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- rdf:value = " El señor BULNES SANFUENTES.-
Señor Presidente, al igual que el Honorable señor Teitelboim, no tengo interés alguno en seguir comentando en el Senado el episodio de la adquisición más adelante veremos de qué realizada en Francia por el poeta Pablo Neruda.
En realidad, tengo respeto por la figura literaria del señor Neruda lo he manifestado muchas veces, y no creo que haya mayor interés en remover en exceso este asunto. Pero tampoco puedo dejar pasar tan tranquilamente expresiones como infundio, castillo falso, etcétera, que acaba de lanzar el Honorable señor Teitelboim.
Me ocupé de esta materia, porque un día me encontré, sorpresivamente, con que el Senado debía tratar un proyecto de ley que destina fondos para adquirir la casa donde nació el poeta Pablo Neruda, con el objeto de convertirla en museo. Y ocurría que unos días antes, había leído en una revista un artículo con profusión de detalles, acompañado de una fotografía, mediante lo cual se daba a conocer a la opinión chilena que Pablo Neruda acababa de pagar 80 mil dólares para adquirir en Francia una propiedad que esa revista calificaba de chateau y que tenía, a juzgar por la fotografía, todas las apariencias de chateau.
Tengo que dar una pequeña explicación semántica. En francés, chateau no significa exactamente lo mismo que castillo en español.- En francés se da el nombre de chateau a las grandes residencias campesinas, sobre todo cuando han pertenecido a familias que, de una u otra manera, ejercieron señorío sobre un determinado lugar. No lleva necesariamente involucrada la idea que la palabra castillo encierra en castellano: la de una construcción fortificada. Por eso, en Francia los chateaux son inmensamente más numerosos que los castillos en España. Como ya manifesté, la revista calificaba a la propiedad en referencia de chateau.
Dije entonces y lo sostengo que a mí se me hacía demasiado fuerte estar destinando fondos del Estado chileno estos fondos tan magros, tan escasos y que tanto faltan para tantas cosas para adquirir la casa donde había nacido el poeta Pablo Neruda en los mismos momentos en que él invertía, al decir de la revista, 80 u 85 mil dólares en adquirir un chateau en Francia.
No discuto al señor Neruda que legalmente tiene derecho de hacerlo, pues percibió los dólares en el extranjero y no hay ley que lo obligue a devolverlos a Chile. Pero tampoco se me puede discutir que, si muchos méritos ha hecho el poeta para obtener el Premio Nóbel de Literatura, mucho le ha ayudado también el Estado chileno para que lo obtenga. Y no me pareció consecuente, proporcionado ni lógico que, en los mismos momentos en que él se compraba una propiedad en 80 mil dólares en Francia, nosotros estuviéramos gastando dinero para rendirle en Chile el más extraordinario de los homenajes; el homenaje que no se ha rendido ni a nuestros Presidentes de la República ni a nuestros generales victoriosos: comprar en vide de él su casa para convertirla en museo, en circunstancias de que hasta ahora no se ha podido lograr que el Estado de Chile adquiera la casa donde nació Arturo Prat, que está casi en ruinas, cerca de Quirihue.
Para mí, pues, no había lógica ni proporción en hacerlo.- Manifesté, entonces, que como la noticia no me constaba, me abstendría de votar el proyecto. Pero muy poco después, y por parte de un Senador de la Unidad Popular, recibí la noticia de que efectivamente la compra se había realizado, pero que, según él, no se trataba de un chateau, sino de un moulin. Moulin, literalmente, quiere decir molino; pero aplicado a una casa de campo, es un grado menos que chateau. Nadie ha podido establecer una línea divisoria bien clara para diferenciar chateau de moulin. Por consiguiente, si no se había comprado un chateau, se había adquirido un moulin; si no se había comprado una gran casa de campo, se había comprado una casa de campo un poco menos grande.- Y lo único que me dijo el señor Senador de la Unidad Popular fue que en vez de 85 mil dólares, como informaba la revista Qué Pasa, el señor Neruda había invertido 70 o 75 mil dólares.
Para mí, el problema no cambiaba. Por lo contrario, reafirmaba mi convicción de que en este momento no procedía rendir al poeta Pablo Neruda el homenaje tan extremado de comprar en vida de él la casa donde nació.
Hasta aquí llegaron mis observaciones, sin calificativos para el señor Neruda y sólo haciendo uso de mi sagrado derecho a votar a favor o en contra de un proyecto de ley, según que lo estime justo, lógico, conveniente, o según que piense lo contrario. En este caso, no lo consideraba ni lógico, ni justo, ni conveniente, en virtud del antecedente que se había dado.
El Honorable señor Teitelboim ha venido ahora, de regreso de Francia, a explicarnos nuevamente él caso, y aunque siempre es muy claro, esta vez no lo entendí bien. El reconoce que el señor Neruda compró una casa de campo, pero dice que la noticia es falsa, porque la propiedad no habría pertenecido al Duque de Rohan. Yo no soy mayormente entendido en heráldica; pero, según mis recuerdos, la revista Qué Pasa nunca dijo que el castillo perteneciera a un duque, sino aun conde. Y recuerdo que el conde tenía un nombre doble. Sin embargo, perteneciera o no perteneciera al Duque de Rohan, a mí me sigue pareciendo exactamente igual.- Continúo pensando en que no era el momento oportuno para rendir al señor Neruda el inusitado, extremado y desorbitado homenaje de comprarle durante su vida la casa donde nació para convertirla en museo; homenaje que, según me parece, muy pocas veces se debe haber rendido después que terminaron las monarquías absolutas. Creo que en muy pocos países ha sucedido que en vida de un individuo se compre la casa donde éste nació para convertirla en museo.
Con posterioridad a mi intervención en esta Sala el Partido Comunista hizo un escándalo de lo que era, simplemente, la manifestación de la opinión de un Senador. Y recibí insultos de toda especie durante muchos días, que fueron publicados en los diarios del Partido Comunista y en los que esta colectividad política controla. Y como si esto fuera poco, incurrieron en la puerilidad de gastar un suplemento entero del diario El Siglo para inventarme a mí un castillo. Es decir, convirtieron en castillo una casa de campo que construyó mi padre en Chile y que pertenece a su numerosa sucesión.
Mi padre tenía siete hijos, veintinueve nietos y treinta bisnietos, y como tenía dinero y podía hacerlo, construyó en Chile una casa de campo grande.- De esa casa de campo, teóricamente me pertenece una octava parte; pero en el hecho ya no me corresponde nada, pues se la robó la CORA.- Porque no obstante que existía un acuerdo celebrado con la CORA y que la casa de campo había quedado en poder nuestro cuando se expropió el fundo, un día llegó el Intendente con cincuenta carabineros, y desde entonces la casa de campo está en poder del Intendente.
Como digo, se llegó a la puerilidad de inventar un castillo al Senador que habla; castillo que, en todo caso, de serlo, no estaba en Normandía, sino en Panquehue, en el departamento de San Felipe.
Y ésta es toda la historia.
Yo no he incurrido en falsedad alguna. Supe por un Senador de la Unidad Popular y por mucha gente que estuvo en Francia, que efectivamente don Pablo Neruda compró una propiedad que perteneció a un noble francés, cuyo título no me interesa. No sé si le costó 85 mil o 75 mil dólares; el asunto me» es indiferente. Lo que sí sé es que estoy muy contento de no haber votado a favor de la adquisición de la casa donde nació el poeta para destinarla a museo, en el mismo momento en que aquél se estaba comprando un chateau, un moulin o una casa de campo, como quiera llamársele, de un valor subidísimo, en los campos de Normandía.- Estoy muy satisfecho de haber procedido en esa forma.
No tengo interés en remover el episodio. No me interesa en absoluto denigrar al señor Pablo Neruda; pero cuando llega el momento de votar un proyecto de ley, tengo que emitir mi opinión. Y ésa era y es mi opinión.
Que el señor Neruda haya escrito dos libros en el castillo, lo celebro. Los leeré.- Cuando el señor Neruda estaba en Méjico, evadido de la justicia chilena, y se iba a publicar el primer ejemplar del Canto General de Chile, me suscribí a él.- Leeré los libros, pues, con mucho agrado. Pero yo conozco el edificio de la Embajada de Chile en París, que es otro chateau, porque también está clasificado como tal, y ha sido declarado monumento nacional, y por consiguiente el Gobierno de Chile no podrá venderlo ni demolerlo.- Y puedo asegurar que ese edificio tiene las acomodaciones necesarias para poder escribir versos.- No me parece absolutamente indispensable tener una casa en Normandía para hacer poesía.- El señor Neruda, que es un gran poeta, escribió versos en todas las etapas de su vida, en casas buenas y malas, y no me parece que haya relación de causa a efecto entre la casa adquirida en Normandía y los dos libros que, según el Honorable señor Teitelboim, acaba de escribir.
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