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El señor DURAN.- Señor Presidente, no repetiré el conjunto de argumentos que di en la discusión general para señalar que este proyecto es extraordinariamente antidemocrático y contrario a una representación proporcional en los términos que establece la Constitución Política del Estado.
El Honorable señor Bulnes Sanfuentes expresó sus temores de que la ley en proyecto, por los defectos con que nace, se desprestigie en un plazo muy breve. Comparto esa opinión, pero con mayor intensidad: opino que la ley en tramitación nacerá desprestigiada. Y ocurrirá eso porque, en vez de tomar como base alguna de las ideas fundamentales que tuve oportunidad de expresar en esta ocasión las señaló también el Honorable señor Silva Ulloa para obtener fórmulas proporcionales que se acomoden al mandato constitucional, busca por el contrario, sobre la base del entendimiento de las fuerza políticas que han pactado, caminos que permitan a éstas solucionar sus propios problemas, al margen del espíritu que debería inspirar a esta rama del Poder Legislativo frente a una reforma electoral que la ciudadanía espera con un justo anhelo de limpieza democrática.
No somos adversarios del régimen de pactos electorales. Pero hemos sostenido, durante la discusión general y más tarde en la Comisión, que el aquí planteado es un sistema de absorción.
Quiero recoger una expresión vertida esta mañana por el Honorable señor Bulnes Sanfuentes, quien dijo que su partido compartía la idea central de los pactos y que le parecía de cierta justicia el mantenimiento del sistema de la multiplicación.
Creo que cuando el país se regía por el sistema de pactos, los lugares de multiplicación tenían justificación moral. Si una colectividad que contaba con un conjunto importante de votos en el país pactaba con otra mayor que ella, podía obtener en alguna circunscripción o agrupación un lugar que permitiera a su personero multiplicar y traer hasta la Cámara o el Senado la representación del conjunto de votos que en las diversas circunscripciones o agrupaciones le iba entregando al aliado que obtenía a través de su respaldo una mayor representación popular.
Pero el sistema ideado es extraordinariamente hábil y, como es natural, tendrá por efecto beneficiar a los partidos grandes, solucionando en el caso presente los problemas que nacen principalmente en la combinación de Gobierno y, desde el punto de vista de los partidos de Oposición, favoreciendo al más grande: al Demócrata Cristiano.
Por eso, es justo el lenguaje empleado por el Honorable señor Pablo al decir que, más allá de apreciaciones ideológicas y hasta políticas de tipo general, los pactos podrían inspirarse en una razón esencialmente de política contingente.
En otras palabras, el señor Presidente de la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento ha debido reconocer que, en el hecho, la fórmula de entendimiento entre la Unidad Popular y la Democracia Cristiana favorece claramente, por distintos motivos, a ambos grupos políticos: a la Unidad Popular le permite integrar sus cuadros o listas a través del régimen de pactos, metiendo dentro de una bolsa común a los partidos marxistas fuertes, poderosos, es del Gobierno y a un conjunto de pequeños partidos que, con la esperanza de obtener alguna ubicación, entran al pacto, donde no cabrían si no se hubiera creado el sistema ampliado de proclamación de listas. En virtud de ese sistema no se integran las listas con el número de candidatos que efectivamente se elegirá en cada circunscripción, sino hasta con una y media veces el número de cargos por llenar de acuerdo con la ley. De esa manera se soluciona el problema de la conjunción de fuerzas de la Unidad Popular.
Desde el punto de vista de las fuerzas opositoras, el Partido Demócrata Cristiano se interesa porque el sistema, de concretarse en ley, gracias al mecanismo de dos cifras repartidoras una para establecer el número de candidatos que elige cada pacto y otra que se aplicará en el orden interno del pacto, permitirá la absorción de los partidos chicos por los grandes. No cabe ninguna duda de que aquí radica el anhelo de esa colectividad de llevar adelante la modificación en los términos que inicialmente se plantearon y que más adelante se han venido manteniendo en lo esencial.
Una de las enmiendas tiene por objeto fijar un plazo para la inscripción del pacto y de la cuota o número de candidatos que corresponderá a cada partido. El proyecto primitivo establecía un plazo de diez días para el pacto, ampliado más tarde en cuanto al número de candidatos por partido, y se extendió a treinta días durante la discusión particular del segundo informe. Nos parece justo que cuando se declara un pacto se establezcan en él las cuotas que corresponderán a cada colectividad. Sin embargo, estimamos insuficiente el plazo fijado para inscribir el pacto y el reparto de cuotas por partido dentro del pacto. Creemos que sesenta días habría sido un lapso adecuado.
No comparto el criterio del Honorable señor Bulnes en el sentido de que los pactos deben convenirse sobre la base de posiciones ideológicas. Creo que el proyecto en debate ha prosperado en la medida en que los partidos pequeños se han sentido apretados. En la forma propuesta se crearía un hecho contrario a la práctica y a la lógica de una democracia. Y es posible que se generen fórmulas de pacto entre partidos pequeños sobre fundamentos distintos de los ideológicos, que les permitan, sin embargo, soñar con la posibilidad de defenderse del encajonamiento de que serán víctimas de acuerdo con el tenor del proyecto en discusión.
En la Comisión señalé, y también lo planteé en la Sala durante el análisis general de la materia, que dicho plazo restringido revela falta de real sentido democrático, con relación al curso de las determinaciones o de las elecciones internas dentro de cada partido. Las colectividades con estructuras y concepciones disciplinarias rígidas, como los Partidos Comunista y Socialista, es natural que tengan bastante movilidad para suprimir candidatos o para cambiarlos, fenómeno que no se produce en los partidos democráticos. Y ello por una razón simple: en el ámbito democrático de asambleas de lenguaje abierto, nacen naturales y justas ambiciones de gente que sustenta determinada posición dentro de cada colectividad, y la elección de personeros, cuando ya hay dos o tres postulantes proclamados, crea internamente problemas y dificultades que pueden llevar a las divisiones o a la indisciplina.
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