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El señor CAMPOS (Vicepresidente).-
En el tiempo del Comité Nacional, tiene la palabra el señor Lorca, don Gustavo.
El señor LORCA (don Gustavo).-
Señor Presidente, la aceptación de la candidatura presidencial que sectores mayoritarios del pueblo de Chile han ofrecido a don Jorge Alessandri y el discurso que él pronunciara con este objeto, han servido para clarificar nuestro ambiente político...
La señora BALTRA.-
¡Lo estamos viendo!
-Hablan varios señores Diputados a la vez.
El señor CAMPOS (Vicepresidente).-
¡Ruego a Sus Señorías se sirvan guardar silencio!
El señor LORCA (don Gustavo).-
Con motivo de estos hechos, muchísimos adversarios políticos han creído ver un divorcio entre el pensamiento del señor Alessandri y el del Partido Nacional. Ellos argumentan sobre la base de que el ex Mandatario, al declararse independiente y desligado de todo compromiso con partidos políticos, estaría negando vigencia al papel que, en la política chilena, corresponde a nuestro partido...
Antes de hacerme cargo de estas apreciaciones erróneas e interesadas, conviene, sin embargo, puntualizar algunos hechos que aclaran tanto el impuso vigoroso e incontenible de la candidatura del señor Alessandri, como la ofuscada reacción de sus adversarios políticos...
Comprendemos que el reconocimiento de la vitalidad del Movimiento Alessandrista y la fuerza arrolladura que representa como contingente electoral insuperable, provoquen reacciones violentas entre los adversarios de su candidatura. Algunos se esfuerzan por desconocerla o disminuirla, en el afán de eludir enfrentarse a una realidad que constituye para ellos un desmentido a la propia validez de su representatividad política; otros se sienten desorientados y confusos, pues no logran explicarse que el pueblo haya elegido formas de expresión diversas de los esquemas ideológicos en que se encasillan con tan inquebrantable rigidez; los más dan explicaciones simplistas o distorsionadas que los alejan de las verdaderas causas que significa el que ha pasado a ser denominado como el "fenómeno del alessandrismo".
El señor PONTIGO.-
¡Qué conclusión!
-Hablan varios señores Diputados a la vez.
El señor CAMPOS (Vicepresidente).-
¡Señor Tejeda, ruego a Su Señoría guardar silencio!
El señor LORCA (don Gustavo).-
¿Qué hay tras el fondo de las reacciones populares que han señalado con inconmovible fe y decisión a Alessandri como su abanderado y que están resueltas a entregarle de nuevo la Presidencia de la República? ¿Cuáles son los sentimientos recónditos de las multitudes, surgidas desde todos los sectores sociales, que siguen y tienen fe en un hombre y en lo que éste representa, en un proceso espontáneo de generación colectiva, sin inducciones extrañas, sino como síntesis de un impulso masivo, sincero y creador?
Alessandri no es un personaje que interviene sólo ahora en la política chilena ni desconocido por las masas,...
La señora BALTRA.-
¡Ya lo conocemos!
El señor LORCA (don Gustavo).-
...de tal manera que su figura no puede ser comparada a la del Mesías Prometido....
-Hablan varios señores Diputados a la vez.
El señor LORCA (don Gustavo).-
...que surge desde la nada y aparece en el escenario político chileno nimbado de la aureola intangible de la predestinación.
Tampoco se trata de la figura solitaria retirada en la plácida comodidad hogareña o en el recoleto recinto de la cavilación filosófica, prescindente de las cosas del mundo y ajeno a las angustias y problemas del ambiente que lo rodea y al que se busca por vez primera para que se haga cargo de la marcha del Estado, Quienes lo han descrito de esta manera falsean, la realidad y desconocen deliberadamente la propia actuación del señor Alessandri.
Por el contrario, se trata de una de las personas que ha desarrollado una actividad pública y particular más relevante en estos últimos cuarenta años. Parlamentario, destacado ingeniero, profesor universitario, representante de sectores gremiales de la producción y del comercio. Atacado con odiosidad y saña increíble por sus adversarios, analizada su vida en sus más íntimos detalles, combatido hasta la pasión más enceguecedora, no hay falacia o calumnia, por vil y repugnante, que no haya sido esgrimida en contra suya.
Presidente de la República, no en épocas pretéritas, sino hace cinco años, el balance de su obra de Gobierno está fresco y reciente en la memoria del país, por lo que la gestión administrativa y política de su Mandato Presidencial es un antecedente inmediato y actual.
Sus enemigos políticos han pretendido hacerlo aparecer como el representante de los sectores capitalistas y empresarios más regresivos y símbolo de aquellos voraces detentores del dinero sin más Dios ni ley que su propio egoísmo personal,...
El señor PONTIGO.-
¡Así es, señor!
El señor LORCA (don Gustavo).-
... en colusión con los intereses de los monopolios internacionales y adicto a las conveniencias inconfesables del imperialismo norteamericano. Se quiere identificarlo con los privilegios de los ricos y poderosos,...
El señor PONTIGO.-
¡Así es!
-Hablan varios soñares Diputados a la vez.
El señor LORCA (don Gustavo).-
... y separarlo absolutamente de los problemas y angustias de las clases trabajadoras.
El señor TORO.-
Su Señoría lo dice.
El señor LORCA (don Gustavo).-
En fin, si la propaganda organizada en su contra hubiese sido esgrimida contra cualquier otra figura política en cualquier país del mundo, ésta, a no dudarlo, ya habría sucumbido para siempre, víctima del desprecio popular, y su nombre pronunciado ni siquiera en el susurro de la conversación hogareña.
El señor TORO.-
Estamos temblando...
El señor LORCA (don Gustavo).-
Pues bien, ¿qué sucede en Chile y qué explicación razonable pueden dar sus gratuitos y odiosos detractores, cuando comprueban con desesperación incontenible que el hombre al que han tratado de hundir surge una vez más, desde el fondo mismo de la conciencia ciudadana, transformado en el líder más auténtico de las mejores aspiraciones colectivas?
-Hablan varios señores Diputados a la vez.
El señor LORCA (don Gustavo).-
¿Qué pueden argumentar sus enemigos cuando comprueban que son en especial los" obreros, empleados y trabajadores de la patria los que se declaran sus más fervorosos partidarios?
-Hablan varios señores Diputados a la vez.
El señor LORCA (don Gustavo).-
Al que designan como el símbolo de la opresión y la arbitrariedad, el pueblo lo vindica como el representante de la justicia; al que señalan como amparador de los privilegios...
Un señor DIPUTADO.-
¡Eso es histórico!
El señor LORCA (don Gustavo).-
...de los poderosos, el pueblo lo califica como el estadista ecuánime, defensor del derecho de los débiles y desamparados de toda influencia o forma indebida de presión. Pocas veces el afecto popular se había expresado hacia una figura política en forma más espontánea y elocuente como el que rodea al señor Alessandri, pues ha sido el pueblo de Chile el encargado de desvirtuar, una a una, cada calumnia, cada injuria, cada tergiversación que el odio y la pasión inconfesable de sus detractores políticos han lanzado contra la persona del ex Primer Mandatario.
Por esto mismo, surge el desconcierto entre sus oponentes, pues la ceguera que provoca su despecho...
-Hablan varios señores Diputados a la vez.
El señor LORCA (don Gustavo).-
...los hace lucubrar explicaciones absurdas y antojadizas, ajenas al contenido verdadero y altamente positivo que representa para el país el "fenómeno del alessandrismo".
-Hablan varios señores Diputados a la vez.
El señor LORCA (don Gustavo).-
Porque si sus adversarios tuvieran al menos...
El señor TEJEDA.-
Lea con más calma...
-Hablan varios señores Diputados a la vez.
El señor LORCA (don Gustavo).-
Porque si sus adversarios tuvieran al menos la tranquilidad de espíritu necesaria para razonar serenamente y explicarse...
-Hablan varios señores Diputados a la vez.
El señor CAMPOS (Vicepresidente).-
¡Señora Baltra, ruego a Su Señoría guardar silencio!
-Hablan varios señores Diputados a la vez.
El señor El señor LORCA (don Gustavo).-
...el verdadero origen del alessandrismo, encontrarían ahí la respuesta a muchas de las causas que hacen que nuestro régimen político y nuestro sistema partidista atraviese por un período de crisis que, si los dirigentes no lo observan, el pueblo, sí, se ha encargado de señalarlo reiteradamente.
Demasiado conocido es el hecho de que en un país como el nuestro, en el que existe una vasta y probada cultura política y en que sus habitantes poseen una conciencia cívica de cuya solidez han dado prueba durante reiteradas experiencias, el número de electores afiliados a los partidas políticos no alcanza, en su totalidad, al 10% de los ciudadanos inscritos en los Registros Electorales.
-Hablan varios señores Diputados a la vez.
El señor LORCA (don Gustavo).-
Muchas son las argumentaciones que se han lucubrado para encontrar una respuesta satisfactoria sobre la gravedad de esta situación ; pero la verdad es que ninguna de ellas reconoce lo que es el fondo del problema mismo: que el electorado no se siente representado por la acción de las colectividades políticas actuales y que, en la medida en que las oportunidades así lo proporcionan, la ciudadanía adopta actitudes inspiradas por su aversión a los partidos, más que por su adhesión a éstos.
Los casos de las tres últimas elecciones presidenciales así lo comprueban, pues en todas ellas, a fin de cuentas, ha triunfado quien de una u otra forma se ha identificado más con los independientes que con les partidos políticos. La prueba más concluyente da esta afirmación la constituye la trágica experiencia del actual Gobierno, el cual, elegido con la más alta votación popular que recuerda la historia y a la que se sumaron los contingentes de ciudadanos que no reconocían filiación en la Democracia Cristiana, ha gobernado exagerando hasta límites increíbles su sumisión a los intereses de ese partido político, frustrando las esperanzas de quienes vieron en el señor Frei al Presidente que gobernaría para todos los chilenos.
¿Por qué existe esta aversión tan generalizada hacia los partidos políticos en nuestro país? Conviene, señor Presidente, responderse con absoluta lealtad y no fabricarse una respuesta deliberadamente engañosa.
Los nacionales estamos convencidos de la importancia y la decisiva actuación que a los partidos políticos corresponde en una democracia representativa. Pero, para que éstos .funcionen adecuadamente y el sistema pluripartidista y el régimen democrático en esencia opere con eficacia, las colectividades políticas deben ser verdaderamente representativas de las legítimas y grandes inquietudes ciudadanas; no de aquellas que, en interés del partido, se supone que son favorables al pueblo, sino dé las que auténticamente representan sus intereses y legítimas expectativas. Los partidos, en nuestro concepto, no son los servidores incondicionales de los grupos más fuertes de un país y, por lo tanto, obsecuentes mandatarios de sus exigencias. Quienes así piensan, olvidan que las colectividades políticas persiguen, generalmente, como misión fundamental, llegar al poder, dirigir el país y administrar con un sentido nacional los intereses del Estado, que es impersonal y permanente.
En consecuencia, al hablar de la verdadera representatividad de los partidos, estamos entendiendo la que emana de su capacidad para encauzar e interpretar en forma positiva las aspiraciones populares, dirigirlas y superarlas, y no utilizarlas con ánimo demagógico o electoral.
"No puede ser conveniente para el partido lo que no sea para el país", es una afirmación que, las más de las veces, se olvida deliberadamente. Resulta a menudo que se trastocan los valores y que frecuentemente se hace aparecer como conveniente para el país lo que es solamente útil y provechoso para el partido político. Y no se diga que los partidos políticos, en el hecho, persiguen sólo y exclusivamente el interés nacional, pues aun cuando en principio así debiera ser, las colectividades partidistas no son más que la unión de individuos tras una ideología, con ambiciones y expectativas determinadas, en las cuales influyen demasiado reiteradamente factores ajenos al interés común.
Esta situación la palpa en forma muy directa el pueblo, que observa cómo los partidos políticos confunden sus necesidades y aspiraciones con aquéllas que preocupan a sus propios correligionarios o a los grupos de presión, de cualquier índole que sean, que los nutren electoralmente. Y de esta lamentable y perjudicial asimilación se derivan los sentimientos de pasividad o resistencia de los ciudadanos por las colectividades políticas.
El señor PONTIGO.-
Se está mirando en el espejo, colega.
-Hablan varios señores Diputados a la vez.
El señor LORCA (don Gustavo).-
Observamos cómo partidos políticos que, lejos del Gobierno, propugnan actitudes determinadas y estiman que éste debe obrar de tal o cual manera, una vez llegados al poder, asumen posiciones contrarias a aquellas que impulsaron y sostuvieron desde la oposición. La inveterada costumbre de los partidos llegados al gobierno de considerar la administración civil del Estado como hijuela pagadora de los favores electorales y botín del que pueden disponer en beneficio de sus partidarios, es otra de las prácticas que han provocado reacciones violentas en el ánimo de aquellos que sufren las arbitrariedades e injusticias de estas situaciones.
Reconocemos, sí, que la razón de este proceder encuentra una explicación valedera en el sistema político que nos rige más que en el propósito deliberado de las propias colectividades políticas, que, muchas veces, sucumben bajo la presión de hábitos que, por desgracia, se agravan en vez de disminuir o desaparecer.
Y, en esto, somos los parlamentarios quienes hemos contribuido en forma más notoria a perpetuarlos y hasta a elevarlos a la categoría de verdaderos "derechos adquiridos".
La intromisión parlamentaria en la administración pública, las tarjetas de favor, los regímenes de excepción que se propician; la intervención en actos de gobierno que debieran ser prescindentes de toda influencia ajena a su propia naturaleza; la pugna por dominar sectores determinados de la administración pública, por la zona de influencia ideológica que se controla a través de ellos; el deseo muy loable de algunos parlamentarios por lograr situaciones de excepción para sus circunscripciones, lo que provoca una distorsión gravísima en el gobierno central, etcétera, son todas medidas que, aunque realizadas las más de las veces de buena fe, han ido originado, sin embargo, tal cúmulo de anomalías, que el ciudadano común se siente desamparado si no encuentra a un parlamentario que lo apadrine y prohíbe, produciendo, además, el rechazo del país a un sistema que hace posible tal cantidad de irregularidades, que entraban y dificultan la marcha del Estado y el deseo de los habitantes de que los dejen trabajar en paz, sin interferencias odiosas y excluyentes.
Toda esta, inmensa variedad de inconsecuencias, trabas e interferencias indebidas que el sistema político actual consagra y fortalece, el país las rechaza en forma abrumadora.
Asimismo, la rigidez ideológica de las colectividades políticas y la pugna encarnizada de éstas por obtener el poder han ido creando un clima de odiosidades y divisiones que han ido agrandando el abismo que separa a los individuos, hasta hacerlo aparecer casi insuperable.
En una nación que conoce de memoria la diagnosis de sus problemas; que ve ahondarse sus necesidades en vez de superarlas; que siente que se predica el conflicto y la guerra a muerte entre sus propios habitantes, en vez de recibir el llamado a la solidaridad y la fraternal colaboración en el logro de metas que son comunes y anheladas por todos, los partidos políticos, lejos de constituir una fórmula de unidad nacional, cavan zanjas de incomprensiones, en las cuales corremos peligro de quedar sepultados para siempre.
Contra este estado de cosas, la ciudadanía quiere reaccionar; y, en medio de su frustración y desaliento, se vuelve hacia quienes han probado en la realidad de una vida pública ya consagrada, que pueden lograr la unidad de destino que el país necesita para superar la etapa de pesimismo y frustración que lo aplasta y empequeñece. Porque en medio de los males que nos aquejan y de la gravedad que representan unos u otros, no son los fenómenos económicos o sociales los únicos que acusan un índice de mayor magnitud. Estos pueden ser superados y corregidos. El síntoma que más nos agobia es el quebrantamiento del alma del país, que se agota en una lucha estéril y negativa y que no encuentra estímulos para volver a revitalizar a un cuerpo fatigado que decae corroído por las lacras del odio y el rencor.
Esta es la razón profunda del "fenómeno alessandrista" y el impulso vigorizante que recorre el organismo del país hasta hacerlo renacer en un aliento de fe y optimismo en el futuro.
Es lo que no han percibido o querido reconocer los partidos políticos,...
-Hablan varios señores Diputados a la vez.
El señor LORCA (don Gustavo).-
... que acentúan los ataques a un hombre que amaga cada una de sus posibilidades, en la errada creencia de que, en la medida que lo combaten, están eliminando las causas que hacen que su candidatura emerja incontenible en los sectores más diversos, a muchos de los cuales los contaban como tributarios exclusivos de su propio feudo.
De ahí, pues, que el independentismo que propicia el señor Alessandri no sea un alarde electoral...
El señor TEJEDA.-
¿Qué independentismo?
El señor LORCA (don Gustavo).-
...o una consigna repetida sin convicción ni sinceridad. Nadie podrá negarle que no haya sostenido permanentemente una actitud de crítica abierta, no al régimen de los partidos políticos, sino al sistema que éstos han establecido y tolerado. Y lo que más duele a sus adversarios es el hecho de que, mientras la postura del señor Alessandri es compartida por mayor número de personas, los dirigentes de los partidos políticos no hayan tenido ni la imaginación ni el coraje para darse cuenta del fenómeno y poner remedio a los hábitos y procedimientos que los han desprestigiado ante la opinión pública del país.
-Hablan varios señores Diputados a la vez.
El señor LORCA (don Gustavo).-
Más aún, mientras los partidos políticos han querido reaccionar descalificando a quienes hacían presente la necesidad de modificar el régimen político chileno, cada vez más agrietado e inoperante, el señor Alessandri ha señalado cada una de las reformas que era necesario poner en práctica para corregirlo y hacerlo eficaz y positivo. La Reforma Constitucional enviada en la postrimería de su mandato así lo establecía. En ella podrá encontrarse la inspiración de muchas de las iniciativas que han quedado incorporadas en el actual proyecto de Reforma aprobado por el Congreso. Pero quizás la más importante, la que proponía un conjunto armónico de medidas destinadas a depurar nuestros hábitos políticos y fortalecer y prestigiar el sistema de partidos y la labor parlamentaria, ha quedado postergada y sólo podrá ser realidad cuando quien ejerza el mando tenga la decisión de llevarlos a cabo con el patrocinio de su ejemplo y el impulso de sus profundas convicciones rectificadoras.
-Hablan varios señores Diputados a la vez.
El señor CAMPOS (Vicepresidente).-
Advierto a Sus Señorías que aún no ha terminado el tiempo del Comité Nacional.
-Hablan varios señores Diputados a la vez.
El señor LORCA (don Gustavo).-
Nunca creí que mi amigo el señor Tejeda, con quien siempre he tenido muy buenas vinculaciones en la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia descendiera a los términos a que ha llegado esta tarde. No sé por qué está tan ofuscado. Estoy haciendo una exposición que podría contestarla mañana, si quiere. Estoy expresando ideas.
-Hablan varios señores Diputados a la vez.
El señor LORCA (don Gustavo).-
Su Señoría siempre ha actuado en el terreno de las ideas. No veo por qué se ofusca tanto.
El señor CAMPOS (Vicepresidente).-
Señor Lorca, ruego a Su Señoría dirigirse a la Mesa.
-Hablan varios señores Diputados a la vez.
El señor CAMPOS (Vicepresidente).-
Puede continuar Su Señoría.
El señor LORCA (don Gustavo).-
Señor Presidente, nuestro Partido, el Nacional, comparte las apreciaciones del señor Alessandri respecto de la necesidad que el Jefe del Estado sea un individuo desligado de todo compromiso con grupos o colectividades que pudieran interferir su acción y su responsabilidad de gobernante. Todavía más, hemos adherido a cada una de las críticas que, no sólo el señor Alessandri, sino el país, en su inmensa mayoría, formula en contra del régimen político actual y los hábitos que perduran en el funcionamiento del sistema partidista que nos rige.
La señora LAZO.-
Solicito una interrupción.
El señor LORCA (don Gustavo).-
Creemos que la circunstancia de que los ciudadanos no reconozcan filas en mayor proporción en los partidos se debe no a que éstos sean inconvenientes, sino a que, por desgracia, ha habido una falla en la forma como han desarrollado su acción, en especial estos últimos años. Proclamamos que para el normal desenvolvimiento del régimen democrático, los partidos políticos cumplen un papel importante. Pero para que éste sea efectivo,...
La señora LAZO.-
Solicito una interrupción.
La señora BALTRA.-
Oiga Presidente, aquí le están solicitando una interrupción al señor Lorca.
El señor CAMPOS (Vicepresidente).-
Señor Lorca...
El señor PHILLIPS.-
¡No señor!
El señor LORCA (don Gustavo).-
...las colectividades deben operar en ámbitos de acción claramente definidos y determinados.
Los nacionales estimamos...
La señora LAZO.-
Solicito una interrupción.
El señor PHILLIPS.-
¡No!
El señor LORCA (don Gustavo).-
... que un partido político debe apoyar a un gobierno no en la medida sólo en que éste cumple con los postulados ideológicos que sustenta, sino, principalmente, cuando a través de sus acciones interpreta los anhelos de justicia y progreso...
La señora LAZO.-
Señor Lorca, le solicito una interrupción.
El señor CAMPOS (Vicepresidente).-
Señor Lorca, la señora Lazo le solicita una interrupción.
El señor PHILLIPS.-
¡No!
El señor CAMPOS (Vicepresidente).-
No hay acuerdo.
El señor LORCA (don Gustavo).-
... que las necesidades de un país exigen. Creemos que los tiempos actuales, con el inmenso avance de las conquistas técnicas y científicas, imponen la revisión de los esquemas ideológicos...
-Hablan varios señores Diputados a la vez.
Un señor DIPUTADO.-
Están solicitando una interrupción, señor Presidente.
El señor CAMPOS (Vicepresidente).-
No hay acuerdo, señor Diputado.
El señor LORCA (don Gustavo).-
... o los postulados doctrinarios que nutren muchas de las colectividades políticas. La índole de los problemas que afectan a los pueblos, se resuelve con criterio objetivo.
-Hablan varios señores Diputados a la vez.
El señor LORCA (don Gustavo).-
Los países saben que hay fórmulas claras que satisfacen sus necesidades al margen de la ideología de quienes las aplican. Los niveles de vida se elevan en la medida en que la economía es sana y fuerte y en que la producción crece distribuyendo y haciendo extensivos a las masas los beneficios del avance tecnológico y científico del mundo de hoy. Muchos hablan del "crepúsculo de las ideologías". Y ello es efectivo y lo estamos viendo día a día. Pueblos hasta ayer devastados y arrasados...
El señor CAMPOS (Vicepresidente).-
Honorable señor Lorca, la señora Lazo le solicita una interrupción.
El señor LORCA (don Gustavo).-
No.
El señor CAMPOS (Vicepresidente).-
No hay acuerdo.
El señor LORCA (don Gustavo).-
... han surgido en la medida que han aplicado fórmulas económicas modernas, que utilizan el pleno empleo de la capacidad creadora de sus pueblos y la eficiente y racional utilización de sus posibilidades. Los esquemas de capitalismo o socialismo están obsoletos y superados, y ellos no son efectivos muchas veces en los propios países que aparecían...
El señor SALINAS (don Edmundo).-
¡Diga ideas...!
-Hablan varios señores Diputados a la vez.
El señor LORCA (don Gustavo).-
... como los adalides ideológicos de esos términos. Cuando la Unión Soviética modifica su economía...
-Hablan varios señores Diputados a la vez.
El señor LORCA (don Gustavo).-
... reconociendo como legítima la justa ganancia y llama al capital privado internacional para que vaya a producir bienes o servicios a su propio territorio, estableciendo...
-Hablan varios señores Diputados a la vez.
El señor LORCA (don Gustavo).-
... las condiciones para ello, demuestra que ha dejado atrás las viejas consignas y que reconoce que, cuando es necesario estimular el progreso de sus habitantes, hay que abandonar lo que no sirve y emplear lo que es eficiente y productivo.
Cuando en Estados Unidos el Estado planifica su política de seguridad social o educacional o fija pautas en materias monetarias y financieras, adopta un criterio pragmático y desecha viejos conceptos individualistas superados por la realidad del mundo actual. Cuando Alemania inicia el colosal proceso de desarrollo de su economía y el MinistroErhard, padre del milagro alemán, aplica las ideas y medidas que promueve la denominada "Economía Social de Mercado", actúa con criterio realista y abandona, por caducas e inoperantes, las viejas ideologías decimonónicas del marxismo o capitalismo. Cuando Canadá, Australia, Nueva Zelandia, el Japón, Dinamarca, Holanda, Bélgica y demás países hoy en día desarrollados inician la formidable expansión de sus economías adoptando las fórmulas prácticas de la empresa privada y siguiendo las pautas de Economía de Mercado, también proclaman su fe en el individuo y la libertad para producir y trabajar.
-Hablan varios señores Diputados a la vez.
El señor LORCA (don Gustavo).-
Sólo en nuestros países y en Chile vivimos todavía en la asfixia agobiante de los dogmatismos políticos y los dirigentes partidistas se esfuerzan por hacer vigentes divisiones absurdas que encasillan a los in-individuos en capitalistas o socialistas, en izquierdistas o derechistas, en revolucionarios o imperialistas. Quizás el signo más evidente de nuestro subdesarrollo consista en la falta de imaginación de los dirigentes políticos chilenos para darse cuenta de que el mundo camina por otros derroteros y aplica soluciones diversas a las viejas recetas propiciadas hace 100 años por Marx o Adán Smith.
Por eso, o actúan de mala fe o son irremisiblemente ignorantes, aquellos que tratan de identificarnos con concepciones ideológicas que sostuvimos con convicción hace ya muchos años, que se demostraron efectivas en esas épocas para situaciones determinadas, pero que hemos reemplazado, porque fueron superadas por la dinámica propia de los tiempos que vivimos.
-Hablan varios señores Diputados a la vez.
El señor LORCA (don Gustavo).-
Los nacionales no renegamos de nuestros antecesores. Por el contrario, no hay colectividad política chilena que tenga una tradición más gloriosa que defender y de qué nutrirse que nosotros. Pero no tenemos prejuicios y por eso estamos conscientes de los fenómenos del mundo de hoy, por lo que nuestro partido interpreta los requerimientos de la hora presente.
La paradoja consiste en que, mientras nosotros apoyamos a un candidato que surge desde lo más íntimo de la conciencia colectiva y que encarna el deseo de rectificación política, social y económica que el país exige a los gobernantes de hoy, nuestros adversarios, autodefinidos de progresistas y revolucionarios y que tienen la osadía de calificarnos de reaccionarios, siguen aferrados a las prácticas de la vieja escuela política del conciliábulo, de mesas redondas, de decisiones de directivas, del juego político de la Unidad Popular y la Revolución marxista del siglo diecinueve, para enfrentar una elección presidencial y encontrar la fórmula salvadora, no del país, sino de sus viejos y gastados esquemas ideológicos que amenazan desaparecer aventados por el vendaval renovador del "alessandrismo".
En el "alessandrismo" reconocen filas los obreros y empleados, las mujeres y la juventud, los campesinos explotados y engañados por la CORA y la multitud de los que desean trabajar y surgir sin que la vieja consigna proselitista los estorbe o los reemplace por el correligionario ávido de practicar la revolución, financiado abundantemente con el Presupuesto fiscal. Esta etapa histórica de renovación política, de corrección de los hábitos partidistas, de unidad nacional, es la esencia y explicación del "alessandrismo". En él, el Partido Nacional encuentra también su expresión y su puesto de sacrificio, no para disfrutar ávido del goce del Poder o de la prebenda dispensada desde la altura del Mando, sino en la silenciosa y anónima contribución al buen Gobierno, a la actitud ejemplarizadora, a la rectificación moral y al progreso económico y social que surgirá como consecuencia de la vitalidad del alma de un país que se recupera tras la dolorosa etapa que hemos vivido estos últimos años.
-Hablan varios señores Diputados a la vez.
El señor LORCA (don Gustavo).-
Nuestro partido, finalmente, sabrá recoger e interpretar en las causas generadoras del fenómeno político e histórico del "alessandrismo", las experiencias necesarias que hagan posible la renovación de nuestro sistema institucional y con el fin que los partidos políticos realicen su misión, fundados en el esquema que he señalado y que se resume en la frase que "no puede ser conveniente para el Partido lo que no sea para el país".
Todo ello nos debe llevar a la decisión de realizar una nueva república que abra una etapa histórica que supere nuestro actual subdesarrollo...
-Hablan varios señores Diputados a la vez.
El señor CAMPOS (Vicepresidente).-
Advierto al señor Lorca que ha terminado el tiempo del Comité Nacional.
El turno siguiente corresponde al Comité Comunista.
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