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- rdf:value = " El señor PABLO.-
Señor Presidente, los Senadores democratacristianos, hoy como ayer, mantenemos una misma actitud.
Se ha manifestado que el otrora Senador Frei, cuando ocurrieron hechos semejantes, reaccionó de manera distinta al Presidente Frei, con lo cual estaría ignorando lo que ayer afirmó. Recuerdo haberme encontrado presente en el Senado cuando el Senador Frei formuló su protesta. El manifestó que el vigor policial había sido desmedido con relación a la provocación producida. Estamos llanos, hoy como ayer, a que se realice una investigación para determinar si ha existido desproporción en la represión policial.
Si un microbús protegido por un hombre de arma y que conduce a gente inocente, es asaltado, poniendo en peligro la vida o la integridad física de los pasajeros, es indudable que la represión debe ser enérgica.
Algunos señores Senadores -deploro se hayan retirado, pero diré algunas palabras para que de ellas quede constancia en las actas de la sesión- han manifestado que en El Salvador los inocentes fueron provocados por la fuerza pública. En aquella oportunidad quedó probado que se iniciaron precisamente los incidentes, porque alcanzaron a un carabinero con una bala.
Por otra parte, el Honorable señor Rodríguez nos da lecciones acerca de cómo resolver los problemas internos de nuestro partido. El señor Senador no se encuentra presente. No quiero contestarle en el mismo tono en que hizo su argumentación. Sólo deseo que sepa que en materia de organización y conducción partidaria tengo muy poco que aprender del Honorable colega. Cuando lo eligieron presidente de su partido, el socialismo tenía siete Senadores. Después, perdió a uno, el Honorable señor Tarud, y a continuación, a dos más. En este momento, se encuentra fuera del Senado un cuarto Senador socialista. A mi juicio, si continúa su brillante conducción política, el Honorable señor Rodríguez puede llegar a la unidad del socialismo, quedando él como único Senador de su partido.
También nos habló acerca del sagrado derecho a la huelga. Me agradaría saber si los socialistas -seguidores de los regímenes donde lo suprimen-, de llegar al Gobierno, serán consecuentes con esta actitud y respetarán el referido derecho.
Si sagrado es el derecho de huelga, tanto o más sagrado es defender el derecho al trabajo de quienes desean concurrir a sus labores.
El Honorable señor Bossay señaló que la política económica del Gobierno estaba acabando con el poder adquisitivo de la masa, con lo cual los trabajadores no pueden disponer de un presupuesto suficiente para vivir. Esta reacción la habría esperado de cualquier sector del Senado, menos del radical, pues ellos, con sus votos, concurrieron entusiastamente a otorgar reajustes inferiores al alza del costo de la vida e, incluso, sin compensar este menor ingreso en capitalización, como ofrece ahora el actual Gobierno.
Ningún Gobierno puede avanzar sin ahorro, sobre todo si se trata de un país subdesarrollado. En otra oportunidad, el Partido Radical impuso un ahorro a favor de las empresas, y no de los trabajadores. En las sociedades socialistas o comunistas, el ahorro se efectúa a favor del Estado. Así sucede, por ejemplo, en Cuba.
En este país, las pensiones de jubilación fueron rebajadas enérgicamente, y también las remuneraciones. Hace pocos días, Fidel Castro -a diez años de iniciar su Gobierno- señaló que faltaban un millón de casas, las cuales no pensaba construir aunque la gente viviera debajo de las escaleras, según sus expresiones, porque hay otras tareas que realizar. El ahorro que proponemos no favorecerá ni al sector empresario ni al Estado, sino a los trabajadores.
A mi juicio, es fundamental tener solidaridad, tanto con los que tienen empleo como con los que no lo tienen. Durante muchos años en nuestro país ha existido una cesantía muy superior a la actual, la que, algunas veces, ha sido ocultada por el empleo disfrazado. Existen estudios de las Naciones Unidas que demuestran la necesidad de capitalizar, pues de este modo se podrá dar oportunidades a todos los trabajadores. Aún más, si no deseamos traer capitales foráneos, es indispensable y lógico hacer un esfuerzo de carácter nacional.
Mi Honorable colega señor Víctor Contreras ha expresado su oposición al proyecto de reajustes. Reconozco que a su respecto pueden señalarse diversos criterios. Pero yo muestro al señor Senador que el sistema democrático no consiste en repudiar, mediante huelgas y violencias de sectores minoritarios en la calle, una iniciativa legal aún no conocida por el país, para impedir ejercer libremente sus derechos a quienes desean adherir a la política del Gobierno. Por eso, hemos sido contrarios a toda la situación producida.
Se nos ha achacado que los Senadores democratacristianos estamos en minoría en esta Corporación. Ello es efectivo, porque tres de nuestros colegas se encuentran fuera del país y algunos otros en la zona de la próxima elección, es decir, en las provincias de Bío-Bío, Malleco y Cautín. Otros no están presentes por haber accedido a otorgar pareos a distintos colegas, con el propósito de que pudieran concurrir a atender trabajos electorales. En estas condiciones, la crítica que se nos formula nos parece injusta.
Tampoco somos gente que nos acomodamos -como aquí se ha querido dar a entender- en alojamientos de lujo. Cuando viajamos a las provincias, conversamos con el pueblo, recorremos los campos, hablamos en las poblaciones, tomamos contacto con los dirigentes de los trabajadores. Sabemos que el pueblo tiene confianza en el actual Gobierno. Por ello, no estamos dispuestos a aceptar que una minoría no acate la voluntad de la mayoría nacional, ni tampoco que aquellos que al perder una elección no reconocieron su derrota y la atribuyeron a una supuesta presión moral ejercida sobre ellos; que aquellos que perdieron la fe en el sistema democrático de Gobierno porque saben que no llegarán al poder mediante elecciones, nos vengan a decir que estamos traicionando el régimen democrático.
Termino diciendo que nos sumaremos a la petición formulada en orden a iniciar una investigación para comprobar si efectivamente la violencia se ejerció en forma desproporcionada.
Tampoco estamos dispuestos a aceptar que se levanten voces acusadoras de aquellos que -el país tiene conciencia de ello- precisamente son los que están incitando a la violencia con el fin de crear conciencia en ese sentido, y que están pidiendo que la evolución del país siga en otro sentido.
Deploramos, sí, que el Senado, so pretexto de un hecho muy lamentable, no esté actuando en cumplimiento de su labor constitucional.
El señor Ministro de Obras Públicas concurrió a la sesión con este propósito; pero dado el tono que tomó el debate, se ausentó, dispuesto a volver cuando estuviéramos tratando lo que nos correspondía resolver en la sesión especial convocada por el Presidente del Senado para el día de hoy.
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