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El señor ALTAMIRANO.-
Señor Presidente:
Mi partido ha estimado indispensable referirse al discurso que pronunció hace algunos días el señor Jorge Alessandri, como candidato a la Presidencia de la República.
El diario "El Mercurio" de hoy, comentando el acto público al cual asistió el candidato señor Jorge Alessandri, manifiesta, en títulos destacados, que el ex Primer Mandatario habría dicho lo siguiente: "Cometería traición contra mi sangre si pretendiese detener el progreso social". "Mienten los que dicen que mi Gobierno sería un paso atrás, pues cometería una traición contra mi propia sangre si pretendiese detener el progreso social, ya que fue mi padre quien inició esta cruzada de paz".
Franco retroceso.
Sin duda, al señor Alessandri le preocupa extraordinariamente el que se piense que su Gobierno sería un retroceso en la historia chilena. Por eso, tanto en su última declaración como en su discurso, en forma permanente insiste en que él nopretende retroceder, que el progreso logrado, en ésta y en otras Administraciones, se mantendrá. Pero, en realidad, del contexto general de la intervención del señor Alessandri se desprende que él no evoluciona y continúa repitiendo los mismos conceptos que le hemos escuchado a lo largo de toda su vida política.
Aún más, el apartado que el diario "El Mercurio" hizo circular el domingo último -imagino que en forma gratuita y generosa- dice lo siguiente: "Hay consenso universal en cuanto a que no puede haber progreso social estable y duradero si no existe un acelerado desarrollo económico...".
O sea, para el señor Alessandri, lo fundamental es el desarrollo económico y, después, el progreso social.
A continuación agrega: "Es un hecho incontrovertible que muchas de las llamadas conquistas de orden social retardan el desarrollo económico, porque restan recursos al ahorro, fuente indispensable para lograrlo".
Una vez más, el señor Alessandri mantiene el concepto de que nuestro país no puede progresar paralelamente en los planos económico y social. Debemos deducir de sus palabras que es necesario, previo al progreso social, el progreso económico.
En consecuencia, no hay que hacer un estudio muy acucioso de la intervención del señor Alessandri, difundida por cadena nacional, para llegar a la conclusión de que su discurso es esencialmente reaccionario y mantiene una posición radicalmente conservadora.
Gobierno rectificador.
Vuelvo a remitirme a lo que en forma textual dice el señor Alessandri en su discurso: "Satisfaciendo un sentido anhelo del pueblo, daré a Chile un gobierno esencialmente rectificador de los errores promovidos por la demagogia. . .". Durante su intervención repite que su gobierno será sólo rectificador.
O sea, él se contenta con lo que hay. Es necesario, sí, introducir algunos pequeños cambios; especialmente, terminar con lo que él llama "la demagogia y la politiquería". Pero lo que hay, el régimen que existe, no es malo; sólo necesita algunas modificaciones y parches.
Todavía más, agrega en forma concreta y precisa: "No se ven, pues, las razones que justifiquen el cambio de régimen en que hemos vivido".
Como se puede apreciar, el señor Alessandri es categórico, claro y preciso. A su juicio, no existe ninguna razón para cambiar el régimen capitalista dependiente en que vive nuestro país. Y como si esta afirmación no fuera suficiente, dice más adelante: "No es el régimen de empresa privada el que ha fracasado en Chile. La crisis en que vivimos y la miseria de tantos sectores es el reflejo en la economía de la demagogia y de la politiquería que nos asfixian". Vale decir, hay que mantener el régimen y defender el sistema de empresa privada.
En otro de los párrafos de su discurso manifiesta que los cambios estructurales son palabras huecas. Textualmente dice: "Como lo dije en mi último Mensaje Presidencial, los cambios de estructuras son palabras huecas".
Gobierno reaccionario.
A mi juicio, esos conceptos esenciales configuran perfectamente la política que seguiría el señor Alessandri de triunfar en el país: mantener los mismos viejos esquemas que han dominado en nuestra patria por más de 150 años de historia republicana. Según su opinión, no hay razón alguna para cambiar el régimen capitalista dependiente; el régimen de la empresa privada no ha fracasado, y todos los que propugnan cambios estructurales, en el fondo, son unos palabreros.
A continuación, hace una apología de la empresa privada, de las inversiones extranjeras, de los créditos norteamericanos. Todo ello a lo largo de varias páginas de su intervención.
Nosotros nos preguntamos qué nos ofrece el señor Alessandri que no haya dicho y sostenido durante toda su vida política. En el fondo, absolutamente nada. A pesar de que habla de los palabreros, de los demagogos, de los politiqueros, estas doce páginas del apartado del diario "El Mercurio" no afirman nada concreto, no precisan ninguna idea. Sólo se contenta con emprenderlas contra lo que él llama politiqueros, demagogos irresponsables, etcétera.
Aumento del gasto público.
Luego de hacer la defensa del actual sistema de vida de nuestro país, el señor Alessandri arremete contra lo que él llama "un excesivo aumento del gasto público". Nosotros no impugnaremos sus palabras y conceptos en este sentido. Sólo queremos dejar establecido que nos parece muy extraño que ahora se manifieste tan decidido enemigo del aumento desmedido del gasto público, según sus términos textuales, por cuanto en su Administración, comparada con ésta, aumentó el gasto, de acuerdo con estudios de la Oficina de Informaciones del Senado, que constan en el boletín número 167, a disposición de todos los señores Senadores. En efecto, reducido el Presupuesto global de la Nación a dólares, el señor Alessandri recibió el país en 1958 con un gasto público total de US$ 504.434.054 y en 1964 lo entregó con uno de US$ 1.109.842.465. O sea, durante el sexenio de su Administración, el gasto público aumento en 112%. El actual Gobierno lo recibió con la cifra que ya he expuesto, la que en la actualidad", expresada en dólares de 1970 se eleva a US$ 1.593.840.454. Como en realidad, el Presupuesto de este año experimentó un aumento mayor que el indicado por la Oficina de Informaciones de la Corporación, podemos concluir que el gasto público durante la Administración del señor Frei ha crecido en un porcentaje aproximado a 50%. Por lo tanto, el señor Alessandri, que destina un larguísimo capítulo a impugnar el incremento desmedido de los gastos públicos, lo aumentó en 112%, en circunstancias de que este Gobierno lo ha hecho en 50%, alza, sin duda, también cuantiosa.
Creemos que el señor Alessandri no tiene autoridad moral para pronunciarse sobre este tema, porque las cifras no pueden ser más acusatorias en contra de lo que ahora sostiene como candidato. Además, nada nos dice del inmenso aumento del gasto público destinado a ayudar a la empresa privada.
No hace mucho tiempo, aquí se discutió el problema de los subsidios que se otorgan a las firmas exportadoras. Se dieron a conocer las cantidades globales destinadas a financiar el "drawback", las cuales exceden los 200 millones de escudos. Con el propósito de subsidiar sólo a las Compañías Manufacturera de Papeles y Cartones, en 1968 se entregaron Eº 25.792.239. Por supuesto que el señor Alessandri no se refirió a este tema, como tampoco al aumento permanente del gasto público -repito- para ayudar a la empresa privada que él considera tan eficiente -que él preside- y así mantener en un mínimo nivel económico a un sector fundamental de la economía que él tanto propugna.
Altos tributos.
Igualmente, destinó un largo párrafo de su intervención para quejarse de los elevados tributos. Sin duda, para quienes pagan en Chile los impuestos, las tasas son extraordinariamente altas, pero nada nos dice el señor Alessandri del cúmulo inmenso de regímenes de privilegio en materia aduanera y tributaria. Nada nos dice, por ejemplo, de que sólo en exenciones aduaneras existe un volumen similar a lo que se paga por impuestos en ese rubro. Hasta ahora nunca se ha podido determinar a cuánto ascienden los millones de escudos que las grandes empresas y los grandes intereses capitalistas dejan de pagar en Chile, por estar acogidos a alguno de los múltiples regímenes de excepción.
Como digo, el señor Alessandri se contenta sólo con plantear demagógicamente
un problema, que encontrará gran aceptación: la disminución de las tasas tributarias; la imposibilidad de mantener los impuestos en el nivel que actualmente tienen. Pero nada dice acerca de cómo reemplazar esos ingresos ni tampoco se pronuncia sobre los extraordinarios privilegios de que gozan distintos sectores de la economía nacional en materia tributaria y aduanera.
Como lo he expuesto, en su discurso no sólo destina largos capítulos a impugnar el aumento del gasto público, a pesar de haber sido el Presidente que más lo ha incrementado, sino que además ataca el paulatino aumento de las tasas tributarias.
Régimen previsional.
Pero también se refiere, en forma más corta y velada, por cierto, al régimen previsional. No se puede dudar al leer su exposición de que, en el fondo, lo que pretende es terminar con gran parte de los beneficios previsionales de que gozan los trabajadores chilenos.
Derecho de huelga.
Por último, en su intervención, que pretende ser novedosa, progresista y de avanzada, el señor Alessandri anuncia que es necesario limitar, si no suprimir, el derecho a huelga de los trabajadores. En la página 5 del apartado a que me estoy refiriendo, dice textualmente: "El más premioso y fundamental de los problemas de Chile es llegar a encontrar una nueva fórmula para solucionar los conflictos del trabajo, en condiciones que en su solución se resguarde, por sobre todo, el interés de la colectividad".
¿Cuál es la nueva fórmula ideada por el señor Alessandri para resolver los conflictos del trabajo? Imagino que es la que propuso como reforma constitucional al término de su período anterior, en la cual manifiesta su criterio de que debe limitarse el derecho a huelga. Sobre el particular, ese proyecto dice: "Sin embargo, se exceptúan del derecho a la huelga las personas que presten servicios en el Congreso Nacional, Poder Judicial, Administración Pública, Servicios, Instituciones y Empresas Autónomas del Estado y en las Municipalidades". Vale decir, de acuerdo con su pensamiento, los Servicios enumerados no tendrán derecho a huelga. No obstante, el inciso siguiente agrega: "Tampoco podrán declararse en huelga las personas que trabajan en labores agrícolas, en empresas o industrias cuya paralización pusiere en peligro inmediato la salud o la vida económico-social de la población, o que sean vitales para la economía nacional, o que puedan significar paralización de otras empresas, o en empresas de transportes, productoras o elaborado-ras de artículos o mercaderías esenciales para la defensa nacional o para el abastecimiento de la población o que atiendan servicios de utilidad pública. La decisión del conflicto colectivo en las empresas a que se refiere este inciso deberá someterse al arbitraje de tribunales especiales, expertos que deberán tener en cuenta, al resolver, los intereses en conflicto y el de la colectividad. Su organización y funcionamiento serán determinados por ley".
Si analizamos con un mínimo de cuidado este párrafo, llegamos a la conclusión de que toda huelga puede caber en alguna de las enumeraciones que aquí se hacen. De manera que, en el fondo, el señor Alessandri no está haciendo otra cosa que suprimir el derecho a huelga. Sin embargo, como digo, él, a lo largo de su intervención, manifiesta que no pretende volver atrás la aguja de la historia; que desea mantener todas las conquistas de los trabajadores. Y ya estamos viendo que, por de pronto, pretende una reforma radical de todo el régimen previsional, sin indicar en qué consistiría. Muchos estamos de acuerdo en que el régimen previsional necesita una reforma, pero que la indique, que no sea demagogo, que tenga la honestidad de expresar en qué ha de consistir su reforma previsional. Y que diga cuál es la fórmula que piensa aplicar para resolver los conflictos colectivos: si es la que propuso en su reforma constitucional -que prácticamente significa, no limitar el derecho a huelga de los trabajadores chilenos, sino terminar con él-o si es otra.
Participación popular.
Más adelante, vemos con caracteres extraordinariamente destacados que el señor Alessandri pretende dar gran importancia a la participación popular en el régimen que seguramente él cree poder llegar a establecer. Textualmente, el título dice: "Bases de un régimen de plena participación popular". Pues bien, después de este ancho epígrafe vienen seis páginas. Ni un solo renglón de esas seis páginas dice cómo se realizaría la participación del pueblo en ese régimen, cómo se incorporarían los trabajadores chilenos en el Gobierno posible o presunto del señor Alessandri. Tal participación se menciona meramente para titular. Y los subtítulos de los capítulos que siguen: "Administración Pública", "Régimen Previsional", "La Juventud", "Las Universidades", "Reforma Universitaria", "Fuerzas Armadas", "La Empresa", "Desarrollo de la Comunidad", "El Problema de la Desnutrición" y "La Mujer", no son, absoluta y totalmente, más que palabras. Ninguno de ellos contiene ningún concepto serio, ninguna idea profunda. ¡Puras palabras y más palabras, lo que él tanto critica a lo largo de ésta y de otras intervenciones!
Por lo demás, ¿qué concepto puede tener el señor Alessandri de una participación más justa de la clase trabajadora en esos Gobiernos capitalistas, si ayer, en una conferencia de prensa profusamente divulgada por todo Chile, el señor Alessandri declara textualmente, según el diario "Las Ultimas Noticias" y demás medios publicitarios de hoy: "Haré lo que se me ocurra"? Vale decir, la participación del monarca señor Alessandri, porque él, en definitiva, hará lo que se le ocurra. Para que no se pretenda que estoy distorsionando el pensamiento del señor Alessandri, leeré el párrafo completo. Dice a la letra: "Sobre un posible gabinete independiente o político no quiso pronunciarse y dijo: "No me preocupo de esas cosas. Buscaré para cada cargo la persona más indicada, sea técnico, político o no. Es un asunto que estudiaré a su debido tiempo y, total, haré lo que se me ocurra". Por lo demás, es éste un concepto que se repite en las distintas intervenciones que hemos leído, hechas por el señor Alessandri en su proclamación en la provincia de Cautín. Luego, ¿cómo podemos creer que realmente el señor Alessandri, a pesar de su edad, haya progresado algo en materia de ideas sociales, de concepciones económicas, tenga una visión diferente de los problemas del mundo de hoy?
Distribución del ingreso.
Aún más: en un capítulo titulado "Interpretación equivocada de los cálculos de ODEPLAN sobre distribución de ingresos en Chile", el señor Alessandri prácticamente llega a la conclusión de que lo que ganan los capitalistas en Chile es una suma insignificante. Uno, después de leer ese párrafo, se inclinaría a pensar que lo justo sería que los pobres se desprendieran de sus grandes ingresos para dárselos a los ricos, porque los "pobres ricos" viven una situación tan angustiosa que la redistribución de ingreso debiera ser al revés. Y dice textualmente en el capítulo a que me estoy refiriendo: "Todo esto indica que el porcentaje que efectivamente queda disponible para el gasto de aquellas personas que son dueñas de propiedades o acciones, incluyendo como rentas los arriendos nominales de casas habitadas por sus dueños, es en todo caso inferior al 16% y probablemente no superior al 13% del producto nacional neto".
La verdad es que, de acuerdo con los cálculos que existen de la distribución del ingreso nacional -cálculos que enuncia en la primera parte de este capítulo el señor Alessandri-, el sector capitalista de este país participaría en 49,2% del ingreso geográfico. El señor Alessandri manifiesta que se incluye entre los capitalistas a 653 mil profesionales, trabajadores independientes, pequeños empresarios, etcétera; que debiera equiparárselos, por sus rentas, a los obreros o empleados; y que, si consideramos entre los asalariados a esos 653 mil pequeños empresarios, artesanos, profesionales y trabajadores independientes, resultará que lo que corresponde al sector capitalista propiamente tal no es el 49%, sino sólo el 35%.
Quiero aceptar las argumentaciones del señor Alessandri. El afirma que esos 653 mil pequeños empresarios, artesanos y trabajadores independientes, participan en 14% del ingreso geográfico. Incurre en un grave error. Participan sólo en la mitad de la cifra que él indica: en 7,4% del ingreso geográfico. Pero lo que no dice el señor Alessandri es que existen 700 mil empleados, 1 millón 485 mil obreros y 650 mil trabajadores por cuenta propia, como se los califica. Si sumamos estas cifras llegamos a un conjunto humano de 2 millones 835 mil trabajadores, ya sean asalariados o por cuenta propia. Y esos 2 millones 835 mil personas perciben 65% del ingreso nacional y sólo 38 mil capitalistas perciben el 35% restante. El señor Alessandri no da a conocer las sumas globales que componen el sector asalariado ni las del sector capitalista; entonces, cualquiera pensaría que ese 35% restante lo está percibiendo un número muy grande de capitalistas. ¡Pero lo está percibiendo un número muy reducido de personas!
En seguida, el señor Alessandri hace una larga disquisición para demostrar que tampoco esos 40 mil capitalistas perciben el 35% que resta del ingreso geográfico, lo que es necesario deducir de una serie de conceptos sobre los cuales no me puedo extender, en algunos de los cuales tiene razón el señor Alessandri y en otros no la tiene. Lo cierto es que concluye que, en definitiva, esos 40 mil capitalistas sólo recibirían 13% del ingreso geográfico. Este cálculo es totalmente erróneo, es falso. ¿Cuál es la realidad, de acuerdo con las cifras que el señor Alessandri establece en este capítulo, destinado en el fondo a convencer a la opinión pública de nuestro país de que en Chile la distribución del ingreso es muy justa y de que lo que perciben los sectores de más alto ingreso es relativamente poco en compara-
ción con lo que perciben en otros países? Digo, ¿cuál es la verdad?
Como he dicho, hay en Chile 700 mil empleados, que ganan 30,9% del ingreso geográfico, lo que, en escudos, significa 10 mil 906 millones de escudos, incluidos los aportes que ellos hacen por imposiciones. Tales guarismos arrojan un promedio, por empleado, de 15.580 escudos anuales: 1.300 escudos mensuales. Lo que gana en promedio un empleado público o particular, en Chile, asciende a 1.300 escudos al mes, y se supone que cada uno tiene cuatro o cinco hijos. Los obreros, que son 1 millón 485 mil, perciben 19,9% del ingreso geográfico, lo que significa, en escudos, 6.972 millones, incluidos también los aportes por leyes sociales. Dividida esta cifra por 1 millón 485 mil da un promedio de 4.695 escudos anuales, esto es, poco más de 400 escudos mensuales. Repito: 1 millón 485 mil obreros reciben, en promedio, poco más de 400 escudos mensuales. ¡Con menos de un sueldo vital necesita vivir una familia obrera!
En cambio, los 40 mil capitalistas (en-Are paréntesis, 38 mil, para ser preciso, como le gusta al señor Alessandri) obtienen, con todas las condiciones expresadas por el señor Alessandri -algunas de las cuales no compartimos, pero no quiero entrar en una discusión que me llevaría muy largo tiempo-, 8 mil 189 millones de escudos, lo que da un promedio, por cada uno de ellos, de 215 mil 500 escudos: 215 millones de pesos al año.
El señor NOEMI (Vicepresidente).-
Señor Senador, lo voy a interrumpir por un minuto.
En el tiempo del Comité Nacional, ofrezco la palabra.
Ofrezco la palabra.
Puede continuar Su Señoría.
O sea, cada uno de estos "pobrecitos" capitalistas, que según el señor Alessandri perciben un porcentaje tan escaso del ingreso total del país, recibe 13,8 veces lo que un empleado en Chile y 45,9 veces lo que un obrero. En otras palabras, el empleado debe trabajar
14 años para ganar lo que un capitalista gana en un año, y un obrero necesita trabajar 46 años para percibir lo que un capitalista recibe en un año. Pero, según el señor Alessandri, nuestro sistema distributivo es tan justo como el que impera en Suecia, Noruega, Dinamarca, Francia y otros países que él menciona. En el fondo, pese a considerarse progresista, está defendiendo el atroz desnivel imperante en nuestro país.
A continuación, abordaré una materia muy importante. Los 653 mil trabajadores por cuenta propia, como se denomina en este rubro a los pequeños empresarios, artesanos y propietarios, que ganan 7,4% del ingreso nacional, reciben una remuneración media de cuatro mil escudos al año, lo que da, como se ve, menos de 400 escudos mensuales. El señor Alessandri tiene razón en cuanto a que todo este inmenso sector de trabajadores por cuenta propia, evidentemente, en su nivel de vida se equipara al de un obrero o de un empleado. Por eso, no concordamos con la interpretación equivocada que, según el señor Alessandri, ha hecho ODEPLAN de los cálculos de distribución del ingreso nacional. Es posible que en algunos aspectos tenga razón, al deducir algunos rubros en que participaría el sector capitalista; pero en lo sustantivo, nadie puede negar que la distribución de dicho ingreso es profundamente injusta y que existen inmensos desniveles entre los capitalistas y los modestos trabajadores por cuenta propia, obreros y empleados. Todavía más: no existe un cálculo acerca de lo que ganan esos 40 mil capitalistas. Denantes dije que, en promedio, obtienen 215 millones de pesos al año; pero, seguramente, si se pudiera hacer un estudio más afinado sobre la materia, llegaríamos a la conclusión de que 10 mil ó 15 mil de esos capitalistas se llevan la parte del león, y que los otros 10 ó 15 mil perciben mucho menos de los 215 millones de pesos anuales. Esto demuestra cuan atrozmente injusta es nuestra distribución del ingreso nacional. De manera que el señor Alessandri, en su intervención, se concreta, en el fondo, a hacer una apología de la empresa privada, de los créditos extranjeros, de las inversiones en el fondo imperialista, y, al mismo tiempo, en forma mañosa, como viejo "macuquero" político, a condenar la distribución del ingreso, por considerarla demasiado perjudicial para los sectores capitalistas; a quejarse del alto volumen del gasto público, a pesar de que, como lo dije, pero quiero repetirlo, fue el Jefe de Estado que más aumentó el gasto público en nuestro país; a embestir contra el sistema previsional, el cual, no obstante sus múltiples inconvenientes, viene a paliar, en cierto modo, los gravísimos desniveles económicos existentes en Chile, y, por último, a proponer, lisa y llanamente, la supresión del derecho a huelga de los trabajadores.
Causas del desastre.
¿A qué atribuye el señor Alessandri las causas de esta grave y penosa situación en que se encuentra el país? Ya di lectura a su diagnóstico, pero lo repetiré: "La crisis en que vivimos y la miseria de tantos sectores es el reflejo en la economía de la demagogia y de la politiquería que nos asfixia". Cualquiera creería que en ese largo folleto hay otro diagnóstico más profundo, serio y elaborado de los problemas de Chile, del continente y del mundo, los cuales, en cierta medida, son los de Chile. No. Para el señor Alessandri, el problema es muy simple y elemental: la demagogia y la politiquería son las causantes del retraso, del estancamiento económico, de la miseria colectiva, de la cesantía y de los grandes y dramáticos problemas que afectan a nuesitro país. Pienso que si el ex Mandatario se presentara como alumno de preparatorias y diera como explicación del retraso en que viven nuestros países subdes-arrollados y el estancamiento de las economías latinoamericanas, de los problemas del mundo, la excesiva demagogia y politiquería, hasta el profesor más reaccionario aplazaría su examen para marzo, y en nuestro lenguaje, le colocaría tres negras. Sin embargo, un hombre que fue Presidente de Chile, se permite dar una explicación tan simplista de un problema tan serio y complejo como éste. Pero queremos seguirlo en su raciocinio. Como ya dije, el telón de fondo que anima e inspira toda la intervención del señor Alessandri son la demagogia y la politiquería.
Demagogia, ¿de quién?
Nosotros le preguntamos: demagogia, ¿de parte de quién? Politiquería, ¿de parte de quién? ¿No es acaso demagogia la del señor Alessandri, quien ofrece insistir en la mantención de un sistema que ha fracasado a lo largo de 150 años en Chile? En verdad, en nuestro país, durante sus 150 años de vida republicana, ha existido un régimen capitalista. Y el propio señor Alessandri se encarga de decirnos que si distribuyéramos todas las utilidades percibidas por los distintos sectores de la economía nacional, corresponderían a cada chileno 775 escudos mensuales. Es decir, coloca la lápida sobre el régimen que ha perdurado a lo largo de siglo y medio de nuestra historia, porque si después de este sistema capitalista, oligárquico y de terratenientes, el señor Alessandri afirma que nos corresponden 775 escudos por persona, ¿qué explicación hay para ello? ¿Acaso no fue Chile uno de los países que primero logró -si no fue el primero- su estabilidad política en América Latina? ¿Acaso no fue uno de los primeros; que consiguió constituirse como nación, inclusive adelantándose a países de Europa occidental como el caso de Alemania, que, como todos saben, se organizó como nación en 1871, si mal no recuerdo? Me parece también que en la década de 1870 Italia se constituyó como nación, y que Estados Unidos obtuvo su integración política y económica después de la Guerra de Secesión, en 1866, si no me equivoco. Por eso, ¿qué razón tiene Chile para estar en posición desventajosa frente a países europeos y al propio Estados Unidos? Y para qué digo ante varias naciones latinoamericanas, pues 5 ó 6 de ellas nos superan en el ingreso "per cápita".
De manera que, a nuestro juicio, sí es demagogia salir a recorrer el país para decir que un sistema que ha fracasado a lo largo de 150 años, si es administrado por él, producirá efectos positivos y resolverá los grandes vicios en los planos económico, político y social. Como es lógico, él no explica cómo logrará tal milagro. Tal vez baste su sola presencia. ¿No es demagogia ofrecer la solución de los dramáticos problemas de Chile, planteando, como se deduce implícitamente en su intervención, una rebaja en el gasto público, que, por lo demás, no conseguirá; cierta estabilización de las tasas tributarias, limitación del derecho de huelga y reducción de los derechos previsionales de los Trabajadores chilenos? ¿Alguien puede creer que con estas tres o cuatro ideas simples y elementales se resolverán los problemas de nuestro país? Con toda razón suenan a palabras huecas al señor Alessandri los cambios estructurales que hemos venido exigiendo y planteando desde hace tanto tiempo a esta parte. Para él la cuestión es muy fácil: el drama chileno se resuelve estabilizando el gasto público, aun cuando él lo aumentó en más de ciento por ciento; manteniendo las actuales tasas tributarias y limitando el derecho de huelga a los trabajadores. ¿No es demagogia no atreverse a pronunciarse sobre ninguna materia, para no enemistarse con los distintos sectores ciudadanos, quien dice ser tan claro, franco y categórico en sus opiniones, quien se llama candidato independiente y se autodenomina como persona que se encuentra por encima de los intereses en juego en nuestro país? Pues bien, tengo en mi poder una versión de su última entrevista dada a la prensa, en la ciudad de Temuco. Allí se le preguntó qué opinaba sobre la toma de la Catedral; respecto del problema de las revueltas estudiantiles y de los gravísimos hechos militares ocurridos en el Tacna; sobre los Gabinetes que formará, si ellos serán independientes o políticos. El señor Alessandri no quiso opinar sobre ninguno de estos temas. Se le preguntó su opinión sobre la reforma agraria -se encontraba en una provincia agrícola-, y dijo que más adelante emitiría su pensamiento al respecto. Es decir, inicia su campaña presidencial en una provincia eminentemente agraria, y quien fue Presidente de la República, Ministro de Hacienda y ha ocupado los más altos cargos en este país, no tiene opinión al respecto. ¿Por qué? Porque si se pronuncia en contra, es obvio que los terratenientes que lo apoyan lo aplaudirán, pero extensos sectores de campesinos lo reprobarán. Si lo hace a favor, todos esos terratenientes y poderosos agricultores le restarán su ayuda. Por eso, su actitud es demagógica, poco franca y poco honesta; precisamente, las cualidades que él se atribuye y los defectos que imputa a los politiqueros y demagogos. ¿No es demagogia atacar a todos los políticos, adjudicándoles el mote de politiqueros, sin exclusión?
Por eso, uno se pregunta: ¿acaso el señor Alessandri viene cayendo en paracaídas a este país? ¿Que no ha intervenido nunca en la vida política chilena? ¿No ha sido Diputado, Senador, Ministro de Hacienda de GabrielGonzález Videla durante dos años y medio, y Presidente de la República? ¿Qué hizo como parlamentario? ¿Planteó estas posiciones? Desafío a sus partidarios a que me señalen dónde están las intervenciones del ex Diputado o del ex Senador Jorge Alessandri relativas a estos planteamientos que ahora en forma demagógica hace al país.
¿Por qué, como Presidente de la República, no pudo poner término a esos malos hábitos de que tanto nos habla? Murmura algunas explicaciones frente a esta pregunta: que perdió el tercio en el Congreso y que se vio obligado a conciliar con el Partido Radical. Pero, al mismo tiempo, alaba a este partido porque desea su apoyo y el de sus electores, de modo que tampoco dice claramente que su participación en su Gobierno lo obligó a entrar en algunas transacciones que llevaron el proceso inflacionario a un grado tal que el costo de la vida en el último período alcanzó a 48%. Aún más, si el tercio del Parlamento lo perdió en las postrimerías de su Administración, ¿cómo se explica el fracaso precisamente en los inicios de la misma, cuando todo dependía en forma exclusiva de su autoridad como Jefe del Estado, que le habría permitido impedir la fuga de millones y millones de dólares del país? Pero él no se atrevió a tomar una decisión para detener dicha fuga. Y el país, el Estado de Chile, el pueblo, se vieron obligados luego a pagar la diferencia del valor del dólar a raíz de una ley ignominiosa, producto de un error de la política económica y financiera del señor Alessandri.
En consecuencia, pobres y simples son las causas en que, según concluye el ex Mandatario, radicaría el estado de postración y estancamiento de nuestra economía: la demagogia y la politiquería.
Pero lo más grave es que la demagogia y la politiquería la ejerce él mismo cuando plantea los problemas en forma que no se aviene con la cultura, los conocimientos y la experiencia de un hombre que ha sido el Primer Mandatario de la nación.
Solución de los problemas. Pero si simple y elemental es su opinión respecto de las causas que motivan el estancamiento económico, la miseria colectiva y la frustración del país, más simple y elemental es la solución que propone para estos problemas: la reforma de la Constitución Política. Según el señor Alessandri -y valen estas palabras para ' el actual Jefe del Estado-, los grandes problemas nacionales se resuelven con modificaciones adjetivas en la superestructura jurídica del país. Lo más grave para el señor Alessandri es el hecho de que gran parte de las reformas propuestas por él le fueron "regaladas" por el Gobierno del señor Frei. En consecuencia, ¿qué razón tendría para llegar al Poder si la iniciativa que propugna ha sido aprobada casi en su totalidad por una mayoría democratacristiana y del Partido Nacional en este Congreso? ¿Qué otras modificaciones básicas pretende introducir en nuestra Carta Fundamental, cuando las que ya se aprobaron transforman al
Ejecutivo en un dictador legal absoluto y al Jefe del Estado en un monarca? ¿La de disolver el Congreso?
Suprimir el Senado.
Nosotros, socialistas, no hemos rechazado la facultad solicitada. Aprobamos la disposición que permitía al Presidente de la República disolver el Congreso. Luego, no nos preocupa ni nos atemoriza esta amenaza. Aún más, hemos planteado que, a nuestro juicio, en Chile no se justifica un sistema bicameral, sino que debería existir una sola Cámara. En consecuencia, no estamos defendiendo posiciones parlamentaristas. Vamos mucho más lejos que el señor Alessandri, partidario da mantener el Senado. No nos preocupa - insisto- la situación personal de Diputados y Senadores socialistas, y por eso tenemos autoridad moral para decir que los problemas de Chile no se resuelven por el hecho de que el Presidente tenga o no tenga la facultad de disolver el Congreso Nacional por una vez durante su mandato, como lo plantea. Por lo demás, bien se cuida el señor Alessandri de contestar la pregunta que lógicamente surge de tal proposición: ¿qué haría si el nuevo Congreso elegido le es adverso? ¿Renunciaría o no renunciaría? ¿Propondría en su reforma constitucional una norma como la que rige en los sistemas parlamentarios, de que si se disuelve el Congreso y el nuevo Poder Legislativo le es adverso al Ejecutivo, es el representante de éste, llámese Presidente o Primer Ministro, quien debe renunciar? ¿Se atreve él a plantear esto, que sería lo lógico?
Para el señor Alessandri, los problemas de Chile -insisto- se resuelven mediante una modificación de la Carta Fundamental, la que ya ha sido enmendada por el actual Presidente de la República en términos tales que el proyecto de aquél, excepto en dos o tres aspectos adjetivos, uno de los cuales podría ser la facultad de disolver el Congreso, prácticamente ha sido aprobado en su totalidad.
Nada nuevo.
¿Qué cosa nueva nos propone el señor Alessandri? En resumen, nada. Su discurso es la típica intervención de un reaccionario, de un conservador del sistema. Me atrevería a decir que ni siquiera los parlamentarios del Partido Nacional lo suscriben y no osarían pronunciar un discurso como aquél, porque no tiene una sola idea, un solo concepto que se avenga con los tiempos en que vivimos. Para el señor Alessandri pareciera no haber sucedido nada en el mundo ni existir graves y profundas tensiones sociales en nuestra sociedad y en el continente. Para él, parecería no tener significado todo lo que ha venido sucediendo en estos últimos tiempos. Es producto -insisto una vez más- de la "politiquería" y la "demagogia", que con la reforma de dos o tres disposiciones en nuestra Carta Fundamental podría obviarse y Chile podría avanzar a ritmo compatible con las aspiraciones de nuestro pueblo y con las reales posibilidades económicas del país.
Socialismo no ofrece solución.
Quisiera referirme en particular a algunos de los párrafos contenidos en la intervención del ex Mandatario. Uno de ellos se titula: "El socialismo nada puede ofrecer al país". ¿En qué se fundamenta para decir esto? En el hecho de que si distribuyéramos las rentas de los diversos sectores que contribuyen al ingreso nacional, corresponderían a cada ciudadano activo 775 escudos mensuales. Debo dejar constancia de que esta cifra es absolutamente errada y disparatada. Cualquiera que sea el cálculo que se haga, el resultado será bastante superior. Pero mis observaciones no apuntan a coRregir tal dato, sino el concepto. Es impropio de un hombre que detenta título de ingeniero, que ha vivido en el sanedrín del acontecer político chileno, que ha desempeñado los más altos cargos en nuestro país, incluido el de Presidente de la República, resumir toda la concepción del socialismo con tal simpleza y mediocridad como la de afirmar que el socialismo trata de repartir igualitariamente la riqueza creada por el capitulis-mod. A eso se reduciría toda la concepción socialista. Si un profesor de un ramo de economía, sociología, filosofía o historia preguntara a uno de los alumnos en qué consiste el socialismo, y el pupilo le contestara que se trata de un sistema que patrocina la distribución igualitaria de todos los ingresos, no cabe duda de que le colocaría tres negras. Pues bien, este ciudadano que tiene tantos títulos, llamado Jorge Alessandri, se permite concluir una observación tan elemental, tan simple como aquélla.
Sistema capitalista pésimo.
Por lo demás, nuestra respuesta, dada la premura del tiempo, es muy breve, y ya la hemos expresado en otras ocasiones. Según el señor Alessandri, a cada chileno le corresponderían 775 escudos. Eso querría decir que el sistema capitalista que él defiende no puede ser peor, pues después de 150 años de estar en el Gobierno la Derecha, que propugna el capitalismo, cada chileno puede percibir únicamente una módica suma que apenas le alcanzará para comprar zapatos a su familia.
Aún más, es necesario dejar constancia de que para afirmar su pensamiento, el ex Jefe del Estado alega que últimamente han salido a la luz pública estudios económicos que demuestran que la actual distribución del ingreso en Chile es similar a la de países como Alemania, Suecia, Dinamarca, Noruega, Inglaterra y Alemania Federal, y que las rentas de nuestro país están más igualitariamente distribuidas que en Francia o Italia. Emplazo -no al señor Alessandri, porque sería una presunción de mi parte, pero sí a alguno de sus partidarios- a que muestren los cálculos que permiten al señor Alessandri hacer una afirmación tan falsa y antojadiza como ésta. Nada tiene que ver el sistema de distribución de las rentas en nuestro país con el de naciones como Suecia, Dinamarca o Inglaterra. Si nos comparamos con Francia, tal vez la afirmación tenga algún valor; pero no respecto de ninguno de esos otros países. Se trata, simplemente, de una aseveración gratuita y sin ninguna validez científica.
Países socialistas.
Además, para defender muchas de sus afirmaciones, el señor Alessandri insistentemente hace comparaciones con lo que sucede en los países socialistas, especialmente con lo que ocurre en la Unión Soviética. Por ejemplo, en la página dos de su exposición manifiesta textualmente:
"Stalin, en la persecución de un violento desarrollo económico, dentro de su misión de gobernante, desatendió prácticamente los aspectos sociales que eran premiosos en el pueblo soviético, y, para evitar esta clase de aspiraciones, recurrió a dos medios igualmente eficientes: la Cortina de Hierro y un régimen despótico y sangriento. Es decir, la ignorancia y el temor. Por grandes y justas que sean las críticas a tan inhumano sistema, no puede desconocerse que, a través de él, logró un rápido y portentoso desarrollo económico para su país".
En este párrafo, el señor Alessandri afirma que Stalin, en la persecución del desarrollo económico, desatendió los aspectos sociales que eran premiosos para el pueblo soviético, aseveración que es totalmente gratuita y falsa.
Nunca defendimos a Stalin. Los socialistas siempre criticamos ese régimen por considerar que era una grave desviación dentro de una auténtica concepción socialista de la sociedad; pero tampoco podemos admitir que se altere tan burdamente la verdad. El hecho concreto es que la Unión Soviética, bajo el Gobierno de Stalin, aumentó, como lo dice el propio señor Alessandri, "en forma rápida y portentosa" su nivel económico. Y si lo aumentó en forma rápida y portentosa, aunque el acento de este aumento se haya colocado en el sector productor de bienes, no existe la menor duda de que también el pueblo elevó de manera fundamental su nivel de vida.
Más adelante, el señor Alessandri nuevamente insiste en este mismo argumento, con el fin, seguramente, de demostrar que en Rusia, país socialista, las cosas no son diferentes de las de Chile, y que, por lo contrario, en nuestro país son mejores.
Dice en seguida:
"La Unión Soviética, para mantener su sistema, ha eliminado muchas libertades de las cuales los chilenos hemos disfrutado desde que nacimos a la vida independiente".
Repito: ésta es una afirmación absolutamente tendenciosa y falsa.
¿Qué libertad, se atrevería a decir el señor Alessandri, eliminó el sistema socialista en la Unión Soviética, incluso con sus desviaciones stalinistas? La comparación hay que hacerla con el régimen zarista; con el régimen en que gobernaba el Zar; con el régimen despótico y feudal; con el régimen en que un Rasputín, en este siglo, dominaba una corte y manejaba un imperio inmenso como era ése.
Sin embargo, el señor Alessandri se atreve a decir que los socialistas eliminaron libertades.
La comparación -repito- hay que hacerla con el estado anterior de ese país. No hay la menor duda de que en este mismo argumento caen permanentemente los reaccionarios. Cualquiera que haya visitado los países socialistas no puede ignorar el auténtico crecimiento económico que existe en ellos. ¿Cómo podemos comparar, por ejemplo, la Rumania de hoy, la Rumania socialista, con aquella nación feudal en que reinaba un Carol? ¿Cómo podemos comparar a la Yugoslavia de hoy con aquella en que gobernaba un rey Pedro II; a la Hungría de hoy con la del regente Horthy; a la Polonia de hoy con aquella dirigida por una camarilla militar, o a la Alemania Democrática con la anterior Alemania fascista de un Hitler?
Por eso, para nosotros, toda esta argumentación no tiene base seria alguna. Todos estos países, comenzando por la Unión Soviética, como todas las naciones de la Europa Central, han experimentado un progreso espectacular y extraordinario. Ninguna nación capitalista ha crecido en los niveles en que lo ha hecho, por ejemplo, Rumania o la Alemania Democrática. Nadie puede contradecirnos al respecto. La Alemania Democrática ha crecido a ritmos muy superiores a aquellos
a que lo ha hecho la Alemania Federal, pese a contar ésta con la fabulosa ayuda del imperialismo norteamericano. Alemania Democrática se ha desarrollado en condiciones mucho más difíciles, puesto que no ha recibido esa ayuda; sin embargo, sus ritmos de crecimiento, internacional-mente conocidos, son extraordinariamente más elevados que los de la Alemania Federal.
Lo mismo ocurre con el resto de los países socialista. De modo que, ¿cómo puede pretenderse convencer a un país de que el socialismo empobrece y, en cambio, el capitalismo enriquecEº ¿Dónde está el enriquecimiento capitalista y totalitario en el Paraguay, en Argentina, en Brasil, en Venezuela, en Colombia, o en la España franquista o en el Portugal de Oliveira Sala-zar, en los múltiples países del Medio Oriente o del Africa, donde imperan camarillas impuestas por los Estados imperialistas occidentales? ¿Puede alguien ignorar que las cifras más altas de crecimiento en ese país? ¿Acaso no ha existas? La contestación frente a este hecho irrefutable es que allá impera un sistema totalitario y dictatorial de Gobierno. Tal hecho es absolutamente falso. Pero aun cuando para los efectos de la argumentación lo aceptáramos, ¿no hay dictadura en Paraguay, y cuál es el ritmo de crecimiento en ese país? ¿Acaso no ha existido una dictadura por más de 30 años en Portugal, y cuál es el ritmo de crecimiento allí? ¿No han existido dictaduras en la inmensa mayoría de los países del Caribe y de América latina, y dónde está el aumento de los niveles de vida de aquéllos?
Por eso, no se puede pretender hacer comulgar a nuestra opinión pública con conceptos tan simplistas.
El señor ALTAMIRANO.-
El señor Alessandri asegura que la FIAT ha hecho inversiones importantes en la Unión Soviética y pregunta cómo nosotros podemos negarnos a que en Chile -no lo dice tan claro, pero es su pensamiento- el imperialismo norteamericano haga inversiones.Ante todo, el señor Alessandri hace una afirmación falsa. Rusia compró esas patentes de la FIAT para fabricar automóviles en la Unión Soviética.
Pero aun cuan-de la FIAT fuera la dueña de la inversión en ese país, es indudable -hasta un niño lo entiende- que en nada puede influir en la política de un inmenso país como el mencionado, una pequeña inversión de una industria automotriz de un país occidental, como en nada influye el que mañana ciertos capitalistas norteamericanos pudieran prestar dinero para la construcción de hoteles, como creo que lo han hecho - no lo puedo asegurar- en Rumania o en otros países; hecho que, por lo demás, no estamos aprobando, pero que no tiene significado alguno ni compromete la soberanía ni la independencia de ese país para gobernarse.
Por consiguiente, este recurso de mala fe, demagógico, presentado en forma tendenciosa, no tiene otra finalidad que pretender hacer creer a la opinión pública que, mientras nosotros defendemos al socialismo y el socialismo acepta inversiones extranjeras, aquí en Chile las condenamos. Lo que condenamos no son los créditos, en forma indiscriminada, sino las condiciones en que el imperialismo americano los concede a nuestros países. Y no las condenamos sólo nosotros, pues también lo hace este Gobierno y lo hicieron todos los países latinoamericanos que asistieron a la Conferencia de Viña del Mar, en la cual nuestro propio Canciller recibió el encargo de hacer ver al Presidente Nixon las condiciones negativas de dichos créditos.
Por eso, el señor Alessandri no tiene derecho a expresarse en los términos en que lo hace, cuando dice textualmente:
"Y, ¡oh, sarcasmo! cuando en Chile presenciamos el espectáculo que, para aparecer avanzados y patriotas, se rivaliza por recomendar los más violentos procedimientos para la nacionalización de la Gran Minería del Cobre, la prensa de estos últimos días informa que la Unión Soviética negocia con capitales japoneses la explotación de importantes yacimientos cupríferos de su territorio,. ..".
Nada tiene que ver ni admite comparación una situación con otra. Nosotros estamos dentro de la esfera de influencia de Estados Unidos, sometidos al imperialismo norteamericano. ¡Qué inmensa parte de nuestros ingresos en dólares va a parar al extranjero! Ya lo he dicho: de mil millones que ingresan, anualmente quinientos millones, el 50%, se destina a servir estos créditos, a pagar intereses, a pagar "royalties". Salen a título de utilidades.
¿Cómo puede el señor Alessandri, demagógicamente, politiqueramente, venir a comparar una situación con otra?
La inflación.
En otro de los capítulos de su exposición, el señor Alessandri manifiesta que la inflación empobrece a todos. En otras palabras, la tesis del señor Alessandri consiste en que la inflación no favorece a los grandes empresarios, a los ricos; que ella los empobrece a todos. Es decir, está haciendo una afirmación absolutamente reñida con la lógica, la verdad y los conceptos más elementales de economía. ¿Por qué? Porque todos, incluso él mismo, aceptan que este país se ha desarrollado; que este país exhibe un lento crecimiento, es cierto, pero un crecimiento.
Si aceptamos su afirmación de que la inflación empobrece a todos, querría decir que el producto nacional, en vez de exhibir un crecimiento pequeño, en promedio, tendría que exhibir un signo negativo. Y no es así. El mismo reconoce que no es así. Luego, Chile crece a un ritmo lento, pero crece.
Entonces, la pregunta es la siguiente: ¿quién se lleva el producto de este crecimiento? La respuesta aparece en los mismos párrafos de su exposición, en el capítulo que analizo, cuando saca como ejemplo a la Industria de Papeles y Cartones. Hace muchos años que cita este ejemplo. Como es evidente, él lo domina bien. Pero si estudiamos las cifras que el señor Alessandri da, veremos que el aumento de la productividad se lo llevan los capitalistas, dueños del respectivo capital. En el caso concreto de Papeles y Cartones, de las cifras que él da a conocer,
se deduce que la productividad por hombre, por trabajador, ha aumentado cuatro veces; en cambio, su poder adquisitivo subió 2,7 veces a contar de 1938. O sea, según su información, mientras un obrero produce cuatro veces más debido a la tecnología, al mayor capital, al mayor trabajo, a la mayor eficiencia, etcétera, su capacidad adquisitiva se incrementó en 2,7 veces. Naturalmente, no puedo dar fe de todas estas cifras.
Pues bien, ¿quién ha aprovechado y usufructuado de esa diferencia entre la productividad del obrero y el aumento de su poder comprador? El capitalista de Papeles y Cartones, en el caso que señala.
Y, en este mismo capítulo, agrega: "No pueden, pues, los chilenos seguir dejándose engañar con la creencia de que la inflación la provocan las empresas productivas por convenir a sus intereses, que la realidad es totalmente opuesta."
Contesto esta afirmación del señor Alessandri con una pregunta. Si no es la clase dominante, los empresarios, los terratenientes, los grandes monopolios que dominan el país los que provocan el proceso inflacionario, ¿quienes son? ¿El pueblo, los trabajadores, los obreros, los empleados? ¿Se atrevería el señor Alessandri a afirmar que los empleados y obreros, que no tienen ninguna responsabilidad en un Gobierno -entiendo que una vez designaron a un obrero Ministro del Trabajo, por casualidad, en no sé qué régimen- han intervenido en el manejo del país, en el fracaso del sistema? En una inflación centenaria, ¿qué responsabilidad pueden tener?
En cambio, ¿qué responsabilidad le cabe a él, que ha sido Presidente de la República durante seis años, y Ministro de Hacienda, dos años y medio?
Condena los últimos treinta años.
En repetidas ocasiones condena lo ocurrido en los últimos treinta años, y resulta que durante ese tiempo ha participado directamente en la vida política del país. Entonces, ¿cómo puede, simplemente, comentar ese proceso, como un personaje ajeno a él, y no como actor fundamental y decisivo, como lo ha sido?
Por eso, insistimos en que nos encontramos en presencia de un discurso absolutamente reaccionario que no aporta ninguna idea nueva; que no demuestra, ni siquiera en una línea -a pesar de que el señor Alessandri ha contratado, al parecer, una nueva empresa publicitaria en Estados Unidos y de que se estaría haciendo asesorar por personas que dicen ser jóvenes-, que, por lo menos, ese hombre, que no es joven de edad, sí lo es de mentalidad, de conceptos y de ideas, porque toda su intervención no constituye sino una repetición de lo que diría un viejo político del siglo pasado.
Además, sus palabras contienen una serie de contradicciones. No me referiré a todas, porque sería demasiado largo hacerlo. Pero repito: a su juicio, lo ocurrido en los últimos treinta años es desastroso, no obstante que en ese lapso fue, primero, Ministro de Hacienda durante cerca de tres años, y después, Primer Mandatario de la República, durante seis.
En uno de los párrafos de su intervención, dice: "Es evidente que la política que se viene practicando en nuestro país desde hace 30 años se ha traducido en considerables beneficios para grandes sectores de empleados y obreros, pero no es menos cierto que no les ha sido dable disfrutar tranquilos de ellos, como consecuencia de la angustia que la inflación provoca en los que viven de un jornal, y lo que es muy triste, conjuntamente con los que no los han recibido."
O sea, a juicio del señor Alessandri, en los últimos treinta años los empleados y obreros han recibido beneficios considerables; pero, en el resto de su discurso trata de demostrar que esos años son caóticos, dominados por la demagogia y la politiquería. La verdad es que concordamos y, tal vez, seamos más consecuentes, con lo sostenido por el señor Alessandri.
En todo caso, no puede lavarse las manos como Poncio Pilatos y señalar, a la hora undécima, que no cabe responsabilidad alguna al sistema capitalista, a la clase social que representa, a los empresarios, cuyo portavoz más genuino es él.
Arturo Alessandri.
Aún más: incurre en una gran contradicción cuando asevera, tratando de hacer historia, que "en el año 1920, un político visionario trajo al primer plano de la política nacional el problema social: la necesidad de colocar legalmente al trabajador y al empleado en igual situación frente al empleador para discutir sus emolumentos y demás condiciones de trabajo, así como la de preocuparse de su previsión y asistencia". En otras palabras, ese político visionario, surgido en el año 1920 a la vida política chilena, que no es otro que don Arturo Alessandri Palma, su padre, es un visionario, porque trató de colocar legalmente al trabajador y al empleado en igual situación frente al empleador y porque se preocupó de su previsión y asistencia. Pero cuando los defensores del movimiento popular, cuando los representantes de los partidos populares luchan por la previsión, la asistencia y el derecho a huelga de los trabajadores, se los acusa de politiqueros y demagogos. En cambio, su padre, que inició este proceso, es un visionario.
Entendemos el amor filial que debe profesar a su padre el señor Jorge Alessandri, pero no puede hacer un distingo tan grosero y burdo: su padre, que se preocupó de esos problemas, es un visionario; por el contrario, quienes también tratan de resolverlos, reciben los motes de demagogos, politiqueros, irresponsables, etcétera.
Gobierno independiente.
Finalmente, quiero referirme a un aspecto en el cual hace fundamental hincapié el señor Alessandri: que su Gobierno será independiente, que él es un político independiente. ¡Una falsedad absoluta, una demagogia total! ¿Quién puede creer que es un político independiente? ¡Es un viejo político, porque ha vivido de la política y en la política; porque ha participado en todos los cambullones políticos de los últimos años en nuestro país, y porque siempre ha militado en una posición reaccionaria. Su Administración la realizó con los partidos reaccionarios. Por eso, no nos extraña que no quisiera decir cuál será su gabinete. Si lo hiciera, mostraría su verdadera cara.
¿Con qué hombres gobernará? ¿Por qué no contesta esta pregunta elemental, la cual ya negó en esta entrevista de prensa? ¿Con quién administrará al país? ¿Con el "Ruca" Vergara, hombre que también es independiente, un pobrecito, un obrero, un desamparado de la fortuna? ¿Cuáles son los empresarios que nombrará Ministros, presidentes de las instituciones, y que ya designó?
Por eso, estimamos prácticamente una ofensa a la opinión pública del país que se pretenda demostrar que se trata de un hombre ubicado por encima de los intereses en pugna en toda sociedad de clases, de tipo capitalista. ¿Quién puede creer que una persona que ha presidido la Confederación de la Producción y del Comercio durante años y años, es decir, que ha sido presidente de la principal organización gremial que agrupa a los capitalistas de Chile, nada tiene que hacer o que ver con los capitalistas, y que su Gobierno se realizará más allá, por encima y con prescindencia de los capitalistas?
Puede suceder que algunos crean esta argumentación. Puede ocurrir que algunos, que tienen muy mala memoria, piensen que el señor Alessandri llamará a su Gobierno a hombres o políticos que no representan intereses de una clase o de un sector social del país. Estas personas deberían preguntarse: ¿por qué no invitó a esos hombres a integrar su pasada Administración? En esa oportunidad gobernó con los representantes de la clase social y económica que representa. ¿Por qué ya en el discurso en comentario agradece el apoyo del Partido Nacional? ¿Acaso ese apoyo es gratuito y no significará participación mañana en su muy hipotético Gobierno? ¿Con qué títulos puede hablarnos el ex Presidente de que su Administración será esencialmente honesta, de que no habrá persecución administrativa, cuando en su pasada gestión llevó a cabo una de características terribles y cuando hubo escándalos tan grandes como el de los bonos-dólares o el de la ley, a que ya me referí, dictada para que el país se hiciera cargo de la diferencia en el precio del dólar por el gran endeudamiento contratado por el sector privado en el exterior, debido precisamente a la política equivocada que impulsó el señor Alessandri ?
Dramático retroceso.
Por eso, no nos cabe duda alguna de que no puede ganar la próxima elección presidencial. Si a pesar de todo resultara vencedor, significaría un paso antihistórico, retrotraer la historia, llevar al país a un encajonamiento imposible, porque en Chile existe un sentimiento profundo de cambios y una mentalidad de Izquierda, y es una nación progresista, con gran desarrollo cultural y cívico. Momentáneamente, podría dejarse convercer por la tremenda propaganda y por el mito creado en torno de una persona; pero, si así ocurriera lamentablemente, no creemos equivocarnos en pronosticar los días más negros y siniestros para nuestro país. Porque, ¿qué hará el señor Alessandri? ¿Qué solución política dará a los problemas chilenos, cuando tiene absoluta minoría parlamentaria? ¿Disolverá el Congreso, llamará a un plebiscito? ¿Estima que puede ganar un plebiscito, en circunstancias de que fuerzas muy importantes se oponen a lo que simboliza? ¿Se atrevería a declararse dictador?
El señor Alessandri no tiene una política ni una respuesta social y económica para los grandes y dramáticos problemas de Chile.
Por eso decimos que lo peor que podría ocurrir, en lo político, social y económico a nuestra patria, sería que, llevada por un espejismo del instante, una mayoría precaria diera la victoria transitoriamente a un hombre que significa la vuelta al pasado, retornar a todos los viejos vicios que han presidido nuestra historia a lo largo de ciento cincuenta años, en que ha gobernado una clase social: la que representa el señor Alessandri.
No podemos ni debemos dejarnos engañar por sus intervenciones actuales, en que no toca ningún problema concreto, no precisa su pensamiento ni aclara concepto alguno ante temas tan candentes como los que he mencionado: los problemas de la reforma agraria, de la juventud chilena, de la universidad, de los trabajadores, del ahorro nacional, del cobre, del imperialismo. El señor Alessandri no habla de ellos. Para él, únicamente hay muchos demagogos y politiqueros. ¡Con este par de palabras no puede ganar la Presidencia de la República!
Este país es lo suficientemente maduro como para exigir algo más a quien postula al más alto sitial dentro de la jerarquía política de nuestra patria.
Porque tenemos clara conciencia del valer de nuestro pueblo, confiamos en que, producida la unidad popular, su candidato aplastará a lo que significa el anti-Chile, el retroceso en la historia, la vuelta a un pasado oscuro y siniestro.
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