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- rdf:value = " La señora CAMPUSANO.-
Señor Presidente, consideramos importante no dejar pasar inadvertida una fecha que está muy marcada en la historia prontuarial del imperialismo yanqui.
El 25 de junio recién pasado, la República Popular Democrática de Corea ha recordado, igual que todo el mundo progresista, el comienzo de la agresión a su territorio. Norteamérica había encontrado los títeres que buscaba para descargar todo su potencial económico y militar contra un pueblo que pacíficamente construía y construye una sociedad mejor, justa y democrática.
Precisamente ahora, cuando las mujeres coreanas están celebrando el "Mes de Lucha por el Retiro de Corea del Sur del Ejército Norteamericano" (entre el 25 de junio y el 27 de julio), queremos extender nuestra solidaridad y homenaje a ese valeroso pueblo cuya lucha está encaminada a unificar su territorio y limpiarlo de tropas extranjeras. Por eso, recordaremos algunos aspectos que condujeron a la actual situación en esa región asiática.
Además, somos de los que creen que siempre hay que tener presente la experiencia de Corea, Nuestros países están separados por muchos miles de kilómetros, pero enfrentamos al mismo enemigo principal: el imperialismo norteamericano.
Cuando los ejércitos de la Unión Soviética y Estados Unidos vencieron a Japón en la Segunda Guerra Mundial, se eligió como línea límite temporal en Corea, para facilitar el término de la ocupación militar japonesa, el paralelo 38. Fue una medida técnica. Jamás se pensó con ella modificar el derecho de los coreanos a su unidad y, menos aún, impedirles organizarse en forma democrática.
Sin embargo, cabe preguntarse: ¿Por qué, después de 25 años, el paralelo 38 sigue separando a unos coreanos de otros, a padres de sus hijos, a mujeres de sus esposos? ¿Por qué se formaron dos Estados, política y económicamente tan diferentes? ¿Qué sucedió?
En la parte norte, el ejército liberador soviético, junto con el pueblo coreano, destruyó todo el sistema policial y tropas japonesas, liquidó la administración japonesa, prestó ayuda en la organización de la dirección democrática del país, además de poner en práctica medidas para el restablecimiento de la economía. Se fundaron comités populares, que fueron una nueva forma, democrática, de poder.
En cambio, en el sur, las autoridades militares declararon ilegal y prohibieron la actividad de los comités populares. El comando norteamericano anunció que gobernaría provisionalmente mediante los funcionarios japoneses y en base a las leyes japonesas hechas para los coreanos, medida incomprensible, que el ejemplar de "New York Herald Tribune" de la época comentó diciendo: "Esta declaración fue tan estúpida como lo hubiera sido si el General Eisenhower, al liberar París, hubiera tenido intenciones de emplear a los alemanes para la dirección de Francia". Desde Estados Unidos se llevó al político ultraderechista Singman Rhee para encabezar la administración del país, y junto a él se incorporó a once grandes latifundistas y capitalistas.
Desde un comienzo hubo un enfoque diferente en uno y otros sector. En una parte, una organización democrática, con participación de las entidades del pueblo y dirigida por el pueblo coreano, interesada en resolver los problemas de las mayorías. En la otra, un gobierno archirreaccionario, hostil al pueblo coreano y a la causa del progreso, y al servicio de los monopolios y de la política de guerra de Estados Unidos.
Es interesante recordar hoy todo el curso de los acontecimientos en ese país, pues nos muestra los métodos típicos del imperialismo norteamericano en su intento feroz de dominio mundial: la mentira, la presión y la fuerza bruta llevados a su grado máximo.
Si nos remitimos a la Conferencia de Ministros de Relaciones Exteriores de la Unión Soviética, Estados Unidos y Gran Bretaña sobre Corea, realizada en Moscú en diciembre de 1945, veremos que se aceptó el proyecto soviético que planteaba la formación de un gobierno provisional democrático para toda Corea. Este gobierno tendría por base una amplia participación de partidos y organizaciones sociales democráticas. Los norteamericanos no cumplieron el acuerdo; no les podía satisfacer la participación popular. Por eso, se retiraron -el 18 de octubre de 1947- de la comisión que lo debía poner en práctica: el Gobierno de Estados Unidos había llevado el problema coreano a la Asamblea General de las Naciones Unidas, sabiendo que esta organización no tenía derecho a tratarlo, ya que él es parte de la regulación de postguerra, y lo único que cabía hacer era cumplir el acuerdo internacional de la Conferencia de Ministros de Relaciones Exteriores.
Pero, llevado a las Naciones Unidas, la Unión Soviética presentó un proyecto que preveía la salidad de todas las tropas extranjeras del territorio coreano. Fue rechazado. Se aprobó, en cambio, el 14 de noviembre de 1947, el proyecto norteamericano: se creó así la Comisión Provisoria de las Naciones Unidas para Corea, destinada a garantizar elecciones antes del 31 de marzo de 1948, aunque mantenía la ocupación militar norteamericana en la parte sur. Después de las elecciones, debería formarse el "Gobierno Nacional".
En esa situación, al pueblo coreano sólo le quedaba poner en práctica las resoluciones de la Conferencia de Ministros de Relaciones Exteriores realizada en Moscú, aunque fuese sólo en el territorio al norte del paralelo 38.
Como resultado de las profundas reformas efectuadas en Corea del Norte, y después de las elecciones efectuadas a fines de 1946 y comienzos de 1947 en los órganos locales de poder, se estableció el régimen popular democrático.
Mientras tanto, el 10 de mayo de 1948, en Corea del Sur se realizaban elecciones separatistas bajo presión norteamericana. Un clima de terror las precedió. Los derechistas asesinaron a 589 personas. ¿A quiénes eligieron para representar al pueblo? A 84 latifundistas, 33 capitalistas y 23 ex funcionarios del Japón. Esta llamada "Asamblea Nacional" eligió Presidente de la "República de Corea" a Singman Rhee.
El 24 de agosto de 1948, Singman Rhee firmaba en Estados Unidos el llamado Tratado Administrativo, cuya finalidad esencial era prolongar la estada de las tropas norteamericanas en Corea del Sur y preparar un ejército sudcoreano. De ahí en adelante se vivió toda clase de maniobras.
El pueblo coreano respondió a estas acciones separatistas aplicadas por las autoridades norteamericanas, realizando una conferencia de dirigentes políticos y sociales de toda Corea, la que llamó a elecciones el 25 de agosto de 1948. Y en septiembre, se inauguró en Penjián la Primera Sesión de la Asamblea Popular Suprema, que proclamó la fundación de la República Popular Democrática de Corea, se dio una nueva Constitución y aprobó el Gabinete de Ministros.
El Gobierno recién formado declaró que el único camino de unificación pacífica y de garantizar la independencia del país era la salida de Corea de todas las tropas extranjeras y el derecho de los coreanos para resolver por sí mismos su destino. La Asamblea Popular Suprema de la República propuso la evacuación conjunta de las tropas soviéticas y norteamericanas del territorio coreano. El Gobierno de la U.R.S.S. estuvo de acuerdo, y a fines de 1948 retiró totalmente sus tropas.
Las fuerzas norteamericanas permanecieron allí porque Estados Unidos quería, mediante la guerra del pueblo coreano, destruir a la República Popular Democrática de Corea, extender la dictadura de Singman Rhee a todo el territorio y transformarla en una base estratégica en el Lejano Oriente. Estados Unidos necesitaba la guerra para ocultar la ocupación de Taiwán, establecer su control militar, salvar el régimen de Chiang Kai-shek y recuperar prestigio entre los países dependientes en Asia, muy deteriorado por la derrota sufrida en China.
El 25 de junio de 1950, diez divisiones sudcoreanas, concentradas anticipadamente en el paralelo 38, iniciaron la agresión. Desde el 27 de junio, la aviación y la flota naval norteamericanas bombardearon las ciudades y aldeas de la República Popular.
Todo fue sincronizado para "justificar" la agresión. Los representantes del bloque anglo-norteamericano aprobaron, el 25 de junio de 1950, en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, una resolución ilegal que acusaba de agresión contra Corea del Sur a la República Popular Democrática.
Dos días más tarde, otra resolución, aprobada por la intervención de Estados Unidos, llamó a los países miembros de la organización a ofrecer ayuda a Corea del Sur.
Todo esto se hacía teniendo como telón de fondo una ruidosa campaña en torno de la "amenaza comunista", que, según se propalaba, provenía del Norte. Mediante la provocación sistemática de incidentes a lo largo del paralelo 38, trataron de crear la impresión a nivel mundial de un ataque comunista.
La verdad es diferente. Sólo desde enero a abril de 1950 los agresores violaron 1.274 veces la frontera; sus barcos, 42 veces ametrallaron regiones al norte del paralelo 38, y la aviación realizó 71 vuelos, en los cuales ametrallaron diferentes objetivos en territorio norcoreano.
Byron Prices, Secretario General Adjunto de las Naciones Unidas, advirtió en ese entonces que los periódicos norteamericanos debían tener cuidado al tratar las noticias de la batalla coreana, porque "si los Estados miembros de las Naciones Unidas obtienen de los diarios la impresión de que ésta es una guerra norteamericana, el resultado será muy desgraciado para Estados Unidos en muchas partes del mundo".
Y, en realidad, su recomendación fue escuchada. Basta echar una mirada a los cables y artículos reproducidos por "El Mercurio" de Santiago en esos años. Como siempre, ese periódico se identificó con los intereses norteamericanos. Diariamente, cada ejemplar traía con profusión aquellas "cuidadosas" informaciones de la situación coreana.
Cuando empezó la guerra en Corea, el tono del clima imperante en Chile lo daba una violenta represión antipopular. La vigencia de la mal llamada "Ley de Defensa de la Democracia" lanzaba a las cárceles y sitios de relegación a comunistas y a cuanto luchador consecuente había; las persecuciones a los trabajadores no hacían distingos. Entonces, actuando en la ilegalidad, como pudimos expresamos nuestra solidaridad con el pueblo coreano, pues comprendimos que su lucha dejaría una huella imborrable en los destinos de toda la humanidad.
De ahí que el diario que defiende los intereses norteamericanos en Chile, "El Mercurio", con su tradicional ligereza, se quejara en un editorial del mes de julio de 1950 de que "... una propaganda mural que se ha visto proliferar en los últimos días por diferentes calles de la ciudad, repite un slogan de propaganda que parecen de procedencia moscovita. En ellos, en efecto, se proclama: "Chile y Corea libres de yanquis".
Pero las quejas de ese diario, eco del malestar de sus amos ante la conducta solidaria de los trabajadores, llegaban mucho más lejos cuando trataba de desacreditar a los obreros portuarios de Tocopilla que "se niegan a hacer embarques en las naves que llegan hasta ese puerto, ya que se sabe que esos embarques son de materias primas adecuadas para mantener el potencial industrial y agrícola de Estados Unidos, concretamente: salitre y cobre".
Pero el pueblo coreano y su naciente República Popular rechazaron la agresión, y al no escuchar las autoridades sudcoreanas su exigencia de suspender las acciones militares, ordenó a sus tropas contraatacar.
El 7 de julio, el Consejo de Seguridad aceptó una proposición de la delegación norteamericana y entregó la bandera blanca y azul a las tropas agresoras, que desde entonces empezaron a llamarse "Fuerzas Armadas de la ONU".
El aporte a la guerra de los restantes miembros de la organización internacional, aunque muy presionados por Estados Unidos, fue insignificante. A los aliados correspondió sólo el 10% de las tropas terrestres, menos del 7% de las navales, y poco más del 1% de las aéreas. Colombia envió mil soldados. Todo el peso de la guerra descansaba en las tropas norteamericanas, que en Corea alcanzaban a 450 mil hombres.
La agresión de Norteamérica fue repudiada en todo el mundo y se organizó un vasto movimiento de solidaridad con el pueblo coreano.
El pueblo chino, comprendiendo el alcance de esta agresión, el 25 de octubre de 1950 envió al combate varios destacamentos de voluntarios. La situación comenzó a cambiar de tal manera, que el General en Jefe de las tropas de la ONU, en su desesperación, sólo veía como salida de la situación el lanzamiento de la bomba atómica sobre Corea.
La derrota infligida por el pueblo coreano obligó a los imperialistas a negociar la paz, propuesta en numerosas oportunidades por la Unión Soviética y otros Estados.
La presión de varios Gobiernos exigiendo el término de la guerra, mostró a los dirigentes de Estados Unidos el aislamiento en que quedarían si no se le ponía término. El pueblo norteamericano, como todos los pueblos, desempeñó en esto un importante papel. Estados Unidos perdió allí, en tres años, no menos de 400 mil hombres, entre muertos, heridos y prisioneros.
Los militares y políticos estadounidenses dieron toda clase de explicaciones por el fracaso de su guerra contra Corea del Norte. Dijeron que no la hicieron con toda la fuerza, que sólo eran operaciones policíacas limitadas.
Es necesario recordar que el Gobierno norteamericano lanzó al combate lo fundamental de sus Fuerzas Armadas. El ejército de 450 mil hombres, por su número, era poco menor al que tenía en Europa durante la Segunda Guerra Mundial; estaba equipado con la técnica más moderna; disponía de tanques y artillería de todo tipo. A fines de la guerra, en Corea había más de 10 mil aviones. En total, la aviación arrojó 448 mil toneladas de bombas, contra 972 mil toneladas lanzadas por la aviación norteamericana en Europa en los años de la Segunda Guerra Mundial. Estados Unidos llevó a Corea 73 millones de toneladas de diferentes materiales de guerra. Durante el conflicto pasaron por ese país 4,9 millones de militares estadounidenses. Es decir, seriamente no se puede calificar la guerra de Corea como "simples acciones policíacas".
El acuerdo de armisticio, que suspendió la guerra, se firmó el 27 de julio. Lo que ha pasado posteriormente es bien conocido.
El 1º de octubre de 1953 se firmó un tratado de "defensa mutua" entre Estados Unidos y Corea del Sur. Este nuevo tratado violó las condiciones del armisticio, que exigía la salida de las tropas extranjeras de Corea, y prevé la estadía permanente de las Fuerzas Armadas norteamericanas en Corea del Sur.
En vista de los rechazos a los proyectos de reunificación y acercamiento de las dos partes coreanas, y considerando los acuerdos de Estados Unidos con Corea del Sur -como también los de este país con Japón-, que son foco permanente de provocación hacia los países socialistas, Corea del Norte firmó en Moscú, el 6 de junio de 1961, un acuerdo de amistad, colaboración y ayuda mutua con la Unión Soviética.
Cuando la Federación Democrática Internacional de Mujeres envió una delegación a entregar la solidaridad de todas las madres del mundo a las mujeres de Vietnam, entre las delegadas iba una representante del pueblo coreano: la señora Choi Keum Za. Me parece escucharla diciendo a las mujeres de Vietnam que su lucha no sólo representaba la independencia de ese país, sino que significaba la defensa de la paz en el sudeste asiático y en el mundo. La presencia de una coreana en esta delegación significó mucho para las mujeres vietnamitas. La victoria sería alcanzada.
En Corea dividida se pueden observar dos mundos diferentes: el capitalista, con todas sus miserias, y el socialista, con todo el esfuerzo por el progreso al servicio de la felicidad de la pareja humana.
En Corea del Sur, donde los ocupantes norteamericanos actualmente alcanzan a más de 60 mil hombres, se advierten fácilmente los preparativos para una nueva guerra agresiva contra el Norte, los que han sido acelerados desde que en 1961 se estableció la dictadura militar de Par Jung Hi. A este país se han introducido en gran escala las armas de exterminio masivo. En 1968, el número de bases atómicas alcanzaba a 34, y se han construido más de 200 puertos militares.
Mientras tanto, al otro lado del paralelo 38, la República Democrática de Corea ha reconstruido la vida económica, saneándola, limpiándola de todo aquello que la entorpece.
Al firmarse en 1953 el armisticio, la prensa norteamericana aseguraba que la República Democrática Popular de Corea difícilmente alcanzaría un nivel de vida adecuado en un plazo de 100 años, deducción que hacían considerando el monto de la destrucción en su territorio. Sin embargo, la fuerza renovadora surgió potente. Corea del Norte primeramente reconstruyó sus fábricas y escuelas. En ese territorio hoy día se ve una economía floreciente, sana y fuerte; enormes fábricas dan vida a sus ciudades. Se crearon las escuelas y las universidades necesarias al país, hospitales y todo aquello que ayuda al bienestar de un pueblo. En el reciente viaje a Corea del Norte que hiciera una delegación del Partido Comunista, el Diputado Orlando Millas y Eliana Ahumada pudieron comprobar la superación asombrosa del nivel de vida que han tenido los trabajadores de ese país. A los chilenos, que vivimos económicamente angustiados, podría parecemos increíble que, tal como lo vio Millas, el Estado entregue en forma gratuita a todos los habitantes dos tenidas completas de ropa al año, una de invierno y otra de verano. La base de esta medida del Gobierno socialista coreano la encontramos en el vertiginoso desarrollo de la industria textil y, por supuesto, en su carácter popular democrático.
Corea del Norte primeramente reconstruyó sus fábricas y escuelas. En ese territorio hoy día se ve una economía floreciente, sana y fuerte; enormes fábricas dan vida a sus ciudades. Se crearon las escuelas y las universidades necesarias al país, hospitales y todo aquello que ayuda al bienestar de un pueblo. En el reciente viaje a Corea del Norte que hiciera una delegación del Partido Comunista, el Diputado Orlando Millas y Eliana Ahumada pudieron comprobar la superación asombrosa del nivel de vida que han tenido los trabajadores de ese país. A los chilenos, que vivimos económicamente angustiados, podría parecemos increíble que, tal como lo vio Millas, el Estado entregue en forma gratuita a todos los habitantes dos tenidas completas de ropa al año, una de invierno y otra de verano. La base de esta medida del Gobierno socialista coreano la encontramos en el vertiginoso desarrollo de la industria textil y, por supuesto, en su carácter popular democrático.
El desarrollo abarca todas las ramas de la producción. En el resurgimiento se aprovechan todas las posibilidades. Es grato comprobar que allí el 80% de las mujeres están incorporadas a la producción, cifra que por sí sola habla de la importancia de la mujer en la nueva sociedad coreana. Por lo mismo, se cuentan 73 mujeres entre los Diputados de Corea del Norte.
Corea socialista, como resultado de las profundas transformaciones realizadas por su pueblo, se convirtió en una potencia industrial de Asia.
Los éxitos de la República Popular de Corea aparecen con más evidencia si se los compara con la situación reinante al otro lado del paralelo 38, donde domina un régimen derechista policial, que es una base estratégica para los monopolios norteamericanos, y mercado para sus productos. La industria que se desarrolla en Corea del Sur es la militar.
Los gastos militares del Gobierno sudcoreanos alcanzaban al 50% ó 70% del presupuesto nacional, porcentaje que en 1969 aumentó, repercutiendo catastróficamente en su economía y, por lo mismo, en el nivel de vida de su pueblo.
Corea del Sur es un cuartel militar que concentra enormes fuerzas militares. Por eso persiste la situación crítica capaz de hacer estallar en cualquier momento una nueva guerra. De esta peligrosa situación habla, por ejemplo, el caso tan conocido del buque espía norteamericano "Pueblo", que violó las aguas territoriales de la República Democrática de Corea; el caso de la penetración al espacio aéreo de Corea socialista del avión espía "EC-121" y de helicópteros; como también los ejercicios militares provocativos a lo largo de la línea de demarcación.
Al recordar la importante fecha del 25 de junio, uniéndonos así, además, a los actos del "Mes de Lucha por el retiro de Corea del Sur del Ejército Norteamericano", de las mujeres coreanas, no podemos dejar de mencionar los casos de Im Mioc Suc y Kim Piam Hom. Estas dos mujeres, que fueron esposas de dos periodistas coreanos asesinados, desde tres años se encuentran en cárceles del régimen sudcoreano por el delito de querer ver libre a su patria. En estas valerosas mujeres vemos el drama y el espíritu de lucha indoblegable de las mujeres coreanas.
Ruego hacer llegar a la República de Corea del Sur la petición de libertad para esas dos combatientes de su pueblo.
Finalmente, quiero saludar la presencia en nuestro país de una misión comercial de la República Popular Democrática de Corea, que, dicho sea de paso, hasta ayer aún no había sido recibida por el Ministro de Relaciones Exteriores.
Ruego oficiar en mi nombre al Ministro señor Valdés, a fin de que reciba a esta embajada comercial.
El señor SULE.-
Que se agregue mi nombre.
El señor CHADWICK.-
Y el mío.
El señor CONTRERAS.-
Que se envíe el oficio a nombre del Comité Comunista.
El señor LUENGO (Presidente accidental).-
Se enviará el oficio solicitado en nombre del Comité Comunista, y de los Honorables señores Sule y Chadwick.
La señora CAMPUSANO.-
Termino expresando mis más fervientes votos por el desarrollo de las relaciones amistosas entre nuestros pueblos, como también por las relaciones que desde hace años ya deberían existir entre el Gobierno de Chile y la República Popular Democrática de Corea.
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