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- rdf:value = " El señor CERDA, don Eduardo (Vicepresidente).-
Ofrezco la palabra en el tiempo del Comité Demócrata Cristiano.
Ofrezco la palabra.
El turno siguiente corresponde al Comité Nacional.
El señor LORCA (don Gustavo).-
Pido la palabra.
El señor CERDA, don Eduardo (Vicepresidente).-
Tiene la palabra Su Señoría.
El señor LORCA (don Gustavo).-
Señor Presidente, muchas han sido las publicaciones, discursos, antecedentes y demás informaciones que ha conocido la opinión pública relativos al problema que hoy preocupa a esta Honorable Cámara y que tiene su origen, entre otros, en la decisión del Consejo Normativo Superior de la Universidad de Chile de hacer desaparecer la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales para adscribirla al funcionamiento de otra. Facultad, llamada de Ciencias Económicas y Sociales, en la cual perderá su autonomía y su decisiva importancia en la gestación de la mentalidad jurídica y legal, que es patrimonio irrenunciable de nuestra tradición institucional.
Pero ningún antecedente puede tener el valor y la trascendencia que reviste para la debida claridad del tema planteado el dictamen de la Contraloría General de la República, que ha rechazado por ilegal e ilegítimo el acuerdo del Consejo Normativo de la Universidad de Chile, de suprimir la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales. Y ¿qué dice este documento? Expresa: "En conformidad con las normas mencionadas, esta Contraloría General estima que para la adopción por parte del Consejo Normativo Superior de los acuerdos a que alude la letra c) del artículo 38 de ese Estatuto Orgánico, es preciso, previamente, que se efectúe la consulta a la comunidad universitaria afectada, lo que supone el procedimiento de convocatoria de los respectivos Claustros para la realización de la consulta plebiscitaria correspondiente".
Todo lo demás es ocioso y no pasa de constituir argucias o meras excusas para tratar de justificar un hecho inamovible: la determinación adoptada por el Consejo Normativo Superior de suprimir la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales sin haber realizado previamente una consulta directa a la comunidad universitaria afectada es ilegal e ilegítima.
Podrán hacerse toda clase de argumentaciones para sostener que la Universidad está viviendo un proceso de adecuación al momento político que vive el país; que la mayoría de la Unidad Popular que domina el Consejo Normativo Superior responde al planteamiento mayoritario que existía en la Universidad; que la Universidad debe efectivamente estar comprometida y al servicio de la mayoría política e ideológica que hoy se identifica con el Gobierno. Pero todas esas argumentaciones jamás podrán ocultar un hecho incuestionable: que si todo lo anterior es efectivo, lo primero que debe hacerse es escuchar la opinión de la comunidad universitaria afectada y naturalmente someterse a su veredicto. Eludir tal cuestión es eludir el fondo del problema, es reconocer que se tiene temor al veredicto popular, es reconocer que la tan manoseada mayoría de la Unidad Popular en la Universidad no es más que una ilusión, es reconocer públicamente que cuando no se está seguro de contar con la voluntad mayoritaria de una comunidad, hay que recurrir a la fuerza, a la presión, a la amenaza y a la agresión física para poder sostener la validez de un acuerdo adoptado a espaldas de la comunidad que debe representar e interpretar.
Pero, señor Presidente, quisiéramos aportar, por nuestra parte, algunos medios de prueba que demuestran hasta qué punto el conflicto suscitado en la Universidad de Chile obedece al propósito deliberado de los sectores marxistas, que transitoriamente dominan en el Consejo Normativo Superior, por transformar rápidamente a nuestra principal Universidad en una organización más al servicio de los propósitos de una ideología política, en un instrumento proselitista destinado a impedir que Chile continúe viviendo el proceso democrático y pluralista que constituye nuestra característica más esencial como nación, y que a la vez sirve de plataforma al propio Gobierno para pretender hacer creer a la opinión nacional e internacional, que Chile está viviendo las etapas de una experiencia fundamentada en el Derecho y la legalidad.
Por de pronto, hemos de recordar que la actual estructura económica que rige el funcionamiento de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales fue aprobada con la democrática intervención de todos sus estamentos, realizado sobre la base de un esquema propuesto en ese entonces por el profesor de la Escuela de Derecho don Clodomiro Almeyda, prohombre del Partido Socialista y Ministro de Relaciones Exteriores de este Gobierno.
Como lo recuerda el Decano de esa Facultad, desde ese entonces y hasta la fecha, "nadie planteó jamás en el seno de ella la conveniencia de un cambio de estas nuevas estructuras, que se realizaron a inspiración del Movimiento de Reforma, que se profundizó desde el año 1965, con el objeto de entregar un hombre de derecho distinto, apto para actuar como sujeto activo en la actual transformación de la sociedad chilena".
Más aún, señor Presidente, y como ha sido reiteradamente recordado en estos días, la Facultad de Ciencias Jurídicas, en conocimiento de la proposición que sería debatida en el Consejo Normativo Superior, tendiente a suprimirla para reemplazarla por una Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, planteó un plebiscito a la comunidad universitaria directamente afectada, sobre su parecer sobre esta proposición, la que fue rechazada en una consulta directa por una amplísima mayoría de todos sus estamentos.
De tal manera que, aun cuando la decisión del Consejo Normativo Superior adolece del vicio de ilegalidad por no haber cumplido un requisito previo para que fuese válida, si existía un antecedente conocido sobre la conducta o el criterio mayoritario de esa comunidad, éste era abrumadoramente opuesto al que se pretendía establecer.
Nada justifica, entonces, la decisión de ese Consejo y mucho menos los intentos que pretenden sancionar una resolución desestimada, por ilegal, por el máximo organismo contralor de la República y rechazada por la propia comunidad afectada.
Sin embargo, no podemos dejar de mencionar otros antecedentes que vienen a hacer luz sobre lo que verdaderamente está en juego en la Universidad en estos momentos.
En los debates recientes efectuados en el Consejo Normativo Superior, los representantes socialistas y comunistas han sido sumamente francos para revelar sus verdaderas intenciones.
El señor Víctor Barberis ha dicho al finalizar su discurso: "Mediten sobre eso, señores consejeros, y no quiero que se vea en mi llamado ningún signo de debilidad. Así como llamo a meditar a unos, también notificamos a otros que no se engañen. Que España no es Chile; Azaña no es Allende ni la Izquierda española que humilló el fascismo, no es nuestra Izquierda potente y robusta. Si ustedes quieren sacar este debate fuera de estos recintos, cogemos el guante y aceptamos el desafío. Si ustedes quieren acumular la fuerza de la Providencia de los burgueses, nosotros acumularemos las fuerzas de los obreros, de los campesinos y de los intelectuales sin librea, y en nombre de la mayoría de la Universidad, impondremos la estructura que hemos postulado".
Ahí están reflejados, señor Presidente, el verdadero propósito y la no disimulada intención de los dirigentes de la Unidad Popular; la amenaza, la agresión física, la utilización de algunos sectores de la población que dominan, no por el convencimiento, sino por la presión y el temor, para lanzarlos a defender lo que persiguen, a espalda de los verdaderos resortes existentes para conocer la verdadera opinión de la comunidad afectada. No al plebiscito, porque lo pierden; no a la consulta democrática de la comunidad universitaria, porque la pierden; no al veredicto popular, porque le temen. ¡Y así se permiten hablar en nombre de la mayoría universitaria y a declarar que impondrán por la fuerza la estructura que ellos propugnan, cuando a la vez niegan la posibilidad para que los vehículos a través de los cuales esa mayoría que pretenden representar, pueda expresarse libre y democráticamente!.
Porque éste es el sistema, señor Presidente, que el marxismo utiliza para mantenerse en el poder: la amenaza, la agresión, la violencia física, pues la consulta al pueblo los hace temblar ante la sola idea de perder.
Esa misma mayoría que los llevó al poder en Chile, de apenas un 1% del electorado, es la que han perdido en el país desde hace un año hasta hoy día. Así lo demuestran todas las elecciones, todas las consultas, todas las formas de expresión democrática realizadas en el país desde noviembre del año pasado.
Pero, al igual que el señor Barberis, hablan de la supuesta mayoría del país que estaría con ellos. Y para hacer creer que tienen esa mayoría, dominan las radios, se apoderan de los periódicos, mienten a través de la televisión e injurian a sus adversarios.
Porque, la mayoría que les dio apenas un porcentaje ínfimo de consejeros en la Universidad de Chile, la han perdido, al igual que han perdido la ínfima mayoría que los llevó al poder, es que tratan de defenderse mediante la agresión y la amenaza, evitando, en lo posible, enfrentarse con el pueblo, que en el secreto del sufragio está reparando la enorme equivocación de haberle dado a la Unidad Popular, en el país o en la Universidad, la ocasión de llegar al Gobierno, desde donde han cometido abusos y atropellos.
También es ilustrativo de este doble juego que realizan los marxistas, la intervención del Consejero señor Enrique París, quien, mientras por un lado proclama: "Hemos cumplido absolutamente toda la ritualidad, todos los reglamentos que se han aprobado han sido cumplidos por la izquierda universitaria, no hemos saltado ninguna etapa, ninguna circunstancia", finaliza su intervención diciendo: "Esta Universidad es de los trabajadores y, si el día de mañana, la historia nos sorprende discutiendo como buenos burgueses qué cosa debemos hacer con ella, qué cosa debemos hacer durante 4 años y nos preguntan el día de mañana cuántos químicos, cuántos ingenieros, cuántos médicos, cuántos técnicos para el proceso de liberación tecnológica hemos formado, el pueblo nos va a repudiar y nosotros, como estamos conscientes de esa responsabilidad, estamos dispuestos a desplazar, si es necesario, de la dirección ideológica de la Universidad que hasta este momento ha mantenido, a la burguesía, a sus representantes, y mantener para la Izquierda, para el pueblo, para sus campesinos, para sus intelectuales, la dirección de la Universidad al servicio del país".
Doble juego, señor Presidente, porque por un lado afirman que han cumplido todas las formalidades, todos los reglamentos, en circunstancias que han negado el más fundamental y previo de todos, cual era la consulta directa a la comunidad afectada, por lo cual ha sido declarada ilegítima dicha resolución por la Contraloría General de la República, y por otro lado la amenaza de que para el pueblo no les pida cuenta, porque si les pide y puede libremente expresarse para sancionar ese comportamiento, el pueblo los rechazará, amenazan con desplazar a otros sectores y mantener para ellos el control absoluto de la Universidad.
¿No estamos viendo en todos los aspectos de la vida del país, igual doble procedimiento? ¿No se dice que la experiencia chilena hacia el socialismo se hará dentro de la legalidad, mientras que por otra parte atropellan la ley, hacen escarnio de las garantías constitucionales, utilizan la agresión y el atropello contra los trabajadores que sostienen otras ideas políticas y utilizan todo el aparato publicitario del Estado para repartir y difundir sus consignas, como una forma de aplastar la libre voluntad de un pueblo que, día a día, se ve víctima de la mayor estafa política de que haya memoria?
¿No es el mismo doble juego practicado en la Universidad, el que utiliza la Unidad Popular desde el Gobierno, cuando declara dentro y fuera del país que respeta el pluralismo, mientras por otro lado elimina toda posibilidad de expresión de todas las corrientes políticas, a través de arbitrios cada vez más atentatorios a la dignidad de los chilenos?
¿No es el propio Presidente de la República el que reclama la existencia de una Universidad crítica y pluralista, abierta a todas las corrientes de opinión en su seno, mientras, por otro lado, sus representantes en el Consejo de la Universidad hablan de desplazar a los sectores contrarios, con el objeto de tomar ellos, exclusivamente, el control de la Universidad?
¿Por qué, en vez de hablar de los campesinos y de los obreros, de los intelectuales y los trabajadores, no se dirigen a los universitarios, a los académicos, a los alumnos y administrativos, y permiten que ellos, antes que nadie, expresen su voluntad libremente, de acuerdo con los mecanismos que la propia reforma y el Estatuto, aprobado por este Congreso Nacional, establecen con toda claridad?
Eso es lo que la comunidad universitaria, la opinión pública, todos los sectores democráticos de Chile, está exigiendo, y eso es lo que en este momento los Diputados nacionales planteamos en este debate, porque no queremos dejarnos arrastrar hacia situaciones subjetivas o a polémicas estériles, mientras subsiste un hecho claro y definitivo que debe ser resuelto en forma terminante: el Consejo Superior Normativo de la Universidad ha actuado ilegalmente, ha adoptado una resolución ilegítima, ha violado las claras disposiciones del Estatuto Universitario, y mantiene artificialmente un conflicto, porque no se atreve a que éste se dirima por el único camino posible para ello: la libre, democrática y soberana decisión de la comunidad universitaria, que no desea someterse a la tutela política ni a la dictadura ideológica que el marxismo está implantando desde la Universidad, como pretende igualmente hacerlo en todos los órdenes de las actividades nacionales, contra el clamor inmensamente mayoritario del pueblo de Chile, que está dispuesto a enfrentarse al abuso y a la prepotencia de una minoría política transitoriamente en el poder, que está utilizando todos los arbitrios para perpetuarse en él, ante el pánico que le produce la confrontación libre y democrática de la voluntad popular.
Debemos agregar algunos conceptos que dicen relación con el proceso de reforma vivido recientemente por esa casa de estudios, y que dio sus frutos en cuanto al convencimiento y acuerdo general acerca de los objetivos básicos de la Universidad, acerca de sus funciones específicas y de su inserción en la comunidad nacional; como, por ejemplo, en el campo de la docencia, que se entregará a los alumnos las posibilidades concretas de una formación integral, lo que se traduce en que debe evitarse la mera transmisión de conocimientos especializados, y en que debe estimularse la formación de individuos libres, capaces, en tanto personas, de juzgar, pensar y evaluar por sí mismos la sociedad en que se desenvuelven. Es lo que se ha llamado la formación de una conciencia crítica y creadora, que obviamente requiere de la libertad de pensamiento y no el sometimiento a consignas, cualquiera que fuere su origen.
Esta formación requiere de un ámbito en el que los jóvenes puedan madurar y desarrollar, sin limitaciones, el patrimonio cultural del hombre; requiere del estímulo de la discusión serena de las diversas ideologías a fin de que más tarde puedan expresarse con responsabilidad y plenitud en su vida de ciudadanos y comprometerse solidariamente en el desarrollo integral de su pueblo.
La Universidad sólo puede cumplir su cometido en este campo si se asegura la libre expresión y difusión de las ideas en un clima de discusión racional y de mutuo respeto.
En el campo de la investigación y creación artística, la Universidad debe compartir con el Estado y los sectores de la producción importantísimas responsabilidades en el desarrollo científico y tecnológico del país.
En este aspecto es incuestionable que la dependencia científica y tecnológica de los países subdesarrollados es un obstáculo de enormes proporciones para lograr el desarrollo integral de los mismos.
La única forma de superar y remover estos obstáculos que cada día aumentan la brecha que separa unos países de otros es la de resolverse con decisión a estimular el desarrollo de la capacidad creativa propia de una manera tal que contemple las características inherentes al país de que se trate.
Es obvio que esta tarea tiene que estar revestida de la irrenunciable libertad e independencia en la búsqueda de la verdad a fin de evitar que la presión política o de los gobiernos esterilice su acción.
Si en el campo tecnológico esto resulta indispensable, con cuanta mayor razón y urgencia es necesaria en el campo de la investigación de las ciencias sociales. La Universidad debe por razón de subsistencia asegurar a todos los sectores por igual la libertad de creación, cualquiera que sea la inspiración o filosofía que los oriente. Una Universidad encargada de elaborar esquemas a una combinación de Gobierno es una Universidad que ha muerto, una Universidad que puede convenir o discrepar, es una Universidad viva y enriquecedora.
En el campo de las artes, siendo éstas una expresión de las ideas, cualquiera maniobra que altere esa necesaria libertad se traduce en una censura intelectual que Chile jamás permitirá por demasiado tiempo.
Y en el campo de la extensión, la acción libre, responsable y sostenida de la Universidad debe lograr la elevación cultural de todos los sectores, investigando en ellos y recogiendo los auténticos valores que en ellos se desarrollan colaborando a su permanente difusión. En esta función debe necesariamente la Universidad cooperar con la acción de las esferas públicas para dar a su tarea la dimensión nacional que se requiere.
Pues bien, señor Presidente, todos estos principios auténticos, renovadores y optimistas de la función de una Universidad, desarrollados por una completa comunidad conformada por sus profesores, sus alumnos y sus funcionarios, como han llegado a ser definidos con claridad luego de un doloroso proceso, cuando se trata de empezar el camino de sus concreciones prácticas están siendo violentamente aplastados por los enemigos de la cultura ; por aquellos que los postularon inicialmente y ahora reniegan de ellos para intentar una Universidad arrodillada ante un esquema temporal de Gobierno. Se nos quiere imponer ahora una Universidad distinta de aquella que libremente la comunidad universitaria quiso darse, recurriendo para ello a maniobras innobles, respecto de las cuales ya ni siquiera se intenta adornar las de pseudo principios. Ahora la guerra es frontal, sin argumentos, pisoteando la libertad y la opinión de la comunidad que tanto fue invocada oportunamente.
En mi calidad de profesor universitario, me encuentro en el imperioso deber de denunciar públicamente el atropello que el Partido Comunista, unido a los demás sectores que conforman la Unidad Popular, están haciendo al concepto irrenunciable de la autonomía universitaria.
Ellos son, precisamente, quienes pretenden imponer a la Universidad un padrón político desde afuera, mancillando con ello la autonomía que tanto dijeron defender. Pretenden ahora reestructurar una Universidad desde el Poder y no desde el Saber.
Finalmente, debo dejar constancia que una demostración palmaria del espíritu totalitario que anima a estos sectores es la reacción que han tenido en la última sesión del Consejo Normativo Superior celebrada en el día de ayer.
Ante el dictamen del Contralor, del mismo que fue vitoreado por su independiente y severa actitud en las definiciones del problema del Cobre, ahora se le trata de desdibujar, señalándolo como un modesto títere a quien se le puede engañar e inducir a error.
A ello han sumado su actitud de desconocer su dictamen que los obliga a entrar por la senda de la democracia y a consultar a la base universitaria, y para concretar su ilegal postura, acordaron ahora pedir informe a la asesoría jurídica de la Universidad sobre las facultades del Contralor y sobre el problema específico sobre el cual competentemente ya se pronunció éste.
Se trata, como se ve, de una burda maniobra dilatoria, que sólo pretende prolongar el conflicto hasta hacer perder fuerza al movimiento universitario.
Se equivocan en esto. Los estudiantes, profesores y funcionarios de la Escuela de Derecho, así como las demás' escuelas en conflicto y la opinión mayoritaria de la comunidad universitaria, tienen conciencia de que en esta batalla no sólo se está jugando el destino de la Universidad, sino de la libertad en Chile, y por ello la fuerza de su movimiento es y será inquebrantable.
Me ha pedido una interrupción el señor Arnello.
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