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- rdf:value = " El señor AMPUERO.-
Después de escuchar ayer las palabras del Honorable señor Fuentealba, deseo referirme a algunas de sus observaciones, pues, por deferencia hacia mis Honorables colegas, procuré que mi intervención anterior fuera escueta y se limitara a señalar en forma breve los fundamentos del proyecto que iniciamos con el Honorable señor Chadwick.
Hay dos puntos de importancia que estimo necesario esclarecer.
Una ya ha sido materia de debate, pero no la hemos abordado en su integridad. Se refiere al carácter exclusivo y casi sagrado de esa atribución asignada al Presidente de la República de dirigir las relaciones exteriores del país.
Ya me referí al alcance de la disposición constitucional. Quiero ahora añadir algunos otros antecedentes demostrativos de que ni el criterio parlamentario ni el del Ejecutivo han sido congruentes con ese axioma, que ahora se repite con tanto entusiasmo.
Debe saberse que la facultad ahora negada al Parlamento -la de promover la eliminación de los obstáculos jurídicos que impiden las relaciones normales con la República de Cuba-, que ahora nosotros queremos ejercer para corregir una injusticia histórica, no ha sido impedimento para que con anterioridad se entregara el manejo de nuestras relaciones internacionales a la Organización de Estados Americanos. Dicho de otra manera, no puedo concebir cómo los mismos que niegan al Congreso Nacional toda posibilidad de intervenir, aun indirectamente, en materia de relaciones exteriores, no se rebelan contra la disposición del Tratado de Río de Janeiro, que entrega a los Mandatarios de países extranjeros el gobierno de las relaciones internacionales chilenas. Porque aquí se hizo alusión a la circunstancia de que el acuerdo tomado en la Novena Conferencia de Cancilleres por los dos tercios de sus integrantes hacía obligatoria la ruptura de relaciones entre los Gobiernos de Chile y Cuba.
Repito: hasta hoy no encuentro una explicación satisfactoria de esa incongruencia, en el razonamiento de los colegas que han hecho uso de la palabra en el curso de la discusión. Me gustaría también escuchar, en el tiempo que resta de la sesión y con motivo de este debate, algún argumento que haga congruente esta actitud distinta, de celo, destinada a impedir que nos inmiscuyamos en las atribuciones del Presidente de la República, y la absoluta tolerancia para que sea la OEA la que dicte la política exterior de Chile, como consecuencia de un tratado que jurídicamente es, ni más ni menos, que una ley; es decir, ni más ni menos, que lo que queremos aprobar con la moción que hemos propuesto.
Por lo demás, alguien -no recuerdo quién- se refirió al carácter genérico de las decisiones que habían interrumpido nuestras relaciones normales de orden diplomático, comercial y cultural con la República de Cuba.
Quiero recordar el texto del acuerdo del Banco Central, que es, en realidad, el más específico de los obstáculos que se oponen a la reanudación o al mantenimiento de esas relaciones. Dice, certificado por la Oficina de Informaciones del Senado, el acuerdo a que me refiero:
"Secretaría Comercio Exterior
Certifico que el Comité Ejecutivo de este Banco Central, en sesión número 403, celebrada el 23 de abril en curso, en cumplimiento de la resolución aprobada por los Ministros de Relaciones Exteriores de los países integrantes de la OEA, en la IX Reunión de Consulta, y con la autorización del Ministerio de Economía, Fomento y Reconstrucción, acordó prohibir el intercambio comercial, directo o indirecto, con Cuba, con excepción de los alimentos, medicinas y equipos que por razones humanitarias puedan ser enviados a ese país.
(Fdo.): Alberto Pulido Morgan, Fiscal y Secretario. Santiago, 27 de abril de 1966."
Es decir, la facultad exclusiva de dirigir las relaciones exteriores asignada al Presidente de la República como único titular, es reemplazada por un acuerdo de la Novena Reunión de Consulta de la OEA, resolución que pasó a ser una orden imperativa para nuestro Banco Central y que determinó la interrupción abrupta de las relaciones que hasta ese momento eran perfectamente regulares.
A quienes defienden esa facultad con tanto calor, deseo recordarles que ni siquiera tendríamos independencia y autonomía para restablecer esos vínculos, aun cuando hubiera opinión mayoritaria del
Parlamento, si nos atuviéramos al tratado y resoluciones de la Novena Reunión de Consulta.
A mi juicio, esos documentos han excedido el ámbito que pueden tener sin autorización expresa, no ya del Parlamento de Chile, sino de nuestra Constitución.
En efecto, en el conjunto de decisiones tomadas por la Novena Reunión de Consulta, hay una que se pone en el caso de que hubiese necesidad de innovar con relación a la situación creada por el Organo de Consulta. Sostiene una de esas decisiones, en su número 4, que "se faculta al Consejo de la Organización de Estados Americanos para que mediante el voto afirmativo de los dos tercios de sus miembros componentes deje sin efecto las medidas adoptadas en la presente resolución, desde el momento en que Cuba haya dejado de constituir peligro para la paz y seguridad del continente."
O sea, es falso que el Presidente de la República haya obrado en ejercicio autónomo y espontáneo de la atribución constitucional.
Para quienes sostienen que hay una especie de super constitución contenida en el Tratado de Río de Janeiro, la decisión del Banco Central y la resolución complementaria del Gobierno de Chile habrían sido consecuencia de la Novena Reunión de Consulta.
Por lo demás, y para justificar la ira y el orgullo con que reaccionó el Gobierno cubano, creo que sólo procedería referirse muy someramente a la conducta servil de los gobiernos latinoamericanos con motivo de la agresión apoyada por Norteamérica y que se materializó en Playa Girón. En esa oportunidad -tuve ocasión de releer los documentos de la época-, la reacción de los gobiernos latinoamericanos fue vergonzosa, incluyendo la de los delegados chilenos, quienes, teniendo a la vista la evidencia de la intervención norteamericana, después de que físicamente había sido invadido el territorio de Cuba por mar y aire, tenían todavía, no sé si el cinismo, la cobardía o la debilidad, de seguir aparentando una ignorancia que ningún ciudadano del continente tenía derecho a alegar.
Esa actitud de sometimiento inconcebible, esa actitud de falta de solidaridad y de abierta violación de las palabras -a lo menos, de la doctrina- que dice inspirar el Tratado de Río de Janeiro, justifica con exceso la forma cautelosa y a veces agresiva con que el Gobierno cubano ha reaccionado en forma frecuente ante la eventual reanudación de relaciones con los países latinoamericanos.
Para no prolongar mi intervención, pido a la Mesa incluir en la versión de mi discurso la llamada "Declaración de Santiago de Cuba", aprobada horas después de la resolución de la OEA. En ella el pueblo cubano y su gobierno revolucionario expresan su indignación por el abandono criminal en que tienen a ese país el resto de las repúblicas latinoamericanas, con plena conciencia de que la agresión se había materializado mediante una invasión militar, seguros como estábamos todos de que detrás de ese atentado se encontraba el Gobierno norteamericano, como fue cabalmente comprobado con posterioridad. En consecuencia, solicito la inserción del documento a que me refiero, que es fiel reflejo de los razonamientos, fundamentaciones y objetivos que el Gobierno cubano persiguió después de la agresión colectiva materializada en la Novena Reunión de Consulta.
-Se accede a lo solicitado.
-El documento cuya inserción se acuerda es del tenor siguiente:
"Declaración de Santiago de Cuba"
"El pueblo de Cuba, reunido con motivo de la gloriosa fecha del 26 de julio, en Santiago de Cuba, declara:
1°.-"Que la Organización de Estados Americanos carece por completo de moral y de derecho para juzgar y sancionar a Cuba.
2º.-"Que Estados Unidos, en complicidad con los gobiernos de Guatemala, Nicaragua, Costa Rica, y otros, ha introducido en Cuba millares de armas y toneladas de explosivos para promover la subversión, el derrocamiento del régimen revolucionario.
3º-"Que en el territorio de EE. UU. y en el propio ejército de ese país, así como en los territorios de Nicaragua, Guatemala, Costa Rica, y otros países de la cuenca del Caribe, se han organizado y entrenado millares de mercenarios que se han empleado y aún se emplean en actos de agresión contra Cuba.
4º.-"Que, como es conocido por toda la opinión pública mundial, desde bases situadas en esos países se organizó la expedición de Playa Girón, que costó al pueblo de Cuba más de un centenar de vidas y enormes pérdidas materiales y que, desde bases situadas en esos países se han llevado a cabo, impunemente, decenas de ataques piratas por mar y por aire, contra puertos, centros de población e instalaciones económicas de Cuba.
"5º.-"Que la Agencia Central de Inteligencia del Gobierno de Estados Unidos ha introducido en el territorio nacional centenares de agentes especialmente entrenados para realizar sabotajes y otros actos de vandalismo, como el asesinato de maestros, de jóvenes alfabetizadores, de humildes obreros y campesinos, en actos de feroz y brutal venganza contra el pueblo revolucionario.
6º.-"Que desde la Base Naval de la Bahía de Guantánamo, territorio de Cuba, que ocupa por la fuerza el Gobierno de EE. UU., infantes de marina han realizado millares de provocaciones contra nuestro pueblo, llegando las mismas, a tal extremo de gravedad, que en las últimas semanas han resultado dos soldados heridos y uno muerto como consecuencia de los disparos criminales y cobardes que desde allí se han hecho.
7º,-"Que aviones militares de EE. UD". han estado violando durante casi dos años el espacio aéreo soberano de Cuba, en flagrante contravención de las normas más elementales del Derecho Internacional.
8º.-"Que constituye un acto cínico y sin precedentes el que los victimarios se constituyan en jueces para juzgar y sancionar al país víctima.
9º.-"Que el pueblo de Cuba rechaza, como cínicas, descaradas e injustas las sanciones impuestas.
10.-"Que el pueblo de Cuba rechaza igualmente indignado la Declaración formulada en esa reunión y que constituye un llamamiento desvergonzado a la contrarrevolución.
11.-"Que el pueblo de Cuba advierte, además, que si no cesan los ataques piratas, que se realizan desde territorio norteamericano y otros países de la cuenca del Caribe, así como el entrenamiento de mercenarios para realizar actos de sabotaje contra la Revolución Cubana, así como el envío de agentes, armas y explosivos al territorio de Cuba, el pueblo de Cuba se considerará con igual derecho a ayudar, con los recursos a su alcance, a los movimientos revolucionarios en todos aquellos países que practiquen semejante intromisión en los asuntos internos de nuestra Patria.
12.-"El pueblo de Cuba repudia las insolentes amenazas de agresión armada contenidas en ese infame documento y advierte que no es lo mismo disparar a mansalva contra un pueblo desarmado como ocurrió en Panamá, que invadir a un pueblo armado y dispuesto a derramar en defensa de la Patria hasta la última gota de su sangre.
"Y reafirma lo que dijera el gran guerrero de nuestra independencia, General Antonio Maceo: "Quien intente apoderarse de Cuba, recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre, si no perece en la lucha".
Y termina diciendo esta declaración: "¡Patria o Muerte!, ¡Venceremos!".
Firmado: "El pueblo de Cuba, en respuesta a la Declaración de la OEA, Santiago de Cuba, 26 de julio de 1964, Año de la Economía"."
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