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    • rdf:value = " El señor LORCA, don Alfredo (Presidente).- Puede continuar el señor Cademártori. Para ordenar el debate, ruego a Su Señoría no conceder más interrupciones. El señor CADEMARTORI.- ¿Qué no dé más interrupciones? Con mucho gusto le voy a hacer caso. He tratado de satisfacer la inquietud de algunos señores Diputados democratacristianos que han pretendido refutar lo que yo he sostenido. Les seguiría dando esa oportunidad. Como Su Señoría se opone, no les seguiré concediendo interrupciones. Debo decirle al señor Irureta que en ningún momento hemos hablado con prepotencia ni jamás hemos presumido de nada, como les consta a los señores Diputados. El señor Ballesteros nos ha endilgado unos títulos y el señor Irureta nos ha asignado otros calificativos que prefiero pasar por alto, hablando de un fracaso en la Escuela de Economía, cosa que, en reali-dda, a mí no me afecta en absoluto y, en cambio, habla mal del propio señor Irureta que utilice argumentos tan bajos. Por lo tanto, doblando la hoja, pido al señor Presidente que me permita continuar. Creo que es fundamental señalar, y lo digo enfáticamente, porque es el problema que enfrentan los obreros y empleados, que, concretamente, lo que recibirán como reajuste por la desvalorización que se ha producido será inferior a lo que el Gobierno sostiene que es el alza del costo de la vida. Podrán darse muchas explicaciones, pero esto no podrá refutarse. Nosotros sostenemos que el aumento del costo de la vida es mayor; pero, aun aceptando que el Gobierno tuviera la razón, resulta que sería del 22% y el reajuste es del 15%. No podrá ningún señor Diputado desconocer -y esto no es prepotencia- que esto significa, en la práctica, que el obrero y el empleado tendrá menos dinero para satisfacer sus mismas necesidades; que se verá privado de un reajuste compensatorio del alza del costo de la vida; en otras palabras, que se verá obligado a reducir su nivel de vida. Esto es indesmentible y no es ninguna prepotencia reiterarlo una y otra vez. En este sentido, hay similitud en la esencia de la política del señor Molina para este año 1968. Nosotros no hemos dicho en ningún momento que ésta haya sido la política de los tres años. Hemos reconoci- do que en el año 1965 efectivamente se dio un reajuste igual al porcentaje del 100% que señaló la Dirección de Estadística y Censos. Otro asunto es que ese índice sea o no efectivo, pero reconocemos que se dio ese 100%. Al año siguiente, como todo el mundo recuerda, se rebajó el reajuste, estableciendo una escala. El año pasado se hizo otra rebaja, dejando al margen del reajuste a los trabajadores del sector privado no sujetos a convenios colectivos. Y este año, finalmente, aparece con toda claridad, con toda efectividad, esta política de reajuste por debajo del costo de la vida. Esto es lo esencial y, como digo, es el efecto directo que siente el obrero, el empleado, lo que no se podrá de ninguna manera refutar. Ahora bien, lo que tiene de novedad esta política es que esta diferencia, por la que antes simplemente no se daba ninguna explicación y que en el hecho se traspasaba por vía directa al bolsillo del capitalista o de la empresa, hoy se disfraza, se presenta de una manera diferente, bajo el ropaje del ahorro obligatorio. Al respecto, quiero recoger lo que decía el Ministro señor Molina. El afirmaba que estaba de acuerdo en que hay que producir una transformación total de la economía para terminar con la desigualdad en la distribución de la riqueza. Y para que esta desigualdad se termine, él es de opinión -lo ha dicho y lo hemos oído todos- que los trabajadores sean los propietarios de los medios de producción. A eso tiende su política. Muy bien, pero resulta que esa política que señala el Ministro señor Molina, en la práctica no conduce al resultado que él está planteando aquí. Si con este dinero los trabajadores compraran los bienes de producción de las grandes industrias del país y por lo tanto pasaran a ser sus propietarios entonces le diríamos que tiene toda la razón, por que a través de este Fondo los trabajadores, haciendo grandes sacrificios, estarían comprando su liberación, porque se estarían haciendo dueños de los medios de producción. Por lo tanto, los capitalistas ya no tendrían esos medios de producción, por lo menos, en el país. Pero, ¿conduce a ese resultado la política del Gobierno, cuando lo que estamos viendo es que el proyectado Fondo de Ahorro obligatorio va a ser distinado a efectuar inversiones en una serie de proyectos que son conocidos de todo el mundo, porque el Gobierno lo ha anunciado? Efectivamente, ha señalado el caso de la gran minería del cobre y ha propuesto que estos recursos se inviertan en el desarrollo de la industria petroquímica, de la industria de celulosa, etcétera? Ahora bien, ¿acaso no está notificado todo el mundo de que estas industrias a que se refiere el Gobierno, en las cuales se invertirá el ahorro de los trabajadores, van a tener una estructura jurídica ya conocida y propuesta por el Gobierno, en la cual los capitalistas extranjeros son los que, en mayor o menor grado, van a tener su control? Sí, lo ha dicho el Gobierno; no estoy inventando nada. Aparece en las declaraciones del Presidente, reiteradas por el propio señor Ministro en un exposición de la Hacienda Pública. Allí se ha hablado de las sociedades mixtas; se han dado a conocer con nombre y apellido las sociedades norteamericanas que van a intervenir : en la petroquímica, la Dow Chemical; en la celulosa, la firma Parsons; en la industria automotriz se sabe que han presentado proyectos la Ford, la General Motors, etcétera, es decir, las grandes compañías internacionales. En el cobre, sabemos que, a pesar de la sociedad, "El Teniente", sigue siendo administrado por la Compañía Kennecott a través de su filial Braden Copper; y en las otras grandes empresas donde también se van a hacer inversiones, todos sus capitales son con- trolados por la Anaconda en forma total y absoluta. De tal modo que ¿qué papel van a jugar los obreros y empleados en la dirección de estas industrias cuando está en su estructura jurídica, en el carácter de estas sociedades, las causales, los factores determinantes que hacen que estas empresas extranjeras vayan a dominar, vayan a tener la ingerencia fundamental en estas industria? Entonces, resulta que el ahorro de los trabajadores, al igual que la más modesta inversión del más modesto accionista del país, que compra una, dos o tres acciones de cualquiera de esas sociedades, no lo transforma en su dueño. Eso lo sabemos muy bien. ¡Ya venimos de vuelta del capitalismo popular! Hace algún tiempo, los monopolios declaraban : "Vean cómo en Estados Unidos ya se acabó el capitalismo. Ahora los obreros son los dueños de las industrias." La American Bell Telephone Company anunciaba por la prensa: "Tenemos dos millones de accionistas; miren que democrática es nuestra sociedad". Y la Anaconda decía otro tanto; y Rockef eller publicaba en los diarios donde aparecían los números de millones de accionistas que, según ellos, eran los propietarios de sus empresas. Pero resulta que si sumamos el total de las acciones de esos millones de accionistas-obreros y las comparábamos con las acciones de un sólo de esos grandes accionistas del señor Rockefeller, por ejemplo, en la Standard Oil, los señores Mellow, en las industrias químicas o cualquier otro de los clanes de la industria norteamericana, ¿qué podemos comprobar? Que uno solo de ellos poseía más acciones que los uno o dos millones de obreros y empleados, que tenían individualmente, una o dos acciones. Ese es el cuento que nos quieren contar. Porque en Chile, según este proyecto, habría uno o dos millones de accionistas de la industria petroquímica o de la Gran Mi- nería del Cobre. ¿Van a ser los trabajadores, como se ha dicho y repetido aquí por el señor Escorza, los dueños de los medios de producción del país? Ese engaño no lo pueden creer ¡os trabajadores y por eso tenemos que repudiar este intento de hacernos creer que, por medio de este proyecto, se va a cambiar la propiedad de los medios de producción del país. Nosotros evidentemente, no podemos desconocer que el ahorro es necesario para cualquier país que quiera desarrollarse. Nosotros no podemos pensar que los trabajadores, obreros y empleados, no tengan conciencia de la necesidad de ahorrar. ¿Acaso un obrero, cuando tiene ¡a posibilidad de ahorrar, no lo hace invirtiendo ese dinero en la compra de una propiedad? O si no le alcanza para tanto, ¿no trata de comprar siquiera un refrigerador, porque sabe que eso, en cierto modo, también representa ahorro para él? Nadie puede desconocer que, indudablemente, el obrero siente la necesidad del ahorro incluso más que el capitalista. Pero, para que un trabajador pueda juntar parte de sus entradas es absolutamente indispensable que pueda satisfacer sus necesidades primarias; porque si está desnutrido, si no tiene cómo vivir en una casa decente, si no tiene cómo pagar sus enfermedades, ¿cómo puede obligársele a que ahorre, cuando, en el fondo, eso significa hacer más dura su miseria? Esto, señor Presidente, tienen que entenderlo todos los Diputados de la Democracia Cristiana. Esta es la realidad y lo doloroso del asunto, aunque sepamos muy bien que al propio señor Molina y otros personero del Gobierno no les gusta que se destaquen estos hechos. Pero lo que sucede es que ellos también sostenían antes con convicción y con calor lo mismo que nosotros estamos diciendo, porque estaban seguros de que decían la verdad. Sin embargo, una vez llegados al Gobierno -y esto es lo tremendo en este país-, no se abordaron los problemas ni las causas de la crisis, y se fue- ron enredando, poco a poco, en la presión, en el "chantaje" de los inversionistas del imperialismo norteamericano. Esta es la justa realidad. Y la mejor prueba de ello es que el señor Molina -y no hay ofensas en lo que vamos de decir- cada año debe ir a Estados Unidos a explicar la política económica que se va aplicar en Chile. Por este motivo estuvo allá en 1966 y también, el año pasado; vamos a disminuir el poder de compra. Esta declaración la ratificó incluso en un informe. Y los inversionistas norteamericanos, evidentemente, le contestaron que sí, que eso era exactamente lo que debía hacerse. Porque ésa es la tesis que han sostenido siempre, tanto a través de la Misión Klein-Saks, como mediante las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional. El señor Pierre Paul Schweitzer, Director General del Fondo Monetario Internacional, al ser interrogado por la prensa chilena sobre "qué le parecía al Fondo Monetario Internacional el ahorro obligatorio", declaró lo siguiente: "En el caso chileno, en la situación en que ustedes se encuentran, es necesaria una fórmula de este tipo." Y el señor Peter Wright, del Banco Mundial, comentó las líneas generales de la política económica del Gobierno -expuestas por el señor Ministro de Hacienda- de la siguiente manera: "El éxito efectivo inicial alcanzado por la campaña antiinflacionis-ta del Gobierno no puede continuar a menos que se impongan severas restricciones sobre el crecimiento del ingreso personal disponible. Se espera, por lo tanto, que se estudien las posibilidades -escúchese esto- de aumentar las contribuciones, haciendo aún más rígidos los convenios COR-VI." O sea, exigiéndoles más a los trabajadores que aspiran a una casa, requiriendo mayores gastos de los beneficiarios. Estas fueron palabras textuales de los personeros del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial. Sería fácil dar a conocer muchas otras declaraciones, no sólo recientes, sino también de gobiernos anteriores, como el del señor Ibáñez, desde 1956 adelante, en que se hace clara esta política. Esta es la realidad. El Gobierno tiene que admitir, en el fondo, que no se ha sentido capaz de romper estas exigencias; porque éstas son condiciones que impone el Fondo Monetario Internacional, el que, por cierto, no actúa por sí, sino como mandatario de los monopolios norteamericanos. Esa es la política que hemos escuchado una y mil veces, y que el Gobierno no quiere ni se atreve a romper. Y tanto no se atreve que incluso una iniciativa propuesta por la propia Democracia Cristiana, que también hemos planteado, aquélla de retener para Chile las diferencias en el precio del cobre sobre veintinueve centavos o sobre una cantidad similar, a pesar de ser una disposición clara y justa, que daría recursos superiores al de todo el fondo de ahorro forzoso, no se desea aplicar. Esta es la verdad de las cosas. El Presidente de la República no se atreve. ¿Por qué? Porque sabe que los monopolios norteamericanos le van a decir que no, que no les gustan estas cosas. Ellos quieren otra cosa: desean libertad amplia para llevarse lo más que puedan de Chile. Bueno, ése es el fondo de la posición que tenemos nosotros, defendiendo los intereses de los trabajadores, porque a ningún obrero ni empleado se le podrá convencer de la necesidad de hacer este sacrificio. Mientras tanto, por otro lado, las cosas se están agravando. El Ministro señor Molina reconoció hidalgamente en la Comisión de Gobierno Interior que la ley de los convenios del cobre ha privado al erario de casi ciento y tantos millones de escudos en 1967 y algo de doscientos millones en este año. Esas menores entradas, señor Presidente, equivalen poco menos que a la mitad, de todo lo que va a recuperar, según el Gobierno, el Fondo de Capitalización Nacional. Entonces, ¿se le puede pedir a los trabajadores, a dos millones de chilenos, muchos de los cuales están en un nivel de desnutrición absoluto, o de hambre, más sacrificios cuando el Gobierno se da el lujo de perder casi 400.000.000 de escudos por una ley que entrega toda clase de granjerias a dos compañías norteamericanas ? Señor Presidente, yo creo que, honestamente, ningún Diputado democratacris-tiano puede considerar justo un sacrificio de esta especie en tales condiciones. Por eso, la situación es distinta cuando se hacen comparaciones con los países socialistas. Aquí ya hemos hablado de esto y no es necesario volver a repetirlo. El señor Ministro del Trabajo y Previsión Social corroboró hidalgamente que la política económica aplicada en los países socialistas es beneficiosa para los propios trabajadores. Y yo debo decir que en las naciones socialistas hay ahorro y se fomenta el ahorro, pero no a través de medidas de ahorro obligatorio. En los países socialistas las cuentas de los Bancos del Estado están llenas de aportes voluntarios de los trabajadores. ¿Por qué razóNº Porque allí sí que hay poder de compra excedente; porque efectivamente los trabajadores satisfacen sus necesidades fundamentales y pueden depositar el dinero sobrante como lo haría cualquier chileno aquí en caso de tener excedente de sus entradas. El señor LORCA, don Alfredo (Presidente).- Señor Cademártori, el señor Iru-reta le solicita una interrupción. El señor CADEMARTORI.- Ya voy a terminar. Más adelante puedo dar interrupciones, porque me queda poco tiempo y creo que con lo planteado en el debate es suficiente. Quiero señalar señor Presidente, que los Diputados comunistas hemos propuesto, en conjunto con parlamentarios socialistas y radicales, que se desglosen del proyecto las disposiciones relacionadas con el reajuste de las remuneraciones de funcionarios, pensionados y jubilados de las Fuerzas Armadas. Los artículos correspondientes no contemplan Jos "chiribo-nos", no tienen ahorro forzoso; en consecuencia, creo que en el Parlamento hay absoluta unanimidad para legislar sobre la materia y, con la brevedad posible. Creemos que esas proposiciones deben ser aprobadas. Igualmente, esperamos que el Gobierno, consciente de su responsabilidad en esta materia y sabiendo que si persiste en su política, el proyecto será rechazado en el Senado, envíe al Congreso un proyecto de ley que nosotros estaríamos dispuestos, por cierto, a despachar rápidamente por el cual se dé a los funcionarios públicos un anticipo a cuenta de este reajuste. El Gobierno tiene recursos para ello. Por un lado, hay una reserva hecha en la ley de presupuesto; y, por otro, hemos dado la posibilidad de que el patrimonial sea despachado en forma desglosada. En consecuencia, el Ejecutivo puede dar un anticipo a los funcionarios públicos y, de esa manera, hacer menos odiosa esta espera del aumento. Termino diciendo que los Diputados comunistas, como lo hemos anunciado, votaremos, en general, en contra de! proyecto. "
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