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- rdf:value = " El señor AMPUERO.-
Al margen de la situación específica planteada por el compañero Honorable señor Rodríguez, quiero aprovechar la oportunidad para solicitar de la Mesa una preocupación directa sobre la materia, que podría ser motivo de una reunión de Comités. En breves palabras, quiero justificar esta petición.
Quienes llevamos algunos años en el Senado, sabemos que la institución del pareo -al parecer, original del Parlamento chileno- cumple una finalidad práctica en forma bastante equitativa. Desde luego, el hecho de que nuestro país tenga 4 mil kilómetros de extensión de norte a sur, obliga, por los hábitos políticos, a los parlamentarios a no vivir entre las cuatro paredes del Congreso, sino a mantener forzosamente estrecha vinculación con las provincias que representan y, muchas veces, con otras.
Ocurre que, entre los numerosos cambios revolucionarios patrocinados por la Democracia Cristiana desde que asumió la responsabilidad del Gobierno del país, se ha proyectado que los pareos tengan diferente valor, de acuerdo con el interés político del partido de Gobierno en un momento determinado: son pareos con inflación o deflación, según las materias y las circunstancias políticas que viva la Democracia Cristiana. Eso es absurdo. No podemos asignar un valor a un señor Senador, y uno distinto, dos o tres veces superior, a otro. Lo natural es que la ausencia de un señor Senador sea compensada por la ausencia real o ficticia de otro de tendencia política opuesta.
Por eso, reclamo una reunión especial para tratar el tema, porque quienes están resultando perjudicados con los pareos son los Senadores de las provincias extremas.
Los representantes de Tarapacá y Antofagasta y de Valdivia a Magallanes, prácticamente no podemos salir durante meses, porque, como ha habido sesiones los miércoles y muy frecuentemente los jueves, no sacamos nada con viajar los viernes y regresar los domingos. Estamos frente a una crisis virtual de la institución del pareo. La Mesa del Senado debe preocuparse del problema y buscarle una salida definitiva, porque la otra alternativa para nosotros es negarnos a conceder pareos y obligar, en consecuencia, a los parlamentarios a permanecer en el Congreso durante casi todo el año.
"
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