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- rdf:value = " El señor PALMA (Presidente).-
¿Me permite, señor Senador?
Ha terminado su tiempo.
Tiene la palabra el Honorable señor Rodríguez.
El señor RODRIGUEZ.-
Ya en la sesión de ayer, en una muy bien fundada exposición jurídica y política, el Honorable señor Tomás Chadwick señaló la característica esencial del proyecto que nos preocupa y que, a nuestro juicio, como sostuvo el señor Senador, representa un regreso, una vuelta atrás en el proceso de la reforma agraria.
Podrán hacerse aquí, como ya se han hecho, muchas afirmaciones enfáticas. Se podrán encubrir los conceptos, se podrán deformar los planteamientos, pero siempre quedará en claro que aquí hay un regreso negativo en el proceso de reforma agraria, que, con defectos y todo, con tropiezos, con vehemencia, con errores burocráticos, ha encontrado en estos dos años de Gobierno de la Unidad Popular un impulso vital, extraordinario, dinámico, que se traduce en el número de predios que han sido expropiados. En efecto, vemos que en estos dos años se hizo tres o cuatro veces - no estoy seguro de la cifra exacta - lo que hizo la Democracia Cristiana en seis años.
El señor HAMILTON.-
No en seis años, sino en tres.
El señor RODRÍGUEZ.-
Lo cierto es que la Democracia Cristiana responde por los seis años de su Gobierno, y que en ese lapso sólo hicieron lo que todos sabemos, en términos magros, reducidos y limitados.
Ahora bien, sin ser experto en materias agrarias y acudiendo sólo al sentido común, a la sensatez política, no cabe duda de que este proyecto tiende a crear un régimen en la tierra con caracteres de miscelánea, en la que, en el proceso mismo de reforma agraria, haya de todo, y en la que, incluso, en pequeñas unidades geográficas, se expresen contradictoriamente distintos regímenes.
El destino inicial de este proyecto de ley, corregido por la oportuna denuncia del Honorable señor Chadwick, indudablemente era el de restablecer el latifundio. Así es, porque lo permitía el proyecto patrocinado por el Honorable señor Moreno. Sólo la severa denuncia del Honorable señor Chadwick, planteada en nombre de los Senadores de nuestro partido, ha logrado corregir en parte esta iniciativa en su segundo informe. Pero no cabe duda de que la verdadera y muy diáfana intención inicial del proyecto no evitaba, por lo menos, la consolidación del latifundio, según la forma tan vaga con que se expresaba la idea original de esta reforma.
En segundo lugar, suponiendo que ése no fuese el destino del proyecto el de restablecer el latifundio, hay otra dirección básica que él sigue, cual es, por último, la de constituir el minifundio en Chile, expresión tan antieconómica, o tal vez más, que la primera.
Con el sistema ideado por los autores de esta iniciativa se impedirá, también, la planificación dé la producción, porque si cada predio se repartirá en tantas partes como trabajadores permanentes que habrá en él, más allá de la reserva inexpropiable de las cuarenta hectáreas de riego básicas, resulta que pervivirán después numerosas pequeñas unidades, para las cuales resultará difícil proyectar en conjunto, como en una gran unidad económica, cualquier planificación de la producción agrícola. Es posible, entonces, llegar a una economía de autoabastecimiento o de consumo familiar, pero no se logrará realmente la integración de esas pequeñas unidades para enfrentar los problemas agrarios como corresponde científica y técnicamente.
Por otra parte, a nuestro juicio con ese sistema se obstaculizará seriamente la solución de los problemas que enfrentan las comunidades indígenas del sur, que constituyen verdaderos islotes de pequeñas propiedades individuales. Al no ser posible expropiar las tierras vecinas, indudablemente que no se podrán resolver los problemas planteados a estas comunidades indígenas en una extensa zona del país.
Todo lo anterior se agrava si consideramos que sólo entre el doce y el trece por ciento de las familias pobres en el agro se han incorporado al sector reformado. El resto, entonces, permanecerá al margen de la posibilidad de obtener tierras.
A este respecto, insisto en la observación que le formulaba ayer al Honorable señor Moreno, al expresarle que con este proyecto se restarán posibilidades reales de incorporar más mano de obra a la explotación agrícola y se estimulará el éxodo permanente de campesinos a las grandes ciudades, con toda la complejidad y los problemas que surgen por este atochamiento humano y social en los principales centros urbanos, especialmente en Santiago.
Es decidor, por ejemplo, recordar un diálogo que sostuvieron los trabajadores afuerinos con el Presidente de la República, por el dramatismo de sus dichos, dentro de su lenguaje sencillo. En ese diálogo, el compañero José Sepúlveda, presidente del grupo de afuerinos, señaló:
Somos miles y miles de compañeros que andamos con la linguera al hombro por falta de trabajo y de hogar en distintos puntos del país, queremos que con el respaldo suyo señor Presidente y compañeros de la reforma agraria nos ubiquen en los asentamientos igual que los demás compañeros hermanos y no ser trabajadores de ellos. Nosotros sabimos la agricultura igual y no querimos tierras, siguen hablando en su lenguaje sencillo querimos trabajo, así podemos estar establecidos en una sola parte, tener trabajo permanente, salario diario, habitación y comida y no dormir debajo de los puentes, en casas solas inhabitables, en pajales, debajo de los árboles. Si pasamos a un fundo a pedir alojamiento, nos dicen que no hay para gente extraña, esto es por la escasez de trabajo, si tuviéramos un trabajo diario no los pasaría esto.
Luego agregaron:
No podimos formar un hogar por falta de trabajo, no tenemos derecho a tener una mujer o a engendrar hijos, la mayoría de los compañeros somos solteros. Hay veces que tenemos que andar a pie una semana o dos en busca de trabajo, si llega la noche tenemos que dormir a orillas de los caminos, debajo de los puentes, la poca alimentación que llevamos en nuestras bolsas se termina, tenemos que pedir, la gente que vive en sus hogares se admira y nos miran como si fuéramos de otros lugares lejanos, nos da vergüenza que un hombre solo tenga que hacer eso habiendo tanto campo en nuestro Chile por trabajar.
Yo diría que estas palabras sencillas, llenas de gran emoción y contenido humano, señalan precisamente la contradicción que este proyecto entraña cuando, en vez de posibilitar más trabajo para miles y miles de hombres totalmente marginados de la comunidad nacional, que carecen de una ocupación estable, de un hogar y de una familia, esta iniciativa, con el apoyo tan abierto e indisimulado de la Derecha - lo que le da un sello político bien determinado - está negando casi definitivamente, diría yo, la posibilidad de dar trabajo a varias decenas de miles de personas del sector activo de la agricultura.
Por otra parte, quisiera reiterar lo que se ha dicho aquí en cuanto a la trampa que encierra este proyecto. No cabe duda de que aquí, con mucha agilidad, con mucha diablura, se ha urdido toda una trampa jurídica, a fin de que en los últimos tres años de este Gobierno - debemos considerar el año de plazo que se da para proceder a las asignaciones - estén permanentemente sometidos a la posibilidad de ser acusados constitucionalmente en especial los Ministros de Agricultura. Porque será físicamente imposible en tan breve plazo, asignar las tierras de los predios expropiados. Según decía el Honorable señor Contreras, creo que son entre cuatro, mil y cinco mil los predios que deberán asignarse en el curso de un año. Y se da el caso de que los autores de la iniciativa callan con toda impudicia el dato que se dio en las Comisiones Unidas, de que en el Gobierno anterior sólo pudieron asignar creo que un centenar de predios. ¡Y así piden a este Gobierno que en un solo año asigne entre cuatro mil y cinco mil predios! De esta manera, quedará sin cumplirse la ley, no por falta de voluntad de parte del Gobierno, sino por imposibilidad física, administrativa y financiera, tal vez, con los diferentes tropiezos naturales que presenta este proceso. Por lo tanto, no se podrá cumplir esta enmienda constitucional, lo que, de seguro, dará lugar a acusaciones políticas de las cuales el Parlamento ha hecho uso tan frecuentemente en los últimos tiempos. Por eso, la Derecha apoya con entusiasmo esta reforma, no sólo porque ella tiene un sello reaccionario en sí misma, sino porque le permite utilizar aviesamente otra herramienta jurídica para seguir anulando la presencia de no pocos hombres como Ministros de Agricultura en el Gobierno de la Unidad Popular, e incluso para llegar a la acusación al Presidente de la República.
Creo que el criterio del Gobierno ha quedado muy claramente expresado en el informe de las Comisiones, donde se consignan las palabras del compañero Cox, Fiscal de la Corporación de la Reforma Agraria, según entiendo. En efecto, el compañero Cox ha planteado oficialmente la posición del Gobierno y ha desvirtuado las mentiras que se han dicho en esta Sala, al expresar, según se señala en el informe:
El pensamiento del Ejecutivo, expresado en su indicación, en cuanto al destino de las tierras, es el de contemplar dos formas: una es la asignación, claramente establecida en la primera parte de la indicación, y otra es la destinación. Se ha pretendido insinuar que con esta norma propuesta el Ejecutivo pretendería legitimar el establecimiento de haciendas estatales, sin tener presente que la segunda parte de esta indicación, en cuanto se refiere a la destinación como forma excepcional, dadas las características de estas tierras, es la repetición casi exacta del artículo 67 de la ley número 16.640, promulgada en el Gobierno pasado.
O sea, todas las formas jurídicas de asignación que pretende crear con cierta originalidad este proyecto, ya estaban consideradas en la propia ley de Reforma Agraria de la Democracia Cristiana, en la cual me parece que colaboró decididamente el Honorable señor Moreno en su calidad, en ese entonces, de autoridad máxima de CORA.
Y a propósito de las afirmaciones del Honorable señor Aylwin, que le escuché al finalizar su intervención, al referirse a la negligencia socialista en materia de política agraria, debo recordar que uno de los coautores de la ley vigente fue nuestro querido e inolvidable compañero Salomón Corbalán, cuya capacidad sobre la materia fue reconocida públicamente por los personeros del Gobierno anterior, entre ellos, por el Honorable señor Moreno y por el señor Jacques Chonchol, que en esa época estaba a cargo de INDAP. Cuando ocurrió la desafortunada y trágica muerte del compañero Corbalán, llegaron ambos hasta el local de nuestro partido - hecho que agradecí por lo que implicaba - a expresarnos su pesar y a reconocer una vez más, en esos minutos de tristeza, el gran aporte que hizo Salomón Corbalán a la discusión y perfeccionamiento de la ley de Reforma Agraria.
De manera que no venga a decir aquí el Honorable señor Aylwin, liviana e irresponsablemente, que el Partido Socialista no tuvo una opinión frente al problema de la reforma agraria, porque de manera constante enriqueció el debate y el perfeccionamiento de la ley en esos momentos.
El señor HAMILTON.-
¿Me permite una interrupción, señor Senador?
El señor RODRIGUEZ.-
Desgraciadamente, no tengo tiempo.
En cambio - agrega el señor Cox - es el proyecto constitucional en estudio el que pretende derogar la disposición del artículo 67, que se consideró necesaria al momento de dictación de la ley de Reforma Agraria y que ahora se pretende dejar sin efecto, impidiendo todas esas formas de destinación que no es posible ignorar.
En cuanto a la afirmación de que el Estado no quiere asignar las tierras expropiadas, agrega que queda claro de la sola lectura de la indicación que ése es el propósito principal y que la destinación procederá sólo en los casos de excepción que el texto señala. Prueba lo anterior que se han hecho 98 asignaciones, las que han beneficiado a 20.640 familias.
En cuanto a la crítica respecto a la parte de la indicación que se refiere a los trabajadores no permanentes (inciso segundo), el señor Cox dice que no es posible limitar el beneficio de la reforma agraria sólo a aquellos campesinos que se encontraban trabajando en el predio a la fecha de la toma de posesión, ya que con ello no se resuelve el grave problema de la cesantía en el campo ni se procura uno de los objetivos centrales de la reforma agraria, cual es el de incorporar a las unidades productivas a todos los trabajadores del campo. Mediante el procedimiento de beneficiar sólo a quienes se encontraban viviendo en el predio no se puede concebir la reforma agraria como un proceso dinámico, ya que ello limitaría la posibilidad de realizar obras de regadío u otras que aumenten la capacidad potencial del predio, toda vez que no podría aumentarse la ocupación de mano de obra, que ya habría quedado determinada al momento de la toma de posesión.
Es lo que acabo de comentar a propósito del drama humano de los afuerinos, que suman sobre las 200 mil personas, que caminan como parías por todos los caminos agrícolas del país, problema al cual tampoco dio solución el Gobierno pasado.
Agrega el señor Cox:
Tampoco es exacto decir que el Gobierno estaría negando a los campesinos la posibilidad de contar con casa y cerco, ya que la indicación deja en claro que mientras subsista la organización transitoria de los predios incorporados al proceso de reforma agraria, los campesinos que formen parte de ella tendrán derecho al uso y goce exclusivo de una casa habitación y de una extensión de terreno correspondiente a su huerto o cerco. Pero no puede condenarse al campesino a vivir indefinidamente en la casa que le asignó el propietario del predio, no con un criterio social sino de acuerdo a sus intereses, muchas veces ubicada en lugares totalmente alejados de los centros poblacionales y más bien con el propósito de la defensa de las fronteras del predio.
Es la herencia que dejó la reacción latifundista en este país, en muchos casos con habitaciones aisladas y solitarias para los campesinos, incluso negándoles la construcción de ventanas para que les entrara la luz y el sol. Y en vez de precipitar la formación legal y colectiva de las aldeas campesinas, de acuerdo al proceso que está siguiendo la reforma agraria del Gobierno de la Unidad Popular, con este proyecto se impide realmente que se estimule el surgimiento de las aldeas o agrupaciones de campesinos.
La herencia que nos dejó la Reacción del pasado la recogen de nuevo estos noveles exponentes de la Democracia Cristiana, para mantener a los campesinos aislados o solitarios; herencia que, hemos dicho, impidió que el campesino dialogase con su compañero de clase y que le negó a su vez el alfabeto, el maestro y la escuela. Ese es el balance que deja la Reacción y que se nos entrega en el Gobierno de la Unidad Popular. Afortunadamente, la dinámica del proceso revolucionario está venciendo esos obstáculos históricos, pues ya estamos eliminando estas contrariedades.
El señor HAMILTON.-
¿Dónde lo han hecho?
El señor RODRIGUEZ.-
Reclamo mi derecho, señor Presidente. Yo no he dado interrupciones al vehemente señor Hamilton, tan insolente como siempre.
El señor HAMILTON.-
¡Vehemencia por la verdad, y vehemencia contra la falsedad...!
El señor PALMA (Presidente).-
Honorable señor Hamilton, está con la palabra el Honorable señor Rodríguez.
El señor RODRÍGUEZ.-
El drama de la Democracia Cristiana es terrible, porque cuando se suma al paro de la Reacción, que quiso derrocar a este Gobierno, ocurre que la basé obrera de la Democracia Cristiana sigue frente a la producción, sigue elaborando. Y el drama continúa ahora, frente al proyecto del Honorable señor Moreno, aliado con la Derecha, que es repudiado por la base campesina de la Democracia Cristiana.
Por mucho que se diga que ese documento -como lo alcancé a escuchar al Honorable señor Aylwin- tiene un valor relativo, la declaración de las organizaciones campesinas de Chile suscrita con el señor Ministro de Agricultura tiene relevancia no sólo por los temas concretos que recoge, sino porque en él está expresada la voluntad de los dirigentes campesinos democratacristianos, que repudian ese contubernio y rechazan el proyecto. Es el caso, por ejemplo, de los dirigentes de la Confederación Triunfo Campesino, de la Confederación Libertad, en las cuales hay participación importante de los campesinos de la Democracia Cristiana, que vienen en ratificar y en suscribir ese (documento y en rechazar el proyecto del señor Moreno y de la Derecha.
Por eso termino diciendo que nosotros rechazaremos esta iniciativa; porque, indudablemente, no representa ni el interés del campesino ni es un factor que contribuya a continuar, con sentido creador, el proceso de la reforma agraria.
"
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