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- rdf:value = " El señor TEITELBOIM.-
Madre amantísima del campesino.
En estos días, otro acontecimiento ha puesto de relieve la segunda falsía de esta cara repintada de la Derecha, que pretende aparecer no sólo como madre amantísima del obrero y defensora invencible del pequeño comerciante, sino también como custodio benéfico, comprensivo del campesino chileno. Y hemos visto que el propio Honorable señor Ibáñez, dueño de haciendas en la provincia de Aconcagua, ha echado muchos cuartos a espadas contra la reforma agraria. Incluso, ha tratado de movilizar campesinos levantando verdaderas barricadas en momentos determinados para crear una especie de fronda aristocrática que le permita realizar lo que creen lograr con el hipotético retorno del señor Alessandri al Poder: devolver las haciendas a sus antiguos dueños; poner fin a los asentamientos; reintegrar el campo a la era semi-feudal; aplicar narcótico a la conciencia ya despierta del campesino para retornarlo al largo sueño invernal de cuatro siglos. Todo esto pretenden hacer. Pero a su vez, el movimiento campesino reciente de la provincia de Ñuble ha mostrado por una parte, la decisión de lucha del trabajador agrario y, por otra, las vacilaciones del Gobierno en la aplicación de la ley de reforma y también la audacia creciente de los latifundistas, quienes, envalentonados por la lenidad oficial, dan pasos organizados para acentuar las provocaciones contra los campesinos y el "boicot" a todo cambio progresista en el campo. Han mostrado también, y ante todo, la fuerza de la organización y de la unidad de los trabajadores, así como la seriedad y responsabilidad con que toman ellos el imperativo de hacer producir la tierra rápidamente, a corto plazo, sin dilaciones inútiles.
Los latifundistas en acción.
En la provincia de Ñuble se ha producido un estado de tensión derivado del afán consciente de los dueños de fundos de provocar al campesino. Los terratenientes se organizaron desde la dictación de la ley de Reforma Agraria, con el objeto de oponerse a su aplicación. Eso lo sabemos todos. Hostilizaron a los trabajadores recurriendo a los despidos masivos, utilizando sólo el sistema de temporadas y no sembrando los predios. La cesantía aumentó al poco tiempo a niveles pocas veces vistos, y el Gobierno, en vez de hacer valer las causales de expropiación de la ley de Reforma Agraria-, prefirió buscar otros paliativos para esta situación, como la ejecución de "obras comunitarias", donde el trabajador recibe cantidades ínfimas de alimentos.
Frente a esta situación, también recibe cantidades pequeñas de dinero y, sobre todo, auxilio en alimentos. Las verdaderas provocaciones de estos señores semidestronados del campo se acentuaron en vista de la pasividad de las autoridades y de los organismos del Trabajo y se produjo el no pago de las imposiciones, el incumplimiento de convenios, los despidos arbitrarios, las reducciones antojadizas de faenas, etcétera.
Lenidad oficial.
Los planteamientos de los trabajadores, para que se fuera a la rápida expropiación de los fundos que se encuentran manifiestamente abandonados, no consiguieron sino algunas promesas del Intendente, cuyo cumplimiento no se ve hasta ahora. Mientras tanto, los índices de cesantía subieron a proporciones nunca vistas. Según la información responsable de los dirigentes campesinos, sólo treinta por ciento de los hombres con capacidad de trabajo están ocupados.
Después de esto, cuando se consideró que la tensión había llegado a extremos peligrosos, se declaró zona de emergencia la provincia y se nombró un Jefe de Plaza. Se enviaron grandes refuerzos policiales y se quiso inventar una película de suspenso con la detención de unos estudiantes que iban a la zona. El esfuerzo responsable de los dirigentes de las Federaciones Pedro Aguirre Cerda e Isabel Riquelme, así como de la Confederación Ranquil, permitió una solución que pudo haberse encontrado antes, de no mediar la incapacidad del Intendente y las contemplaciones sin medida que éste ha mostrado hacia los terratenientes. El impulso a la reforma agraria; el entregar a los trabajadores los predios abandonados, a fin de que esa tierra produzca, no sólo constituye un imperativo para solucionar el problema local de la cesantía, que es muy grave, sino que, además, es un deber patriótico ineludible. Chile no puede darse el lujo de dejar impunemente perderse la tierra, que no se cultive, por simple capricho de una casta que no tiene sentido de la historia ni del progreso del país, sino de sus estrechos y mezquinos intereses, y que ahora arde en sed de venganza.
Celebramos en el Senado la solidaridad con que los demás trabajadores han respaldado a los campesinos de Ñuble. Les prestamos nuestro apoyo y lo seguiremos haciendo como siempre, pues su batalla es un combate por la justicia, por el progreso económico y por el bien de todo Chile.
Reajustes para ricos y pobres.
En medio de toda esta situación de apremio y de dificultades tan marcadas en que viven los trabajadores de la ciudad y del campo, y a la cual también se somete al pequeño comerciante, debemos proporcionar, aparte los datos relativos a las remuneraciones de los directores de sociedades anónimas, algunos antecedentes de ese paraíso terrenal del agio y de la especulación desenfrenada que constituyen los bancos.
Todos los rubros relacionados con los trabajadores se reajustan con el bolsillo apretado, con un porcentaje que siempre queda por debajo del verdadero nivel del alza del costo de la vida y, en todo caso, los aumentos son arrasados por los aludes de alzas que comienzan a recortarlos aun antes de que ellos sean percibidos. En cambio, los bancos comerciales ven elevarse sus utilidades líquidas en índices muy superiores. Y esta comprobación se hace respecto de un lapso ya cumplido.
En el segundo semestre de 1968, 16 bancos comerciales obtuvieron ganancias por 19.435.237 escudos. Ellas aumentaron en el primer semestre de 1969 en casi 5 millones de escudos, o sea, 5 mil millones de pesos, pues alcanzaron a 24.229.940 escudos. Pero en el segundo semestre del mismo año el alza llegó a 31.643.366 escudos.
Lo anterior significa que en el año 1969 las utilidades de estos bancos subieron en 12 millones de escudos, es decir, 12 mil millones de pesos. En porcentaje, ello significa casi un 62%. En cambio, el índice oficial de la inflación es de un 29%. ¡Es decir, si al trabajador se le aumentan sus rentas en una cantidad inferior a este porcentaje, los bancos han reajustado sus ganancias en 62%!
Las dos caras de las remuneraciones.
Naturalmente, esto pone al desnudo la equivocada aseveración del señor Jorge Alessandri en el discurso mencionado, en el sentido de que la inflación empobrece a todos. Lo anterior demuestra que el obrero tiene un reajuste inferior al alza del costo de la vida y que los bancos obtienen utilidades superiores en más de 200% al índice de la inflación.
Por otra parte, hay que tomar en cuenta que se trata de "utilidades líquidas", y los señores banqueros no consideran en ellas sus propias y elevadas remuneraciones, vale decir, lo que se pagan ellos mismos por algunas reuniones de directorio. Hemos visto que sólo los Bancos Sud Americano y el de Crédito e Inversiones gastaron por este rubro en el segundo semestres de 1969 las "pequeñas sumas" de 222.377 escudos y de 142.206 escudos, respectivamente. ¡Este es el pago de los señores directores!
El examen de las utilidades de estos organismos es realmente impresionante, y -repito- no menos alegre es el cuadro en los tiempos del señor Alessandri y sus gerentes. Sólo el Banco de Chile ha ganado, entre junio y diciembre del año pasado, una suma líquida casi igual a 10 mil millones de pesos.
Los grandes ávidos.
Y los dueños de estas "productivas" empresas -que, por cierto, no es lo mismo que ser propietario de un almacén en Barrancas, a pesar de que los asimilan a la misma categoría- lo son también de muchas otras en distintos rubros de la economía nacional. Ganan hasta hartarse y, sin embargo, les gusta quejarse. Son los dueños de los once principales grupos de empresas del país que controlan no sólo las instituciones bancarias, sino también un porcentaje cercano al 70% del capital de las restantes sociedades anónimas.
Esta avidez del gran empresario exige siempre más amplias granjerias y privilegios, como el que constituyó el famoso negociado de los bonos dólares, ideado y aplicado bajo el Gobierno del señor Alessandri y su equipo de millonarios gerentes. Ahora que el candidato de la Derecha económica y política del país se proclama austero, es bueno recordar en qué consistió ese escándalo. Alguien ha dicho que la austeridad del candidato de la Derecha consiste en lo siguiente: ser el candidato alimenticiamente sobrio de una corte de tragones insaciables que devoran al país con hambres fabulosas e increíbles. Esta frugalidad, que puede ser una virtud privada, o puede no constituir ninguna, pero que en todo caso debe quedar dentro del campo reservado y familiar, se muestra públicamente para engañar a las personas. Nunca ha habido una carnada de tiburones más espesa y más hambrienta de nuevos privilegios que la instalada en los grandes directorios, que obtiene beneficios tan astronómicos y que muy impersonalmente se autodispensa las remuneraciones que corresponden a esos cargos en las sociedades anónimas a que me he referido.
La memorable hazaña de los bonos dólares.
Los famosos bonos dólares fueron una creación de un gerente: el recordado Roberto "Ruca" Vergara, Ministro de Hacienda de don Jorge Alessandri, cuya gestión llevó al país a una inflación desenfrenada y a una crisis espectacular en materia de divisas. Estos bonos dólares eran muy inocentes. Consistían en unos documentos que parecían casi gemelos a los dólares yanquis. No se podían desvalorizar, pues mientras caía la moneda chilena ellos mantenían su cotización a la par con el dólar. Eran reajustables, percibían intereses permanentemente. Servían para toda clase de negocios y llevaban en sí el insigne privilegio de eximir a sus tenedores de la obligación de rendir cuenta del origen de los capitales utilizados en su adquisición. Y sólo a base de bonos dólares ciertos tiburones de las finanzas ganaron un millón doscientos mil escudos, es decir, tres veces el actual presupuesto de la Corporación de la Reforma Agraria. Con complicidad evidente de los círculos de la Derecha, se constituyó en uno de los escándalos financieros más sonados del siglo.
Magia de las granjerias.
Además, en medio de estas operaciones de magia no sólo aparecen y desaparecen conejos en la manga del prestidigitador, sino también radios enteras. Deseo recordar que en ese tiempo la Radio Corporación era propiedad del Banco del Estado. Por arte de birlibirloque, gracias a la brujería de estos sabios que esfuman bienes ajenos, dicha emisora no perteneció más a esa institución bancaria: pasó a manos privadas. Y ahora, muy oronda y orgullosa de la libre empresa, reposa en las manos abaciales de "El Mercurio", de los señores Edwards. Me gustaría pedir, por medio del Senado, la reconstitución de la trayectoria en virtud de la cual esa emisora, propiedad del Banco del Estado, pasó mediante una larga metamorfosis a descansar en las manos del clan Edwards. Se me dirá que de por medio existe una venta y un contrato. Pero quisiera saber cuál es la cantidad y el precio involucrado en ello. Hemos visto también que estos defensores inmaculados de la empresa privada son verdaderos artistas en convertir los bienes públicos en bienes privados que incorporan a sus caudales. Así ocurrió también en el caso de los bonos dólares.
¡Más granjerias, imposible!
Sin embargo, se otorgó otro privilegio a los afortunados compradores de esos documentos: los bonos podrían servir como depósitos para las importaciones. Vino entonces una institución escandalosa: el gran negocio del arriendo de los bonos dólares, es decir, el arriendo del dinero. ¿Quiénes ganaban? Los grandes inversionistas que pudieron colocar capitales a discreción sin declarar origen y sin impuestos especiales. ¿Y quiénes perdían? Los de siempre: el país, los consumidores, la masa inmensa de personas pobres que debían pagar el encarecimiento de artículos importados que suponía la cancelación del curioso "arriendo" de esos documentos para utilizarlos como depósitos previos.
La "chuña" distinguida.
Y este negocio de los bonos dólares fue una verdadera "chuña". A fines de 1961 se habían lanzado bonos al mercado por valor de 70 millones de dólares. Dos años después, en 1963, quedaban en circulación todavía 40 millones de dólares. Más del 50% de esa cantidad se encontraba no en manos del bolichero de la esquina, sino de empresas bancarias, industriales, importadoras y distribuidoras, cuyos nombres se reclutan entre lo más granado y distinguido de los clanes: Banco de Chile, Ford Motor, Cemento Melón, Banco Francés e Italiano, Banco de Crédito e Inversiones, Banco Español, Esso Standard Oil, Banco Sud Americano, Banco Edwards, Papeles y Cartones, Industrias Forestales, CRAV, CODINA, etcétera.
Los nombres de estas' empresas suenan bastante al oído del chileno modesto que día a día, de una u otra manera, contribuye como trabajador o consumidor a formar sus pingües utilidades. Y los nombres de quienes manejan esos organismos en los directorios o listas de accionistas no son menos conocidos. Son ellos los que están sustentando en este momento, sobre todo, la candidatura de la Derecha.
Contra lo que afirma don Jorge Alessandri, la desvalorización de la moneda, que tanto golpea a los trabajadores, no afecta a los grandes clanes. No perjudica hoy a las empresas bancarias, que exhiben en estos momentos -como antes, pero más aún hoy- risueños cuadros de utilidades siempre crecientes. Y no las afectaba tampoco durante la Administración Alessandri.
Los expoliadores elegantes.
Con relación a los bonos dólares, baste señalar que las inversiones en tales documentos, aparte ganar por diversos conceptos, se mantuvieron, como dije denantes, a salvo de la baja del valor de nuestra moneda.
Es preciso recordar que la gestión del señor Alessandri en esta materia fue realmente desastrosa, igual o peor de lo que ha sido la del Presidente Frei. No es de extrañar esto, si consideramos que las orientaciones respecto de la forma de atacar la inflación en esos dos regímenes no han revestido diferencias sustanciales.
Las muy voceadas recetas del señor Alessandri y de su mágico Ministro el señor Vergara vinieron a traducirse en aumento del ritmo de la inflación, con características pocas veces vistas. En un año se sobrepasó el 45%. La crisis del dólar -con la secuela de negociados de quienes tuvieron la "suerte" de prever lo que pasaría- y la drástica desvalorización del flamante escudo recién nacido, constituyeron otra muestra de la maestría de ese equipo de magos de las finanzas, que pasaron directamente desde las oficinas de gerentes- de empresas privadas, donde el lucro es el móvil soberano, a los escritorios de la Presidencia de la República o de los Ministerios.
El cargo de gerente, de ejecutivo de empresa, deja experiencias provechosas. La prosperidad de los grandes negocios durante el régimen de Alessandri lo demuestra así. El manejo de la publicidad para tratar de convencer a la gente de que se puede ser austero aun favoreciendo a los poderosos y manteniendo un índice de 47% de inflación en un año, no es nada extraordinario; además, indica buen aprovechamiento de los procedimientos del negocio privado, que también controla los medios de influir en la opinión pública.
Como dos gotas de agua.
La actual campaña de la Derecha, basada en dos o tres mentiras básicas, trata de imponer un mito, en la misma forma en que se coloca un producto en el mercado al margen de su real calidad.
La buena plata que ofrecieron Alessandri y sus gerentes se hizo humo, del mismo modo como se desvaneció la nueva buena plata prometida por el señor Frei y su "revolución en libertad". Alessandri recibió el dólar a 750 pesos y lo dejó en más de 3.200. Frei lo recibió en más de 3.200 y lo dejará, aproximadamente, en 12 mil pesos o más. La Administración Alessandri utilizó un sistema de determinación del alza del costo de la vida que, fundamentalmente, es el mismo que ha usado el Gobierno de Frei. Ambos Mandatarios han podido así, mediante artilugios y diabluras, hacer el quite a la verdadera realidad de la inflación. Recae sobre los trabajadores, que siempre son las víctimas principales, todo el peso de ella. En ambos períodos, el real poder de compra de los asalariados disminuyó.
Sin embargo, hay quienes insisten majaderamente en que los trabajadores han incrementado sus ingresos reales y en que ahora -ésta es la pintoresca doctrina del Presidente Frei- no se trata de una revolución en libertad, sino que asistimos - me agrada mucho la frase- a una "revolución de aspiraciones", de locos deseos de adquirir artículos no indispensables.
Chile, una patria y no un negocio.
Es cierto que a veces algún Ministro o alto funcionario tiene un momento de debilidad, o sea, de sinceridad. Entonces no deja de reconocer la triste realidad de la miseria general y de la disminución diaria del poder adquisitivo de la gran masa consumidora. Pero, en verdad, es necesario pagar casa, cuentas de luz, agua, extracción de basura, vestuario, médico, estudio de los hijos. ¿Cómo pueden satisfacerse estas necesidades con el sueldo vital? ¿De qué manera puede un obrero afrontar tales gastos con el salario mínimo?
Deseo terminar mi intervención -pese a mis deseos, será incompleta- manifestando que el Partido Comunista, y creo que todo el Movimiento Popular, estima absolutamente indispensable un esclarecimiento constante de la verdad real, tanto del actual régimen como del anterior, porque está en marcha una colosal campaña de engaño y desfiguración, destinada a producir en la opinión pública un engaño colectivo, que le permita mirar, porque el presente es malo, un pasado igual o peor, como especie de solución para el porvenir. El futuro no debe tener nada que ver en materia de inflación, de favorecer a ricos y dañar a pobres, ni con el presente actual ni con el pretérito alessandrista.
Esperamos que, sobre la base de esa conciencia, el pueblo pueda abrirse paso a un porvenir propio, limpio, en que realmente se gobierne para la inmensa mayoría del país y no para un grupo de privilegiados que han hecho de Chile una industria, un negocio, y no una patria.
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