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- rdf:value = " El señor FERRANDO (Vicepresidente).-r
Con la venia de la Mesa, puede usar de la palabra Su Señoría.
El señor JEREZ.-
Quiero formular una acotación muy breve a lo expresado por el Honorable señor Palma, sobre todo a su afirmación final.
La verdad es que sus palabras no resultan muy congruentes con las posiciones que se han sostenido tradicionalmente.
Creo que el señor Senador estaba entre las personas que, a través de los acuerdos de su partido, han planteado el respeto a la primera mayoría, de acuerdo con una tradición en cuyo cumplimiento se han comprometido, verbalmente o de hecho, la inmensa mayoría de las colectividades políticas chilenas.
La salvedad que hace el Honorable señor Palma también tenía validez en el tiempo en que era partidario de lo que ahora rechaza. De modo que en ese sentido hay un cambio de posición que abona la tesis sostenida esta tarde por el Honorable señor Montes.
En segundo lugar, quiero recordar que en Chile, y no solamente en Francia, durante muchos años el sistema electoral estaba configurado de tal manera que compartía los vicios, que Su Señoría criticó, de la legislación francesa. De ahí la necesidad que hubo de llevar a cabo una reforma constitucional que concitó un apoyo muy grande de parte de la opinión pública y de los partidos de la época que la aprobaren, porque por el sistema de las multiplicaciones, derrames, pactos y ubicaciones en las listas se obtenían los mismos resultados de la legislación francesa que ahora se critica. Sabemos que la Falange, jurídicamente antecesora del Partido Demócrata Cristiano, al cual pertenece el Honorable señor Palma, sufrió en carne propia la aplicación de tal legislación electoral. Pagó las consecuencias, porque, siendo una colectividad que no constituía en ese tiempo una fuerza muy poderosa, era injustamente castigada por ese sistema. En buenas cuentas, debía contentarse con las dádivas de las compensaciones y de las ubicaciones, y obtenía una cantidad de parlamentarios inferior a la que le correspondía de acuerdo con la magnitud real de su fuerza.
Por lo tanto, éste es un problema que no se puede aislar de manera muy mecánica. Para analizarlo hay que tener en cuenta estos antecedentes.
Sobre todo, me interesa destacar que sólo ahora al Honorable señor Palma le nace en cierto sentido esta preocupación por si lo que ha sido una tradición -la cual se trató de romper en la última elección presidencial: no lo digo por el señor Senador, sino por otras fuerzas antidemocráticas- haya constituido verdaderamente una expresión real de lo que quería el pueblo. Si esto le preocupaba a Su Señoría, debió haberle preocupado también en las oportunidades en que su partido se pronunció por la tesis, generalmente válida y aceptada, de que la primera mayoría relativa tenía que ser consagrada por el Congreso Pleno, de acuerdo con la Constitución, en el momento en que le correspondiera pronunciarse.
"
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