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    • rdf:value = " El señor GONZALEZ MADARIAGA.- Referirse a un proyecto de ley que atiende al Cuerpo de Carabineros de Chile es muy delicado, por tratarse -lo reconozco desde la partida- de una institución que ha adquirido aprecio nacional y aún internacional. Debemos sentir satisfacción por quienes organizaron este Servicio y han venido asentando su formalidad, su organización interior, cualidades que lo honran y que han resultado utilísimas en el aspecto social. Recuerdo haber visitado el sur de Chile presidiendo una delegación parlamentaria, mucho antes de los incidentes de frontera. Allí recogí, junto con los demás delegados, la satisfacción con que los pobladores de esas regiones se expresaban acerca de los servidores del Cuerpo de Carabineros, quienes acuden a socorrer a esos conciudadanos en diversos aspectos en que se encuentran huérfanos de atención. Tanto nos complació esa información, que en el informe que remitimos a la Cámara, en su oportunidad, dejamos constancia de dicho reconocimiento. Traigo al recuerdo estos antecedentes con agrado, porque revelan una línea de conducta que se ha mantenido. En realidad, el Cuerpo de Carabineros es una institución que se desempeña con eficacia, por lo cual alienta el interés del pueblo y el sentido nacional. Estimo, no obstante, que el Gobierno no ha sido feliz al enviar el proyecto, pues no considero necesario aumentar las plazas de la institución, sino más bien mejorar las rentas de que disfruta ese personal. Una ligera comparación nos dice que si actualmente hay veinte mil plazas y la población es de nueve millones de habitantes, el coeficiente es de 450 ciudadanos por un carabinero; si el cálculo se hace sobre la base de 25 mil plazas, ese coeficiente bajaría a 360 habitantes, lo cual no me parece justificado. No creo que mejoren las condiciones morales del país, si se calcula un carabinero por cada 50 ciudadanos. Nos asiste el temor... El señor FONCEA.- No es esa la proporción, exactamente. Es menor el aumento. El señor GONZALEZ MADARIAGA.- Si hay 20 mil plazas, el coeficiente es 450; si son 22 mil plazas, el coeficiente será 420; de manera que Su Señoría me está dando la razón, porque es más leve la diferencia y, en consecuencia, menos viable el mejoramiento del servicio. Lo que interesa es dar incentivos a estos servidores, otorgarles los beneficios que los hagan respetables dentro de la sociedad. Cuando uno viaja, tiene oportunidad de observar y comparar lo que ocurre en otros países en los cuales, por ejemplo, no es posible ver lo que apreciamos aquí, en las mañanas, en la Alameda Bernardo O'Higgins, donde hay tres o cuatro carabineros por cada manzana. Eso es innecesario. El "policeman" y los miembros de otras instituciones de este tipo no usan armas; les basta sólo su calidad de representantes de la ley. Así debería ser aquí, porque para eso se da fuero a los carabineros. Su opinión debe ser recogida con respeto por los ciudadanos, y en ese carácter, actúan como ordenadores del conjunto social. Sería, pues, interesante que el país reforzara estos sentimientos y que la autoridad superior del Cuerpo de Carabineros fuera aumentando, en vez de elevar el número de sus integrantes, porque ello expone al peligro de que también la corrupción pueda llegar a esa institución, lo cual sería funesto para el orden social. Acabo de oír al Honorable señor Barros referirse a las deficiencias de la atención médica en el país, y creo muy justas sus observaciones. Ha informado que hay un médico por cada cinco mil individuos y es posible que el déficit sea mayor, pues hay provincias del sur que prácticamente carecen de atención médica, como ocurre en Chiloé y aún en regiones del centro. Somos un país pobre que necesita aprovechar todos sus recursos de acuerdo con las circunstancias. Por ello, hace algún tiempo, contando incluso con el apoyo de las bancas conservadoras, presenté indicación para autorizar a los laboratoristas dentales a fin de que pudieran trabajar como odontólogos en los lugares donde estos profesionales no existen y mientras no se hiciera presente alguno de ellos, en casos de urgencia. Igual facilidad podría otorgarse, a nuestro juicio, en similares circunstancias, a los practicantes, para actuar mientras no se hiciera presente un médico. Tal medida permitiría atender a ciudadanos hoy desprovistos de todo auxilio de esta naturaleza. No obstante, los respectivos colegios profesionales se negaron a aceptarla, a pesar de tratarse de una colaboración social indispensable. Como se puede apreciar, no tiene comparación la desproporción en que se encuentra la ciudadanía frente a la atención médica y con relación al servicio de policía. De aquí que me parezca inconveniente aumentar el número de plazas de carabineros y que sea partidario de mejorar la situación económica de estos servidores y, en general, de rodearlos de todos los atributos a que me he referido, para que la institución pueda continuar en la senda de prestigio en que se ha colocado. Lamento tener que hacer un alcance que me parece justo. En el proyecto se establece una disposición en virtud de la cual se otorga en forma postuma el grado de General al Teniente señor Hernán Merino, que encontró la muerte en el incidente de Laguna del Desierto. No me parece que el Congreso pueda desparramar los grados de General. A lo largo de la historia de Chile, al Capitán Prat se lo sigue llamando Capitán y no le dimos grado de Almirante; a los muchachos de La Concepción tampoco se les aumentó su jerarquía, ni a ninguno de los héroes que están incrustados en la historia del país. ¡ No, por favor ! El Congreso no puede estar repartiendo estos grados que significan respetabilidad en el seno del respectivo instituto y en el patrimonio nacional. ¡ No! Naturalmente, hay que socorrer a la familia afectada y dotarla de los medios necesarios para aliviar la situación que crea la ausencia del jefe de hogar o del hijo. Estoy de acuerdo en ello. Por ley podría otorgarse a este joven Teniente el grado de Capitán, pero el legislador no puede ir más allá. ¿Qué sería del país si siguiéramos desparramando los grados de General ? Chile se ha distinguido en el continente americano por el sentido común, por el respeto de sí mismo. ¿Por qué quebramos esa tradicióNº ¿Por qué estos actos de tropicalismo? Actos como éste no honran a quien los recibe y van en desmérito del que los otorga. ¡Tengamos mayor compostura! Finalmente, quiero hacer un alcance. Un cuarto de siglo de servicios prestados en el Parlamento lo hacen a uno pertenecer a la vieja guardia legislativa y le dan cierta experiencia. Por eso, debo confesar que nunca me encontré con un proyecto que se financiara con sobrantes del Presupuesto. ¡Es realmente ridículo! ¿Podría alguien decirme si tal financiamiento puede ser permanente y seguro? La Constitución Política establece como norma que todo gasto debe tener señalada la fuente permanente de donde saldrán los tributos para atenderlo. La ley general de Presupuestes es, simplemente, un ordenamiento de las leyes permanentes. Si se producen mayores entradas, no podernos destinarlas a financiar una ley de carácter permanente: No es posible estar comprometiendo con esta política el porvenir de los contribuyentes del país. Iríamos en contra de la calidad misma del legislador, que está aquí en representación de los contribuyentes, para defender sus intereses. Ese es el origen de los parlamentos. Aquí -cosa curiosa- pasa al revés: los delegados, los mandatarios están comprometiendo cada día el interés de los contribuyentes. Aparecemos financiando gastos a troche y moche, sin la justificación necesaria; estamos diciendo al contribuyente: "Prepárese para mañana, pues tendrá que desembolsar mucho más de lo que en la actualidad desembolsa". En el fondo, estamos creando obstáculos para el desarrollo económico del país. ¿Qué industria podrá seguir trabajando, qué actividad económica puede sentirse estimulada si no dispone de los elementos necesarios y hasta el circulante escasea en los bancos? El financiamiento propuesto por la Cámara, que algo corrigió la Comisión de Hacienda del Senado, imputa el gasto al excedente que se produciría en el año 1965 en el cálculo de entradas de la Nación en el impuesto especial a la internación de vehículos motorizados. ¡Como si esta internación estuviera destinada a ir aumentando en forma permanente e invariable! "
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