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- rdf:value = " El señor NOEMI (Vicepresidente).-
El Comité Radical cedió el resto de su tiempo al Honorable señor Teitelboim.
Tiene la palabra Su Señoría.
Después de la elección presidencial.
El señor TEITELBOIM.-
Señor Presidente, quiero tocar el mismo problema abordado aquí por el Honorable señor Luengo.
El compromiso de Alessandri.
Deseo, ante todo, leer las expresiones textuales de una carta publicada el 26 de julio de 1970, firmada por don Jorge Alessandri Rodríguez. En ella se expresa:
"He manifestado en forma pública, que yo no aceptaría ser designado Presidente de la República si no obtuviere la primera mayoría en las urnas.
"Con el objeto de contribuir a la paz y la concordia que deben existir entre todos los chilenos, reitero que acepto públicamente, desde ya, que se proclame al candidato que obtenga la primera mayoría en las urnas.
"Este pronunciamiento público, estoy cierto, contribuirá a la pacificación de los espíritus, lo que será apreciado por todos los chilenos.
"Soy partidario, a mayor abundamiento, de tomar todas las otras medidas que tiendan a evitar lealmente un clima de violencia, que sólo perjudica al país.
"Lo saluda muy atentamente su afmo. amigo.
"Jorge Alessandri R."
Quiebra de la palabra.
He aquí la carta publicada el 26 de julio de 1970, suscrita por don Jorge Alessandri Rodríguez. Y he aquí, también, la declaración que acaba de formular hoy don Jorge Alessandri Rodríguez, diciendo absolutamente lo contrario, deshonrando su firma, quebrando lo que calificó como su última palabra. Sobre todo en el penúltimo párrafo de su carta, particularmente grave, sostiene, como lo leyó el Honorable señor Luengo, que "En el caso de ser elegido por el Congreso Pleno, renunciaría al cargo, lo que daría lugar a una nueva elección. Anticipo, desde luego, en forma categórica, que en ella yo no participaría por motivo alguno."
El párrafo en referencia empieza, pues, diciendo "En el caso de ser elegido por el Congreso Pleno", lo cual significa que quebranta en forma abierta, flagrante, tal vez como nunca se vio en la historia del país, en cuanto a perjurio y a romper una palabra que él siempre ponderó por encima de todo: "yo no aceptaría ser designado Presidente de la República si no obtuviere la primera mayoría en las urnas". Sin embargo, luego dice: "En el caso de ser elegido por el Congreso Pleno..." ha obtenido la segunda mayoría, con lo cual quiebra y viola su promesa en forma que constituye una burla para el país y, finalmente, una especie de suicidio moral definitivo para un hombre que precia mucho y con grandes autoalabanzas su propia dignidad.
Los que sólo saben ganar y no perder.
Luego, el señor Alessandri dice que "renunciaría al cargo, lo cual daría lugar a una nueva elección". Quiere decir que se trata de una simple trampa política, de una trapisonda, de un juego con el país, de una falta de respeto abismal respecto de los chilenos, de una sucia maniobra.
En seguida agrega: "Anticipo, desde luego, en forma categoría, que en ella yo no participaría por motivo alguno." Se sabe que después de la derrota clara en las urnas derrota que Salvador Allende aceptó el 4 de septiembre de 1958, al acatar el estrecho margen de ventaja que entonces obtuvo don Jorge Alessandri sobre su candidatura, y reconoció la victoria de éste, el vencedor de ayer, que es el derrotado de hoy, no se resigna, desconoce su derrota, lo cual quiere decir que sólo sabe ganar y no sabe perder.
Los insultos de hace una semana:
Más adelante, agrega que en esta nueva elección "no participaría por motivo1 alguno". ¿Qué hay detrás de esto? Uña conspiración grosera, casi inverosímil, en un país que se ufana de cierta limpieza de procedimientos. Algunas personas intentan un olvido vertiginoso después de haber cubierto de injurias a la Democracia Cristiana, de realizar contra ella, por parte del comando alessandrista y del propio candidato, la campaña más dura y más cruel. La elección presidencial acaba de cerrarse; y si nosotros leemos los diarios de una semana atrás, podremos observar páginas enteras de denuestos y ataques inmisericordes del alessandrismo contra el partido de Gobierno. Ahora anhelan borrar rápidamente este rosario de improperios y suplican a la Democracia Cristiana que les salve sus privilegios, prometiéndole que ellos se arrinconarán en la penumbra oscura de los que han renunciado al poder político, a cambio de que se les respete y garantice la bolsa. Y por ello, su sueño dorado, a través de este plan tan retorcido, de un maquiavelismo tan de trocha angosta, tan artificioso, es conseguir que el Partido Demócrata Cristiano vote por don Jorge Alessandri, prometiéndole que en seguida, como si se tratara de un juego de niños en que el país no importara nada, resignará este cargo mal habido, a fin de abrir paso a una nueva elección 60 días más tarde, donde el candidato presidencial ellos lo ofrecen en bandeja podría ser el actual Presidente Frei u otra personalidad de la Democracia Cristiana. Tal es el juego increíble.
Cegados por la historia.
Creo que ni el más rebuscado de los autores pudo urdir una maniobra más enrevesada, más divorciada del sentir del país, de la tradición chilena, del buen sentido, de la sensatez.
Se dice que los dioses griegos cegaban a los que querían perder. Yo creo que han cegado a los que ya han perdido.
En realidad, esta maniobra no tiene parangón alguno en nuestra historia republicana, y representa un juego peligroso, que incluso puede resultar trágico.
Lo deploramos desde el punto de vista de la contemplación de la historia y del destino de las personalidades humanas. En el caso mismo del señor Alessandri, lo hemos visto, a través de la televisión, arrastrar difícilmente una candidatura pesada, que, por cierto, para las fuerzas debilitadas de sus años más que maduros, resultaba una carga casi insoportable. Pero él trataba de mantener en pie la autoimagen del hombre íntegro, ajeno a toda la politiquería. Porque, desdeñando todo examen sociológico, su planteamiento, más allá de la lucha real entre Derecha e Izquierda, entre pueblo y antipueblo, entre oligarquía y trabajadores, él rechazaba con desdén casi olímpico tales alternativas, para decir que su duelo se entablaba decidido, rotundo, enérgico, contra la politiquería, el mal de Chile.
"Record" mundial de politiquería.
Pues bien, esta maniobra constituye el "record" mundial de la politiquería. Está suscrita por su mano, que podía ser temblorosa con respeto, pero que en este momento quebranta su propio autocompromiso, sin decoro alguno por la palabra empeñada sin que nadie se lo pidiera, y voceada a todos los puntos cardinales.
Yo estimo que el país dará una respuesta digna, una réplica viril a esta acechanza deleznable con que se quiere desconocer la voluntad popular expresada constitucionalmente en las urnas, a la cual pretenden burlar.
Lo recordó el Honorable señor Luengo. El señor Alessandri sostuvo que él erradicaría los malos hábitos políticos. Y esto, que no constituye un hábito, porque rompe todas las costumbres, esta declaración realmente inverecunda e insólita, incomparable por su infinita falta de respeto por la voluntad ciudadana, en la cual propone un juego, un arreglín, ¿puede ser tolerado por un país o por un pueblo como el nuestro?
El país no aceptará la burla.
¿Puede, incluso, ser aceptado por centenares de miles de personas que votaron por Jorge Alessandri haciendo fe en la honestidad de sus palabras, en la firmeza de sus pronunciamientos, en la seriedad de sus decisiones y de los compromisos que tomaba ante el país, en el sentido de no permitir jamás ser designado Presidente de la República si no obtenía la primera mayoría en las urnas? ¿Acaso centenares de miles de alessandristas, de chilenos que creyeron en él, pueden olvidar sus palabras de que aceptaba públicamente, desde ya, que se proclamara Presidente al candidato que obtuviera la primera mayoría en los comicios; de que era partidario de adoptar las otras medidas tendientes a evitar lealmente un clima de violencia que sólo perjudica al país? ¿Creen por ventura, el señor Alessandri y aquellos que tan mal lo aconsejan, que el país aceptará pacíficamente, mansamente, que todo nuestro sistema institucional y nuestros hábitos democráticos se conviertan en una irrisión, que se haga tabla rasa de la voluntad expresada en forma libre por la ciudadanía, para entrar en una especie de comedia, para borrar de una plumada la decisión del pueblo, después de haber jurado cien veces que se respetaría su voluntad?
El país no lo aceptará. Y estoy cierto de que no lo aceptará nadie que haya votado por Salvador Allende o por Radomiro Tomic. Estoy seguro de que lo rechazarán también centenares de miles de personas que sufragaron por Jorge Alessandri porque creyeron en sus autoformulaciones, tan claras, tan definitivas e inequívocas, que no autorizan descender al examen misterioso de una expresión ambigua y oscura, porque son de una precisión cristalina, meridiana, absoluta. No permiten ninguna interpretación diferente de lo que dijo el señor Alessandri: "He manifestado mi última palabra, de que yo no aceptaría ser designado Presidente de la República sin obtener la primera mayoría en las urnas." No la obtuvo. Logró el segundo puesto. ¿Cómo pretende ahora alcanzar la Suprema Magistratura por decisión del Congreso, si él dijo que la rechazaría en esas circunstancias? ¿Cómo pueden creerle centenares de miles de alessandristas honestos, cuando reiteró públicamente que aceptaba "que se proclame al candidato que obtenga la primera mayoría en las urnas", alcanzada por Salvador Allende?
El puñado de la avidez.
Se equivocan tanto el candidato derrotado, Jorge Alessandri, como sus consejeros áulicos y los jefes de esta maniobra contra el país, si creen que éste la admitirá.
No será una minoría quien la repudie, sino la inmensa mayoría de la nación. Sólo un grupo reducidísimo, ávido, enloquecido, porque está viviendo el anuncio del fin de sus injustos privilegios, es el que trata de arrojar al país y no le importa pagar este precio a un guerra civil, con tal de que se mantengan sus posiciones cuyo dominio la historia ya no tolera más.
Por estas razones, estimamos que el documento en análisis, que rechazamos airadamente, es de una gravedad única entre las declaraciones políticas conocidas en la historia de nuestro país.
En el día de ayer, 8 de setiembre, aparece publicado en "El Diario Ilustrado" un telegrama de SOPESUR en el que el Diputadopor Cautín don Víctor Carmine formula la siguiente declaración personal:
"A los chilenos:
"Conocido el resultado del acto electoral del 4 de septiembre, me dirijo a mis conciudadanos para expresarles:
"1º) Que reconocemos el legítimo triunfo del candidato Salvador Allende Gossens, y que respetamos plenamente la voluntad popular libremente expresada en las urnas."
La actitud de Tomic.
Por eso, estimo que no me equivoco si declaro que inclusive entre los propios alessandristas y sabemos de muchos casos hay quienes han reconocido el triunfo de Salvador Allende y se han acercado a las filas de la Unidad Popular para cumplimentarla por esta victoria del candidato del pueblo. Se sabe, además, que el abanderado presidencial de la Democracia Cristiana, el señor Radomiro Tomic, concurrió personalmente, al día siguiente de terminado el acto electoral, al hogar del Presidente electo para saludarlo.
El señor NOEMI (Vicepresidente).-
¿Me permite, señor Senador?
Ha terminado el tiempo del Comité Radical.
Puede continuar en el del Comité Comunista.
El señor TEITELBOIM.-
Muchas gracias, señor Presidente.
El señor Tomic jamás se amarró, como Jorge Alessandri, a la promesa solemne y pública contraída ante el país, de que reconocería a quien obtuviese la primera mayoría; sin embargo, el señor Tomic fue a abrazar a Salvador Allende y reconoció su victoria. Con ello está adoptando una actitud de decencia política y de moral republicana. Con ello ha demostrado, también, ser un perdedor leal. En su declaración formulada la misma noche en que se conoció el resultado de las urnas, dirigida a los democratacristianos, dice: "A lo largo de estos 30 años hemos conocido más derrotas que victorias."
El Partido Demócrata Cristiano condena la declaración de Ortúzar.
También debemos recordar que el Consejo del Partido Demócrata Cristiano condenó la declaración del comando alessandrista, de corte realmente sedicioso, leída por Enrique Ortúzar después de manifestar que el candidato no había sido consultado a propósito del documento. No se trataba, sin embargo, de un paso aislado o en falso, pues el señor Alessandri adoptó la misma actitud. En la declaración de la Democracia Cristiana, publicada el 8 de septiembre de 1970, después de iniciar el análisis de la situación política creada a raíz de la elección presidencial, en el punto 4º se pide "Rechazar los conceptos y las intenciones que, contenidos en una declaración formulada en el día de ayer por el Presidente del comando alessandrista, don Enrique Ortúzar E., buscan alterar de un modo ilegítimo la conclusión lógica que emana de la consulta popular realizada el 4 de septiembre, en que hubo libertad moral y respeto para quienes expusieron los fundamentos de su alternativa ante la ciudadanía del país."
Más adelante, en el punto sexto, expresa:
"Formula también un llamado urgente al patriotismo de los chilenos a fin de evitar las actitudes de temor o de desesperanza, y estimular por el contrario, un férrea unidad en torno a los valores de la democracia, únicos capaces de asegurar el porvenir del país."
El sabotaje económico.
Sería limitado o fragmentario reducir la actitud sediciosa de la Derecha simplemente al plano político, a su oferta a la Democracia Cristiana de tan descabellado salto en el vacío, de esta aventura, de este juego fatídico, mortal e indecoroso, de que vote por Jorge Alessandri para que éste, una vez elegido Presidente de la República mediante tamaño arbitrio, renuncie a fin de que se convoque a nuevas elecciones. Digo que es limitado este enfoque, porque el país está conteste en que, en forma orquestada y organizada por un pequeño grupo, se vive una atmósfera, no sólo de conspiración política, sino también de sabotaje económico, de intento de paralización de la actividad financiera, industrial y comercial.
Los magníficos demócratas, los que se desgarraron mil veces las vestiduras, con lágrimas en los ojos, diciendo que la voluntad del pueblo es sacrosanta, ahora la humillan y la quebrantan, se ponen al desnudo políticamente con una maniobra turbia, espuria, que por cierto ni la República, ni la ciudadanía ni el pueblo tolerarán. Pero además han desatado, así como antes, una campaña del terror descubierta y analizada por la Cámara a la luz de documentos fehacientes que demostraron que se trataba de espantar a toda la opinión pública, conforme a un mandato recibido del comando alessandrista, que ordenaba e instruía a la letra: "Desatar una campaña directa, brutal, del terror". Expresiones textuales, sorprendidas en anotaciones taquigráficas de la libreta del señor Fernández Zegers, encargado principal de esta campaña encaminada a dejar despavorido a medio Chile.
Segundo capítulo de la campaña del terror.
La campaña del terror fracas�� en su primer capítulo, y no consiguió la Presidencia de la República para Jorge Alessandri. Ahora comienza el segundo capítulo, el cual está inspirado en la acción de una central distribuidora de rumores, mentiras, de versiones espeluznantes que propagan la zozobra, la inquietud, la angustia y la desesperación a todos los sectores, difundiendo la impresión de que en Chile ya no se podrá vivir. Y para este efecto se ha comenzado con el sabotaje, con la paralización económica, con las corridas contra ciertas Asociaciones de Ahorros y Préstamos, con especulación bursátil, con maniobras de parte de bancos que niegan el crédito a los comerciantes e industriales, a fin de producir una cesación de pagos. No es raro sorprender a pequeños grupos de individuos que llegan a un almacén, a una tienda o a una fuente de soda para mentir a su propietario: "Nosotros somos de la Unidad Popular. Hemos triunfado. Ha llegado la hora de la revolución. Por lo tanto, usted y nosotros debemos estar felices, porque ya no vamos a pagar la luz eléctrica, el gas ni el agua, ni tendremos tampoco que cancelar a nuestros proveedores, porque esta es la revolución." Lo sabemos, porque en ese instante se han encontrado con otros compradores de la Unidad Popular que los han sorprendido. Son agentes enviados. Se trata de una acción sembradora de pánico, distribuida por todas partes.
Los traficantes con la patria.
Dos noches antes de la elección presidencial, se atentó contra el domicilio del candidato de la Unidad Popular, actual Presidente electo de la República, Salvador Allende, por grupos de la "canalla dorada", como los llamaba el padre de Jorge Alessandri, que bajaron de la Avenida Providencia.
Hoy, de nuevo, "La Segunda'", en su campaña de azuzar el pavor, publica una información muy destacada acerca de unos disparos descargados frente al edificio de la Embajada Británica, hiriendo a un carabinero de facción. Le hemos dicho a nuestra gente que guarde la más absoluta disciplina; que proceda con la mayor calma, porque aquí los interesados frenéticos en la violencia se reclutan en la Derecha derrotada, que sólo cifra su esperanza de ganar creando un clima de caos y de sangre, pero también le rezan al General Viaux.
Por otra parte, como se dijo en la "Secuencia Fatal", de que habla el documento publicado por la campaña alessandrista, se augura que inevitablemente un Gobierno de la Unidad Popular suscitaría dificultades internacionales con nuestros vecinos. Entonces los "patriotas", los patriotas al tanto por ciento, los patriotas de bolsillo, los patriotas del negocio, pero no patriotas de la Patria, contarían con la ayuda de un ejército extranjero.
Los devoradores de dólares negros.
Se trata de espantar a medio mundo; se trata de sembrar el pánico; se trata de hacer que en este país cunda la desesperación. A raíz de ello, el Presidente electo de la República visitó hace dos días al Presidente Frei para tratar dichos problemas. El Primer Mandatario declaró que cumpliría su obligación constitucional de mantener el orden público y también de defender la economía nacional, que en este momento permite a los más desaforados agiotistas realizar suculentos negociados, incluso con la moneda nacional. ¡Están haciendo su agosto con el dólar negro! ¡Están produciendo una baja artificial de los valores y propiedades al murmurar a la gente que le quitarán sus casas! ¡Mentira! ¡Le dicen que les quitarán sus automóviles! ¡Mentira! Pero tanto lo repiten, tanto lo han dicho, que algunas personas ingenuas han caído en el garlito, se han dejado embaucar. Entonces les compran sus propiedades o automóviles a medio o a cuarto precio, a precio vil, con lo cual estos "patriotas" hacen otro negocio más, a cuenta de la República, de la democracia, hinchando sus caudales.
La visita de Allende a La Moneda.
Por esta razón, pues, en la visita del Presidente electo, doctor Salvador Allende, y del Comando de la Unidad Popular a La Moneda, se recordó y denunció que determinados elementos, vinculados a ciertos círculos financieros de la extrema Derecha, intentaban, mediante diversas maniobras, promover un ambiente de perturbación en la actividad bancaria y en el conjunto de la economía del país.
Una de las formas de realizar estas maquinaciones consiste en las corridas de fondos de los bancos y de las Asociaciones de Ahorros y Préstamos, queriendo hacer creer que por ese clima podría llegarse a una paralización de pagos y cierre de las actividades productivas.
Tal fenómeno no se produce por primera vez: algunos de los actuales magnates hicieron su fortuna jugando a la especulación, a la baja del valor de las acciones y de las propiedades y desarrollando un cierto pánico en el mercado bancario en los años 1938 y 1952, cuando fueron elegidos Presidentes de la Repúblicadon Pedro Aguirre Cerda y don Carlos Ibáñez del Campo, respectivamente.
Por lo tanto, se trata del propósito de obtener ganancias ilícitas a costa del temor infundado deliberadamente esparcido, de una actitud antipatriótica y sediciosa.
El programa de la Unidad Popular va a garantizar y favorecer a los depositantes, a las inmensas masas de clientes que carecen del crédito oportuno y suficiente, porque hoy vemos que más del 50% del crédito bancario lo disponen y manipulan 500 personas. Y son estas 500 personas las que están fabricando el terror.
El pánico como negocio de especuladores políticos y económicos.
Queda absolutamente esclarecido que el programa de la Unidad Popular señala el resguardo de los derechos de los pequeños y medianos accionistas. Esto quiere decir que cualquiera que sea el deterioro y el precio que alcancen como consecuencia de especulaciones bursátiles, se les garantizará su valor real, de acuerdo al activo de sus respectivas empresas.
Los depositantes de cuentas de ahorro en el sistema de ahorro y préstamo, como en los demás sistema de ahorro en actual vigencia, tendrán plenamente garantizados sus derechos, entre ellos el del mantenimiento de su poder adquisitivo y el goce de sus respectivos intereses.
Como vemos, el pánico es un negocio político, es un peculado financiero económico, de una minoría que siempre lo ha hecho sin ningún respeto por el pueblo y sin ningún respeto tampoco por el país y los valores patrióticos de que tanto alardea.
Otros dicen que se procederá al cierre de las fronteras. ¡No hay disparate que no se propale! Se ha creado una atmósfera de histeria, donde el uno por ciento de los chilenos, o menos ese pequeño puñado que será afectado en sus privilegios soberbios y desmedidos quiere espantar al 99% de los chilenos, que son los que serán favorecidos por el Gobierno popular.
El puñado que fabrica el miedo.
Repetimos: los únicos afectados por un Gobierno popular y por el cumplimiento de su programa, que es un documento serio, científico, racional, elaborado conforme a las necesidades del pueblo y a las características propias de la historia de Chile en desarrollo, serán los grandes inversionistas extranjeros, a fin de asegurar que la riqueza de Chile sea para la patria y retorne al patrimonio nacional, a fin de evitar esa gigantesca sangría que significa extraer de Chile cerca de 500 millones de dólares al año que van a enriquecer las arcas de los "truts" norteamericanos.
En segundo término, lógicamente, también serán afectados los monopolios tentaculares de la distribución, de la banca y seguros. Son unos pocos nombres, que se repiten insistentes en todos los directorios, que controlan influyentes órganos de publicidad y también alquilan a numerosos periodistas, que les sirven para difundir por todas partes la campaña del miedo, que es la campaña de la mentira.
Finalmente, también se procederá a culminar el proceso de la reforma agraria, en forma masiva, acelerada, racional.
Ni paraíso, ni infierno, ni purgatorio.
Nadie será afectado por el Gobierno popular. Con éste ganarán los industriales, las grandes empresas que no sean monopolistas y también los grandes comerciantes que tampoco lo sean. Por cierto, la clase media conocerá una situación mejor, como asimismo todos los trabajadores del país: obreros, campesinos, empleados, maestros, profesionales, la mujer del pueblo, la mujer dueña de casa. Se pondrá coto a la inflación. Este país no será una industria ni un negocio, sino que será una patria, donde todos nosotros nos pondremos a trabajar. No se nos ofrece el paraíso, ni tampoco se dice que los problemas vayan a solucionarse de la noche a la mañana. Todo el país se pondrá a trabajar, pero para él y no para una pequeña minoría, que ha abusado secularmente del esfuerzo colectivo de los chilenos, de acuerdo a sus egoístas intereses.
Gobierno de muchas fuerzas.
A su vez, queremos manifestar que éste será un Gobierno, como lo dice nuestro programa, democrático, pluripartidista, donde participarán, sin hegemonía de ningún grupo ni partido, socialistas, radicales, comunistas, Partido Social Demócrata, MAPU, API y todos aquellos chilenos del pueblo que quieran colaborar al cumplimiento de ese programa.
Por lo tanto, es una falsía absoluta afirmar que se trata de un Gobierno comunista, ni siquiera de uno marxista, porque en esta combinación, que es pluralista para emplear un término cristiano van a colaborar marxistas con gente de fe religiosa, con racionalistas; se respetarán todas las ideologías políticas y, por cierto, todos los credos. Sin duda, también habrá una oposición. Esperamos que ésta se mantenga dentro de las leyes de la República y no se dedique a conspirar. Además, será un régimen y un Gobierno donde se celebrarán elecciones libres, por sufragio secreto y universal, en las cuales podrán sufragar, conforme a la última modificación constitucional, que entrará en vigencia a partir de los próximo comicios, todos los chilenos mayores de 18 años. Y en esas elecciones las próximas entiendo que son las municipales, que se van a celebrar en abril del año venidero podrán participar todos los partidos, por cierto, indudablemente. Y esperamos que allí la voluntad popular se manifieste por decisión mayoritaria con el nuevo curso de la historia de Chile abierto por el triunfo de la Unidad Popular.
Margen de concordancia.
Queremos también decir que, siendo éste un movimiento serio y responsable, que cumplirá con su programa, esperamos encontrar un margen de concordancia apreciable con el Partido Demócrata Cristiano, en cuanto ambas postulaciones presidenciales coincidieron en ciertos problemas y en ciertas soluciones.
Rendimos homenaje a los hombres y mujeres que dieron su votación a Allende, la cual ha sido formidable por las condiciones en que se logró. Algunos arguyen que el porcentaje de votación de Salvador Allende se especula mucho con ello es inferior al obtenido el año 1964; pero se calla en forma deshonesta que ambas elecciones fueron distintas, porque esta elección se libró entre tres candidatos, que entraron a la lucha, se mantuvieron en ella, se hicieron el peso y disputaron arduamente la decisión electoral. En cambio, la elección se 1964 se realizó en torno de una polarización; de manera que el tercer candidato, el señor Durán, no tenía nada que hacer, y por eso obtuvo menos del 10% de la votación del triunfador.
Aviso falso.
Entre paréntesis: uno de los últimos avisos desesperados e infamantes, publicado por el comando alessandrista contra la candidatura de Tomic, dijo: "Se ve que el señor Tomic no ha tenido el gesto moral del Senador Duran, que se retiró de la lucha. En vista de esto, llamamos a los votantes tomicistas a no acompañarlo." No tengo a mano el anuncio. Mi referencia no es textual. Ese es su contenido, no obstante. ¡Pero el señor Julio Duran no se retiró de la lucha! Es un aviso fundado en una mentira, bajo el supuesto de que el pueblo chileno tiene tan mala memoria que le pueden decir cualquier paparrucha
y que se la va a tragar. ¡ Oh, insigne respeto por el pueblo chileno de estos patricios amantes, sacrificados, desprendidos, representados en cuanto a moral de clase y a decadencia, también lastimosamente, por su propio candidato! Porque él dijo urbi et orbi que nunca buscó ninguna dignidad. ¡Nunca! Las dignidades lo buscaron a él. La historia, las crónicas, la documentación del pasado nos dicen que las buscó febrilmente, con una pasión inconmensurable y enfermiza.
Desinterés para la exportación.
Pero el desinterés externo, verbalista, retórico y mentido, es una estratagema electoral para seducir al incauto con la imagen de su desprendimiento sublime. Y resulta que ahora, cuando él afirma que ha sido arrastrado a esa elección contra su voluntad, pidiéndosele el último sacrificio de su vida, que él no lo ha buscado; y luego cuando pierde la batalla, después de haber dicho que respetaría la primera mayoría, de haberlo anunciado mil veces y de haberlo ratificado bajo su firma, resulta que este ángel del desinterés, esta especie de Santo de Asís que desdeña las pompas y los honores mundanos, pasa por encima de su palabra, pasa por encima del veredicto popular y formula la invitación a una treta indigna, pretendiendo convertir al Congreso Pleno en un redondel de circo, en que se le elija a él para después renunciar, a fin de llamar a una nueva elección presidencial dentro de sesenta días, y precipitar al país al caos, al abismo, a la tembladera y, posiblemente, a la refriega civil.
Una clase que no se hunde como las viejas fragatas.
Yo veo en esto el fin de una clase; el fin de una clase que no se hunde con la majestad de una vieja fragata, con el empavesado completo al tope, sino que se sepulta en la indignidad, en el pantano de la inmundicia moral y de la claudicación de todos los valores que dijo adorar y ahora quema ante los ojos de la opinión pública estupefacta.
Por esta razón, señor Presidente, creo más que nunca en el pueblo, que pudo sobreponerse a la marea cenagosa de la mentira, a la montaña del dinero. Compuesto por fuerzas organizadas, lúcidas y conscientes, dotadas del mayor dinamismo histórico, de un heroico sentido de responsabilidad, que demostraron calidad moral profunda, ahora está dando un ejemplo y una lección cívica de entereza y de serenidad frente a la provocación diaria. Y estoy cierto de que la oscura maquinación que ahora enfrenta, el pueblo la va a rechazar de plano.
Jugar con fuego.
Queremos subrayar que los reaccionarios de nuestro país están jugando con fuego. Además, se equivocan, porque el resultado de la elección cambió la correlación de fuerzas. Y el día 5 de septiembre los que estaban por un reconocimiento del triunfo de Allende no eran un millón setenta y cinco mil, sino varios millones de ciudadanos, la inmensa mayoría de los chilenos. Sólo está dispuesto a apoyar la aventura tenebrosa y sin destino, un puñadito que se va a deshacer solo. Lo grave es que pueden deparar horas sombrías y trágicas para el país, porque el pueblo no se va a dejar trajinar, no se dejará robar su legítima victoria, no se dejará arrebatar este triunfo, que es también un título irrenunciable de la dignidad del pueblo. No permitirá un despojo que jamás se ha cometido en este país. Muchos juristas de Derecha, incluso algunos parlamentarios de ella, han dicho que, aunque no esté consignado en la letra específica de la Constitución Política del Estado el respeto a la primera mayoría, la verdad es que siempre ella se ha acatado en este país. Nunca se ha desconocido, y querer desconocerla ahora, ¡caramba, hay que pensarlo un poco! ¿Qué significaría? ¿Qué respuesta obtendría? Aquellos que se han precipitado al abismo, que se han lanzado a él, yo no sé si puedan volver de nuevo sobre sus pasos; pero que se atengan a las consecuencias y que sepan claramente que es demasiado grave lo que están proponiendo a la ciudadanía.
Falta de grandeza.
Por estas razones, debemos decir que la voluntad del Presidente electo de la República, manifestada en el discurso pronunciado después de la medianoche del triunfo ante la magna reunión del pueblo de Santiago, improvisada en escasos minutos, en la Alameda de nuestra capital, es una palabra válida. Allí dijo el Presidente electo de la República, Salvador Allende:
"Quiero destacar que nuestros adversarios de la Democracia Cristiana han reconocido, en una declaración, la victoria popular. No le vamos a pedir a la Derecha que lo haga. No la necesitamos. No tenemos ningún ánimo pequeño en contra de ella. Pero ellos no serán capaces jamás de reconocer la grandeza que tiene el pueblo en sus luchas, nacidas de su dolor y de su esperanza."
Esas palabras tienen un sentido casi profético, derivado del claro conocimiento de la naturaleza intrínsecamente desleal de la Derecha, porque precisamente la Derecha ha reaccionado de manera pigmea, infinitamente pequeña, como una organización enana en lo político, ciega de furia y despecho frente a la victoria popular.
La impecable responsabilidad del pueblo.
También, en ese discurso, el Presidente electo manifestó:
"Quiero, antes de terminar y es honesto hacerlo así reconocer que el Gobierno entregó las cifras y los datos de acuerdo con los resultados electorales. Quiero reconocer que el Jefe de Plaza, General Valenzuela, autorizó este acto multitudinario en la convicción y en la certeza yo se lo dije de que el pueblo se congregaría como está aquí: en actitud responsable, sabiendo que ha conquistado el derecho a ser respetado, respetado en su vida y en su victoria, el pueblo que sabe que entrará conmigo en La Moneda el 4 de noviembre de este año."
Además, al comenzar su discurso el Presidente Allende manifestó:
"La victoria alcanzada por ustedes tiene una alta y honda significación nacional. Desde aquí declaro solemnemente que respetaré los derechos de todos los chilenos. Pero también declaro, y quiero que lo sepan definitivamente, que al llegar a La Moneda y siendo el pueblo Gobierno, cumpliremos el compromiso histórico que hemos contraído, de convertir en realidad el programa de la Unidad Popular."
Un Estado de Derecho.
Señor Presidente, quiero terminar diciendo que nuestro Gobierno, el Gobierno Popular, mantendrá la libertad de prensa, respetará el principio de la autonomía universitaria y el destino profesional de las Fuerzas Armadas; procederá, como lo dijo, a la renovación periódica de las autoridades y de los Cuerpos Legislativos representativos de la voluntad del pueblo: se realizarán las elecciones en las fechas previstas por la Constitución y la ley. En ellas jugarán un papel fundamental todos los chilenos de buena voluntad: la clase obrera, los campesinos, los empleados, los profesionales y técnicos, las capas medias.
Nuestra idea es la de unir la suma de las fuerzas de los chilenos de buena voluntad. Y esperamos que esta unidad se alcance. Quedarán sólo al margen aquellos que se coloquen voluntariamente, por sí mismos, fuera de ella, poniéndose también al margen de la voluntad republicana del país y del respeto al veredicto de las urnas.
El pueblo defenderá el triunfo.
Queremos decir que en el programa de la Unidad Popular, que ahora muchos sectores de modo ávido tratan de estudiar, después que se les presentó desfigurado largamente, está contenida nuestra única verdad. Allí se definen las líneas claras de un Gobierno Popular y representativo.
Termino diciendo que pediremos al pueblo que defienda nuestra victoria, su victoria. Para este efecto llamaremos a todos aquellos que contribuyeron a este triunfo, como a los sectores que votaron por Tomic, y a aquellos hombres y mujeres que confiaron en la palabra autodestruida por el señor Alessandri, para que velen por la observancia del derecho del pueblo a decidir su destino por sí mismo. En esta tarea estaremos, para el bien de Chile y para que no se empañe la limpia estrella de una patria que, dentro de América Latina, le ha dicho al mundo que Chile no es un campo de aventuras dictatoriales o sediciosas, sino una democracia auténtica, donde el pueblo por fin llega plenamente al Poder y no se lo dejará arrebatar.
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- bcnres:esParteDe = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/590525
- bcnres:esParteDe = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/590525/seccion/akn590525-ds54