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- rdf:value = " La señora CAMPUSANO.-
En los minutos que restan al Comité Comunista, deseo referirme brevemente a la situación que afecta a los trabajadores de los Astilleros y Maestranzas de la Armada (ASMAR), cuya notoria gravedad se proyecta hacia el funcionamiento actual y futuro de una de las industrias que debería tener una ascendente importancia real en el desarrollo económico del país. Simultáneamente, el funcionamiento de dicha empresa repercute sobre el nivel de eficiencia que necesariamente debe mantener la Armada Nacional, que tiene a su cargo la salvaguardia de nuestra soberanía marítima.
En 1960, en virtud del D.F.L. 321, de 6 de abril, se procedió a la creación de esta empresa del Estado, de administración autónoma y patrimonio propio, que tiene como actividad principal reparar, carenar y construir las unidades navales de la Armada de Chile. También puede atender la reparación, carena y construcción de naves nacionales o extranjeras, cuando la industria privada del país no esté en condiciones de hacerlo. ASMAR se relaciona con el Supremo Gobierno por medio de la Subsecretaría de Marina del Ministerio de Defensa Nacional.
Como lo expresa su ley orgánica, las funciones de los Astilleros y Maestranzas de la Armada son:
Proveer oportuna y eficiente atención a las unidades navales de la Armada en cuanto a construcción, reparación, alteración y carena, con las obligaciones y servicios que ello implica. Puede proveer similar atención, con las mismas obligaciones y servicios, a naves nacionales y extranjeras o de otras empresas extranjeras, en las condiciones que señalamos al comenzar esta intervención.
Producir manufacturas de material para la Armada, realizar y favorecer las investigaciones científicas y técnicas, tendientes a crear diseños relacionados con la industria naviera y bélica naval.
Proporcionar y prestar sus servicios a las unidades y reparticiones terrestres de la Armada de Chile y las demás instituciones de la Defensa.
Para cumplir con estos objetivos, sin perjuicio de las ampliaciones e instalaciones futuras, se incorporaron a la empresa las plantas industriales y los personales de los arsenales navales, diques, varaderos y maestranzas que poseía el Fisco, mejor dicho la Armada, en Valparaíso, Talcahuano y Magallanes, que son actualmente las sedes en que funciona ASMAR.
Por cierto que las razones que se tuvieron en vista al crear la empresa fueron numerosas y atendibles. Se estimó necesario centralizar actividades navales ya existentes, en un organismo que pudiera trazar una política propia, realizar estudios, ejecutar trabajos, disponer de un presupuesto, en suma, elevar a un nivel superior, de mayor eficiencia, las tareas antes emprendidas en forma más o menos inorgánica. Además, con el propósito de explorar otros rubros, utilizando en mejor forma los recursos disponibles, con la perspectiva de atender adecuadamente las necesidades de la Marina de Guerra y echar las bases de una industria naviera de significación.
Desgraciadamente, el tiempo no ha visto realizados esos propósitos. Una política chata, sin horizontes, ha condenado a ASMAR a una existencia vegetativa que perjudica en primer lugar a sus propios trabajadores e implica no aprovechar plenamente instalaciones, maquinarias y trabajadores calificados de enorme valor. Cabe señalar que las instalaciones de ASMAR son tal vez las mejores de Sudamérica. Con gran sacrificio, se atienden las naves de la Marina de Guerra y algunos barcos mercantes; pero las cosas no andan todo lo bien que debieran. Y no por culpa de los trabajadores, ni tampoco toda la responsabilidad sería imputable a la dirección de la empresa. Más bien, son las consecuencias de una orientación general que deprime las actividades de las empresas del sector estatal, condenándolas al marasmo, a la pasividad, y en la cual tiene mucho que ver la política encaminada a mantener las estructuras sociales y económicas vigentes y la subordinación de los intereses del país a los del imperialismo, que se preocupa agudamente de impedir que los países que de él dependen puedan surgir y desarrollarse en plenitud.
No puede pasar inadvertido que estas circunstancias están en la raíz de los problemas que afectan a la industria, de los cuales, por cierto, el más importante y urgente es el bajo nivel de las remuneraciones de los obreros y empleados de la empresa.
Se ha dicho: "La creación de ASMAR, paradójicamente, significó un retroceso para los obreros y empleados de los ex arsenales navales, quienes perdieron diversos beneficios de que estaban en posesión. Por ejemplo, les fueron eliminados los quinquenios y en algunos casos integrados a los jornales de acuerdo a una nueva escala y denominación que les fue fijada. Los jornales y sueldos comenzaron así a distanciarse en forma creciente de las remuneraciones de otros sectores de la empresa, así como de los que reciben los trabajadores de especialidades análogas en otras ramas de la industria".
Una mirada más o menos atenta a las escalas de remuneraciones del personal de ASMAR arroja resultados sorprendentes. Los sueldos y jornales son, sin exagerar, miserables. Existe, además, un arbitrario sistema de clasificaciones y nomenclaturas que encasilla a los trabajadores, a la mayoría de ellos al menos, en compartimentos rígidos que liquidan sus posibilidades de mejoramiento.
Teniendo a la vista la planta del personal de obreros y empleados en Talcahuano, se advierte que existen trece grados entre los obreros, divididos cada uno de ellos en tres categorías -A, B y C-, lo que da un total de 39 divisiones artificiales en que se ordena un total de 757 obreros, cuyas remuneraciones son exiguas, pero diferentes en cada grado y categoría. De esos 757 trabajadores, más de 92% gana sumas inferiores a 600 escudos mensuales, a lo que debe agregarse que 457 trabajadores -60,3% de todos los obreros de ASMAR de Talcahuano- ganan menos de 450 escudos mensuales, existiendo muchos que apenas sobrepasan el salario mínimo.
En lo que respecta a los empleados, la situación no es mejor. De un total de 709, más de 80% tiene sueldos inferiores a 755 escudos mensuales; 485 ganan menos de 600 escudos, y más de 150 apenas se empinan por sobre los 400 escudos al mes.
Aclaramos que éstas son las únicas remuneraciones que percibe este personal. No tiene asignación de casa, ni quinquenios, ni asignación por años de servicios, como los servidores de la Armada que trabajan junto a ellos en labores semejantes. Solamente reciben, aparte sus remuneraciones, una asignación de zona, de 15%, que es común, por lo demás, a todos los trabajadores del sector público que laboran en la provincia de Concepción, y que queda reducida a nada si se considera que la cotización a la Caja de Previsión de la Marina Mercante Nacional, de la cual son imponentes, es del orden del 15,5% mensual.
Se produce, pues, una discriminación odiosa, no justificada, irritante. La única posibilidad que tenían los obreros y empleados de ASMAR para mejorar sus remuneraciones era a través del trabajo extraordinario, que constituye, como se sabe, un esfuerzo superior, que conspira contra la salud y la vida del trabajador. Decimos "tenían", porque ni siquiera esa alternativa existe ahora, pues a los obreros que trabajan sobretiempo, al día siguiente los eximen de trabajar un número equivalente de horas, a fin de compensar el gasto. Así, por ejemplo, si un obrero hace cuatro horas extraordinarias -entre las 8 y las 12 de la noche, digamos-, al otro día se le da la mañana libre. Así, el trabajo extra no entra en el pago. En esta forma la empresa cumple con los trabajos apurados, con las entregas indispensables: utiliza a los empleados y obreros según su conveniencia y luego los deja libres, aunque así los perjudique.
Ocurre, entonces, que el personal de la empresa se encuentra día a día más agobiado por problemas económicos, y son muchos los trabajadores que buscan ocupación en otras industrias de la zona. De este modo ASMAR, una empresa del Estado, se da el lujo de perder personal especializado, valioso, al cual muchas veces el Fisco ha preparado gastando sumas importantes. Su personal emigra a la industria privada, que paga mejores jornales y sueldos. ASMAR, en buena parte, es una especie de escuela preparadora de trabajadores especializados que después no puede retener. Ello, por supuesto, es inconveniente.
En relación con este punto -las remuneraciones de los obreros y empleados de ASMAR- queremos aclarar que, a nuestro juicio, la responsabilidad principal no recae sobre la Armada ni la Subsecretaría de Marina. Ellas también sufren y son víctimas del problema de que una industria que debiera ir en ascenso, con personal bien remunerado, con buenas instalaciones y equipos, se estanque y sufra contratiempos. La responsabilidad tiene que buscarse en otro lado, en otros niveles de la Administración.
Es ilustrativo al respecto revisar el oficio que envió la Dirección de ASMAR al Ministerio de Defensa Nacional en noviembre del año pasado, en el cual expresa la opinión de la Junta de Vigilancia de la Empresa, que hacía diversas proposiciones destinadas, según se manifestaba, "a atender justificadas peticiones de empleados y obreros y a racionalizar la distribución de los obreros en la Escala de Salarios".
En ese documento, la Junta de Vigilancia propone básicamente tres rubros de mejoramiento: a) asignación de viviendas para empleados y obreros, teniendo en cuenta, según expresa textualmente el oficio, "la asignación cancelada por la Armada de Chile a su personal, tanto casado como soltero"; b) reencasillamiento de obreros, respecto de lo cual señala que "el promedio de los salarios ganados por los obreros de las diferentes Plantas Industriales de ASMAR, es inferior al promedio cancelado por las empresas similares a la nuestra y al promedio de la industria en general. Este hecho se confirma" -continúa- "porque la mayor parte de nuestro personal de obreros se encuentra ubicado entre las categorías más bajas de la Escala de Salarios -4 y 11-. La proposición de la Junta de Vigilancia permite una distribución armónica de este personal, a través del total de la Escala, permitiendo que la mayor parte de los obreros quede con los salarios de las Categorías 7 al 13". Por último, proponía una gratificación por años de servicios, a fin de incentivar a los funcionarios para mantenerse en la empresa.
Estas proposiciones indican una preocupación en este sentido de la Dirección de la Empresa que no puede ser desestimada. Ella revela, además, cómo la profundidad del problema económico de los trabajadores -que, por su parte, se han movilizado- empieza a conmover a los ejecutivos de la empresa y reclama una pronta solución.
Ya hace demasiado tiempo que se arrastran esos problemas económicos sin que hasta el momento se hayan resuelto favorablemente. Al crearse la industria se advirtió a los obreros y empleados que poco a poco mejorarían su situación, a pesar de lo cual han transcurrido ocho años y las cosas están como entonces, no obstante los esfuerzos desplegados por los trabajadores, cuyos representantes han recurrido a todas las instancias exponiendo sus peticiones. Es cierto que se ha dado un paso adelante al lograr que sea la propia dirección de la empresa la que acepte planteamientos laterales, que antes desestimaba ; pero todavía es necesario andar' mucho más y lograr una preocupación efectiva y seria de parte de las autoridades superiores de la administración, del Ministro de Hacienda y del propio Presidente de la República..
Con ASMAR está sucediendo lo que por muchos años se repitió con FAMAE. Lo ocurrido a raíz del proyecto de reajustes es aleccionador. Al estudiarse la actual ley 16.840, de reajustes de remuneraciones para los sectores público y privado, se formularon diversas indicaciones que tendían a incrementar los aportes estatales a ASMAR, a fin de que la empresa pudiera financiar diversos beneficios mínimos a sus obreros y empleados. Esas indicaciones no prosperaron. Se sostuvo que esos problemas serían abordados en el proyecto especial de reajuste para las Fuerzas Armadas. Sin embargo, al plantearse nuevamente la cuestión al señor Ministro de Hacienda con ocasión del estudio de los decretos con fuerza de ley sobre mejoramiento económico de las Fuerzas Armadas y Carabineros, el señor Zaldívar manifestó que él tenía la mejor voluntad para solucionar el problema, pero que la ley se lo impedía. Explicó en seguida, en presencia según tengo entendido del Honorable señor Pablo, que el carácter de la autorización que se concedió al Presidente de la República en la ley de reajustes se limitaba estrictamente "al personal de las Fuerzas Armadas y de las Subsecretarías del Ministerio de Defensa Nacional y Carabineros de Chile" y que, por lo tanto, no alcanzaba a ASMAR, cuyos empleados y obreros no eran miembros de las Fuerzas Armadas.
Parece, sin embargo, que la explicación no es muy sólida que digamos. Porque, nos preguntamos, ¿qué impedía al Ejecutivo presentar un proyecto de ley a fin de obtener la autorización legal para traspasar a ASMAR los fondos que reclamaba? ¿O no sería, acaso, una manera no muy ingeniosa para los afectados de soslayar un problema que no se quiere remediar?
Por lo demás, parece evidente que si es necesario mejorar la situación de las Fuerzas Armadas, también debe darse el mismo tratamiento a los personales civiles que trabajan en empresas estatales que se relacionan con el Gobierno a través de las Subsecretarías del Ministerio de Defensa
y cuyo trabajo tiene que ver directamente con el equipamiento y mantención material de las Fuerzas Armadas. No creemos que el personal de ASMAR, así como el de FAMAE, pueda ser tratado como pariente pobre, tramitado y postergado, en circunstancias de que está cumpliendo funciones de primera importancia para la defensa del país, con eficiencia y abnegación. Por otra parte, pensamos que hay algo así como un aprovechamiento por parte del Gobierno de la situación especial en que se encuentran estos personales, que, debido al régimen militar imperante en las empresas, deben hacer valer sus peticiones por "conducto regular" y escasamente pueden plantear en público sus dificultades. Este abuso, por cierto, hace más irritantes las discriminaciones de que son víctimas.
Los Senadores comunistas estamos vivamente inquietos ante éste y otros problemas que afectan a ASMAR y cuyo enfrentamiento y solución no deben retardarse. Estimamos que, ligado íntimamente al derecho que tienen sus trabajadores a una vida digna, está de por medio el funcionamiento eficaz de una empresa relevante para la Armada Nacional y llamada también a ser el fundamento de nuestra futura industria de construcción naval, lo que debe figurar entre las metas por cumplir por nuestro país en su desarrollo económico.
Teniendo en vista estas consideraciones, hacemos un llamado al Gobierno para que se aboque seriamente a resolver el dramático y urgente problema de las remuneraciones de los trabajadores de ASMAR.
Solicitamos oficiar al Ministerio respectivo, con el objeto de que, en primer lugar, se entreguen a la empresa los fondos necesarios para cumplir el pago de asignación de casa, gratificación por años de servicio, y reencasillamiento, de común acuerdo entre ella y los trabajadores. Estas son aspiraciones planteadas desde hace varios años por los obreros y empleados.
Agradezco al señor Palma la gentileza, de haberme cedido parte de su tiempo.
El señor REYES (Presidente accidental).-
Se enviará el oficio solicitado, en nombre de Su Señoría.
En el tiempo que resta al Comité Nacional y en el del Comité Demócrata Cristiano, tiene la palabra el Honorable señor Palma.
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