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- rdf:value = " El señor OLGUIN.-
Después de la exposición tan completa hecha por el Honorable señor Valenzuela sobre la tarea cumplida en el campo de la salud durante los últimos años, sólo abordaré dos o tres temas muy específicos y concretos. Me referiré a una parte de la intervención realizada hoy por el postulante a la Dirección General de Salud, doctor Infante, en cuanto a las tareas inmediatas que el Servicio Nacional de Salud podría acometer en los próximos meses y en este período de Gobierno. Mencionó como uno de los objetivos fundamentales el reparto de leche a toda la población infantil menor de 14 años y también se refirió a la vacunación masiva de esa población y a una campaña para controlar las diarreas estivales.
Esas tres tareas serán abordadas en campañas inmediatas, en un plan de emergencia del Servicio Nacional de Salud, y tienen por objeto disminuir la mortalidad infantil y resolver el problema de nutrición infantil en Chile.
En verdad, ambos problemas están relacionados entre sí. Por eso, más bien deseo referirme al de la mortalidad infantil y del reparto de leche. Este último programa lo considero el más interesante del actual Gobierno.
Más que como político, quiero dar algunas opiniones en mi calidad de médico, porque tengo la impresión de que tal programa no se está estudiando con la amplitud requerida ni tampoco con la acuciosidad necesaria.
Los problemas de la mortalidad infantil y de la desnutrición en Chile no son del todo simples. Desde luego, no son uniformes desde el punto de vista geográfico a lo largo del país. Existen focos evidentes de mayor mortalidad infantil en determinadas regiones. Tampoco está distribuida en forma pareja en lo que respecta a las edades. Existe un alto porcentaje de mortalidad infantil en los primeros meses de vida, e inclusive en los primeros días del niño.
Por último, no es posible repartir indiscriminadamente leche de un solo tipo a todos los niños.
Esos tres factores que están en juego en el programa deben tomarse en cuenta con extraordinaria seriedad para encarar con éxito el problema. La mortalidad infantil tiene en Chile suma gravedad: en el primer año de vida murieron 22.800 niños en 1968. Es decir, casi 23.000 niños chilenos fallecieron antes de cumplir un año de edad. Debe destacarse que casi el 50% de ellos murió en los primeros dos meses de vida. Y es aún más dramático y digno de considerarse que 5.500 niños, de esos 22 mil, murieron antes de enterar ocho días de vida.
De modo que el problema de la mortalidad infantil en Chile está concentrado en los primeros sesenta días de vida del infante. En este período, el programa de dación de leche no tiene utilidad alguna. Lamentablemente es así, porque suplantar la leche materna por leche artificial, es decir, la leche humana por leche de vaca, no sólo es inconveniente en esta etapa, sino que podría aumentar la tasa de mortalidad infantil.
Por otro lado, la muerte de los niños durante los primeros 60 días de vida no guarda paralelismo con la desnutrición, sino con otros factores, que son importantes, pero: que no tienen conexión con el problema de dación de leche.
Para encarar el flagelo de la mortalidad infantil en Chile, una de las tareas que se deben abordar es proporcionar leche, pero no es la más importante.
Observando las cifras de mortalidad y los períodos de vida en que se produce, salta a la vista que el programa de dación de leche debe complementarse con otra serie de medidas que vayan configurando todo un sistema que disminuya paulatinamente las tasas de mortalidad infantil.
Tal tarea no puede abordarse en pocos días, ni tampoco por un Gobierno. Desde hace treinta años la mortalidad infantil viene disminuyendo lentamente en Chile: de doscientos por cien mil habitantes, ha descendido a menos de cien en la actualidad.
Para resolver el problema debe tenerse en cuenta, además, el hecho de que la alta mortalidad infantil del primer bimestre de vida está concentrada en Chile en un área geográfica muy determinada. Puede observarse que las tasas más altas se producen desde Arauco a Osorno. Caracterizada por una alta ruralidad - Arauco tiene 64% de población rural, y Osorno, 54%- , esa zona tiene muy bajos índices de atención médica, en tal forma que más de 40% de los partos se producen sin atención profesional y sobre 50% de las defunciones, sin asistencia médica.
Por eso, junto con tener en cuenta la alta mortalidad infantil perinatál, es indispensable considerar su distribución geográfica, concentrada en alta proporción en esa área.
Es necesario también tener en cuenta las causas de la mortalidad infantil durante el primer bimestre de vida. Ellas no se deben a desnutrición, sino a problemas respiratorios, infecciones intestinales y dificultades relativas al parto.
Finalmente, debo advertir que no se puede proporcionar indiscriminadamente cualquier tipo de leche a los niños, pues hay algunos que toleran bien la leche descremada, con 12% de grasas, y otros, que no la toleran. Aquellos que están en el primer año de vida, y en los primeros seis meses especialmente, requieren leche con mayor porcentaje de elementos grasos.
Por tales razones, el programa que al respecto se está realizando debe complementarse con el análisis de los argumentos que estoy exponiendo, y además, con dos medidas fundamentales: la educación sanitaria en aquellos sectores donde hay una verdadera subcultura médica, constituida por las clases populares y más modestas de nuestro país, y la adquisición de una serie de equipos, de instrumentales y de medidas que mejoren la atención médica en el sector rural, donde se acumula la más alta tasa de mortalidad infantil.
Por último, debe incentivarse la lactancia materna.
Creo que estas son razones suficientes para calificar, a lo menos, de apresurado, el programa que se está realizando en este momento. Para llevarlo a cabo no sólo deben tenerse en cuenta razones de orden político, sino también de índole técnica y científica, como las que expresé. Ejecutar toda una campaña general en esta materia involucra, además de la dación de leche, el aumento de la atención a la madre en el parto en los sectores rurales, donde casi 50 % de los alumbramientos se produce sin asistencia médica, y disponer que los médicos y el personal paramédico desempeñen sus servicios fuera de los hospitales, en las poblaciones, para favorecer a los trabajadores y obreros que no pueden acudir con tanta facilidad, sobre todo en el sector rural, a los centros asistenciales, como hospitales bases o áreas hospitalarias.
Considero indispensable que en la tarea de combatir la mortalidad infantil y de mejorar las condiciones generales para tonificar los indicadores de salud de todos los chilenos, podamos participar, sin discriminaciones de orden político, los distintos partidos y las personas que trabajamos de una u otra manera en el quehacer público en Chile.
El que nos ocupa es un campo donde podríamos trabajar quizás más de la mano distintos sectores políticos de diferentes organizaciones, desde las de tipo popular hasta los colegios técnicos y científicos. En este aspecto, el Gobierno debe tener en cuenta la posibilidad de que otros sectores, más allá de los partidos oficialistas en este momento pueden colaborar en tareas de esa índole. Es imprescindible que no haya un criterio cerrado y sectario para manejar este tipo de programas, a fin de que ellos sean la expresión de la unión de voluntades y de esfuerzos destinada a mejorar los indicadores de salud y la nutrición.
El se��or AYLWIN (Presidente).-
¿Me permite, señor Senador?
Terminó el tiempo del Honorable señor Valenzuela.
Puede continuar en el turno que a Su Señoría le corresponde.
El señor OLGUIN.-
Decía que en la tarea de mejorar los indicadores de salud y de la nutrición y de bajar los niveles "de mortalidad infantil, podemos colaborar, si hay la suficiente amplitud de criterio, distintos sectores políticos, no sólo del Parlamento, sino también de la comunidad nacional en general.
Por eso, estoy complacido por lo que se está haciendo en este campo, aunque tengo reservas en cuanto a la metodología empleada y a las personas que trabajan en ello. Estas últimas están laborando con un criterio, no diré político, pero sí muy de capilla, muy cerrado, que ha hecho imposible la colaboración de otros sectores que podrían aportar luces y experiencia en esta tarea.
Concedo una interrupción al Honorable señor Valenzuela.
"
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