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- rdf:value = " El señor BARROS.-
En esta controversia, en esta polémica o crisis institucional, como ha llamado el Ejecutivo a la pugna entre él y el Senado, en el cual aquél cuenta con el tercio necesario para imponer su criterio, se han dado a conocer opiniones un tanto dispares, tanto de parte del Gobierno y sus a láteres, como de los diversos partidos que configuran un Parlamento pluripartidista.
Respeto los puntos de vista de cada sector en este problema. La Democracia Cristiana, ante la inminente justa electoral de abril, no vacila en proclamar su popularidad y pide la disolución del Congreso, por intermedio de su vocero máximo, el Presidente de la República, lo cual no impide que algunos de sus Senadores acepten pareos ante esta cacareada crisis, para rebajar el quórum de votación y así mantenerse atornillados al sillón senatorial por los seis años que les restan. En su interior, el otro yo del doctor Merengue les dice, como el pordiosero fray Andresito: "No quiero, no quiero, pero échemela al sombrero".
La tradicional Derecha, la que ya va siendo reliquia de museo, acepta elecciones con un masoquismo digno de aquellos místicos que, o saben que el cilicio y flagelo puede purgarles sus pecados, o creen que ganarían uno que otro Diputado a expensas de perder un par de Senadores. En todo caso, el "Don Dinero" les es grato, y junto a sus aliados de ayer, la Democracia Cristiana, también su aliada de mañana, tienen llenas las talegas para emprender su campaña electoral.
Repito: cada conglomerado político tiene su posición.
Desde el punto de vista doctrinario de la posición que represento, deseo formular algunas interrogantes frente a los procesos electorales en general, las que no son sino las posiciones adoptadas por los padres de la revolución en situaciones similares. Lenin, por ejemplo, en las "Tareas y Situación de la Internacional Socialista", escribía lo siguiente:
"La defensa de la colaboración de clases, el abandono de la idea de la "revolución socialista y de los métodos revolucionarios de lucha, la adaptación al nacionalismo burgués, el fetichismo de la legalidad burguesa, la renuncia al punto de vista de clase y a la lucha de clases por temor a que se aparten "las amplias masas de la población" (léase la pequeña burguesía), tales son, indudablemente, los fundamentos ideológicos del oportunismo",
Y prosigue:
"No limitarse a las formas legales de lucha cuando ha comenzado la crisis y la misma burguesía ha echado por tierra la legalidad creada por ella: tal es la línea de actuación que conduce a la guerra civil. La guerra no es una casualidad, no es un pecado, como creen los curas cristianos, sino una fase inevitable del capitalismo, una forma de vida capitalista.
"La negativa a prestar servicio militar, la huelga contra la guerra, son una simple tontería, una ilusión pobre y medrosa de luchar sin armas contra la burguesía armada y suspirar por destruir el capitalismo sin una encarnizada guerra civil o sin una serie de guerrillas. ¡Abajo la sentimental lamentación clerical suspirando por "la paz a toda costa"! ¡En alto la bandera de la guerra civil!".
Pienso en este instante en cuánta verdad hay en el "Manifiesto Comunista" de 1848, cuando con énfasis se expresaba lo que el oportunismo de hoy oculta:
"Los comunistas consideran indigno ocultar sus opiniones y propósitos. Proclaman abiertamente que sus objetivos no pueden ser alcanzados sino por el derrumbamiento violento de todo el orden social existente".
Unas cuantas elecciones más, controladas por la burguesía, influenciadas por sus órganos de propaganda y su dinero, por su aparato represivo, por sus promesas halagüeñas, ¿pueden, acaso, vislumbrar el triunfo del proletariado, de los campesinos hambreados o de aquellos soldados que obedecen a los servidores de las clases dominantes?
¡Por cierto que no!
Lenin fue cáustico y preciso cuando, en 1919, en el Primer Congreso de la Internacional Comunista, en su "Tesis sobre la Democracia Burguesa y la Dictadura del Proletariado", manifestaba que ninguna clase oprimida pudo jamás implantar su dominación sin atravesar por un período de represión violenta de la resistencia opuesta siempre por los explotadores. Ya Marx y Engels expresaban que la república burguesa más democrática no es sino una máquina para la opresión de la clase obrera por la burguesía, para la opresión de las masas trabajadoras por un puñado de capitalistas.
El carácter explotador de la democracia burguesa y del parlamentarismo burgués permite que las clases oprimidas obtengan el derecho a decidir una vez cada varios años qué representante de las clases poseedoras ha de "representar y reprimir" ver und zertreten, decía Lenin, (que habló entonces en alemán), al pueblo en el Parlamento.
En su obra gigante "El Estado y la Revolución", Lenin amplía en forma magistral tales conceptos.
Ante estas premisas, que coinciden netamente con mi posición doctrinaria, ¿podría impulsar a conciencia procesos electorales, a sabiendas de que entre pueblo y clases opresoras hay una lucha desigual, consustancial con este régimen capitalista, que lleva a la arena electorera a un pueblo por el solo hecho de no haber permitido el Senado al Presidente de la República que vaya a gastar dineros fiscales para estrechar la mano, en la Meca del capitalismo, al siniestro Johnson?
De ninguna manera podría contribuir con un voto más a semejante suicidio popular.
Frescas están en nuestras mentes las escandalosas subvenciones entregadas con dineros de todos los contribuyentes, a entidades controladas por la Democracia Cristiana, superiores a 15.000 millones de pesos, entre centros de madres que llevaban por nombre el de parientes del Presidente, Promoción Popular, CONCI, Caritas y otros, sin contar gastos reservados para el señor Frei, para intendentes, gobernadores, etcétera. Todo esto "a costillas" de la ley de Presupuestos.
¿Acaso podemos ser tan incautos como para no darnos cuenta de que ese "aceite" sirve para echar a correr las máquinas electoreras? ¿Acaso podemos ser tan crédulos como para no darnos cuenta de que con estos métodos las garantías electorales se van "a las pailas" y que no existe igualdad de derechos para todos los partidos políticos en cuanto a medios de difusión y dinero para propaganda?
Cuando se vislumbró la posibilidad de que el Presidente del Senado solicitara cadena de radio para contestar el discurso del señor Frei en Castro, inmediatamente se suspendieron éstas por resolución estatal. Sin embargo, aquella misma noche, cuando se dio el ¡vamos! a la propaganda electoral, el Presidente de la Democracia Cristiana, en avisos gigantes, millonarios, colmó la prensa nacional anunciando. "Hoy habla Patricio Aylwin por las siguientes emisoras y horarios..." ¡Veintisiete emisoras a lo largo y ancho de Chile! Y aquí está uno de los tantos avisos. ¡Un cuarto de página! ¿Cuánto cuesta esto? ¿Dónde está la igualdad de derechos? ¿Dónde el dinero para competir en equivalencia con estos Cresos del poder?
Ahora, mientras los Senadores se cocinan en Santiago discutiendo si hay o no hay conflicto de poderes, el PresidenteFrei, cabeza visible de su partido, moviliza huestes, monta congresos campesinos y, a un mes de un evento electoral, llega, como el buen samaritano, a "conversar" nada más con el pueblo. Y tras él, la encuesta y la respuesta: no ya un paquetito Caritas, sino el anuncio de que en pocos días más la Cámara de Diputados despachará el proyecto contra loteos brujos. ¡ Plausible idea! Pero tras ella, está la entrega de títulos de dominio a millares de pobladores, fichados ya como clientela electoral de la Democracia Cristiana.
Ante el problema, no digamos ya de la casa propia, sino del sitio propio, condicionado a la firma de un partido, ¿acaso no tienta esto a cualquier indeciso?
Igual predicamento se aplicará con los asentamientos agrarios provisionales, que se transformarán en definitivos cuando el Gobierno reformista provisional quiera atornillarse como definitivo en ulteriores elecciones.
¡No hay reciprocidad de ninguna especie, por más que se busquen preceptos constitucionales de otras latitudes para abonar la faramalla electorera!
El Gobierno sabe que está equilibrado en el filo de una navaja. Falsea los hechos cuando se adjudica una mayoría actual en el campo electoral. Sabe que la rancia Derecha le entregó cerca de medio millón de votos en su híbrida elección. La presume, sí, como una posible nueva aliada el día de mañana, y por eso también la cuida.
Pero nosotros sabemos que en una hipotética elección, para la cual el Ejecutivo, en el artículo 5º de su proyecto fascista, destina la suma de cuatro mil quinientos millones de pesos, quien perdería sería Chile. Ganaría, sí, el monopolio publicitario de "El Mercurio", que diariamente editorializa cantando loas al señor Frei, atacando al Senado y sabiendo que un proceso electoral rinde pingües ganancias al clan Edwards, amigo del alma del señor Frei, convidado de honor, con Silva Espejo, al versallesco palacio viñámarino; a esa empresa que ofició de contrabandista cuando internó prensas para su editorial "Lord Cochrane".
El Gobierno ha estado interesado en la compra de "El Mercurio", mediante su asociación con el grupo Rockefeller, "IBEC" y su filial en Chile "CRECINCO".
"El Mercurio" chantajea cuando no se depositan bastantes dineros fiscales o semifiscales en el Banco Edwards, que, como es notorio, estaba por cerrarse; cuando a las desgraciadas empresas pesqueras del señor Edwards no se les presta siete mil millones; cuando la Superintendencia de Compañías de Seguros, Sociedades Anónimas y Bolsas de Comercio amenaza con examinar las adquisiciones de fundos de la Chilena Consolidada por sus propios directores el señor Edwards lo hizo en un quinto de su valor, con tasación ficticia; cuando a la Fundación Santa María, que no debía necesitar dinero, si el de su fundador se hubiera invertido conforme a sus disposiciones, no se le adjudican ahora miles de millones en el presupuesto de la nación, y aunque sea delicado cuando se trata de proceder ante la justicia en contra del señor Beothet, cuñado del señor Edwards, quien se apropió de quinientos mil dólares del Banco Central de Chile, simulando, importaciones y fugándose después.
De ahí, entonces, las loas, el chantaje al Gobierno y a su política, editorializadas a diario por "El Mercurio", para el cual no está lejano el día de correr la suerte, si no lo compran luego, que corrió el señor Yáñez con "La Nación".
Con los cuatro millones y medio de escudos de que dispondría el Ejecutivo para su proyecto elección, ¿no se podrían hacer más caminos, construir más postas de auxilio y hacer más camas para hospitales? Con los millones que se van a dilapidar en propaganda de radio, televisada y cohechada por dádivas, ¿no se podrían mejorar las rentas miserables del personal del Servicio Nacional de Salud y de los profesores ?
¡Para responder a una actitud pasional del señor Freí, la Democracia Cristiana dinero como un prestidigitador, al momento, y lanza el desafío de cuatro millones y medio de escudos!
Para el Servicio Nacional de Salud no hay dinero; para la locomoción colectiva no hay dinero; para el túnel de Lo Prado, el dinero se hizo humo. ¡ Ah, pero para comer langosta, el "bichosímbolo", de tantas patas, hay dinero! ¡Para cambiar los automóviles de la Presidencia, Cámaras y Ministerios, porque eran viejos, de los años 1964 a 1966, por modelos 1967, sí que hay dinero!
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