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- rdf:value = " El señor CONTRERAS (don Víctor).-
¡Soñar no cuesta nada...!
En verdad, no nos habíamos preocupado del Honorable señor Barros; no habíamos mencionado su nombre ni hecho declaración alguna en este recinto, en el sentido de que él había dejado de pertenecer a nuestro partido. Pero como el señor Senador ha levantado bandera, no sólo para tratarnos de revisionistas, sino también de contrarrevolucionarios, debo advertir a Su Señoría que soy militante del Partido Comunista y responsable de mis actos.
Como muchos de mis Honorables colegas, no ingresé a la colectividad a que pertenezco "cuando la leche estaba cocida", como se dice en la jerga campesina, ni en tiempos del Frente Popular. Me incorporé en 1927, durante la primera Administración del señor Ibáñez, cuando la situación política obligaba a jugarse por entero.
Ni yo ni mi Honorable colega señora Julieta Campusano podemos exhibir títulos universitarios. ¿Qué les puedo decir? Nacido en una región campesina como la provincia de Aconcagua; obrero en la pampa salitrera; ex tranviario en Valparaíso y dirigente de ese gremio durante cinco años; obrero y dirigente en Tocopilla de los trabajadores lancheros; regidor de la Municipalidad de Tocopilla, son todos mis antecedentes. No puedo exhibir otros.
De manera que nosotros adoptamos una resolución con responsabilidad y no aceptamos que se tergiversen nuestras palabras. Por eso, al votar favorablemente el proyecto en debate, apoyamos la idea de legislar, pues estimamos, como podrán comprobarlo quienes tengan la paciencia de leer su articulado, que él contiene algunos beneficios para el personal de Carabineros.
Se ha dicho que el Cuerpo de Carabineros es un organismo represivo. Reconozco que en algunas oportunidades lo ha sido. En todo caso, no deseo repetir las frases que anteriormente pronuncié.
Sabemos que no será esa entidad la que mañana transformará la situación económica y política, la que nos dará un nuevo orden social. Confiamos, fundamentalmente, en el potencial de los trabajadores, en su organización, en la lucha que los asalariados organicen para defenderse. Eso es, precisamente, la lucha de clases, y esa lucha es necesario organizaría.
Por otra parte, se ha afirmado que existen familias que acumulan dinero y, al respecto, se ha mencionado el nombre de nuestro compañero Volodia Teitelboim. No sólo es injusto, sino arbitrario, poner como ejemplo de tal situación a un militante que, desde su juventud, está trabajando y luchando desde las filas de nuestro partido. Si alguien desea investigar acerca de los bienes, los medios de vida, la forma como actúa el Honorable señor Teitelboim, puede hacerlo, y no sólo respecto de él, que nada tiene que ver con el resto de su familia, pues no lo unen a ella intereses económicos ni de otra especie, sino también con relación a cualquiera de los miembros de nuestra colectividad.
Durante la discusión de este proyecto da ley, como también frente al debate de otras iniciativas, el Partido Comunista ha sido el blanco de los ataques, el "cabeza de turco", como se dice vulgarmente. ¿Por qué, si somos revisionistas y contrarrevolucionarios, nos ataca la Derecha, el diario "El Mercurio'', el imperialismo y aquellos que se fueron o que echaron del Partido Comunista? A estas personas no las ataca el diario mencionado; ellas escriben en los llamados "diarios murales" y hacen cuanto se les ocurre -con ello no quiero decir al señor Ministro del Interior que tome medidas-, pero son revolucionarios; ellas tienen acceso a la prensa, a la radio y a todas partes. Seguimos siendo atacados, pero tenemos el convencimiento de que quienes nos combaten son nuestros enemigos. No importa que unos cuantos, que se hacen llamar revolucionarios, nos ataquen. Sólo nos importa cuando esa acción proviene del enemigo de clase. Cuando ello ocurre, es porque estamos haciendo bien las cosas, y ésta es nuestra satisfacción. Lo demás no nos interesa.
Me alegro de que estas discusiones se produzcan dentro del terreno de la cordura. No obstante reconocer que no estoy a la altura de quienes poseen los conocimientos que permite la cultura universitaria, debo decir -perdónenme los universitarios que poseen un título profesional- que no siempre quienes la poseen saben hacer debido uso del título que les dio la universidad, especialmente cuando no son leales con los compromisos contraídos con sus electores.
Esta es la oportunidad de advertir que en política, en nuestro país, tal actitud se ha convertido en gran vicio: se promete mucho y se cumple poco. Cuando somos candidatos, entramos al más modesto de los hogares de las poblaciones callampas o de los sectores campesinos; pero cuando llegamos a este recinto, olvidamos lo prometido. Quienes somos elegidos con los votos y los dineros del pueblo, creemos estar viviendo una vida nueva y olvidamos tener presente lo menos que podemos hacer: ser respetuosos de los compromisos contraídos con la ciudadanía. Pero ello no ocurre.
Con cuánta sensibilidad ciertos oradores hacen llorar a sus partidarios durante las campañas electorales, y qué duros son, en cambio, en esta Sala y en otros recintos, cómo olvidan la angustia, el dolor, la miseria de las poblaciones callampas y sus calles polvorientas. ¿Cómo podemos calificar este hecho? ¿Es edificante? ¿Estamos redimiendo a un pueblo? ¿Estamos dando confianza a la ciudadanía cuando le volvemos las espaldas? Creo que no. Esta actitud, de acuerdo con mi lenguaje y mi grado de instrucción, significa traicionar las esperanzas de un pueblo.
Se ha criticado mucho al Cuerpo de Carabineros. Se han vertido conceptos contrarios a esa organización, algunos de los cuales comparto; pero no creo que todo cuanto este cuerpo policial hace sea de lo peor. Muchas veces, somos los parlamentarios quienes cambiamos, al igual que cambia el tiempo, las estaciones del año o el viento. Ayer, por ejemplo, hacíamos discursos llenos de alabanzas hacia el Cuerpo de Carabineros. ¿Qué dijo el Honorable señor Barros en la sesión 74ª, de 9 de mayo de 1962?
El señor BARROS.-
Y lo mantengo.
"
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