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- rdf:value = " El señor FUENTEALBA.-
Muchas gracias a usted, señor Senador. Le debo este agradecimiento porque yo estaba señalando algunas de las contradicciones internas de la Conferencia y decía precisamente que ella, hacia el exterior, aparecía como una estructura monolítica, granítica, pero, en el fondo, no lo era. Las declaraciones de Su Señoría corroboran el hecho de que yo estoy haciendo un análisis muy serio de este asunto. Las palabras del señor Senador demuestran que, en efecto,...
El señor TEITELBOIM.-
¿Me permite, señor Senador?
El señor FUENTEALBA.-
...ha habido contradicciones, inclusive para apreciar determinados acuerdos.
Es una lástima que, después de transcurrir tantos días desde la celebración de la Conferencia de La Habana, sólo ayer y anteayer el Honorable señor Allende se haya referido a los acuerdos tomados en dicha reunión, pero no a los comentados. Además, el señor Senador ha informado sobre esta materia en más de una exposición pública- entiendo que habló sobre esto en Valparaíso-, pero estos acuerdos no fueron dados a conocer. Lo han sido ahora, con motivo del análisis crítico hecho con la mayor serenidad por un hombre extraño, un tercero ajeno al movimiento.
En todo caso, queda en pie el hecho de que en la Conferencia Tricontinental se adoptaron los acuerdos ya referidos; pero ignoro hasta qué punto tales acuerdos serán obligatorios para los países que acudieron a la Conferencia.
Estaba analizando el hecho chino-cubano a raíz de las incidencias habidas con motivo de las provisiones de arroz. El diario "El Siglo", en su edición de 9 de febrero recién pasado, publicó la réplica del señor Castro a la respuesta que un funcionario no identificado del Ministerio de Comercio Exterior de China dio a los cargos formulados por el Primer Ministro cubano, en una entrevista que, como decía, fue publicada en la revista "Pekín Informa", de fecha 12 de enero de este año. Ese funcionario chino había expresado lo siguiente: "Si el Gobierno cubano tiene diferentes ideas o peticiones, puede plantearlas perfectamente para discutirlas con el Gobierno chino. Pero, en lugar de hacerlo así, el Primer MinistroFidel Castro ha dado un paso que es insólito en las relaciones interestatales normales. En la concentración realizada en La Habana para celebrar el VII aniversario de la liberación de Cuba, hizo público en forma unilateral y no ajustada a la verdad el contenido de las negociaciones comerciales preliminares que están sosteniendo los departamentos concernientes de ambos Gobiernos. No podemos sino lamentarlo. Todos los años se realizan negociaciones comerciales entre China y Cuba, y todos los años surgen en el curso de ellas tales o cuales opiniones diferentes. Pero el Primer MinistroFidel Castro nunca había procedido de esta manera. ¿Por qué, entonces, dio repentinamente este insólito paso en la víspera de inaugurarse en La Habana la Conferencia de Solidaridad de los Pueblos de Asia, África y América Latina? Esto merece reflexión".
El 9 de febrero, "El Siglo" publicó la réplica del señor Castro. Se declaraba ofendido por el hecho de que le hubiese respondido un "funcionario subalterno y anónimo" del Ministerio de Comercio Exterior de China. En todo caso, ese funcionario subalterno y anónimo del Ministerio Exterior de China tuvo mucho más suerte en el tratamiento que le dio Fidel Castro que la que tuvo el Senador chileno señor Barros.
En aquel documento, desconcertante por muchos conceptos, se colocan, al final del mismo, estas palabras: "No se trataba ya de toneladas más o menos de arroz, de más o menos metros cuadrados de telas que también fueron afectadas, sino de una cuestión mucho más importante y fundamental para los pueblos; si en el mundo del mañana, los países poderosos se pueden tomar el derecho de chantajear, extorsionar, presionar, agredir y estrangular a otros pueblos pequeños; si en el mundo del mañana, que los revolucionarios luchan por establecer, van a imperar los peores métodos de piratería, opresión y filibusterismo que implantaron en el mundo, desde que la sociedad de clases existe, los regímenes esclavistas, feudales, las monarquías absolutas, los estados burgueses, y en el mundo contemporáneo, los Estados imperialistas".
Esto dice Fidel Castro a China.
Las relaciones chino-cubanas están tensas. Castro acaba de volver a la carga, según pudimos recordarlo, y en el mismo discurso en que insultó al Presidente de Chile, repitió gran parte de sus ataques a los chinos.
Quinto.- El violento ataque de la Conferencia Tricontinental en contra de Israel reviste caracteres de particular gravedad, porque puede desatar una nueva persecución contra los judíos, dentro del más puro estilo nazista o hitleriano. La resolución respectiva, cuyos aspectos fundamentales leí en la primera parte de esta intervención, es la única que ataca la existencia de un Estado en sus bases mismas. Todos los demás acuerdos hacen un claro distingo entre gobierno y pueblo, y no desconocen la existencia de los respectivos Estados. Aquí, en cambio, no se hace distinción alguna. Todo parece indicar, y así lo señalan numerosos observadores internacionales, que éste fue el precio que hubo de pagarse por ¡a presencia de los delegados de los países árabes en la Conferencia Tricontinental. Estos últimos tenían que obtener algo importante de dicho evento, pues asumieron graves riesgos. La mayoría de ellos tienen buenas relaciones con los países de América Latina. Esas relaciones se han visto comprometidas seriamente con la participación y suscripción de los acuerdos por parte de los delegados árabes.
El semanario "Marcha", de Uruguay, de tendencia socialista, en su edición de 18 de febrero de este año, publica un artículo sobre esta materia. Citando a algunos dirigentes comunistas de Israel, transcribe algunas frases como las que me permitiré leer:
"El mundo nos invita a morir. Pero esta vez no se trata del mundo de los opresores, sino del mundo de los oprimidos del cual formamos parte. Ahora son los condenados de la tierra quienes nos niegan el derecho a sumar nuestra voz a la de ellos; de brindar nuestra solidaridad requerida de todos, excepto de nosotros. No hay lugar para nosotros entre los combatientes. Nos quitan toda esperanza. Nos niegan el derecho a existir. ¿Qué debemos hacer? ¿Suicidarnos?".
En Israel hay dos partidos comunistas y dos partidos izquierdistas sionistas. Mapam es uno de los últimos. Su órgano oficial, "AI Hamishmar", dice: "Es evidente que en la resolución de La Habana han primado razones de orden táctico, que nada tienen que ver con el carácter de la Conferencia, e incluso, están en flagrante contradicción con sus objetivos. Esas resoluciones han causado estupor e indignación entre todos los hombres progresistas de Israel, que bregan por la paz, por la confraternidad árabe-israelí, por la eliminación del imperialismo del Medio Oriente. Llamemos las cosas por su nombre: el destino del pueblo judío, la existencia del Estado de Israel, fueron negociados a cambio de no sabemos qué acuerdos tácticos. La Conferencia nos ha convertido en una moneda de trueque; la vida de millones de judíos a cambio de alguna concesión, para lograr la unanimidad respecto a no sabemos qué decisión, para evitar, suponemos, fricciones entre ciertos delegados".
Y la juventud de Mapam declaró: "La inconcebible resolución no logrará destruir nuestra fe en el socialismo, en la confraternidad de ¡os pueblos. Nos negamos a aceptar la única alternativa que parece sugerirnos; la muerte abrazados a la Derecha. No cejaremos en nuestra lucha por una paz duradera entre judíos y árabes, por el desarme del Medio Oriente, por la expulsión del imperialismo de nuestra región".
Las buenas relaciones entre el Estado de Israel y Cuba han quedado tensas a raíz de estos acontecimientos. Sin embargo, es poco probable que ellas se rompan definitivamente, con lo cual uno de los acuerdos de la Conferencia Tricontinental estaría, desde ya, destinado a convertirse en letra muerta.
Señalo, ante las observaciones que me han hecho los Honorables colegas, que no hemos oído aquí en Chile, ni respecto del caso de Yugoslavia, ni de la condena a muerte del Estado de Israel, ninguna palabra de protesta,...
El señor TEITELBOIM.-
¿Y la que escuchó aquí?
El señor FUENTEALBA.-
...ni del Partido Socialista ni del Partido Comunista. En "El Siglo", que tan escrupulosamente reprodujo los acuerdos de La Habana -tendrá que reconocerlo Su Señoría-, no ha habido ningún editorial ni comentario internacional o político en que Sus Señorías hayan condenado semejantes declaraciones. Se ha mantenido el más riguroso silencio.
El señor TEITELBOIM.-
¿Y ésta que ha escuchado en el Senado?
El señor FUENTEALBA.-
No tiene mérito alguno, pues ha sido provocada por las palabras de un Senador que no es de la filiación política a que pertenece Su Señoría.
El señor TEITELBOIM.-
Si no fuera nuestro pensamiento, no lo habríamos dicho.
El señor FUENTEALBA.-
Nunca lo dijeron. A pesar del camino de la violencia, señalado como el más eficaz para lograr los objetivos de liberación nacional en América Latina, es previsible una disminución de las guerrillas. En el hecho, ellas están en un momento de decadencia. En Guatemala se encuentran divididas y no pudieron tener ninguna participación importante en el tortuoso proceso electoral llevado a cabo hace algunos días. En Perú han sido prácticamente liquidadas. En Colombia están siendo fuertemente reprimidas, y hace poco perdieron la única figura capaz de darles prestigio y peso político dentro y fuera del país. Me refiero al sacerdote Camilo Torres, hombre sincero que había suspendido, con permiso de la jerarquía, el ejercicio de su ministerio sacerdotal, para seguir un camino discutible, pero que a él lo satisfacía ampliamente en su vocación de servir al prójimo. En Venezuela las guerrillas están gestionando su disolución mediante un acuerdo con el Gobierno, destinado a permitirles regresar al ejercicio de una vida cívica norma! Dichas gestiones, que han sido desmentidas por algunos, son públicas y notorias en Venezuela, donde algunos parlamentarios de Izquierda están encargados de llevar adelante las negociaciones.
Los hechos señalados también contradicen la seriedad de la Conferencia Tricontinental, pues nuevamente reducen a puro papel algunos de sus acuerdos fundamentales.
Nuestro juicio.
Señor Presidente, era necesario hacer este recuento de la Conferencia Tricontinental, porque se ha tejido mucha mitología en torno de ella y no se nos ha dicho todo lo que significaba. La Derecha ha tratado de magnificar su importancia, intentando mostrarla como un punto de partida para una nueva estrategia. La Izquierda marxista no ha desmentido esta imagen, aparentemente porque ello le conviene. Para nosotros, la Conferencia no es más que un hito de referencia, como dijimos al comienzo de esta intervención, pero no marca cambios de táctica fundamentales en el campo de la Izquierda marxista.
Las guerrillas latinoamericanas existen desde antes de la Conferencia Tricontinental, y la decisión del Frente de Acción Popular de oponerse tenazmente a la acción del Gobierno democratacristiano aquí, en Chile, es también anterior a esa Conferencia.
La importancia de este torneo político reside en que ha refrescado algunos aspectos del planteamiento marxista y ha delineado globalmente, una vez más, toda una estrategia para el desarrollo de nuestros pueblos. Por otro lado, ha mostrado con claridad algunas contradicciones internas significativas, cuya actualidad es imposible negar.
En forma más o menos ordenada, deseo plantear algunos juicios y algunos emplazamientos para definir nuestras posiciones.
El aspecto más grave de la Conferencia Tricontinental, su talón de Aquiles, consiste, a nuestro juicio, en la consecuencia lógica de todos los acuerdos allí adoptados; la entrada en la guerra fría por parte de todos los que se decidan por el camino trazado en La Habana. El antimperialismo que se define en esa Conferencia es unilateral. Nuestros pueblos buscan liberarse de toda injerencia extranjera, y ya han visto fracasar a muchos Gobiernos en ese intento, al liberarse de un imperialismo para caer en otro.
Todos los planteamientos de la Conferencia Tricontinental llevan a un enfrenta- miento de la mayor violencia con los Estados Unidos. Es el camino seguido por Cuba. Se busca un choque de tal magnitud con la gran potencia del norte, que es imposible salir bien parado, es imposible ganar la batalla si no hay otra gran potencia detrás. Ese sistema simplemente produce, no una liberación de la dependencia exterior, sino una transferencia de la misma. En ningún caso su liquidación es definitiva. La Democracia Cristiana rechaza ese camino, porque no le conviene al pueblo chileno ni al pueblo latinoamericano. Se estafa a la nación cuando se le ofrece un camino de "liberación" que no es tal. Nuestro camino es diferente: consiste en buscar la amistad de todos por igual, en buscar la cooperación internacional sobre la base más amplia posible, en lograr un desarrollo interno que convierta la soberanía política y económica en una realidad más tangible. Queremos ser independientes frente a todos, y no liberarnos de un imperialismo para caer en otro. Ahí está, precisamente, lo revolucionario del planteamiento; se pretende cumplir las metas en su exacto sentido y no jugar con las palabras. No queremos usar la palabra democracia para esconder la dictadura totalitaria de un caudillo o de un partido único. No queremos circunscribir la lucha antiimperialista a la injerencia en nuestros asuntos internos de una sola gran potencia, abriendo de esa manera las puertas a otras para que se instalen en nuestro suelo, sustituyendo simplemente al antiguo patrón. Los acuerdos de la Conferencia Tricontinental tienden a alinear a nuestros pueblos al lado de la Unión Soviética o de China, según los gustos, en contra de los Estados Unidos. Ese es el juego de la guerra fría, y no le conviene a nuestros pueblos. Por eso, rechazamos el espíritu central de esa Conferencia.
No se puede aceptar, tampoco, la pretensión de monopolizar la representación popular, como lo intenta la reunión de La Habana. La Democracia Cristiana es una alternativa superior para nuestros pueblos; por eso, rechazamos las soluciones comunista o socialista, porque consideramos que nuestro camino es mejor. La medida de lo avanzado y lo progresista, a nuestro juicio, no la podrán dar jamás esas fuerzas. La medida reside en el mayor o menor desarrollo de la persona humana que un régimen político, económico social y cultural sea capaz de ofrecer y realizar. En Chile, la revolución en libertad, que está dirigiendo la Democracia Cristiana por voluntad soberana del pueblo, tiene dos enemigos: la contrarrevolución reaccionaria de la oligarquía y la contrarrevolución de la Izquierda marxista. El pueblo chileno, su sentir mayoritario expresado de manera categórica en varias ocasiones, no estuvo presente en La Habana. Allí concurrieron personeros de partidos muy importantes, pero que son minoría y fueron derrotados por el pueblo chileno.
La participación de representantes gubernamentales en la Conferencia Tricontinental puso a algunos países en abierta contradicción con un acuerdo sobre no intervención suscrito, pocos días antes, por esos mismos países en el seno de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Eso motivó que Chile adhiriera a una protesta formulada por el grupo latinoamericano de las Naciones Unidas ante su Secretario General. No aceptó hacer lo mismo desde el Consejo de la OEA, porque el Gobierno ha sostenido siempre que dicho organismo carece de atribuciones políticas para hacer este tipo de declaraciones.
Puedo testimoniar, pues tuve participación directa en el asunto, que Chile se jugó a fondo para que la resolución sobre no intervención se aprobara durante el XX Período de Sesiones de la Asamblea General, y ella contó con el asentimiento de todos los países del Tercer Mundo.
Por eso, la actitud posterior de nuestro Gobierno ha sido perfectamente consecuente. Son otros, no nosotros, los que han borrado con el codo lo que acababan de firmar con la mano.
La Conferencia y el FRAP.
El Partido Socialista, que siempre se mostró tan amigo de Yugoslavia, asistió a una Conferencia en la cual se excluyó a ese país.
Aquí se ha dicho y explicado por el Honorable señor Allende, y lo confirmó el Honorable señor Teitelboim, que ellos se opusieron a esta exclusión.
El señor ALLENDE.-
¿Me permite una interrupción. Honorable colega?
El señor FUENTEALBA.-
Voy a terminar, señor Senador. Deseo completar mi exposición.
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