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Tiene la palabra el Honorable señor Von Mühlenbrock.
El señor PALMA (Presidente).-
El señor VON MÜHLENBROCK.-
Señor Presidente, Honorable Senado:
Los homenajes en este Hemiciclo han obedecido siempre a una suprema tradición de la democracia chilena: destacar ante la nación, ante el pueblo, para que queden escritos en el libro de la historia, los grandes acontecimientos de la patria, A veces, son horas felices; pero, otras, debemos inclinar el estandarte de la democracia para rendir el homenaje de la colectividad a las ilustres figuras que se lleva el sino de la muerte.
Esta mañana se ha roto aquí la tradición de que los homenajes sean impersonales, de que se ubiquen por sobre las pasiones políticas. Hasta ahora dejábamos de lado o postergábamos el bregar político a que nos envía el pueblo a esta Corporación, para defender nuestras respectivas ideologías y doctrinas. Hoy algunos oradores han pronunciado frases y emitido conceptos que, para nosotros -el Partido Nacional y la Democracia Radical, en cuyo nombre también hablo-, representan claras y manifiestas injurias y agresiones.
He meditado mucho acerca de si debía hacer uso de la palabra en esta oportunidad, pues no se encuentra presente en estos instantes el Comité de nuestro partido, el Honorable señor García, quien debió ausentarse por un problema urgente derivado de las contingencias de las horas que vivimos. Pero la solicitud de los Senadores de la Democracia Radical y la obligación de todo parlamentario de ser valiente y franco, de no conocer la cobardía en la defensa de sus ideas, me obliga a alzar la voz ante el Senado.
A veces, pareciera que la historia se esmerara en pulir los acontecimientos, en disipar las sombras y todo aquello que pueda oscurecer el camino de un pueblo.
Mañana 25 de octubre se conmemora el segundo aniversario del asesinato del gran General del Ejército, René Schneider Chereau, a quien mi partido, el Nacional, junto con la Democracia Radical, rinde emocionado homenaje. Pero hoy, 24 de octubre, se cumplen 130 años desde el minuto en que allá, en el lejano Montalván, en las serranías peruanas, cerró sus ojos el Primer Soldado de la República, Bernardo O'Higigns, el hombre que lo pospuso todo por el servicio de su patria; el forjador de la tradición de honor de nuestros institutos armados, el que nos liberó de nuestras cadenas, el Guacho ilustre que marcó eterno el sello de la democracia chilena y del ascenso de su pueblo.
Ya que ambas fechas han coincidido, quiero decir que para el Partido Nacional y la Democracia Radical, es O'Higgins el símbolo supremo de la tradición de las Fuerzas Armadas: el servicio de la República, el resguardo interno y externo de la nación, la mantención de la Constitución y las leyes, el respeto inalienable al Estado de derecho y, por sobre todas las cosas, la disciplina, el prestigio y el honor de dicho institutos.
Yo conozco la política. La política pasa, los acontecimientos se van. Los que ayer se odiaron, hoy se entienden. Los que ayer fueron enemigos, mañana convivirán. Es tan breve el hombre, tan ancho el tiempo, tan poderoso el destino. Sobre ese símil entre O'Higgins y Schneider, deseo caminar en esta ocasión, porque rechazo perentoriamente, con todas las energías de mi alma, las palabras que aquí se han dicho para vincular, de cerca o de lejos, a mi partido y a la Democracia Radical - repito: hablo en representación de ambos- a un atentado odioso, a una mancha en la historia de nuestra nación. Oportunamente se alzó aquí nuestra voz para censurar a quienes atentaron contra la estabilidad institucional de la República. Censuramos los grupos armados, estén donde estén, y nuestro repudio más enérgico cae sobre los grupos de ultraizquierda y de ultraderecha, impacientes e incapaces de respetar el mandato del pueblo.
Mi partido defiende y mantiene el Estado de derecho. Mi partido y la Democracia Radical no son impacientes. Y al rendir hoy homenaje sincero y conmovido al General Schneider, lo rinden también a nuestras Fuerzas Armadas en el momento difícil en que ellas viven.
Los pueblos y las instituciones son como ese ejemplo permanente que tenemos delante de nuestros ojos cuando alborea el Sol: da cordillera de los Andes. Ella yergue sus nieves hacia la altura y penetra el cielo con sus picachos, modelando minuto a minuto, segundo a segundo, la sustancia y el corazón del pueblo chileno. O'Higgins fue una cumbre de esa cordillera. Schneider también lo fue, en su tradición de respetar el mandato soberano del Congreso.
No quiero mirar ni a los abismos ni a los valles de la política. No quiero pensar ni en las caídas ni en las debilidades de los hombres. Por eso, freno intencionalmente mis palabras en este Hemiciclo, porque si hubo un mártir que pudiera haber sido asesinado por imperativos de Derecha, también hay uno que lo fue por imperativos de Izquierda: Schneider y Pérez Zujovic. Pero yo no supongo intenciones ni quiero mancillar la tradición de los homenajes nacionales.
Señor Presidente, el General Schneider merece la admiración sincera de todos los chilenos. El General Schneider debe ser inmortalizado en el bronce. Nosotros sumaremos nuestras palabras y sentimientos a todo acto en que se quiera perpetuar su memoria como ejemplo eterno de lealtad al honor del uniforme, a la palabra empeñada, a la majestad de la ley.
Las horas que vivimos, el conflicto que enfrenta la República, tendrán una salida. No son las Fuerzas Armadas las que pueden darla. Ellas tienen una sola misión: cumplir el compromiso de hacer respetar la Constitución y las leyes, de respetar al Gobierno legalmente constituido. Para juzgar los acontecimientos está el Parlamento, están los partidos políticos, está la investidura que nos trajo aquí en nombre del pueblo. No son las Fuerzas Armadas -repito- las que pueden dar salida a los acontecimientos que vive nuestra nación. Nuestro anhelo -y creo que el de toda la patria- es que sea el pueblo soberano quien resuelva la cuestión suprema. ¡Nadie más! Hasta ahí pueden alcanzar las Fuerzas Armadas. Por encima de ellas y de nosotros está el soberano superior de todos: el que hasta aquí nos trae, el que decide el destino, el que determinará la historia.
Rechazamos los conceptos ofensivos vertidos en contra del Partido Nacional y de la Democracia Radical, que rinden su homenaje, en el segundo aniversario de holocausto, a la memoria de ese gran soldado que fue el General René Schneider Chereau, a su familia y a las Fuerzas Armadas de la República; y reiteramos la petición hecha hace un instante en cuanto a hacerles llegar nuestra palabra histórica.
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