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- rdf:value = " El señor PALMA.-
Señor Presidente, hace pocos días, siguiendo una de las tradiciones más respetadas en nuestro país, el Presidente de la República leyó en el Congreso Pleno su primer Mensaje al Parlamento y al pueblo.
Tres aspectos del Mensaje.
Se trata, sin duda alguna, como todos los primeros Mensajes presidenciales, de un documento extraordinariamente importante para el presente y para el futuro, porque en él - y así ha ocurrido en cada uno de los Gobiernos que han dirigido al país y en los que nos ha correspondido participar políticamente- se plantean tres aspectos fundamentales: lo que será la filosofía básica del Gobierno, su visión sobre algunos problemas políticos esenciales originados como consecuencia de la nueva perspectiva que esa filosofía básica inevitablemente proyectará sobre la realidad del país, y, como ha sido costumbre en este tipo de mensajes, .un análisis lo más completo y detallado posible de la realidad económica que vive la nación.
En su Mensaje, el Primer Mandatario, don Salvador Allende, aborda de manera bastante explícita los dos primeros aspectos a que me referí. Reitera en una y otra pagina la orientación y filosofía básicas de su Gobierno, y analiza, más o menos rápidamente, algunos aspectos de los problemas políticos esenciales que enfrenta, desde el punto de vista de la realidad política. Pero, a diferencia de otros Mensajes, rehuye lo que es su médula: el análisis de las realidades concretas actuales del país y de las consecuencias de las medidas político- económicas que el Gobierno ha implantado desde hace ya largos seis meses.
Probablemente, un análisis detallado sobre todas las consideraciones del Jefe del Estado nos quitaría más tiempo del que disponemos.
La verdad es que este documento, de setecientas páginas, aproximadamente, permite algún análisis, aunque en muchos aspectos es extraordinariamente difícil obtener datos concretos y precisos que completen lo que el Presidente de la República leyó el 21 de mayo.
Vale la pena, entonces, seguir lo expresado por el Presidente, a fin de formular, como lo hicieron algunos partidos políticos, especialmente el Demócrata Cristiano, en declaraciones públicas, consideraciones sobre cada uno de los puntos o aspectos contenidos en el Mensaje.
Ampliada democracia chilena.
En primer lugar, es valioso destacar que el Jefe del Estado acepte y reitere en numerosas páginas que Chile es una sólida democracia aceptada y vivida por cada chileno.
América Latina ha tenido, ciertamente, una variada evolución sociopolítica. En síntesis, uno podría decir que desde la independencia de todos nuestros países se han producido guerras de liberación y proclamaciones formales de independencias. A ese período, caracterizado generalmente por la unidad de propósitos de todos los grupos que actuaron en la época, siguieron guerras civiles, caudillismo y anarquía, hasta que se hicieron presentes en casi todos los países autocracias unificadoras que más tarde dieron curso a democracias limitadas, aristocratizantes, practicadas por sectores superiores, para pasar, después de cierto tiempo, a democracias representativas, con participación ampliada y, eventualmente, como sucede en el caso de Chile, dar origen a una de-
mocracia representativa con una participación total.
Entre nosotros, las tres primeras etapas transcurrieron y se vivieron en un plazo extraordinariamente rápido, duraron corto tiempo. Nuestro pueblo, al parecer, estaba preparado para iniciar un proceso de desarrollo en el cual la participación ciudadana se haría presente de manera efectiva en la medida en que su cultura lo permitiera.
En efecto, después del breve período que terminó en Lircay, se organizó en Chile una democracia que tuvo características estables hasta principios de este siglo y que, posteriormente, en especial a partir de 1920, se ha ido ampliando hasta llegar a ser lo que es hoy: una democracia en la que, virtualmente, participan todos los ciudadanos.
Entre nosotros hay casi cuatro millones de electores. El voto es obligatorio, libre y secreto. Tenemos una población de nueve millones y medio de habitantes, y aproximadamente cuatro millones de personas son menores de 18 años. Virtualmente, pues, todo chileno mayor de 18 años tiene oportunidad de participar en las elecciones periódicas, en la configuración de su Gobierno.
Esta realidad se encuentra representada especialmente aquí, en el Congreso Nacional. Nadie puede negarlo ni discutirlo.
Y si acaso quisiéramos una confirmación mayor aún e hiciéramos una referencia a la reciente elección municipal, traducida en representación parlamentaria, nos encontraríamos con que no habría muchos cambios entre las fuerzas que hoy representan al Gobierno y las de los partidos de Oposición.
Chile es en los momentos actuales una democracia total, y este Congreso representa efectivamente al pueblo.
En este aspecto no puedo sino recalcar, solidarizando con ellas, las expresiones que esta mañana vertió el señor Presidente del Senado durante la primera sesión de la legislatura ordinaria que se inicia.
Cambios en la democracia.
Evidentemente, nuestra democracia no es estática, pues está en continua evolución. Y el problema permanente que tenemos los chilenos, sobre todo quienes actuamos en política, es saber qué clase de democracia y qué cambios para ella desea el pueblo.
Lo que pedimos, de acuerdo con nuestras características nacionales, es una democracia política amplia, un ambiente de libertades personales efectivas, una economía que funcione para la mayoría del pueblo y un sistema social que facilite la participación activa y responsable en la vida de la comunidad. Es decir, los chilenos estamos pidiendo libertades políticas, libertades personales, democracia económica, democracia social.
Y es perfectamente factible creer que aquí se pueden satisfacer esos anhelos, porque nuestra evolución histórica así lo demuestra.
Chile, más que otros países, ha ido construyendo instituciones que realizan los objetivos humanistas de una democracia social. Y lo ha hecho con eficacia, incorporando cada vez más a un mayor número de ciudadanos en esa participación.
Hace bien, pues, el Presidente de la República cuando en su Mensaje ofrece a los chilenos cambios según un modelo democrático, pluralista y libertario.
Sin embargo, como bien lo observa la Democracia Cristiana en su declaración, una es la posición del Jefe del Estado y otra la que mantienen sus partidarios y los funcionarios de Gobierno, que con demasiada frecuencia actúan desmintiendo y desautorizando al Primer Mandatario.
¿Funciona el sistema?
Por eso, en el momento actual, tenemos la obligación de preguntarnos si está funcionando realmente el sistema democrático tal como lo tenemos institucionalizado, con tres Poderes distintos, independientes, pero dos de ellos, sin duda alguna, con una acción interrelacionada que debe estar presente en cada momento de la vida del país.
¿Acontece hoy día esto?
El Presidente de la República parece rehuir el problema en su Mensaje, porque, en la realidad* los principales problemas nacionales no los están tratando los poderes políticos que deberían hacerlo.
Los Tribunales de Justicia, que han sido sometidos a tantas críticas durante tantos años, son excluidos cuando se indulta a los afectados por procesos respecto de los cuales no se han dictado fallos, creándose precedentes de extraordinaria gravedad; cuando se pretende crear "tribunales populares" con el nombre de "vecinales", que son verdaderos centros de control de las personas.
En uno de los anexos del Mensaje, en la ina 688, relacionado con los problemas de la justicia, se pretende alinear estos eventuales tribunales vecinales con el precedente establecido por los cabildos de la Colonia, comparación que, en realidad, llena de una ignorancia histórica extraordinaria las inas del Mensaje. Quien haya leído algo sobre esa materia sabe perfectamente que si a algo pudiéramos aproximar los cabildos de la Colonia, sería a los municipios, y eventualmente a los Parlamentos, como realmente acontece en todo el desarrollo de esa época.
Pero no es sólo el Poder Judicial el que está marginado dentro del proceso de desarrollo que vivimos hoy día en Chile. También lo está el Congreso Nacional.
Efectivamente, en la importante área económica se están tomando medidas que influirán decisivamente en el futuro del país, sin la participación que corresponde al Congreso. La nacionalización del sistema bancario - me referiré a ella al analizar algunos aspectos de los problemas económicos- plantea sin duda dificultades de extraordinaria magnitud, porque afecta a cada uno de los chilenos. Y éste es un asunto que, por lo mismo, debería ser motivo de ley, de una ley ampliamente debatida en el Congreso, donde estamos los representantes de todos los chilenos, y no de un sector, como es el que está en el Gobierno.
Es extraño que habiendo ofrecido el propio Jefe del Estado, cuando anunció esta iniciativa, enviar rápidamente un proyecto de ley al Parlamento, hayan transcurrido meses, se hayan estatificado, según datos publicados en la prensa de estos días, cerca de 55% de las acciones bancarias, y aún nosotros no recibamos una iniciativa que dé garantías a los ciudadanos y a los funcionarios, en la forma como efectivamente debería exigirse.
Ahora el problema empezará a complicarse, porque ya comienzan a surgir informes oficiales que niegan validez a lo actuado en esta materia.
Por lo tanto, eventualmente, nos enfrentaremos con dificultades en esta área, absolutamente fuera de todo lo previsto por quienes están manejando ese proceso de estatificación.
Lo que debió ser una solución planificada, técnica, abierta, democráticamente discutida, se reemplazó por una solución política, con dirección política y con nombramientos políticos en los bancos estatificados.
Es indudable que en este período los parlamentarios tendremos la obligación de presentar un proyecto de ley destinado a institucionalizar este proceso, consignado por lo demás en los programas presidenciales de dos de los candidatos, que representaron dos tercios de la votación nacional.
Parlamento marginado.
Más importante aún es la marginación del Parlamento en la configuración de las tres áreas de la economía, que pretende ser uno de los aspectos fundamentales de la política que desarrolla este Gobierno.
No hacerlo por ley, con normas universales y previamente conocidas, crea un clima que imposibilita el desarrollo, porque mantiene la incertidumbre en todos los sectores e incluso impide la inversión en el sector privado, y en ciertos aspectos, también del sector público propiamente tal. En el privado, por desconocimiento primero y por desconfianza luego, se imposibilita todo tipo de inversión y, por consiguiente, el desarrollo posterior y el enfrenta- miento de los problemas que van provocando una mayor demanda y el crecimiento normal de la población, porque nadie invierte en actividades productivas si no hay leyes conocidas sobre la materia. Impide también la inversión pública, porque se están agotando los recursos disponibles en adquirir empresas establecidas, según negociaciones distintas unas de otras, a costos desconocidos por el Parlamento y por la opinión pública, lo que crea una situación de extraordinaria gravedad moral.
Se dice, por ejemplo, que la nacionalización del hierro ha sido una buena negociación. Lo hemos oído en las provincias productoras de ese metal e inclusive en comentarios de diarios de Oposición.
Pero ¿es realmente cierto? ¿O los negociadores extranjeros han querido sentar precedentes que puedan servir después para enfrentar al Gobierno a problemas muy distintos en otros tipos de nacionalizaciones? ¿Por qué no se informa en detalle al Parlamento sobre la materia? ¿Acaso no fue extraordinariamente útil y creadora la discusión que se promovió en el Congreso en torno del proyecto de nacionalización del cobre, de las reformas que fue necesario introducir a nuestra Carta Fundamental? ¿No se tradujo esa tramitación en un mejoramiento sustancial de los proyectos primitivos?
Si uno recuerda lo acontecido en este mismo Parlamento en tiempos recientes, puede preguntar: ¿no se llevó a cabo la nacionalización de CHILECTRA por medio de una ley que se discutió aquí? Me atrevo a decir que fue una de las nacionalizaciones más favorables para el país, desde el punto de vista económico; que representa tres veces el valor del hierro, y, por cierto, muchísimo más que la nacionalización del salitre.
Esos procesos nacionalizadores se discutieron en esta Sala. Participaron en los debates personeros de todos los partidos.
Se introdujeron modificaciones al proyecto que aprobó la Cámara. Después, esa rama del Parlamento hizo otras enmiendas a la iniciativa. •
Me atrevo a pensar, repito, que hasta la fecha no ha habido ningún proceso nacionalizador mejor logrado que el de CHILECTRA, que contó con el concurso del Congreso Nacional.
Basado en el clima de incertidumbre existente; en el hecho de que no existen leyes claras sobre la materia y en el convencimiento de que este ambiente frenará el desarrollo del país, estimo absolutamente necesario el envío por parte del Ejecutivo, con extraordinaria urgencia, de un proyecto de ley sobre esta materia, y, si es necesario, de reforma a la Constitución Política del Estado, con el objeto de que estos problemas queden definidos en la forma más clara posible, para que el país pueda desenvolverse en este período, que se ha llamado "etapa de transición hacia el socialismo".
No hacerlo, y mantener el estado actual de todas las gestiones que se realizan sin conocimiento de la opinión pública, da lugar a pensar que una especie de Gobierno paralelo está manejando los intereses reales del país, marginando al Congreso Nacional y creando factores imprevisibles de conflicto en lo futuro. Con dos Cámaras o con Cámara Única, el Parlamento es siempre la voluntad del pueblo; su voz es auténtica, es el resultado deja expresión auténtica, secreta y plural del pueblo.
Y en las condiciones actuales de Chile, con un Ejecutivo de origen minoritario, sólo el Congreso es representante real de la soberanía: es un Parlamento del pueblo. El Ejecutivo que no tome en cuenta al Congreso o que no cuente con éste puede ser bloqueado, como aconteció hasta hace poco en el Gobierno último, cuando un contubernio de las más dispares fuerzas opositoras impidió avanzar en muchísimos sectores en los cuáles hoy día se dan pasos con nuestra colaboración, girando en exceso sobre el sentido patriótico que tiene la Democracia Cristiana.
Tentación arbitraria.
Los Gobiernos que no tienen origen ni base mayoritaria siempre caen en la tentación de la arbitrariedad. A este respecto, basta recordar la respuesta qué el Partido Socialista dio a una declaración de la Juventud Democratacristiana, la cual planteaba, simplemente, la posibilidad de cooperar o conciliar algunos procesos en los cuales había coincidencia entre los dos grupos.
Creo que este desconocimiento de la realidad democrática por parte de algunos sectores que hoy están en el Gobierno da origen a los factores de mayor inestabilidad que el país vive en los momentos actuales.
Pero Chile será un país firmemente democrático. ¡Ay del que pretenda quebrar este régimen democrático, porque a él se opondrán las tradiciones, los partidos democráticos, incluso los que están en el Gobierno, las Fuerzas Armadas, el pueblo entero! Por eso, ningún sectarismo, en el nivel en que se practique, será capaz de oxidar y quebrar las sólidas estructuras que han resistido muchísimas situaciones más difíciles que las actuales.
A lo largo de la exposición del Presidente de la República y en los anexos de ella hay, por cierto, una confirmación del espíritu democrático del propio Presidente. Pero nosotros queremos, desde aquí, reiterar que no es ciertamente el mismo espíritu el que demuestran quienes tienen a su cargo la aplicación concreta de la política del Gobierno.
A lo largo, pues, de esa exposición, y en sus anexos, especialmente en los primeros, se da como un hecho, como una resolución del país, como el resultado de un planteamiento ideológico aceptado por la inmensa mayoría, que Chile marcha inevitable e irreversiblemente hacia el socialismo. En realidad, cambiar el sistema ha sido el deseo, el planteamiento que ya varios Gobiernos han estado procurando llevar adelante. Como respuesta a la crisis del sistema capitalista, basta leer, por ejemplo, el primer Mensaje del ex PresidenteFreí, donde ciertamente encontramos, respecto de la realidad chilena, un análisis muchísimo más duro, más ordenado y muy realista de lo que era la situación chilena el año 1964.
La sociedad que el pueblo quiera.
Por eso, cuando el Primer Mandatario insiste reiteradamente a lo largo de su Mensaje, en que es una decisión resuelta por el pueblo la de marchar hacia el socialismo, nosotros tenemos que plantear algunos interrogantes y alcances.
Es evidente que como expresión genérica, como línea de tendencia universal, el mundo marcha hacia el humanismo socialista. Porque un proceso de colectivización de muchos aspectos de la vida resulta inevitable por el desarrollo tecnológico, por los procesos demográficos, por la interdependencia económica, por el inevitable avance planificado que hoy día exige el conocimiento. Pero, por lo mismo, es absolutamente imprescindible precisar qué tipo de socialismo es el que el Jefe del Estado plantea como necesario para Chile y qué métodos y medios para llegar a él se pondrán en práctica entre nosotros. Yo creo que sólo el respeto a la voluntad del pueblo, por medio de sus instituciones y de sus leyes, fijará en definitiva las características de la sociedad, porque las sociedades no se hacen por decreto. Las sociedades son realidades que surgen de la vida, que todos los días va exigiendo novedades y creando condiciones distintas.
Como en los pocos países de verdadera tradición democrática, la sociedad que surja entre nosotros tendrá características que irán cambiando y que no serán rígidas. Nadie puede decir que ella tendrá características determinadas, que durarán indefectiblemente. Sólo surgirán sociedades durables si responden a las necesidades de nuestra historia, si representan efectivamente las posibilidades de que exista la democracia y si son el resultado de nuestra experiencia en libertad, que ha sido una característica del pueblo chileno durante muchos años.
Problemas esenciales.
Otros aspectos planteados en el Mensaje del Presidente de la República dicen relación a los problemas políticos que él llama "esenciales". Son, por decirlo con sus propias palabras, problemas que se relacionan con la legalidad, la institucionalidad, las libertades políticas, la violencia, la socialización.
Legalidad.
El Jefe del Estado se declara un creyente de la legalidad y, en algunos de sus aspectos, dice que esta legalidad es siempre cambiante, como efectivamente lo es. Pero como quiere darle ciertas características, que marcan su criterio y no el del país, sostiene que, para construir o modificar la legalidad en el sentido en que él se lo propone, la estabilidad de esta legalidad dependerá del realismo del Parlamento.
Yo me atrevo a pensar que Su Excelencia se equivocó al decir que la estabilidad de la legalidad de Chile dependerá del realismo del Congreso. Es del realismo del Ejecutivo del cual dependerá el mantenimiento de la legalidad entre nosotros. Cuando el Gobierno interpreta la ley - el espíritu de la ley más que su letra- ; cuando sus funcionarios sirven a la ley dentro de los límites de ésta y no se pasan más allá de lo que ese espíritu quiso establecer, entonces la legalidad es estable y permite cierta continuidad.
Repito: es el realismo del Ejecutivo lo que ahora está cuestionado. Y estoy cierto de que si el criterio del Presidente de la República se impone, el país podrá introducir cambios en su legalidad en forma normal.
Institucionalidad.
El Jefe del Estado dice que entre los puntos esenciales que influyen en nuestro combate político, está planteado todo lo que dice relación a la institucionalidad y al desarrollo institucional. Y después de destacar cómo nuestro régimen democrático está integrado a nuestro sistema institucional, se congratula de vivir en un sistema institucional abierto. Mantener esta característica de sistema institucional abierto será, centralmente, responsabilidad del Ejecutivo. Porque en este país, a lo largo de muchos años, hemos dado todo el poder a aquél, ya que realmente, y como ha acontecido en más de algún período, tenemos un Gobierno que perfectamente puede manejar el país casi sin recurrir al Parlamento, casi sin recurrir a modificar las numerosas leyes existentes.
Mantener, pues, el sistema institucional abierto; crear las condiciones por medio de las cuales la voluntad del pueblo se esté expresando constantemente, será también otra responsabilidad del Ejecutivo. Por cierto, nosotros esperamos que se mantenga, porque la experiencia de estos meses indica que más de alguna de las instituciones no ha recibido, por parte de los funcionarios, el respeto que ellas se merecen.
Libertades políticas.
El Primer Mandatario planteó, entre los problemas políticos esenciales que su Gobierno debe afrontar, el mantenimiento de las libertades políticas, conquista - dice el Presidente de la República- consolidada por el pueblo y que es uno de los valores que heredamos de una larga lucha positiva a lo largo de los años. Por supuesto, se trata de una conquista consolidada en Chile. Las libertades políticas forman parte de nuestro ser nacional, y estoy cierto de que ellas se mantendrán en la misma medida en que el pueblo chileno cuente con esa gran arma que significa expresar su opinión con votos secretos, libres, periódicamente ejercidos, y ampliamente informado.
Es en este último aspecto donde las libertades políticas, en el momento actual, están efectivamente amagadas. El problema de información en nuestro país afecta profundamente a las libertades políticas del ciudadano.
A lo largo de su análisis, el Presidente de la República rehúye abordar este problema, pero en la conciencia de cada chileno y de cada miembro de este Parlamento existe la certidumbre de que enfrentamos una crisis en materia de información, que, realmente, puede llevarnos a una limitación efectiva de las libertades políticas, porque el pueblo, frente a los problemas económicos y sociales, no está oportuna, amplia y libremente informado. En esta materia, el Ejecutivo tiene la responsabilidad de responder a lo que él propio Jefe del Estado considera una de las cuestiones esenciales: mantener las libertades políticas, conservando al mismo tiempo la posibilidad de que el ciudadano sea efectiva, libre y ampliamente bien informado.
Violencia.
El Presidente de la República dice que otro de los problemas esenciales que en los momentos actuales nosotros debemos enfrentar es la violencia. Cierta institucionalización de la violencia se da por sentada y se considera crítica en el momento actual.
No sé si habrá país en el mundo, o lo habrá habido, donde las instituciones no representen cierta presión sobre algún grupo de ciudadanos. No sé si acaso ha existido en algún momento una sociedad en la cual la unanimidad de ella acepte constantemente los diferentes aspectos del desarrollo social, traducidos en leyes, en instituciones, en resoluciones, en tributos y obligaciones. Tengo la seguridad de que en el mundo contemporáneo - por lo menos el que nosotros conocemos- ello no acontece. Inevitablemente, en los países capitalistas o socialistas, las instituciones encuentran críticos, sectores de ciudadanos que pueden ser más o menos amplios, que estiman necesario introducirles cambios.
Es indudable, no obstante, que la democracia es el régimen que permite con mayor fluidez la adaptación de las instituciones a la realidad, la cual siempre, y cada día, es distinta del día anterior.
Por eso, cuando el Primer Mandatario dice que el pueblo de Chile está conquistando el poder político sin verse obligado a utilizar las armas, está reconociendo que realmente aquí ha funcionado el sistema democrático con bastante eficacia, porque ha permitido que el traspaso del poder se efectúe con una amplitud bastante mayor que la que solemos conocer aun en naciones mucho más evolucionadas que la nuestra.
Por ello estimo que en este aspecto debemos detenernos algunos instantes sobre las consideraciones hechas por el Presidente de la República, quien suele amenazar a través de análisis abstractos. O, si se quiere - en lugar de amenazar- , suele expresar inquietudes bastantes profundas respecto de problemas que le preocupan y que tal vez escapan de su control.
Con relación a la violencia, sin condenar en ninguna parte las actuaciones de los sectores que hacen de ella el eje de la solución de los problemas nacionales, dice que si la violencia interna o externa, la violencia en cualquiera de sus formas, física, económica, social o política, llegara a amenazar nuestro normal desarrollo y las conquistas de los trabajadores, correrían el más serio peligro "la continuidad institucional, el Estado de Derecho, las libertades políticas y el pluralismo." Es decir, en vez de afirmar que impedirá que la violencia, en cualquiera de tales aspectos sea el camino para nuestro país, el Presidente de la República sostiene que, las libertades políticas y el pluralismo correrán peligro si la violencia no controlada, por nadie, se desarrolla.
Pues bien: me atrevo a pensar que son todo el Gobierno, el Ejecutivo, y las demás instituciones quienes realmente correrán peligro si la violencia adquiere algunas de las características que el Jefe del Estado, con razón, no desea para Chile. Pero como no la desea, es obligación del Ejecutivo, por la estabilidad del Gobierno y de las instituciones democráticas, que sobre esta materia se tenga en lo futuro una política distinta de la que ha existido en los meses recién pasados.
Socialización.
Entre los puntos esenciales que el Presidente de la República configura como imprescindibles para desarrollar la política que estima necesaria para Chile, señala que "entre las metas por lograr, es indiscutible la socialización de los medios de producción." No dice de todos los medios de producción, sino de los medios de producción, y agrega que en esta materia el Gobierno ha actuado con decisión en muchos aspectos.
Es indudable que cierta socialización, como ya lo hemos dicho, constituye parte de los anhelos generales de los pueblos en los tiempos que corren, pero debemos declarar enfáticamente que la forma de lograr la socialización en Chile dependerá de la voluntad del pueblo, la cual se expresará en instituciones que surgirán del libre juego de nuestra democracia.
La declaración de la Democracia Cristiana dice que en estos meses de Gobierno de la Unidad Popular existen algunas medidas que destaca como positivas: recuperar el cobre para Chile, proceso iniciado en el Gobierno anterior y que también lo planteaba en su programa el candidato Radomiro Tomic. Este proceso deberá ser completado en el actual período presidencial. El papel que en este orden de cosas ha jugado la Democracia Cristiana está en conocimiento de todos los señores Senadores y del país.
Es también positivo en el orden de la recuperación social de las riquezas básicas, lo que se está haciendo respecto del hierro y, tal vez, del salitre, aunque evidentemente esperamos que el Gobierno informe al país con más detalles - repito- de las condiciones en que tales operaciones se realizaron.
También es positiva, en algunos aspectos, "la decisión - estoy leyendo la declaración de la Democracia Cristiana- de cancelar algunas prácticas monopólicas entronizadas en nuestra economía". Por cierto que forman parte del conjunto de medidas positivas en el plano de la socialización genérica de nuestra economía, el llevar adelante la política de reforma agraria, dentro de la ley, que configuró el Gobierno del Presidente Frei, y otras medidas, especialmente en el plano del comercio internacional, que permitirán para Chile una mayor cuota de participación en los excedentes generados por la comercialización internacional de los productos primarios.
Responsabilidad presidencial.
Estimo que el análisis hecho por el Presidente de la República sobre los problemas políticos esenciales que enfrenta su Gobierno, deben ser revertidos al Ejecutivo por el Parlamentó.
La legalidad, la institucionalidad, las libertades políticas, el papel de la violencia y la socialización en el país se podrán realizar, mantener o controlar más eficazmente, si el Ejecutivo tiene clara conciencia de su responsabilidad frente a los problemas en los cuales le corresponde jugar el papel más importante.
Aspectos económicos.
En esta oportunidad, el Jefe del Estado no ha agregado al análisis político un estudio de la realidad económica. Por lo contrario, lo ha rehuido. Nada nos dice sobre el desarrollo de la economía nacional. Nada nos plantea sobre el modelo económico que configura su política. Sólo lanza frases, y dice, por ejemplo, que la labor económica del Gobierno "ha estado en estos meses dirigida a quebrar las bases que impiden el total florecimiento de nuestras potencialidades materiales y humanas."
Y en lo que a política económica coyuntural se refiere, destacó los esfuerzos que se hacen para redistribuir los ingresos; para aumentar los bienes y servicios para el consumo; la lucha que se practica para detener la inflación; y la eventual mayor producción que se producirá en el país por el aprovechamiento más racional de la capacidad instalada. Todo ello dentro de una política que tiende hacia el socialismo. Todo ello dentro de una política en la cual el Estado, o quienes tienen el poder del Estado en un momento determinado, tratan de configurar. Ya trató este tema con algún detalle la declaración democratacristiana. No obstante, considero que en este aspecto, el primer Mensaje que el Presidente de la República planteó es deficiente, porque no nos da una visión clara de los problemas, de los criterios y los valores económicos que son propios de la nueva Administración, de las medidas que se proponen, de los métodos que se usarán para alcanzarlos, con la agravante de que ya ha transcurrido un tiempo suficiente como para que los lincamientos centrales de su política puedan ser configurados con claridad.
Sin embargo, hay algunas constantes en sus palabras que permiten prever que toda la política económica, como la política en general, tenderá a reemplazar la actual estructura económica por otra que permita iniciar la construcción del socialismo o, mejor, de un capitalismo del Estado. Con frecuentes alusiones a la descomposición del sistema, al interés de todo el pueblo, se pretende dar una visión novedosa de la realidad económico- social del país en el momento actual.
En efecto, hay algunas proposiciones más categóricas que las dichas en otras oportunidades. El término "socialismo" sé usa más reiteradamente, pero la meta del cambio social, la ampliación de la democracia, la modificación de las estructuras económicas y la lucha contra la dependencia externa, son las cosas concretas que se plantean.
Ciertamente no son proposiciones nuevas. En todo caso, se trata de objetivos introducidos con audacia y realismo por lo menos a partir de 1964, aunque en aquella época se debió enfrentar dificultades y una colusión de sectores muy diversos, que se unieron para obstaculizar y frenar el proceso con una violencia que no se ha empleado ahora.
Viejos problemas.
¿Qué propuso hace seis años el Presidente de la República de ese entonces? Propuso detener la inflación endémica y acelerar el desarrollo nacional estancado. Propuso distribuir mejor el ingreso, porque la injusticia social existente estaba reflejada en una desequilibradísima distribución del ingreso, que se analizó con detalles y cifras. Propuso dar oportunidad para la educación, con números extraordinariamente bien planteados. Se destacaba la falta de participación del pueblo en la vida política nacional y se insistió en aquel Mensaje sobre las imperfecciones de la soberanía, al depender el desarrollo de' excesivos endeudamientos externos y por el fuerte control externo sobre las materias primas nacionales, ejercido por los grandes monopolios internacionales.
El análisis crítico sobre las razones del estancamiento del país, figura en el primer Mensaje del señor Frei de manera más clara y menos cargada de dogmatismo que en el reciente que hemos escuchado.
En realidad, los que piensan que la transformación de Chile se inició en 1970, cometen un error de perspectivas que pesará sobre sus resoluciones. Desde luego, por suerte, el propio Presidente Allende, en su primer discurso en el Estadio Nacional, dijo que "la continuidad de nuestro proceso político no es la consecuencia fortuita de un azar; es el resultado de nuestra estructura socioeconómica, de una relación peculiar de las fuerzas sociales que nuestro país ha ido construyendo de acuerdo con la realidad de su propio desarrollo".
Es posible, pues, que el actual Gobierno realice otras transformaciones, agregue nuevos cambios económicos a los ya hechos; cambios necesarios desde hace tiempo, que especialmente ,en la pasada Administración fueron buscados y deseados, pero que no se pudieron configurar porque las condiciones políticas lo hicieron imposible.
Por eso, el gran cambio que se nos propone ahora, en 1970, fue iniciado real y efectivamente en el período anterior; fue a partir de 1964 que el traspaso del poder al pueblo se comenzó frontalmente.
En aspectos de incidencia económica, sólo basta citar dos hechos, relacionados con intereses extraordinariamente fuertes que nunca antes fueron tocados en nuestra tradición republicana. Por medio de una reforma agraria de gran vuelo, con una ley que el actual Gobierno está aplicando y que hasta el momento no ha propuesto cambiar, la tierra ha revertido al campesino. Además, a través de medidas que sortearon riesgos internacionales excesivos, para no aumentar la dependencia externa y no trasladarla de un centro de poder a otro, de Nueva York a Moscú, a Bonn o a Pekín, la riqueza minera básica del país fue volviendo a poder del Estado en proporción creciente y acelerada; y lo que es más importante, después de haber obtenido que se invirtiera en esa actividad una. suma cercana a los mil millones de dólares.
¡Y porque los intereses nacionales e internacionales afectados por estos procesos, se unieron con el exclusivo fin de derrotar el cambio democrático, es que resultó imprevistamente elegido un Gobierno de las características del que hoy existe!
Costo de los cambios.
Es que el costo de la inmutabilidad social será siempre creciente para los que se benefician de ella, como dice Celso Furtado.
De reformista y desarrollista se acusó a la política pasada. Es verdad, nunca pretendió ser un proceso de alto costo humano, de costo económico, de tiempo perdido, de atraso en el desarrollo espiritual, intelectual, como el de otros procesos de cambios más espectaculares acontecidos en nuestros días. El costo social de otros modelos, este costo social del que ahora habla el Presidente de la República, realizado con criterio marxista en nuestro continente, implica además condiciones de dependencia que será necesario analizar en algún momento y que es de esperar que nadie desee entre nosotros.
En un número de una revista política yugoslava que se publica en español, aparece un detenido artículo sobre el proceso checoslovaco. Analiza la economía de ese país y explica diáfanamente los acontecimientos que vivió esa nación en 1968, precisamente por el alto costo social de su dependencia, contra la cual se levantó sin éxito la propia inteligencia comunista, porque no supo ponderar los medios y ser desarrollista durante el proceso.
Por lo tanto, en este instante en que se proclama la necesidad de la independencia nacional en aspectos fundamentales, es imprescindible tener presentes las experiencias vividas por países que se inspiran en algunos de los principios que el Presidente de la República ve como inevitables en el devenir de Chile.
El Primer Mandatario propone nacionalizar una serie de monopolios; no todos ni a rompe y rasga, pues, como ahora es Gobierno, tiene la responsabilidad del costo y de la eficiencia y la obligación de dar trabajo y no de pedir que den trabajo. Del resultado de este proceso de nacionalización, iniciado sin ningún plan ni método, dependerá el juicio del país, el juicio del personal involucrado en este proceso y el juicio del pueblo sobre el servicio que eventualmente presten los monopolios nacionalizados. También dependerá del resultado del proceso político del período que viene.
Entre las medidas económicas que aparecen en el Mensaje, se plantea la ampliación del área estatal del comercio exterior. Yo me alegro de que se use la expresión "ampliación", porque el término es preciso. Hoy día el Estado, por innumerables disposiciones legales que inciden en las importaciones y exportaciones, prácticamente controla o supervigila todo lo que en esta materia afecte al salitre, al petróleo, a los ferrocarriles, a la ENDESA, a la E.T.C.E., virtualmente mañana al cobre, a toda la electricidad, a la ECA, a la alimentación, a la mayor parte de los equipos industriales, y a tantos otros sectores, lo que le da un control sobre más del 70 % de los casi 2.500 millones de dólares a que alcanza nuestro intercambio comercial.
No obstante, todo lo que se haga para sanear el intercambio comercial internacional será bien visto por el país y por nosotros y contará con nuestra cooperación. Pero igualmente habrá que impedir la rigidez y burocratización de un área de tanta importancia, que por la vía del ejemplo hace difícil e ineficiente el comercio exterior de los países socialistas y con los países socialistas.
La Oficina de Informaciones del Senado acaba de publicar un estudio de un profesor soviético que dice relación con el comercio internacional de la Unión Soviética con los países subdesarrollados. Es extraordinariamente curioso observar en este estudio cómo ese comercio es difícil y lento, además de ser siempre favorable a Rusia. Por eso, en las negociaciones con estos países nosotros debemos estudiar detenidamente cada uno de los casos. Estoy cierto de que los organismos que en esta materia intervienen, tendrán muy presente el interés y el papel que Chile debe jugar.
Áreas internacionales no dinámicas.
A través de los anexos del Mensaje, se puede ver que Chile en materia de comercio internacional está procurando diversificar sus exportaciones, llevándolas hacia países socialistas y a otras naciones del mundo, porque se sostiene que tenemos un exceso de dependencia respecto de uno solo de los centros económicos mundiales. Sin embargo, debemos decir que la situación exportadora del país puede ser bastante crítica, como ya lo estamos viendo con lo que ha acontecido a raíz de algunos aspectos políticos internacionales que eventualmente tendrán una extraordinaria repercusión entre nosotros.
A mi juicio, gran parte de las políticas diseñadas tienen mucho de coincidencia en los aspectos sociales con lo que el pueblo de Chile desea, pero la verdad es que llama la atención que en este Mensaje no exista un análisis ordenado de la situación económica financiera del país, como realmente debería suceder, aparte que pone demasiada confianza en algunas tesis apriorísticas que efectivamente no funcionan con la eficacia prevista. Por ejemplo, se dice que la capacidad instalada del país permitirá absorber la mayor demanda creada por el aumento de sueldos y salarios, incremento que todos deseamos.
En efecto, los sueldos y salarios se han alzado en más o menos 40% y la inversión pública en algo así como 60%, lo que crea, sin duda, una situación de estrangulamiento económico bastante serio. Y si acaso es efectivo que el alza mínima media de los salarios es de ese orden, como se deduce del Mensaje, esto equivaldría a crear medios de pago 20% mayores que los existentes al 1º de enero de este año, ya que los sueldos y salarios representan más o menos el 50% del total de los ingresos existentes en el país y originan una inevitable presión sobre el mercado. Si se puede disponer de las mercaderías que exigirá la demanda, produciéndolas en el país, se originará un estímulo económico evidente.
En el informe que leyó hace algún tiempo el señor Ministro de Hacienda, se dijo que la capacidad no utilizada de la industria del país era de 32,2% y de 27,1% en las industrias tradicionales que afrontarían especialmente la nueva demanda. Si los datos son exactos, ello quiere decir que durante los últimos años ha habido capitalización y no despilfarro en ese sector. Pero es indudable que la demanda se centraría siempre en algunos sectores, en los cuales se crearían extraordinarios estrangulamientos, como ya empieza a suceder.
La Secretaría General de Gobierno ha publicado hace poco una evaluación de los resultados del plan anual obtenidos de enero a abril de 1971. A juzgar por los porcentajes en que ha crecido la producción en el primer trimestre del año, nos encontramos con que, evidentemente, la demanda tiene que ser superior a ese aumento de producción. Por lo tanto, pronto empezarán a verse en el país los problemas que ya la opinión pública comienza a detectar: habrá racionamientos directos o indirectos, la gente deberá hacer colas ante las entidades de aprovisionamiento. En resumen, empezarán todas esas características generales tan típicas de la mayor parte de las economías que tratan de centralizar en exceso el poder económico.
Los modelos socialistas tienen ya medio siglo en la Unión Soviética; un cuarto de siglo en el sector socialista de la Europa oriental; veinte años en China, y doce en Cuba. El cuadro de su desarrollo y el estado de la condición humana que representan los diversos casos señalados, no permiten por cierto presentarlos como modelos eficientes para un rápido progreso económico. Esas experiencias no han logrado salir, prácticamente, de las contradicciones que presentaron otras sociedades que ellas sustituyeron. Tampoco se puede, fuera del lineamiento básico estatista, destacar muchos elementos unifica- dores entre ellos como para que no sea imprescindible poner apellido al tipo de sociedad socialista que se quiere configurar.
En Chile, sólo la experiencia nos indicará la aptitud del Gobierno y de los gobernados para resolver con imaginación e independencia los viejos problemas acumulados por la sociedad y acelerados por la ciencia y los conocimientos de nuestro tiempo.
Estamos ciertos de que, en la medida en que haya fidelidad a nuestra realidad histórica...
El señor FERRANDO (Vicepresidente).-
Ha terminado su tiempo, señor Senador.
El señor PALMA.-
Concluyo, señor Presidente.
Decía que, en la medida en que haya fidelidad a nuestra realidad histórica, en que se mantenga una sociedad abierta, en que existan para el pueblo las esperanzas de una alternativa, la actual etapa será fructífera y se realizará racionalmente.
El señor FERRANDO (Vicepresidente).-
Se va a dar cuenta de una indicación.
El señor FIGUEROA (Secretario).-
El Honorable señor Tomás Reyes formula indicación par publicar in extenso la intervención pronunciada por el Honorable señor Palma en Incidentes de esta sesión.
El señor FERRANDO (Vicepresidente).-
Queda para el Tiempo de Votaciones de la próxima sesión ordinaria.
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