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- rdf:value = " El señor AGUIRRE DOOLAN.-
Pido la palabra.
Señor Presidente, creo de mí deber informar al Honorable Senado de las alternativas de la Sexagésima Conferencia Interparlamentaria Mundial, realizada en Roma desde el 21 hasta el 29 de septiembre del año en curso.
La representación del Senado a ese evento estuvo a cargo de los Honorables señores Alfredo Lorca, Narciso Irureta, Ramón Silva Ulloa, Fernando Ochagavía, Aniceto Rodríguez y el Senador que habla.
Todos los Senadores integrantes de la delegación que concurrió a este encuentro, que se realiza cada año, tuvieron una participación efectiva. A este respecto, me es grato destacar las intervenciones de los Honorables señores Silva Ulloa, Irureta y Rodríguez en diversos temas abordados en esa oportunidad.
Hicimos presente en la Conferencia la aspiración del Congreso chileno de que la del año próximo se realice en nuestra capital, idea que fue ratificada plenamente en uno de los Consejos Interparlamentarios.
De más está decir que formamos parte del Consejo Interparlamentario el señor Presidente de la Cámara de Diputados y el Senador que habla.
Deseo informar que resultó muy grato para la delegación chilena que, ante el término del mandato de tres miembros del Comité Ejecutivo Mundial, finalizado en septiembre último, haya sido elegido en uno de los cargos vacantes el Senador que habla, que entró a reemplazar a otro latinoamericano, el Diputado venezolano don Rubén Carpio Castillo. Los cargos en este Comité no se determinan por zonas, sino, lisa y llanamente, por países. Fue así como postularon a las tres vacantes dejadas por el DiputadoCarpió Castillo, a quien ya me referí, y por los parlamentarios señores Dhillon, de la India, y Mboua, de Camerún, los siguientes delegados, en orden alfabético: el que habla, por la delegación chilena; Rushdi Said, por el grupo egipcio; Félix Bandaranaike, por el grupo de Ceilán; Edward Derwins-ki, por el grupo de Estados Unidos; Jus-tiniano Montano, por el grupo filipino; y Maurice Oulaté, por la delegación de Costa de Marfil. Para llenar los tres cargos, que duran cuatro años, además del Senador que habla fueron elegidos el señor Derwinski, de Estados Unidos, y el señor Said, de la República Árabe de Egipto.
Quería distraer la atención del Senado en esta ocasión para dar a conocer estos antecedentes y destacar la actuación de la delegación chilena, integrada también por diversos Diputados, entre ellos el Presidente de la Cámara, que presidió el grupo chileno en atención al alto cargo que desempeña. La misión desplegada por los delegados chilenos podría calificarse de ampliamente satisfactoria para el prestigio de nuestro país, porque, en el hecho, ellos llevaron a los componentes de la Unión Interparlamentaria Mundial un mensaje de solidaridad e interpretaron el sentimiento unánime de admiración de todos los congresistas chilenos hacia los Parlamentos de los diversos países del mundo, puesto que en todos ellos se realiza, en mayor o menor medida, un estudio serio para enfrentar los problemas que aquejan a la ciudadanía. Los Parlamentos de cada país, como el nuestro, tratan en todo momento de hacer resaltar las inquietudes y anhelos del pueblo, y de asegurar la paz internacional.
En una intervención que me cupo hacer en la Conferencia, destaqué las aspiraciones de la delegación chilena y, por mandato especial de sus integrantes, señalé los sentimientos, anhelos e inquietudes de este Parlamento bicameral, que durante 161 años ha realizado una acción ininterrumpida para traducir los deseos del pueblo chileno.
Sostuvimos que este Parlamento es el primer Poder del Estado, ya que tanto en su Cámara joven como en el Senado está interpretado el ciento por ciento del sentimiento, de las aspiraciones del pueblo chileno. Su pluripartidismo y nuestra ley electoral, permiten que en él se interpreten todas las corrientes de opinión de la República.
La Unión Interparlamentaria Mundial tiene cierta similitud con las Naciones Unidas, y en ella se agrupan 72 países.
En esta conferencia, que, como decía, se realizó en la ciudad eterna, en Roma, hubo oportunidad de que todos los parlamentarios de los diversos países manifestaran sus inquietudes sobre problemas de orden político, económico, humano y educacional, que fueron los principales temas que se asignaron a las diversas Comisiones.
Quería distraer la atención del Senado esta tarde para dar algunas informaciones sobre dicho evento, en el que tuve
oportunidad de destacar las características del Congreso chileno, al que señalé en mis intervenciones como el tercero en antigüedad en el mundo, agregando que durante 161 años ha realizado una labor ininterrumpida y siempre constructiva para atender a las necesidades del pueblo de Chile.
Los representantes de todos los países que integran la Unión Interparlamentaria vendrán en 1973 a Santiago, imbuidos del deseo de conocer este país, del que saben que está ubicado en el extremo austral del mundo y que todos sus habitantes tienen el mejor deseo de paz y tranquilidad social para el mundo.
Para el mejor desenvolvimiento de nuestras actividades, los Senadores fuimos asesorados por dos altos funcionarios de la Secretaría de la Corporación, los señores Pedro Correa y Rodemil Torres. Ambos demostraron su eficiencia, su hombría de bien y su caballerosidad para con toda la delegación. Siempre estuvieron prestos para aportar los datos que nosotros necesitábamos.
Igualmente, la delegación chilena estuvo asistida por las dos Embajadas de nuestro país en Roma: por la acreditada ante el Quirinal, encabezada por el dinámico y caballeroso EmbajadorCarlos Vas-sallo, y por la acreditada ante el Vaticano, encabezada por el señor Rene Rojas, que cuenta con un solo funcionario, el señor Ronald Geiger. Ambos cuerpos diplomáticos prestaron una ayuda eficaz, cordial y afectuosa a los delegados chilenos.
Me parece no pecar de exagerado al solicitar de la Mesa que, siempre que lo tenga a bien la Corporación, haga llegar una nota de agradecimiento y reconocimiento por la cooperación que recibimos, a ambos Embajadores y a su personal, rogándoles, a la vez, que sean portadores de nuestro homenaje y respeto para sus esposas, que atendieron en forma tan afectuosa a las nuestras.
Dejo planteada esta solicitud como una demostración de reconocimiento, porque no siempre las delegaciones chilenas que concurren a eventos internacionales reciben de parte de los altos funcionarios chilenos en el extranjero, ya sean embajadores, encargados de negocios o secretarios del cuerpo diplomático, una atención preferente, como la que hemos recibido nosotros durante nuestra permanencia en Roma, que, en el caso especial del Senador que habla, que debió llegar allá antes, se prolongó desde el 17 de septiembre, fecha en que llegamos a Roma, hasta el 2 de octubre, día en que abandonamos esa ciudad. En todo momento, ambas Embajadas nos prestaron un concurso muy caluroso, del cual quiero dar testimonio esta tarde.
Quiero agregar igualmente que cuando estábamos allá el grupo de Senadores recibimos una invitación para que visitáramos Francia. En ese país fuimos recibidos por el Senado, con muchas atenciones de parte de sus integrantes. El día de nuestra llegada coincidió con la del Primer Ministro de Polonia. Llegamos al Senado más o menos a la misma hora en que se efectuaba un homenaje a ese alto Mandatario polaco, razón por la cual no fuimos recibidos por el Presidente de la Corporación, pero sí por su Primer Vicepresidente. Tuvimos una reunión muy amigable, que contó con la presencia de nuestro Embajador en París, don Pablo Neruda, del Ministro Consejero de la Embajada, don Jorge Edwards, y demás personal de esa representación diplomática. Fuimos objeto de finas y delicadas atenciones durante cuatro días por parte del Senado francés. En lo que atañe al señor Vicepresidente de esa Corporación como también a los altos funcionarios de ella, debo señalar que prodigaron a los Senadores chilenos y al cuerpo de secretarios que nos acompañaba especiales atenciones.
De más está hacer presente que la atención dada a nosotros por el señor Embajador de Chile en París, don Pablo Neruda, fue de suyo cordial y afectuosa. En Francia tuvimos oportunidad de cambiar ideas sobre un problema que en ese momento no sólo inquietaba a los chilenos que estaban en el país, sino que a todos aquellos que nos encontrábamos en cualquier lugar del mundo: la actitud de la Kennecott. Con relación a ella, dimos una conferencia de prensa allá en París, en la cual participamos todos los Senadores chilenos, porque no hubo partidos de Gobierno ni partidos de Oposición, sino un solo grupo, y recalcamos que la nacionalización de la gran minería del cobre, principal riqueza de Chile, fue aprobada en 1971 por la unanimidad del Parlamento nacional, con la concurrencia de representantes de todos los partidos, de Gobierno y de Oposición, que interpretaron así una vieja aspiración del país en cuanto a lograr el control y el pleno dominio de sus recursos naturales.
Agregamos que, consecuente con esa posición, la Cámara de Diputados chilena rechazó, mediante un voto unánime, hacía pocas semanas -esto lo dijimos en los primeros días de octubre- las amenazas de la compañía norteamericana Kennecott Copper Corporation, que pretendía desconocer la nacionalización, emanada de un acto legítimo y soberano del Estado de Chile, y gestionar medidas de embargo, las que en ese momento estaba tomando en Europa en contra del cobre chileno en tránsito hacia países extranjeros.
También manifestamos en esa oportunidad que nosotros protestábamos por las maniobras de Kennecott, que se hicieron efectivas al obtener que un tribunal francés dictara una medida de embargo preventivo sobre el precio de un cargamento de cobre chileno destinado a Francia y que en esos días estaba por llegar al puerto de Le Havre.
La delegación parlamentaria chilena, acosada en esa conferencia de prensa por periodistas de las diversas agencias noticiosas latinoamericanas y de otras partes del mundo, manifestamos que nos encontrábamos invitados por el Senado francés, que el grupo era representativo de las diferentes corrientes políticas del país y que expresaba su más enérgico y unánime repudio frente a la medida de Kennecott, por considerar que constituía un atentado flagrante contra la soberanía chilena y una verdadera declaración de guerra económica contra el país, al embargar un cargamento de su principal producto de exportación precisamente en Francia, que hoy día es el primer mercado para el cobre chileno en Europa.
Al mismo tiempo, informamos a los periodistas que la Kennecott, en su oportunidad, había reconocido la jurisdicción de un tribunal establecido por la Constitución chilena para conocer de los asuntos derivados de la nacionalización del cobre, y que al fracasar en su demanda recurrió a los tribunales franceses, procurando desconocer el derecho soberano de los países a nacionalizar sus riquezas fundamentales, plenamente reconocido por la ley internacional y consagrado en la Resolución N? 1.803 de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Agregamos que reconocíamos, como reconocemos en Chile, la alta autoridad de los tribunales de justicia, y que creíamos que las actuaciones de los tribunales de justicia franceses serían similares a las de los tribunales chilenos, que siempre están por la razón y el derecho.
Advierto que el tiempo de mi Comité ha terminado.
Agradezco la deferencia de la Sala de haberme permitido informar -en forma por demás deshilvanada- sobre esa conferencia interparlamentaria; pero no quería dejar pasar más tiempo sin hacer presente lo que he manifestado en la tarde de hoy.
Muchas gracias.
El señor FERRANDO (Presidente accidental).-
Las comunicaciones solicitadas por Su Señoría se incluirán en el Tiempo de Votaciones de la sesión ordinaria próxima, para resolver si serán enviadas en nombre del Senado; pero, entretanto, podrían transmitirse en nombre del señor Senador.
El señor AGUIRRE DOOLAN.-
Creo que interpreto fielmente el sentir de los otros cinco colegas que concurrieron al evento internacional que he mencionado. Por eso considero que la nota podría ser enviada en nombre de la delegación chilena que concurrió a la Sexagésima Conferencia Interparlamentaria Mundial, realizada en el mes de septiembre en Roma.
El señor FERRANDO (Presidente accidental).-
Se consultará a los demás miembros de la Comisión la petición de Su Señoría.
En el tiempo del Comité Demócrata Cristiano, ofrezco la palabra.
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