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- rdf:value = " CONFLICTO ENTRE REPUBLICAS DE HONDURAS Y EL SALVADOR.El señor MUSALEM.-
Solicito del señor Presidente recabar el acuerdo de la Sala para concederme la palabra por cinco minutos, a fin de transcribir la resolución adoptada por la Comisión de Relaciones Exteriores, a propósito de un acuerdo que adoptó ayer el Senado.
El señor PABLO (Presidente).-
Solicito el asentimiento unánime de la Sala para que el Honorable señor Musalem pueda dar cuenta de un acuerdo de la Comisión de Relaciones Exteriores relativo al conflicto entre las Repúblicas de Honduras y El Salvador.
Acordado.
Tiene la palabra Su Señoría por cinco minutos.
El señor MUSALEM.-
En el día de ayer, la Sala acordó pedir la opinión de la Comisión de Relaciones Exteriores respecto del conflicto bélico entre los países de Honduras y El Salvador y de algunos cables enviados al Senado por otros Parlamentos del continente.
La Comisión de Relaciones Exteriores desea insinuar a la Sala que envíe un cablegrama a los Congresos de Honduras y El Salvador que contenga los siguientes acuerdos.
Reprobación de la guerra y de los medios de fuerza como forma de resolver los conflictos entre naciones.
Respaldo a los esfuerzos de los países del continente por solucionar tales conflictos por medios pacíficos.
Reiteración del principio tradicional en nuestra política exterior en cuanto a que los conflictos entre naciones deben arreglarse sobre la base de medios pacíficos, fundamentalmente del arbitraje.
Creemos que debe plantearse nuestra adhesión irrevocable a la paz y al respeto de los derechos humanos.
A juicio de la Comisión de Relaciones Exteriores, debemos expresar nuestras congratulaciones por la resolución de El Salvador de retirar sus tropas de Honduras, pidiendo a la Organización de Estados Americanos garantías de que se respetarán los derechos humanos de los ciudadanos salvadoreños, y por el hecho de que El Salvador se encamina a buscar medios pacíficos para resolver el conflicto.
La Comisión de Relaciones Exteriores cree, además, que debe enviarse un cablegrama a Venezuela para hacer nuestros los conceptos del acuerdo adoptado por el Senado de esa nación, acompañando copia de los acuerdos de esta Corporación en cuanto al conflicto en sí mismo.
En caso de acordarse el envío de dichos cablegramas, pediríamos que la Secretaría los redactara y que en lo posible se enviaran copias de ellos a los demás Congresos de América Latina.
El señor PABLO (Presidente).-
¿Habría acuerdo unánime para proceder en la forma propuesta por la Comisión de Relaciones Exteriores?
El señor MONTES.-
¿Me permite, señor Presidente?
El señor PABLO (Presidente).-
Solicito el acuerdo unánime de la Sala para conceder la palabra al Honorable señor Montes.
Acordado.
Tiene la palabra Su Señoría.
El señor MONTES.-
Nosotros no tendríamos inconveniente alguno en proceder de la manera señalada, pero deseamos formular un pedido.
El Honorable señor Musalem propone que el Senado chileno haga suyo un acuerdo del Senado venezolano.
El señor JULIET.-
No, señor Senador.
El señor MUSALEM.-
Lo que he planteado es expresar la coincidencia con los puntos de vista contenidos en el acuerdo del Senado venezolano.
El señor PABLO (Presidente).-
Ayer se dio cuenta de la comunicación del Senado de Venezuela.
El señor MONTES.-
Repito que no tenemos ningún inconveniente en dar nuestra aprobación a lo propuesto, pero deseamos disponer de algún tiempo para cono car los documentos a que ha hecho referencia el Honorable señor Musalem.
El señor FUENTEALBA.-
Ayer fueron leídos en la Sala.
El señor MONTES.-
Agradezco la información que me dan de que ya fueron leídos en la sesión de ayer, pero estoy planteando la conveniencia de conocer nosotros esos documentos. Si lo estoy pidiendo, es porque necesitamos conocerlos. Me parece obvio.
El señor PABLO (Presidente).-
Propongo a la Sala destinar los últimos minutos del Orden del Día a discutir este asunto, a fin de que mientras tanto se redacte alguna proposición que pueda ser sometida a la consideración de los señores Senadores.
El señor MUSALEM.-
No es necesario someter la redacción de los cablegramas a la consideración del Senado.
El señor ALLENDE.-
Pido la palabra, señor Presidente.
El señor PABLO (Presidente).-
Con el asentimiento unánime de la Sala, tiene la palabra Su Señoría.
El señor ALLENDE.-
En mi concepto, esta materia tiene extraordinaria significación. Por eso, el pronunciamiento del Senado debe ser consecuencia de un debate serio y profundo que refleje el criterio de nuestra Corporación.
No se trata de adoptar sólo una actitud protocolar humanitaria, sino de desentrañar las raíces del conflicto y su repercusión en los ámbitos de América Latina y del mundo. Además, es conveniente representar la ineficacia de algunas organizaciones como la de los Estados Americanos.
Por un sentido superior de responsabilidad, no quiero entrar a debatir el problema en este instante, pues comprendo que debemos tener extraordinario cuidado antes de pronunciarnos. Por lo mismo, yo pediría que el Senado adoptara una resolución que permitiera oír la opinión de las distintas bancas; e inclusive expresar, en una sesión, con las precauciones necesarias, todo cuanto hay o puede haber detrás de este conflicto.
El señor BULNES SANFUENTES.-
¿Me permite, señor Presidente?
El señor PABLO (Presidente).-
Con la venia de la Sala, tiene la palabra Su Señoría.
El señor BULNES SANFUENTES.-
Yo debí haber asistido hoy a la sesión de la Comisión de Relaciones Exteriores, porque soy miembro de ella; pero recibí la citación muy tarde y tenía concertada una reunión con mis compañeros de bancas, que también era importante.
Pero me llama mucho la atención que el Secado esté pensando en adoptar un pronunciamiento sobre la materia,...
El señor JULIET.-
No, señor Senador.
El señor BULNES SANFUENTES.-
...si no he entendido mal en el curso del debate, lo cual significaría que se sale totalmente de su órbita, pues no tiene atribuciones para adoptar tales pronunciamientos. En efecto, la conducción de las relaciones exteriores está reservada al Presidente de la República y no al Senado, y la Constitución Política no otorga a esta Corporación ninguna atribución de esa índole.
Estimo muy delicado que esta Corporación emita pronunciamientos en materias de orden internacional que puedan afectar a las relaciones exteriores del país sin los elementos de juicio suficientes, como ocurriría si no se siguiera la recomendación del Honorable señor Allende. Ello constituiría, a mi juicio, una violación clara de la Carta Fundamental de parte del Senado y un procedente gravísimo. Frente al acuerdo adoptado por el Senado de Venezuela que puede tener atribuciones para ello o que puede estar excediéndose de ellas, nosotros sólo podemos contestar que hemos tomado nota de él con mucho interés y que se comunicó a cada uno de ¡os Senadores en forma individual, ya que el Senado, como Corporación, carece, dentro del régimen constitucional chileno, de facultades para adoptar acuerdos sobre estas materias.
Nosotros adoptamos acuerdos sobre materias internacionales en un solo caso: cuando el Presidente de la República lo solicite, conforme al precepto constitucional en virtud del cual el Senado emitirá su opinión cuando sea consultado por el Presidente.
Dejo planteada la cuestión, por estimar que estamos entrando por un camino que puede ser de mucha gravedad.
El señor JULIET.-
Señor Presidente, celebro mucho los recuerdos constitucionales que se han hecho a los miembros de la Comisión de Relaciones Exteriores. Pero pienso que el Honorable señor Musalem, por haber hablado al principio de la sesión, cuando generalmente los Senadores están preocupados de los asuntos iniciales o de su participación en ella, no fue debidamente escuchado.
La Comisión de Relaciones Exteriores, después de conocer, a instancias de la Sala, el cable en que el Senado venezolano protesta por el conflicto, llama a conciliación y expresa su creencia de que es posible llegar a la paz, insinúa al Senado chileno manifestar algo que no significa entrar a pronunciarse sobre un problema internacional. Aquí hemos oído muchas veces levantarse airadas voces de protesta en contra de Gobiernos militares que se han instaurado en América. Inclusive, se ha tomado más de algún acuerdo sobre el particular, y ello no significa mezclarse en materias internacionales: es algo consustancial a nuestro concepto de Gobierno democrático y representativo.
¿Qué ha hecho la Comisión de Relaciones Exteriores? Ha dicho que haría bien el Senado en enviar una nota para manifestar su reprobación a la guerra, por estimar que no es el medio más adecuado para solucionar los conflictos; que el Gobierno de Chile tiene una larga tradición en el sentido de impulsar la solución de los conflictos por la vía pacífica, ya que en más de una conferencia panamericana ha sido autor no sólo del órgano de consulta, sino de los arbitrajes obligatorios, y que, a su juicio, estos conflictos deben arreglarse por la vía pacífica, de mutuo entendimiento, y no por la vía de hecho.
Ese es el propósito de la Comisión de Relaciones Exteriores. ¿Es necesario un acuerdo o fluye esta conclusión de nuestra convivencia democrática de cientos y tantos años? ¿Nos inmiscuimos en problemas internacionales?
El Senado hace bien en levantar su voz a favor de la paz y en pedir a los Estados beligerantes que solucionen los conflictos por la vía y los mecanismos que el régimen panamericano y los organismos internacionales en general ponen en juego.
En mi opinión personal, el Senado no actuaría con la aceleración, con la urgencia, con la oportunidad que corresponde, si no manifestara alguna opinión en este tipo de materias, y en la forma que he expresado.
Por eso, el Presidente del Senado dijo bien al proponer que se redacte un cable y se someta a la consideración de la Sala. Tal procedimiento no significa inmiscuirse en el conflicto ni intervenir en ningún organismo internacional, sino ratificar principios que radican en la conciencia ciudadana desde hace muchos años y que es necesario, en la medida que sea prudente, exponerlos ante las demás naciones, sobre todo cuando se pretende vulnerarlos y se hace necesario hacerlos respetar.
El señor PABLO (Presidente).-
Solicito la venia del Senado, a fin de llegar a una conclusión sobre esta materia, pues el debate se está prolongando demasiado.
El señor ISLA.-
Me parece que en una sesión anterior se leyó una comunicación del Senado de El Salvador.
El señor MORALES.-
De la Asamblea Legislativa de ese país.
El señor ISLA.-
En aquella oportunidad solicité dar lectura a ese documento, el cual se había ordenado archivar. Posteriormente, propuse enviarlo a la Comisión de Relaciones Exteriores. Con mucha prudencia, no quise ahondar más en el asunto y pedí, ante algunas objeciones de carácter constitucional planteadas por el Honorable señor Bulnes que ahora reitera, que, en todo caso, dicha Comisión estudiara la nota en referencia con el objeto de darle adecuada respuesta.
Ahora nos ha llegado una comunicación del hermano país de Venezuela. Las palabras del Honorable señor Juliet que hago totalmente mías me hacen pensar que me encuentro en muy buena compañía, pues mi opinión coincide con lo que acaba de manifestar el señor Senador.
Considero honroso para esta Corporación recibir una nota de tal naturaleza, pues constituye un reconocimiento a lo expresado por el Honorable señor Juliet en el sentido de que este Senado, que, sin duda, traduce la voz del pueblo de Chile, puede constituir, por su tradición republicana, un factor importante que se sume al clamor de todos aquellos que desean resolver, en la mejor forma posible, un conflicto que a todos alarma e inquieta.
Las palabras del Honorable colega ratifican lo que yo expresé en aquella oportunidad. El Senado no puede ignorar una comunicación de esa naturaleza, sino que debe darle respuesta adecuada. Por eso, es conveniente que este asunto sea conocido por la Comisión respectiva, cuyos integrantes son personas versadas en la materia, a fin de que aquel organismo, después de estudiarlo debidamente, recomienda a la Sala el procedimiento más acertado para responder a la solicitud que se nos ha hecho con motivo del problema planteado por dos países hermanos.
Concuerdo con la argumentación del Honorable señor Juliet en el sentido de que, más allá del Reglamento de la Corporación, existe una tradición que todo el mundo reconoce al Parlamento chileno. Por eso, no podemos limitarnos a archivar una comunicación de esta naturaleza. Es necesario repito enviar una respuesta que traduzca nuestros anhelos de colaborar en los esfuerzos que se están haciendo para poner término al conflicto.
El señor BULNES SANFUENTES.-
Insisto en que el Senado carece de atribuciones para emitir pronunciamiento de esta índole. Ese es un hecho inamovible, que ninguna persona conocedora de la Constitución Política del Estado puede discutir, y, por lo demás, nadie lo ha objetado. Se ha invocado la tradición, pero nadie puede sostener que este Cuerpo Legislativo cuenta con facultades para pronunciarse sobre matarías de política internacional y comunicarlas al Senado de otro país. Por otra parte, niego que exista una tradición al respecto. Soy Senador desde hace más de 16 años y no recuerdo precedentes sobre esta materia. No digo que, por inadvertencia, pudo haber algunos, pero en ningún caso podrían invocarse como tradición.
Considero gravísimo sentar tal precedente; porque hoy podemos pronunciarnos contra la guerra en lo que todos coincidimos, y mañana, por mayoría, podríamos hacerlo contra el gobierno de determinado país, contra una situación interna de cualquiera naturaleza o contra la actitud de alguna nación en una guerra ya declarada. En tal caso, estaremos interviniendo en el manejo de las relaciones exteriores, al margen y con violación de la Constitución Política. Porque no estamos arrogándonos una atribución "res nullius", que no corresponda a nadie, sino una facultad que la Constitución otorga sólo al Presidente de la República.
Es curioso que un Senador de Oposición reclame en este momento el respeto a las facultades del Primer Mandatario. Lo hago, porque en materia política, nadie ha fijado la rueda de la fortuna.
Si se desea responder dichas notas, puede hacerse en nombre de los distintos sectores políticos de esta rama del Parlamento; de los Comités, si se quiere. Ofrezco la adhesión del Comité Nacional si se trata, simplemente, de condenar la guerra. Pero en esta materia no puede darse respuesta en nombre del Senado, pues ello equivaldría a atropellar nuestra Carta Fundamental.
El señor PABLO (Presidente).-
Cuando se dio cuenta de estas comunicaciones, la Mesa dispuso su archivo, sin perjuicio de acusar recibo posteriormente. Después, cuando se solicitó que tales materias fueran conocidas por la Comisión de Relaciones Exteriores, la Mesa supuso que se pretendía dar respuesta a aquellas notas dentro del espíritu general que anima a la Corporación frente a hechos como los que se nos planteaban.
En conformidad al número 7 del artículo 24 del Reglamento, corresponde al Presidente del Senado mantener la correspondencia de la Corporación con el Presidente de la República y demás autoridades que allí se señalan. El inciso 2º de dicha disposición agrega que, sólo por acuerdo del Senado y por disposición de este Reglamento, el Presidente podrá dirigirse de palabra o comunicarse por escrito en nombre de la Corporación, salvo en los períodos de receso, en que lo hará libremente, pero en ese caso deberá dar cuenta al Senado en la primera sesión que éste celebre.
A mi modo de ver, el precepto reglamentario es claro en lo relativo a la correspondencia de esta Corporación. Salvo que acuse recibo exclusivamente, yo no tendría posibilidad de expresar el sentir del Senado, sino por acuerdo de la Sala. De modo que estimo pertinente mantenernos dentro de los términos que he señalado, sin invadir las atribuciones constitucionales del Primer Mandatario en la conducción de las relaciones exteriores.
El señor JULIET.-
Nadie ha pretendido eso.
El señor PABLO (Presidente).-
Por lo tanto, si el acuerdo de la Comisión de Relaciones Exteriores, frente a les hechos expuestos, reflejara el pensamiento de la Sala que creo será unánime, podré contestar en nombre de esta rama del Parlamento.
El señor JULIET.-
Acusar recibo, nada más.
El señor PABLO (Presidente).-
Efectivamente.
El señor JULIET.-
Comparto el criterio de Su Señoría. Lógicamente no podría emitir juicio, porque infringiríamos la Constitución.
El señor PABLO (Presidente).-
La Mesa sólo podría contestar lo siguiente: "Acuso recibo de su comunicación de tal fecha, la cual fue puesta en conocimiento de los señores Senadores...". Si la Sala desea agregar algo más, reglamentariamente podría hacerlo, conforme a las disposiciones ya mencionadas.
El señor BULNES SANFUENTES.-
No hay duda de que Su Señoría necesita autorización de la Sala para representar a la Corporación, pero sólo puede hacerlo en aquellas materias en que el Senado tenga competencia. No puede, por ejemplo, enviar oficio a la Dirección del Registro Electoral convocando a elecciones, por más que lo acuerde el Senado, pues ello no está consignado en nuestras atribuciones. De modo que la existencia de una disposición que obliga a Su Señoría a consultar al Senado para representarlo, no significa que esta Corporación pueda actuar en cualquier materia. Sus facultades figuran en la Constitución Política, y yo insisto en que nos hemos apartado de ellas. Es posible y la considero por lo menos una respuesta decorosa y enaltecedora para el Senado de Chile contestar en la siguiente forma: "Señores, no podemos emitir pronunciamiento sobre esta materia, por carecer de atribuciones constitucionales para ello, pero los Comités parlamentarios de los distintos sectores políticos representados en esta Corporación me encargan que, en su nombre, haga constar la coincidencia de ellos con el pensamiento del Senado de Venezuela."
De ese modo, Su Señoría cumple con lo dispuesto en la Constitución y respeta los límites que ella le impone, con lo cual nunca dejará en mal pie a nuestra Corporación.
El señor PABLO (Presidente).-
Comparto el criterio del señor Senador en cuanto a que, en los casos a que Su Señoría ha hecho referencia, sólo los Comités parlamentarios ésa ha sido la norma pueden hacer valer sus puntos de vista, y no la Corporación como tal. Ello ha sido tradicional, proverbial entre nosotros. Aun cuando en muchas oportunidades se acuerda oficiar en nombre del Senado, los documentos respectivos se envían en representación de los Comités que lo solicitan.
Pero en el caso concreto que estamos debatiendo, en que se trata de dar respuesta a una comunicación, el Reglamento franquea la posibilidad de contestar en nombre de la Corporación. A mi modo de ver, es evidente que, de haber unanimidad para contestar, sería muy difícil explicar a un país extranjero todos nuestros preceptos reglamentarios. De manera que, en mi opinión, podría procederse de acuerdo con esta forma de enfocar el problema.
Debemos analizar ahora si tenemos atribuciones constitucionales o no las tenemos para emitir juicio respecto de un problema de carácter internacional. Se trata de una materia distinta.
Estimo que para ese caso hay dos maneras de proceder: celebrar sesión especial...
El señor JULIET.-
Emitir juicios en contra de la guerra es un principio universal que figura en los textos de las Naciones Unidas. Por ejemplo, si mañana un gobierno estableciera el canibalismo como régimen, para reprobarlo no necesitaríamos pedir la venia del Presidente de la República.
El señor BULNES SANFUENTES.-
En la Carta de las Naciones Unidas están incorporados todos los derechos humanos; de modo que si nos basáramos en la teoría de Su Señoría, mañana podríamos opinar sobre la forma como se atropellan los derechos humanos en determinados países.
Estoy tratando de evitar que se establezca tal precedente y solicito a la Mesa pues el debate no puede prolongarse eternamente que si el Senado acuerda enviar una comunicación, tenga la gentileza de dejar constancia de que los Senadores nacionales no han concurrido a él, por considerar que, constitucionalmente, la Corporación carece de facultades para hacerlo. Sin embargo, el Comité de mi partido adhiere al criterio expresado por Su Señoría. En esta forma salvamos nuestra opinión en materia constitucional.
Lo que deseo evitar es contribuir a sentar tal precedente.
El señor PABLO (Presidente).-
En realidad, no se ha adoptado acuerdo alguno. Deseo dejar aclarado ese punto.
El Honorable señor Allende ha sugerido celebrar previamente una sesión especial.
El señor LORCA.-
Después de la intervención del Honorable señor Allende, en lugar de tres mil, los muertos serán cinco mil.
La señora CARRERA.-
Nuestro pronunciamiento no lo evitará.
El señor REYES.-
En esa forma, llegaremos al próximo siglo.
El señor LUENGO.-
No creo que, por una nota del Senado chileno, se suspenderá la guerra.
El señor ALLENDE.-
No me haré cargo de las palabras del Honorable señor Lorca, cuya salida celebro, pero en realidad no aporta nada serio al debate.
El señor LORCA.-
Pido la palabra.
El señor ALLENDE.-
Por extraño azar, soy el más anciano y, a la vez, el más joven de los ancianos del Senado, y puedo decir que concuerdo con el Honorable señor Bulnes.
En mis 24 años y meses como Senador, la Corporación nunca adoptó una resolución de ese carácter, porque, de acuerdo con nuestra Carta Fundamental, no puede hacerlo. Si los Comités aceptan alguna sugerencia, puede enviarse una comunicación en su nombre. Sin embargo, me interesa preservar algunos principios; por eso expongo mi punto de vista; además, en el aspecto internacional es lamentable este debate. Por eso dije, con toda delicadeza, que no es conveniente debatir este asunto.
Planteado así el problema sin ánimo de hacer una alusión personal al Honorable señor Lorca, por quien guardo la deferencia que se merece, aparte nuestra vinculación regional, que quisiera ampliarla a escala nacional, debo decir que, desde el punto de vista de mis principios, no concuerdo con una adhesión expresada en la forma que se propone, por estimar que en este problema existen causas mucho más profundas que desentrañar.
Supongo que los señores Senadores están conscientes de que el conflicto entre El Salvador y Honduras no se debe a los incidentes surgidos en el partido de fútbol que jugaron las selecciones de ambos países.
Entonces, si se desea emitir pronunciamiento, es interesante conversar al respecto en una reunión de Comités, porque allí es factible hacerlo. En esa ocasión, el Partido Socialista podría decir que no está de acuerdo con la simple adhesión romántica a un hecho que tiene causas mucho más profundas y permanentes. Yo no podría callar, por ejemplo, ante la ineficacia, ineptitud y cobardía moral de la O.E.A., que en este caso, como en otros, demuestra su absoluta inoperancia. No estamos transando con los principios y fundamentos de nuestro pensamiento para concurrir porque sí a postulaciones que no tienen razón de ser en cuanto a lo que está sucediendo.
En síntesis, con toda delicadeza, estimo impropio debatir este hecho; estoy de acuerdo con el punto de vista constitucional expresado por el Honorable señor Bulnes, y creo que, en conformidad al Reglamento del Senado, podemos conversar al respecto en una sesión de Comités.
El señor LORCA.-
Cuando uno lleva dos meses en el Senado, es muy difícil hacer grandes aportes al trabajo legislativo. No obstante, en el poco tiempo en que me he desempeñado como Senador, creo haber constrrbuido, en las Comisiones donde he laborado, con algunas ideas tendientes a beneficiar a las provincias que represento.
Para un hombre que llega a esta Corporación es muy desagradable sentirse atormentado, o por el Honorable señor Bulnes, que lleva 18 años como Senador, o por el Honorable señor Allende, que dice tener más de 24. Entre ambos suman 42 años en este Hemiciclo. Pero el Honorable señor Allende, con su experiencia y serenidad de revolucionario, y el Senador señor Bulnes, hombre pacífico, coinciden en ese tremendo respeto a la Constitución Política. Yo también la acato, aunque no tenga los años de experiencia que los Honorables colegas pueden exhibir ante nosotros.
Si observamos los preceptos consignados en la Carta Fundamental, comprobaremos que al Presidente de la República corresponde dirigir las relaciones internacionales. Pero considero una falta de sentido común lo digo con todo respeto hacia los señores Senadores, tanto por su inteligencia y cultura como por su antigüedad en la Corporación pensar que se atropella la Constitución si expresamos nuestra adhesión a la paz, pedimos que cese la guerra o deploramos los problemas surgidos entre dos naciones por determinadas circunstancias.
Respeto mucho la personalidad del Honorable señor Allende; además, me considero amigo de Su Señoría; pero los amigos se pueden herir.
Aunque el señor Senador expresa sus ideas con mucha elocuencia, a mi juicio, no aportó nada a este debate: tan sólo emitió algunos conceptos violentos sobre política internacional. Con la rapidez de su imaginación, condenó y destruyó a la Organización de Estados Americanos por su cobardía para opinar e influir en los destinos del mundo.
Los Senadores de la República deseamos pedir la paz, y los dos Honorables colegas se atropellan para hablar de la Carta Fundamental.
Confieso que me siento tan Senador como ellos. Por ser más joven, tengo posibilidades de seguir en la Corporación mucho tiempo más, por supuesto si el pueblo me elige nuevamente.
Con toda sinceridad, estimo que emitir expresiones deplorando lo acaecido entre Honduras y El Salvador y pidiendo la paz no significa atropellar la Constitución Política del Estado.
Doy excusas a los constitucionalistas, pero me he limitado a expresar los puntos de vista de un Senador de la República.
El señor ALLENDE.-
Si he invocado los años que llevo en este recinto, no es para poner en el peso de la balanza los muchos más que tengo en la Corporación respecto de otros señores Senadores, sino con el propósito de señalar que durante ese período he visto preocupación por preservar las atribuciones del Senado.
Los argumentos del Honorable colega no inciden en el fondo de lo que yo he afirmado.
Desde el punto de vista de un hombre que sustenta ciertos principios cosa que, imagino, debe de tener el señor Senador, no es algo trivial hablar de la paz. Aquí no se ha propuesto sólo un canto lírico a la paz, sino emitir un pronunciamiento para el cese del conflicto entre Honduras y El Salvador, lo que significa intervenir directamente y opinar respecto de un problema muy concreto. Me extraña que el Honorable señor Lorca no se dé cuenta" de ello.
Por lo tanto, la posición adoptada por algunos Senadores entre ellos, el que habla, con todo el respeto que merece mi Honorable colega y amigo no tiene por objeto lanzar los años durante los cuales se han desempeñado en el cargo de Senador, aun cuando esos años tienen un valor que debe respetarse: cuando se es Senador por muchos años, cuando no se compran votos, significa que la opinión popular en mi caso personal ha respaldado la labor de toda una vida que posee un valor mucho más allá de las interpretaciones carnavalescas de una posición política.
El señor LORCA.-
Pido la palabra.
El señor ALLENDE.-
- He planteado una cuestión de principios absolutamente sólida. Si el Honorable señor Lorca cree que al hablar de compra de votos he pretendido formular una alusión persona], advierto a Su Señoría que lo he dicho en términos generales. Doy esta explicación, porque no es mi ánimo lanzar frases en forma subrepticia; soy demasiado claro para expresar mis pensamientos.
Sostengo que pedir el cese de la guerra equivale a pronunciarse sobre problemas internacionales; que ello contraviene lo dispuesto en la Constitución Política, y que la norma invocada por el señor Presidente se refiere a dificultades internas, de la vida nacional y de las relaciones entre Poderes.
A mi juicio, una manera de solucionar el asunto, como dije denantes, consiste en celebrar una reunión de Comités, donde podríamos debatir lo propuesto, concordar o discrepar, pero exponiendo las razones que abonan el pensamiento de cada cual.
No debemos seguir debatiendo.
El señor LORCA.-
Comprendo que...
El señor BULNES SANFUENTES.-
Pido la palabra.
El señor PABLO (Presidente).-
Señores Senadores, palabras van sacando palabras.
El señor LORCA.-
¿Me permite, señor Presidente?
El señor MONTES.-
Pido la palabra.
El señor PABLO (Presidente).-
Tiene la palabra Su Señoría. A continuación, los Honorables señores Montes y Bulnes.
El señor LORCA.-
Seré muy breve, por considerar absurdo prolongar más el debate.
Deseo dejar bien en claro que, cuando deploro que se traigan a colación los años que un hombre tiene como Senador, no me anima el deseo de faltar al respeto de algún Honorable colega, sino que se mantenga igual deferencia para con quienes iniciamos nuestras labores en la Corporación.
El Honorable señor Allende emitió dos conceptos que, a mi juicio, no debió expresar. En primer lugar, manifestó su deseo de que yo fuera hombre de principios como él. Con el señor Senador nos conocemos desde hace 20 años. Mi Honorable colega sabe que yo, al igual que él por mi parte, estoy seguro, he pertenecido a una sola colectividad política: la Falange Nacional, hoy Democracia Cristiana. Jamás he cambiado de tienda, y los principios de mi partido son conocidos en todas partes. Tengo principios y actúo de acuerdo con ellos.
En segundo lugar, el Honorable señor
Allende estima que el Senado, si actúa como cuerpo, atropella el Reglamento y la Constitución Política al pedir que cese la guerra. Al respecto, dijo: "me extraña que el Honorable señor Lorca no lo haya entendido así". Modestamente, leyendo el articulado pertinente, creo que ningún cuerpo colegiado, ni menos uno legislativo elegido por el pueblo: trabajadores, campesinos, jóvenes, se aparta de la Carta Fundamental al solicitar que dos naciones en conflicto cesen las hostilidades.
Por eso, mantengo el punto de vista de que no me aparto de la Constitución.
El señor MONTES.-
Deseo formular una proposición.
A nuestro juicio, los problemas de orden constitucional planteados esta tarde pueden ser resueltos mediante un acuerdo justo del Senado. No queremos entrar al debate de este tipo de cuestiones.
La Comisión de Relaciones Exteriores podría redactar una proposición y someterla al criterio de los Comités, para que éstos resuelvan sobre el particular. Pensamos que acerca de una materia como ésta, que nos preocupa a todos, podría lograrse un acuerdo sin necesidad de hacer público un debate que, en el fondo, carece de objeto.
El señor BULNES SANFUENTES.-
Deseo referirme en forma muy breve a la invocación de los años de servicios que se atribuyen el Honorable señor Allende y el Senador que habla.
Advierto que no fui yo quien trajo a colación el pasado, sino el Honorable señor Isla. Su Señoría manifestó que existía tradición del Senado en ese sentido.
El señor ISLA.-
De respeto.
El señor BULNES SANFUENTES.-
Le expresé que no era efectivo y que, durante los 16 años que he sido Senador, jamás se ha adoptado un acuerdo de esta naturaleza. El Honorable señor Allende puntualizó que, durante sus 24 años como miembro de esta Corporación, ello tampoco había sucedido. Si nos remontarnos a tiempos más lejanos, encontraremos que no se han adoptado resoluciones similares.
En cuanto a los problemas constitucionales, estimo que discutir el tema es como poner en duda que dos y dos son cuatro. El artículo 4° de la Carta Fundamental dice: "Ninguna magistratura, ninguna persona, ni reunión de personas pueden atribuirse, ni aun a pretexto de circunstancias extraordinarias, otra autoridad o derechos que los que expresamente se les hayan conferido por las leyes".
Las atribuciones del Senado están fijadas en la propia Constitución. No hay ninguna que se relacione siquiera con la posibilidad de adoptar este tipo de acuerdos. Por el contrario, nuestra Carta Fundamental dispone que es el Presidente de la República quien conduce las relaciones exteriores.
En consecuencia, estamos ante una manifiesta violación constitucional.
El artículo reglamentario invocado por el señor Presidente supone que el Senado está actuando dentro de: sus atribuciones y no le da carta blanca para hacer lo que desee.
Es factible que en este caso tenga poca importancia nuestra resolución. Sin embargo, se sentaría un precedente que con posterioridad podría ser invocado con justicia, y no como ahora, que se apela a una disposición inexistente. Está consignado, sí, el sentido contrario. Ese es el precedente que me he propuesto evitar. Estimo que, en cualquiera eventualidad futura, puede ser profundamente dañino para el país adoptar acuerdos de esta naturaleza.
Coincido con el Honorable señor Allende en que pedir el cese de un conflicto existente significa intervenir en la política exterior de otros países. Esa situación debe de haber sido desatada por una de las dos naciones en guerra. Como es evidente, al pedir que ésta termine, estamos condenando su actitud.
Lo anterior no quiere decir que yo sea belicista, sino que. no me gusta inmiscuirme en los asuntos a que no me llaman ni arrogarme como Senador atribuciones que la Carta Fundamental no me otorga y que, al contrario, me niega en forma expresa.
Soy muy celoso de las prerrogativas del Senado. No obstante, estimo que, cuando un Poder Público desea que se respeten sus facultades, debe comenzar por no extralimitarse en las suyas y no invadir el campo de acción de otro.
El señor PABLO (Presidente).-
Del debate habido hasta este momento, se advierten dos caminos por seguir: el señalado por el Honorable señor Bulnes, en cuanto a contestar la comunicación expresando que el Senado no se pronuncia sobre su fondo, por carecer de facultades constitucionales para hacerlo; el otro sería la sugerencia del Honorable señor Montes, en el sentido de que la Comisión de Relaciones redacte una proposición. En este último caso habría dos posibilidades: someterla a la consideración de la Sala o llevarla a una reunión de Comités, con el objeto de que, a la postre, se apruebe o se desestime.
El señor ALLENDE.-
Existe un tercer camino: llevar esa proposición directamente a los Comités, para que ellos resuelvan.
El señor PABLO (Presidente).-
Los Comités, en definitiva, son relacionadores entre el Senado y la Mesa. A mi juicio, es la Corporación quien debe resolver sobre la materia.
El señor LUENGO.-
Veámosla primero en reunión de Comités.
El señor PABLO (Presidente).-
El Honorable señor Bulnes también formuló una sugerencia respecto de la cual debe consultarse a la Sala. Si el Senado la rechaza, se llevará a los Comités. Son dos posiciones distintas.
El señor MUSALEM.-
En todo caso, que se someta a la consideración de los Comités.
El señor JULIET.-
No repruebo la sugerencia, porque puede significar una solución del problema. Sin embargo, en presencia de la inconstitucionalidad que advierten algunos señores Senadores, puedo decir que el Senador que habla, a quien tampoco se puede atribuir desconocimiento de la Constitución, no estima que se viola la Carta Fundamental al pronunciarnos sobre la materia; de modo que no se ve qué eficacia pueda tener cualquier reunión de Comités destinada a ese propósito.
Conforme al criterio de Sus Señorías estamos impedidos de adoptar pronunciamiento sobre la materia, ni siquiera el más simple acuerdo. Es decir, no podrían emitir juicio.
El señor BULNES SANFUENTES.-
Los Comités pueden hacerlo.
El señor JULIET.-
Sería ineficaz conforme al planteamiento de inconstitucionalidad.
El señor PABLO (Presidente).-
La Mesa consulta a la Sala acerca de si estima inconstitucional que los Comités redacten un pronunciamiento sobre el asunto en comentario.
El señor BULNES SANFUENTES.-
Distingamos, señor Presidente.
Los Comités, como tales, pueden tomar cualquier acuerdo. Frecuentemente, se envían oficios, que importan fiscalización, en nombre de uno o más Comités. Es el Senado el que no tiene competencia sobre la materia. Los Comités, mientras representen a Senadores individualmente considerados o a sectores políticos, pueden adoptar resoluciones. En otras palabras, el Senado carece de facultades para resolver, pero los distintos sectores políticos representados en la Corporación por los Comités respectivos, pueden adoptar acuerdos.
El señor PABLO (Presidente).-
Propongo lo siguiente: como la tabla es breve, al término de esta parte de la sesión podrían constituirse los Comités con el objeto de redactar una resolución, que posteriormente se sometería a la consideración de la Sala. Esto debería concretarse cuanto antes, ya que la semana próxima toda declaración en ese sentido carecerá de valor.
El señor BULNES SANFUENTES.-
Advierto que no asistiré a la reunión de Comité, porque el propósito de someter la resolución que se adoptará a la consideración del Senado, significaría violar la Constitución. Soy contrario a ese proceder.
El señor PABLO (Presidente).-
Ruego a Su Señoría que no prejuzgue acerca de nuestra intención.
El señor BULNES SANFUENTES.-
Repito: si la Sala conoce cualquier acuerdo de Comités sobre la materia, se vulnera la Constitución.
El señor PABLO (Presidente).-
Ruego a Su Señoría concurrir a la reunión y concretar allí sus objeciones. Es posible que allí lleguemos a acuerdo, por tratarse de una materia respecto de la cual nuestras posiciones son similares. Por ello, oportunamente, antes del término de la sesión, llamaré a una reunión de Comités.
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