se trata de embustes que tienen por ámbito el mundo y el plano internacional.
Tuve el privilegio, por amistad, de acompañar a Normandía a Pablo Neruda, quien se encontraba bastante divertido con esta historia truculenta del castillo, que no es de él, aunque en realidad existe. El poeta no lo conocía, pero en vista de que en Chile y en un debate del Senado se le había cedido graciosamente, aunque no en propiedad verdadera, decidió entrar en conocimiento del famoso castillo medieval. No tenía ningún afán de expropiarlo o de estatificarlo, pero sí tenía interés, por lo menos, en contemplarlo y conocerlo.
El señor GARCIA.-
Pero, ¿se le había cedido a él gratuitamente? Eso es lo que no entendemos.
El señor TEITELBOIM.-
Dije que aquí en el Senado alguien se lo cedió, no gratuitamente, sino mediante muchos dólares, que él no pagó porque nunca pensó comprarlo. Pero en el Senado chileno se lo cedieron, y en Francia ese no es un modo válido de adquirir el dominio. Por tal razón, Pablo Neruda no tiene, no ha tenido ni tendrá castillo; pero tenía ganas de conocerlo.
Entonces fuimos a verlo un día de lluvia, y en el camino me dijo: Bajémonos aquí, porque ésta es la verja del sendero que conduce al castillo. De modo que vamos a ver este castillo que no es mío, pero que en Chile dicen que lo es. Entramos, en verdad, en un panorama absolutamente de otra época, en una atmósfera de siglos lejanos, literaria, que satisfacía mucho la pasión, el gusto y el sentido poético del supuesto propietario. Y vimos el castillo.
Pablo Neruda se dio por contento con verlo, con su puente elevadizo, sin agua, con sus averiadas almenas. Estaba vacío y afuera algunos obreros trabajaban en su reparación. En seguida, me dijo: Agradezco que hayas venido, para que puedas decir en el Senado que has visto el castillo del Duque de Rohan, que no es de Pablo Neruda. Por lo tanto, que quede muy en claro que tú eres aquí un testigo presencial, de vista.-
Por eso, rindo este testimonio en el Senado, a petición de Pablo Neruda, a raíz de un debate que se suscitó en esta Sala.
Y ahora me dijo vamos a conocer la casa que efectivamente tengo. Es una casa de campo, que pudo haber sido dependencia de ese castillo, donde se construían las tejas, las ardoises de ese tiempo, esas tejas largas, especie de antiguo bodegón habilitado por un arquitecto francés para que pudiera servir de vivienda. Se trata de una morada relativamente modesta, con un terreno pequeñísimo no creo que tenga más de doscientos metros de superficie, donde el poeta por fin puede escribir.
Refiriéndome a su trabajo en la Embajada en París, comprobé que exige una labor muy intensa, y él, como todos los embajadores chilenos, tiene su domicilio en la misma sede diplomática, lo cual hace que las horas de oficina no estén circunscritas a horarios. Neruda explicó que esta casa de campo le permitió volver a escribir, y que durante seis meses lo que no le había ocurrido desde que tenía 20 años no había podido componer un verso, lo cual, por cierto, lo enfermaba. Ahora, ha dado cima a dos libros en esa casa que está junto al río, en una pequeña aldea francesa llamada Condé-Sur-Iton.
Por lo tanto, considero conveniente que en el Senado de Chile se cierre este capítulo, restableciéndose la verdadera historia acerca del falso castillo de Pablo Neruda, que no existe en absoluto.
Finalmente, a propósito estrictamente de la discusión que se ha suscitado aquí, a mi juicio basta con lo que establecía el artículo único del proyecto original, pues no se trata de montarle otra iniciativa al anca.
Comprendo muy bien que las necesidades universitarias de las provincias de Talca y Cautín son respetables; pero rio creo que podamos demorar más la discusión del proyecto en razón de una iniciativa que puede tomarse por otro camino, tal vez recurriendo a otras fuentes de financiamiento.- Según entiendo, la razón que aduce el Ejecutivo para vetar la disposición que eleva en 2% la tasa de despacho que afecta a las mercaderías que se internan al país, a fin de destinar este mayor ingreso al financiamiento de las universidades de Talca y Cautín, vulnera, sin duda, compromisos internacionales contraídos por Chile tanto en el GATT como en ALALC y en el Pacto Andino. Me parece que hay que buscar otros procedimientos.- Creo que esas provincias tienen Senadores que muy bien pueden pensar en un expediente que no choque con nuestros compromisos internos e internacionales, para poder solventar las necesidades crecientes de los establecimientos educacionales de estas dos provincias.
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