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El señor FIGUEROA (Secretario).-
En conformidad a la tabla de esta sesión especial, corresponde iniciar el estudio del proyecto de reforma constitucional, originado en moción de los Honorables señores Fuentealba y Hamilton, que modifica diversas disposiciones de la Constitución Política del Estado.
Los antecedentes sobre el proyecto figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Proyecto de reforma constitucional (moción de los señores Fuentealba y Hamilton) :
En primer trámite, sesión 5ª, en 20 de octubre de 1971.
Informe de Comisión:
Legislación, sesión 9ª, en 27 de octubre de 1971.
El señor FIGUEROA (Secretario).-
La Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento, en informe suscrito por los Honorables señores Fuentealba (Presidente), Acuña, Juliet, García, Ibáñez, Hamilton y Luengo, recomienda a la Sala aprobar el proyecto en la forma contenida en el boletín Nº 25.756.
El señor NOEMI (Presidente accidental).-
En discusión general.
Ofrezco la palabra.
El señor HAMILTON.-
Señor Presidente, deseo formular algunas observaciones relativas al proyecto de reforma constitucional que he presentado juntamente con el Honorable señor Fuentealba y que cuenta con el patrocinio de nuestro partido.
La Democracia Cristiana está por la sustitución del capitalismo.
La Democracia Cristiana ha sostenido -ahora lo reitera- que está a favor de un proceso de cambio que permita a Chile salir de su estado de subdesarrollo y dependencia y que, simultáneamente, altere las estructuras tradicionales de poder para lograr una efectiva democratización del sistema político y económico.
Para los democratacristianos esta inspiración, donde el hombre es el protagonista y beneficiario del cambio, no sólo ha quedado en el plano de las ideas, sino que fue vigorosamente impulsada durante nuestro Gobierno.
Junto a la transformación fundamental que se produjo en la manera de pensar de las mayorías postergadas, a las cuales se entregó organización, responsabilidad y dignidad, en el Gobierno pasado se echaron las bases de una reforma agraria con sentido social y económico; se inició la nacionalización del cobre; se amplió sustancialmente la base sindical; se organizó al pueblo para que pudiera enfrentar con eficacia y responsabilidad la solución de sus problemas más urgentes; se crearon las condiciones necesarias en el comercio exterior para tener un desarrollo más independiente de los créditos externos y de los intereses extranjeros; se amplió la capacidad de producción; se dejaron iniciadas obras de envergadura, orientadas a modificar y modernizar la estructura productiva del país, además de los avances en el campo social, donde se destaca principalmente la reforma educacional como paso esencial para lograr una mayor igualdad de oportunidades para todos los chilenos.
A este respecto, cabe también recordar que en el año 1967, y por medio del entonces Ministro de Hacienda don Sergio Molina, la Democracia Cristiana propuso el establecimiento de un área social económica en manos de los trabajadores, mediante la creación de un Fondo de Capitalización Nacional, iniciativa destinada a que fueran los propios trabajadores, con el apoyo y asistencia del Estado, los que se beneficiaran con el desarrollo que se lograría merced a su propio esfuerzo.
La iniciativa, por desgracia, no prosperó tanto por oposición de la extrema Derecha como de los partidos y movimientos que hoy día son Gobierno.
Nos preparamos, después, para una segunda etapa donde el proceso de transformaciones necesarias se profundizaría, extendería y aceleraría.
El programa de Gobierno que ofreció al país nuestro candidato Radomiro Tomic planteaba lo siguiente en su primera parte:
"El programa del Segundo Gobierno Demócrata Cristiano está abierto a todos los chilenos, sin sujeción a determinadas concepciones doctrinarias, religiosas, ideológicas, o meramente partidarias, siendo sus dos metas fundamentales:
"lº) La sustitución de las minorías en los centros del poder político, social, económico y cultural, y
"2º) La sustitución del capital financiero por los trabajadores organizados, como el motor fundamental del esfuerzo productivo de la economía chilena, pasando a ser éstos sus principales beneficiarios."
No fuimos, sin embargo, Gobierno por segunda vez. La decisión popular nos ubicó en la Oposición. Desde ella hemos prestado a la Unidad Popular una colaboración independiente, crítica y constructiva a la vez.
Hasta ahora todas las iniciativas del Ejecutivo, como la reforma constitucional para completar por ley el proceso de nacionalización del cobre, han contado con nuestro apoyo parlamentario, sin esperar siquiera la valorización de nuestra actitud por parte del Ejecutivo o de los partidos que lo integran.
Coincidencias y discrepancias con la Unidad Popular.
En lo sustancial, coincidimos con el Gobierno de la Unidad Popular en la urgente necesidad de sustituir las estructuras capitalistas y neocapitalistas; pero discrepamos en nuestra concepción de las estructuras que deben sustituirlas.
Pensamos, más allá de las palabras y declaraciones del Presidente de la República, que quienes manejan la economía del país siguen en forma dogmática el viejo y gastado esquema del estatismo totalitario. Tal vez, desde este punto de vista, la única novedad u originalidad del "modela chileno" consiste en intentar revivir en nuestra patria los mismos errores detectados universalmente en la experiencia marxista tradicional.
Errores del estatismo.
Los errores del estatismo se pueden sintetizar en: dictadura totalitaria en lo político e ineficiencia en lo económico, expresada esta última en lo que se ha llamado el "burocratismo" y la falta de iniciativas.
Con relación a los problemas políticos del esquema que se pretende imponer al país, quisiera citar lo que expresan los obispos de Chile en lo que ellos llaman "documentos de trabajo", que aparece en la publicación "Evangelio, política y socialismos". Dicen los obispos chilenos:
"El sistema socialista tiende a acumular un inmenso poder económico en manos del Estado, poder que, si no se contrapesa y limita de alguna manera, puede abrir la puerta a todo tipo de opresión, manipulación y discriminación de las personas y de los grupos por motivos de orden político, haciendo así ilusoria la democracia, la igualdad y la participación que en principio se proclama. Ello equivaldría a pasar de la opresión egoísta por parte de muchos capitalistas privados -que de alguna manera pueden ser limitados por el Estado- a la opresión incontrolada por parte de un capitalismo estatal omnipotente, ante el cual los trabajadores se encontrarían aún más indefensos. Este "simple cambio de amos" o paso de muchos patrones a un único y más despótico patrón, que toma él solo todas las decisiones, no beneficiaría a nadie. Por eso, el socialismo también exige correctivos que garanticen en él el necesario equilibrio entre bien común y bien privado, entre "socialización" y "personalización"; ya que un bien común que no revierta en beneficio de las personas y de un respeto más pleno y auténtico a sus derechos y desarrollo, permanece -como lo hemos dicho- ilusorio e inhumano."
Hasta aquí esta cita del documento de los obispos chilenos.
El señor NOEMI (Presidente accidental).-
¿Me permite, señor Senador?
Ha llegado el término de la hora de citación.
Queda con la palabra Su Señoría.
"