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- rdf:value = " El señor CHADWICK.-
Señor Presidente, antes de referirme al terna en debate, quisiera hacer algunas observaciones en torno de un asunto que fue motivo de discusión prolongada, movida y un tanto agresiva: la edad.
Traje el asunto a la consideración del Senado para responder a un fundamento contrario al propósito de dar derecho a voto a los mayores de dieciocho años. Pensé que las razones biológicas jugaban también para los viejos -y sigo creyéndolo-, no por menoscabar su personalidad, sino en reconocimiento de un hecho que la ciencia considera indiscutible. Es cierto que algunas personas alcanzan edad muy avanzada sin menoscabo de sus facultades intelectuales, pero se trata de casos de excepción. Y cada vez que se presenta el problema es necesario preguntarse si se está en la situación general o en un caso de excepción.
Respecto del problema en debate, nuestra posición es muy clara: pensamos que la obligación del Presidente de la República y de los Ministros de Estado de solicitar autorización del Congreso para poder ausentarse del país, otorga al Parlamento el recurso de poder influir en el manejo de la situación internacional. Deploro que, por razones que no miran al fondo de la cuestión, se quiera reemplazar esa regla.
Por ejemplo, el año pasado el Presidente de la República hizo una visita al Brasil. Fuimos muy pocos -sólo dos- los Senadores que manifestamos desacuerdo. Pensábamos que el jefe del Estado chileno no debía visitar un país sometido a una feroz dictadura, donde no existía normalidad constitucional.
Los hechos han tenido un dramático desenvolvimiento. El Brasil no ha recuperado su vida democrática; por lo contrario, quienes detentan el poder han utilizado la represión en la forma más bestial, casi sin paralelo en América Latina.
Ahora nos preguntamos si es conveniente que la imagen de Chile se confunda con la siniestra represión que existe en el Brasil. Y nos contestamos que, indudablemente, la política exterior chilena, que maneja el Presidente de la República, está errada si no elude la ejecución de actos de amistad con quienes están ejerciendo el mando en aquella República.
Concretamente, estimamos que el Congreso está abandonando una de sus facultades: la de influir indirectamente en el manejo de las relaciones exteriores por medio del instrumento tradicional de otorgar o denegar el permiso para que el Presidente de la República se ausente del país.
Nuestra actitud no dice relación a la facilidad con que se hacen hoy día los viajes ni al número de días en que el Jefe del Estado pueda estar en el exterior. Aunque sea por un día, ésta es la oportunidad que el Congreso tiene para manifestar conformidad o contrariedad con la conducción de las relaciones exteriores.
Por eso, votaremos en contra de la innovación.
"
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