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- rdf:value = " El señor PALMA (Presidente).-
Los Honorables señores Hamilton, Von Mühlenbrock, Contreras, Aylwin, Jerez, Papic, Rodríguez y Valenzuela.
Naturalmente, ese orden se puede alterar, y, de acuerdo con lo resuelto por los Comités, también es factible ceder los tiempos.
Antes de otorgar la palabra al Honorable señor Hamilton, solicito el asentimiento de la Sala para empalmar esta sesión con las siguientes a que está citada la Corporación.
Acordado.
Tiene la palabra Su Señoría.
El señor HAMILTON.-
Señor Presidente, a propósito de la discusión habida en el Senado con motivo del proyecto que estamos examinando, quiero recordar que la reforma agraria, que se comenzó a realizar en profundidad durante el Gobierno del Presidente Frei, obedecía fundamentalmente a dos objetivos. En primer lugar, la promoción campesina: reivindicar al sector social de trabajadores más postergado de la comunidad nacional, y darle cabida, acceso, posibilidades a todas las ventajas que el desarrollo del país permite. Los campesinos, hasta ayer los pobres más pobres de Chile, pasarían, de acuerdo con ese proceso, a integrarse, a participar, a ser considerados dentro de la comunidad nacional.
El segundo objetivo, no menos importante que el anterior, era romper el estancamiento de la producción agropecuaria dando un gran impulso a este sector de la economía nacional, de manera que la tierra cultivable y el agua disponible en nuestra nación, que son suficientes para alimentar a 30 millones de habitantes, lo fueran al menos para proporcionar los alimentos que requerimos los 10 millones de chilenos.
Ahora bien, una de las realizaciones más trascendentales que llevó a cabo el Gobierno de la Democracia Cristiana fue precisamente la de haber iniciado y efectuado el proceso de reforma agraria, para lo cual se encuadró dentro de la ley, probablemente con errores, pero con respeto, en plena libertad, posibilitando la discusión pública y el juicio crítico de quienes no estaban de acuerdo con dicho proceso, permitiéndoles señalar ante la opinión pública o frente a los tribunales de justicia las equivocaciones en que pudiera incurrirse.
Ayer escuchamos aquí algunos datos estadísticos relacionados con el número de predios, hectáreas y animales que durante la actual Administración han sido objeto de la reforma agraria, como si este proceso tan profundo, importante y decisivo fuera un problema meramente estadístico y no una cuestión estructural, un problema social de tanta magnitud.
Recuerdo una anécdota que con ocasión de un debate muy similar a éste habido en el Senado contó en la Sala el Honorable señor Noemi, cuya ausencia en este momento deploro. Recordó entonces el cuento en que un hombre recién casado se ufanaba porque su mujer había tenido su primer hijo a los cuatro o cinco meses de haberse celebrado el matrimonio.
El señor CONTRERAS.-
Era menos optimista que aquel chino que, no obstante ser recién casado, ya tenía un hijo grande.
El señor HAMILTON.-
No escuché su chiste, señor Senador. Su Señoría habla muy bajo.
El señor CONTRERAS.-
Se lo mandaré por escrito,
El señor HAMILTON.-
Además, le ruego no interrumpirme.
El Gobierno actual ofreció continuar el proceso de reforma agraria en forma drástica, rápida y masiva, respetando la ley que lo regía, que los partidos políticos que ahora integran la combinación oficialista habían contribuido a aprobar y despachar con sus votos en el Congreso.
Pues bien, de acuerdo con la política seguida por la Administración anterior y en conformidad a la ley dictada por ella, el actual régimen ha podido sostener, a los dos años de gobierno, que en Chile ha terminado el latifundio. De manera que debemos entender que quienes hoy día son dueños de la tierra chilena sin considerar la que se haya en poder del Estado, aún sin asignar, son exclusivamente medianos y pequeños propietarios agrícolas o cooperativas campesinas. Ya no hablemos más del gran latifundista, del gran propietario de la tierra, porque éste, según lo que nos ha dicho el Ejecutivo, en virtud de la tarea que se emprendió en el régimen anterior y conforme a la aplicación de la referida ley, ha desaparecido en el país. No obstante, durante la actual Administración se han cometido graves errores en todo lo referente a la política agraria, y muy en particular respecto de la aplicación de la reforma agraria.
Basta señalar, para compenetrarse de la situación del campo chileno, lo ocurrido con las tomas. Hace algún tiempo, cumplidos los primeros 18 meses de este Gobierno, el Honorable señor Moreno nos trajo un informe oficial de Carabineros, que obtuvo por intermedio de la Oficina de Informaciones del Senado, en el que se daba cuenta de que en el campo se habían producido durante el actual régimen más de 1.800 tomas, vale decir, más de cuatro al día.
En seguida, no se ha respetado la ley. Y ello ha sucedido no sólo respecto del propietario, a quien se le ha desconocido sistemáticamente - sin más fundamento que una actitud sectaria o una posición ideológica que no está considerada en la ley ni tiene cabida en ella - el derecho a reserva cuando corresponde reconocerlo, por haber cumplido el propietario con las condiciones y limitaciones que el mismo texto legal establece para que aquél opere. También se ha desconocido - en los hechos, no en las palabras - la tranquila posesión y trabajo de la tierra del pequeño y mediano propietario para seguir trabajando la tierra. Son innumerables los discursos en que el señor Allende, los hombres que lo han servido en el Ministerio de Agricultura y los dirigentes de ese sector dan seguridades verbales a los pequeños y medianos propietarios de que no sólo no serán tocados, sino que van a ser ayudados con asistencia técnica y crediticia, y apoyados mediante la acción del Gobierno. Sin embargo, son dramáticos los casos presentados en todas las provincias agrícolas del país - se ha dado reiterado testimonio de ellos en esta Corporación -: a propietarios de 4, 8, 10 o 20 hectáreas se los ha privado de su tierra en forma ilegal e ilegítima, y aún no tienen posibilidad de recuperarla.
Son precisamente esos pequeños y modestos propietarios agrícolas quienes sufren la inseguridad derivada de la desacertada política que el Gobierno está siguiendo en el campo.
Pero tal vez los más frustrados con el proceso de reforma agraria al margen de la ley y en la forma como lo ha estado desarrollando esta Administración, sean los propios campesinos. A ellos estaba destinada la tierra; durante decenas de años se predicó que la tierra sería para el que la trabaja; ellos obtuvieron durante el Gobierno del Presidente Frei el despacho de la ley de Reforma Agraria; ellos debían ser los propietarios de la tierra. Sin embargo, hemos observado cómo sistemáticamente se elude entregar la propiedad de la tierra. Ya no se trata de la entrega en forma individual, cooperativa o comunitaria: no hay ninguna especie de asignación de tierra. Y los campesinos, lejos de ser liberados, de obtener la calidad de propietarios, de lograr la seguridad y tranquilidad que da la propiedad, hoy día son objeto de un proceso que para ellos significa el cambio de dueño, de patrón, pero que en ninguna forma ha mejorado su condición.
Los campesinos, que en su gran mayoría han estado en desacuerdo con el Ejecutivo, han sido objeto del desprecio y la represión gubernativos en sus personas, sus familias y sus organizaciones, como los consejos campesinos designados al comienzo de este régimen, la mayoría de cuyos dirigentes no pertenecían a la combinación oficialista, sino a la Oposición, y muy principalmente a la Democracia Cristiana. Después de haberse formado esos consejos y de haberse elegido a sus miembros, éstos dejaron de ser considerados, y en la práctica no han tenido participación ni intervención alguna.
Quiero destacar que este Gobierno, que se autodenomina popular, tiene el triste privilegio de haber encarcelado a dirigentes campesinos cuando decretaron una huelga en la provincia de Llanquihue. Todos los dirigentes de la Federación Por la Razón o la Fuerza conocieron - hecho acaecido por primera vez en la historia de Chile a dirigentes de los trabajadores del agro - la cárcel por haber defendido sus organizaciones y haber estado en contra del Gobierno.
También podemos recordar, al respecto, la forma cómo fueron tratados dirigentes de los trabajadores del campo que hace algunos meses quisieron participar y estar presentes en un debate que realizaría la Cámara de Diputados sobre la reforma agraria, y que en definitiva desarrolló, referente a la manera como se estaba cumpliendo el programa del Gobierno en el campo y como se estaba aplicando allí la ley de Reforma Agraria. La verdad es que no alcanzaron a llegar o, mejor dicho, no llegaron, porque en el camino fueron interceptados por fuerzas policiales que llevaban órdenes del Subsecretario del Interior, del Partido Comunista, las cuales los vejaron, los apalearon y les impidieron llegar. Y como si todo eso fuera poco, dicho funcionario, actuando al estilo de los patrones de épocas pasadas, se dio el lujo de decir que los dirigentes campesinos eran unos borrachos.
¡Para qué hablar de la burocracia que hoy impera en el sector agrario! La verdad es que existe más preocupación por la concientización de tipo político, por ganar adeptos para la Unidad Popular, por distribuir granjerías entre los partidarios, que por hacer progresar realmente la producción agropecuaria o por ganar lo que ellos mismos han llamado la batalla de la producción.
Podría poner muchos ejemplos sobre el particular. Me bastará citar que en la provincia de Chiloé, en la zona que represento, no se ha hecho más trabajo en materia agrícola, ni mucho menos en lo tocante a reforma agraria, que lo que se desarrolló durante el Gobierno anterior. Mas para mantener ese mismo trabajo y apoyar al sector reformado, se han contratado tantos nuevos funcionarios, que hoy día no hay sillas suficientes en las oficinas de la Corporación de la Reforma Agraria para que siquiera esos empleados tengan donde sentarse durante las horas en que reglamentariamente desarrollan su trabajo.
Podría decir, por ejemplo, que el incremento de la burocracia inútil en la provincia de Aisén ha significado que, de 12 funcionarios y un jefe de área que existían en 1970, para mantener prácticamente el mismo trabajo hoy día hay un director zonal, 5 jefes de área y 40 funcionarios, sin saberse qué labor desempeñan con relación a la producción agropecuaria.
Hay, incluso, casos pintorescos como el del jefe de área en Chile Chico, don Celestino Oyarce, quien goza del ciento ochenta por ciento de asignación de zona correspondiente a dicho departamento.
Allí no se desarrolla el proceso de reforma agraria; el jefe citado vive en la ciudad de Coihaique, donde además goza de viáticos, y a veces, para justificar su cargo, suele visitar la región de Chile Chico.
Podría seguir citando, indefinidamente, ejemplos que contribuyen a demostrar la forma como se ha disminuido la producción y como, en la misma proporción, se ha incrementado la burocracia.
El señor MORALES ADRIASOLA.-
¿Me permite una interrupción, Honorable Senador?
El señor HAMILTON.-
Con todo gusto, con cargo a su tiempo.
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