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El señor MAURAS (Presidente).-
Corresponde discutir el proyecto de reforma del Nº 10 del artículo 10 de la Carta Fundamental.
-El oficio con las insistencias de la Cámara de Diputados figura en los Anexos de la sesión 41º, en 9 de agosto de 1966, documento Nº 1, página 2821.
El señor FIGUEROA (Secretario).-
La Cámara de Diputados ha insistido en la aprobación de las enmiendas introducidas al proyecto de reforma constitucional que reemplaza el Nº 10 del artículo 10 de la Constitución Política del Estado, que fueron desechadas por el Senado, con excepción de la que consiste en sustituir el inciso séptimo de dicho artículo 10 Nº 10, en cuya aprobación no ha insistido.
Con motivo de esta resolución, la Cámara procedió a pronunciarse y prestó su aprobación con el quorum constitucional requerido a la enmienda que incide en este inciso séptimo del artículo 10 Nº 10, propuesto por el Senado en el primer trámite constitucional.
El señor MAURAS (Presidente).-
Con la venia de la Sala, la Mesa dará cuenta de un oficio sobre esta materia.
El señor FIGUEROA (Secretario).-
Su Excelencia el Presidente de la República pone en conocimiento del Senado que, en conformidad al artículo 46 de la Constitución Política, ha resuelto retirar la urgencia para el proyecto que modifica el artículo 10, Nº 10, de la Carta Fundamental.
El señor MAURAS (Presidente).-
Queda retirada la urgencia.
El señor RODRIGUEZ.-
¿Qué significa eso en la práctica?
El señor FIGUEROA (Secretario).-
Que a este proyecto no le corresponde estar en el primer lugar de la tabla y procede discutir, según lo acordado ayer, el proyecto que uniforma el color de los autos de alquiler.
El señor RODRIGUEZ.-
¿En qué se funda el retiro de la urgencia?
El señor FIGUEROA (Secretario).-
El oficio no consigna ningún fundamento, señor Senador.
El señor AMPUERO.-
Señor Presidente, ¿hasta qué punto influye el oficio del Jefe del Estado, cuando ya se ha constituido la sesión, la tabla está prefijada y hemos comenzado a tratar el proyecto en que incide la urgencia, por decisión de la propia Mesa del Senado?
El señor MAURAS (Presidente).-
Estamos en el Orden del Día y pedí la venia de la Sala para dar a conocer un oficio.
El señor AMPUERO.-
Previamente, Su Señoría puso en discusión el proyecto de reforma del artículo 10, Nº 10, de la Constitución.
Yo pregunto: ¿hasta qué punto, cuando la tabla está confeccionada, ha comenzado la sesión y se ha iniciado el estudio del proyecto que figura en el primer lugar, puede un oficio del Presidente de la República alterar automáticamente nuestra tabla?
El señor MAURAS (Presidente).-
Hasta este momento, he dado a conocer un oficio, con el asentimiento de la Corporación; un señor Senador me ha pedido la palabra, y yo se la he concedido.
El señor CORBALAN (don Salomón).-
¿Sobre el oficio?
El señor MAURAS (Presidente).-
Sí, señor Senador.
El señor CORBALAN (don Salomón).-
Pero el oficio no está en tabla. Perdóneme.
Lo que está absolutamente claro es que ya habíamos empezado a debatir el primer asunto de la tabla. Ahora, la lectura de un oficio no tiene por qué alterar el Orden del Día.
A mi juicio, lo procedente es que Su Señoría siga ofreciendo la palabra sobre el primer proyecto.
El señor MAURAS (Presidente).-
Eso es lo que está haciendo la Mesa.
Tiene la palabra el Honorable señor Rodríguez.
El señor RODRIGUEZ.-
Fuera de ratificar lo expresado por los Honorables señores Ampuero y Corbalán, en realidad, considero una falta de respeto el envío de un oficio en que escuetamente se retira la urgencia de un proyecto, sin agregarse ninguna explicación.
Yo exijo al señor Ministro de Justicia, aquí presente, explicar los fundamentos que el Gobierno tiene para retirar la urgencia respecto de esta modificación básica del derecho de propiedad, la cual es imprescindible para los efectos de la reforma agraria. Hay una contradicción grave del Gobierno. Por eso, exijo al señor Ministro una explicación por tal actitud.
El señor MAURAS (Presidente).-
El señor Ministro ha escuchado la petición del Honorable señor Rodríguez.
Tiene la palabra el señor Ministro.
El señor RODRIGUEZ (Ministro de Justicia).-
En realidad, la explicación que se me pide sólo puedo darla con relación a mi inexperiencia parlamentaria.
Ayer tuve conocimiento -porque no estuve durante la Cuenta y únicamente concurrí a fin de participar en el debate sobre el proyecto referente a los abusos de publicidad- que se dio cuenta del oficio en que la Cámara de Diputados comunica al Senado los términos en que despachó en cuarto trámite el proyecto en estudio.
Sólo después, en las últimas horas de ayer o en la mañana de hoy -no recuerdo bien-, supe que el alcance de esa cuenta era dejar el proyecto en el primer lugar del Orden del Día de esta sesión, lo cual me sorprendió. Al inquirir acerca de la razón de ello, me impuse de que, por haberse hecho presente la urgencia en un trámite anterior en esta misma Corporación, aquélla se consideraba en vigor de acuerdo con el Reglamento, que todavía no conozco bien. Eso me causó extrañeza, por cuanto estimaba, erróneamente, por cierto, que la urgencia declarada para un trámite anterior en esta misma Cámara no tenía vigencia en esta ocasión.
Ahora bien, ocurre que el proyecto está en su último trámite constitucional. En consecuencia, las disposiciones de esta iniciativa deben ser consideradas en relación con el contexto que ella va a tener según las resoluciones que adopte el Senado. En vista de ello, le pareció necesario al Gobierno examinar con calma esta situación, a fin de poder compaginar y resolver, respecto de los puntos en debate, la posición que le correspondía.
Como se han precipitado los acontecimientos y como, por otra parte -pido excusas por esta circunstancia de orden personal-, estoy desempeñando en calidad de subrogante la Cartera de Relaciones Exteriores, por ausencia de su titular, me he encontrado en una estrechez de tiempo tal, que no pude llegar antes del momento en que Su Excelencia recibió el oficio mencionado.
Reitero que, sólo por mi inexperiencia parlamentaria, y abrumado por los acontecimientos, se me ha presentado una situación que realmente no creí posible. La razón es la que acabo de explicar.
Por otra parte, por tratarse del último trámite constitucional, creo que vale la pena que todos tengamos suficiente oportunidad de formarnos concepto claro de la forma como se procederá a su resolución final.
El señor MAURAS (Presidente).-
A juicio de la Mesa, la situación es clara. El Ejecutivo tiene derecho a retirar la urgencia de un proyecto; pero mantenerlo en la tabla es facultad del Senado.
En consecuencia, la urgencia queda retirada, pero el proyecto continúa en el primer lugar del Orden del Día de esta sesión.
Ofrezco la palabra sobre el proyecto.
El señor CORBALAN (don Salomón).-
¿Cuál es la primera modificación?
El señor FIGUEROA (Secretario).-
El Senado, en el primer trámite, consignó un artículo único que comenzaba en la siguiente forma: "Reemplázase el Nº 10 del artículo 10 de la Constitución Política del Estado por el siguiente:".
La Cámara sustituyó ese encabezamiento por el siguiente: "Modifícase, en la forma que a continuación se indica, la Constitución Política del Estado de 25 de mayo de 1833, cuyo texto definitivo fue fijado por resolución de 18 de septiembre de 1925, y modificado por las leyes Nºs. 7.727, de 23 de noviembre de 1943, 12.548, de 30 de septiembre de 1957, 13.296, de 2 de mayo de 1959, y 15.295, de 8 de octubre de 1963:".
En el tercer trámite, el Senado no aceptó este reemplazo. Ahora, la Cámara ha insistido en él.
Por consiguiente, corresponde pronunciarse sobre la sustitución en que ha insistido la Cámara.
El señor LUENGO.-
Señor Presidente, en el trámite anterior, nos pronunciamos en conjunto acerca de varios agregados introducidos por la Cámara de Diputados a esta iniciativa de reforma constitucional, que específicamente legislaba sobre el Nº 10 del artículo 10.
A mi modo de ver, sería conveniente consultar a la Sala si procedemos a votar en igual forma en esta oportunidad, o sea, a votar de una sola vez todas aquellas materias que no se refieren exclusivamente al Nº 10 de artículo 10.
Como la situación del epígrafe es distinta, habría que pronunciarse sobre él en forma separada.
El señor MAURAS (Presidente).-
Si a la Sala le parece, procederemos en la forma sugerida por el Honorable señor Luengo, vale decir, debatiremos y votaremos en este punto sobre todo aquello que no se relaciona directamente con el artículo 10, Nº 10.
Ofrezco la palabra sobre la indicación del señor Senador.
El señor BULNES SANFUENTES.-
Pediría al Honorable señor Luengo repetir su proposición.
El señor MAURAS (Presidente).-
La proposición del Honorable señor Luengo -espero interpretarlo cabalmente- es discutir y votar en este punto todas las materias que no dicen relación al Nº 10 del artículo 10.
El señor LUENGO.-
En una sola votación.
El señor MAURAS (Presidente).-
En una sola votación.
El señor LUENGO.-
Ello en virtud del acuerdo tomado por el Senado en el trámite anterior, y sin perjuicio de que lo relativo al epígrafe se vote separadamente.
El señor MAURAS (Presidente).-
Ofrezco la palabra.
Ofrezco la palabra.
Cerrado el debate.
Si le parece a la Sala, se procederá en la forma señalada.
Acordado.
El señor FIGUEROA (Secretario).-
El señor Presidente pone en votación si se aprueban o no se aprueban las modificaciones en que ha insistido la Cámara de Diputados y que no se refieren al Nº 10 del artículo 10, sino a otras materias.
El señor FIGUEROA (Secretario).-
Resultado de la votación: 25 votos por la negativa, 14 por la afirmativa y un pareo.
El señor MAURAS (Presidente).-
Quedan rechazadas todas las modificaciones constitucionales distintas de aquellas a que se refiere el número 10 del artículo 10 de la Carta Fundamental.
El señor FIGUEROA (Secretario).-
En seguida, habría que comenzar por votar la iniciación del artículo único, que la Cámara insistió en mantener. El Senado, en el segundo trámite, no aceptó esta enmienda.
El Senado iniciaba el artículo único de la siguiente manera:
"Reemplázase el Nº 10 del artículo 10 de la Constitución Política del Estado por el siguiente:...".
El señor MAURAS (Presidente).-
En discusión.
Ofrezco la palabra.
El señor LUENGO.-
Señor Presidente, estimo que el Senado debería rechazar la enmienda hecha al epígrafe por la Cámara de Diputados, con la misma votación con que anteriormente desechamos las demás modificaciones que no se refieren al número 10 del artículo 10. El epígrafe que estableció la Cámara daba a entender que había otras enmiendas a la Carta Fundamental recaídas en diversos artículos que no tienen relación con este precepto constitucional.
Por consiguiente, este epígrafe, en realidad, ya no tiene ninguna razón de ser, pues las enmiendas se referirán sólo al número 10.
A mi juicio, sería innecesario hacer otra votación y, en consecuencia, debemos dar por rechazado, con la misma votación anterior, el epígrafe de la Cámara de Diputados.
El señor FIGUEROA (Secretario).-
Hago presente a la Sala que, de no aceptarse lo aprobado por la Cámara, tampoco habrá epígrafe del Senado.
El señor LUENGO.-
Por supuesto.
El señor FIGUEROA (Secretario).-
En consecuencia, nadie sabría qué se está modificando.
El señor LUENGO.-
Efectivamente, y eso es lo grave. En todo caso, el epígrafe de la Cámara no tiene absolutamente ninguna justificación.
El señor CHADWICK.-
Señor Presidente, la supresión del inciso primero del artículo único carece de significación, porque el proyecto de reforma constitucional quedaría con una expresión directa, pues el texto del artículo 10 de la Carta Fundamental empezaría en los términos en que fue aprobado por el Senado.
Por lo tanto, no tiene ninguna significación que no aparezca en el artículo único la mención de que se reemplaza el número 10, porque, en seguida, se dice:. . .
El señor FIGUEROA (Secretario).-
¿Me permite, señor Senador?
El encabezamiento aprobado por e! Senado es el siguiente: "Reemplázase el Nº 10 del artículo 10 de la Constitución Política del Estado por el siguiente:. . .".
Eso quedaría eliminado.
El señor CHADWICK.-
Así es.
El señor LUENGO.-
Efectivamente.
El señor FIGUEROA (Secretario).-
Entonces, quedaría como sigue: "Artículo único.- Modifícase en la forma que a continuación se indica. . .", etcétera.
El señor CHADWICK.-
Como se trata de reforma constitucional, no habría ninguna duda en cuanto al sentido y ubicación del precepto que el Senado sancionará, porque dice: "Reemplázase el Nº 10 del artículo 10, . ..", etcétera.
El señor PABLO.-
Señor Presidente, nosotros pedimos votación de este inciso primero, pues compartimos la tesis sustentada por la Mesa.
En verdad, habiéndose dejado sin efecto las enmiendas no atinentes al número 10 del artículo 10, el artículo único debe votarse precedido del epígrafe. Por lo tanto, procede realizar la votación indicada por la Mesa.
El señor GONZALEZ MADARIAGA.-
Creo que el Senado sólo ha pretendido reformar el artículo 10, y no el resto del articulado de la Carta Fundamental.
La Corporación ha rechazado las enmiendas de la Cámara, con excepción de las que recaen en el número 10. Siendo así, el Senado debe mantener su encabezamiento, en forma concreta. Lo otro sería crear una situación incongruente.
El señor MAURAS (Presidente).-
Ofrezco la palabra.
Ofrezco la palabra.
Cerrado el debate.
En votación.
-(Durante la votación).
El señor GONZALEZ MADARIAGA.-
No cabe sino aceptar el encabezamiento del Senado, para ser consecuente con el acuerdo adoptado anteriormente por la Corporación.
Voto que no.
El señor AYLWIN.-
Voy a fundar mi vito.
Me parece que el encabezamiento elaborado por la Cámara de Diputados suponía que la modificación no se refería sólo al número 10 del artículo 10 de la Constitución, sino a una serie de artículos de la Carta Fundamental. Como ya la mayoría del Senado ha rechazado la posibilidad de que se modifiquen otros preceptos de la Constitución que no sean el número 10 del artículo 10, como era nuestro deseo modificarlos aprovechando esta oportunidad, y como también lo había deseado la Honorable Cámara, que aprobó esas modificaciones, no tiene ya sentido mantener el epígrafe que esa rama del Congreso aprobó.
En consecuencia, los Senadores democr-a-tacristianos debemos rendirnos ante la voluntad de la mayoría del Senado en este punto, y a aceptar que este precepto quede limitado a la reforma del artículo 10, número 10, de la Constitución. Por lo tanto, no nos cabe sino aceptar el encabezamiento del Senado.
Nosotros, al rechazar, por estas razones, el epígrafe establecido por la Cámara de Diputados, entendemos que el Senado, automáticamente, mantiene su epígrafe primitivo, y que el encabezamiento queda como sigue: "Artículo único.- Reemplázase el número 10 del artículo 10 de la Constitución Política, por el siguiente:. . ."
Aprovecho la oportunidad para decir que es éste un acatamiento. . .
El señor LUENGO.-
No voluntario.
El señor CHADWICK.-
A la lógica
El señor AYLWIN.-
...a la voluntad de una mayoría que, a nuestro juicio, no representa la mayoría de la voluntad popular.
Nada más.
El señor GONZALEZ MADARIAGA.-
Parecía innecesario seguir votando, señor Presidente.
El señor AMPUERO.-
Ya estamos descalificados.
El señor TARUD.-
Entonces, no tenemos para qué votar.
El señor MAURAS (Presidente).-
Si le parece a la Sala, se desecharía por unanimidad la modificación de la Cámara.
El señor FUENTEALBA.-
No, señor Presidente. Sigamos votando.
El señor MAURAS (Presidente).-
Continúa la votación.
El señor IBAÑEZ.-
Señor Presidente, al fundar mi voto negativo a esta disposición, quiero recoger las últimas palabras vertidas por el Honorable señor Aylwin, quien, insistiendo en una tesis del Ejecutivo, ha sostenido que el pueblo votó a favor de ciertos conceptos políticos que los democratacristianos presentan hoy día con extraordinario entusiasmo a la opinión pública.
Me agradaría que en otra oportunidad en que el señor Senador funde su voto nos dijera en qué momento el Presidente de la República, durante su campaña presidencial, sostuvo que su llegada al Gobierno significaría abolir la garantía constitucional del derecho de propiedad. Yo sostengo que en ningún instante, ni la Democracia Cristiana, ni sus personeros más autorizados, ni el Jefe del Estado sostuvieron esta teoría cuando solicitaron el respaldo del electorado.
Por lo tanto, lo que acaba de afirmar el presidente del Partido Demócrata Cristiano no es sino insistir en un concepto absolutamente falso y que nada tiene que ver con las ideas que la Democracia Cristiana sometió a la opinión pública para su ratificación en las urnas.
El señor CORBALAN (don Salomón).-
¡Todo tiene que cambiar. . . !
El señor IBÁÑEZ.-
Voto que no.
El señor RODRIGUEZ.-
Señor Presidente, esta tarde el Senado debe soportar una de las tantas insolencias con que el Honorable señor Aylwin viene a pontificar aquí.
El señor PABLO.-
No use el término "insolencias", señor Senador.
El señor RODRIGUEZ.-
He dicho que califico de insolentes las expresiones del Honorable señor Aylwin, porque viene a descalificar la personería y gestación democrática de los sectores que llegamos a ocupar un mandato popular.
Por nuestra parte, integramos un partido respetable en la política chilena, con clara influencia en sectores bien concretos, que estimamos -dicho sin jactancia- los más maduros en el movimiento popular. Ese mandato no nos lo regaló la Democracia Cristiana, ni está en sus manos quitarlo.
Por consiguiente, rechazo las expresiones del Honorable señor Aylwin. Por lo demás, ya la vez pasada Su Señoría pretendió darnos consejos acerca de cómo debíamos trabajar todos los Senadores, a quienes acusó de inactividad, de pereza legislativa, de faltos de imaginación, etcétera. El señor Senador, olímpicamente, asiste de vez en cuando al Senado, por razones que nos explicamos: es presidente de su partido. Pero, como recordaba en oportunidad anterior el Honorable señor Ampuero, eso no le da derecho a calificar la actuación de sus colegas.
Por eso, estas jactancias verbalistas del Honorable señor Aylwin nos tienen sin cuidado. Ya estamos acostumbrados a oír sus amenazas, sus frases altisonantes y sus afirmaciones de que sólo ellos son depositarios de la verdad, los únicos que obedecen a una gestación democrática; los demás venimos del limbo,...
El señor PABLO.-
¡ O van para allá. . . !
El señor RODRIGUEZ.-
. . .no tenemos ninguna base de sustentación, ni respondemos a mandato popular alguno.
Me parece necesario, por lo menos, rechazar tales afirmaciones en el momento oportuno. Es lo que yo hago, en nombre de mi partido.
El señor AMPUERO.-
Señor Presidente, deseo ratificar las expresiones de protesta que acaba de pronunciar nuestro secretario general, sobre todo, por la insistencia del Honorable señor Aylwin en llegar a esta Sala y, con actitudes y palabras intemperantes, suscitar incidentes que no están a la altura del debate que en estos momentos debemos realizar.
Estimo absolutamente impropio guardar silencio frente a un Senador que, con estos gestos, pareciera confirmar peligrosos rumores que circularon en el país, y particularmente en Santiago, con motivo de la elección de la actual Mesa de la Corporación.
Los señores Senadores habrán sabido que se ha puesto en boca del Presidente de la República -por supuesto, no puedo repetirlo como un hecho cierto- la aseveración de que en caso de tener el Senado una Mesa frapista, él no podría responder de que se mantuviera el funcionamiento regular de este cuerpo. Eso, que podría aparecer a primera vista una inepcia, puesto en boca de un hombre que ha tenido la trayectoria democrática del Primer Mandatario, alcanza, sin embargo, rasgos de verosimilitud cuando el jefe del partido de Gobierno repite en esta Sala que el Senado no representa la opinión pública del país.
Ahora tengo derecho a suponer que hay algo de verdad en ese rumor, porque, o el presidente del Partido Demócrata Cristiano es un irresponsable, o él está reflejando el criterio que en voz baja se dio a circular en todo el territorio nacional. Si no fuera así, en la actitud del Honorable señor Aylwin, que cruza sonriente los pasillos para ir a atrincherarse en el centro de su grupo político, no habría otra explicación que la de estar usando esta tribuna para hacer una barata campaña electoral, a fin de alcanzar de nuevo la presidencia de su partido; y eso sería igualmente indigno.
Por lo expuesto, dejo constancia de mi protesta por estos procedimientos ya habituales del Honorable señor Aylwin.
El señor AYLWIN.-
Al término de la votación, haré uso del derecho reglamentario que me asiste, por haber sido aludido.
El señor MAURAS (Presidente).-
Continúa la votación.
El señor TARUD.-
Estamos en votación, señor Senador.
El señor GUMUCIO.-
Deseo referirme a las palabras del Honorable señor Ibáñez, quien acusó al actual Presidente de la República de estar auspiciando una modificación del derecho de propiedad, que Su Señoría calificó como de eliminación total de ese derecho, cosa que no habría prometido durante su campaña.
Toda la opinión pública conoce muy claramente el programa que exhibió el Presidente de la República, uno de cuyos puntos básicos y esenciales era permitir la distribución de la tierra en Chile, modificando el derecho de propiedad. Y este propósito, que es un anhelo popular, naturalmente no puede ser compartido por ciertas minorías obtusas que no entienden la realidad que vivimos.
El señor CURTI.-
¡Empezamos con los adjetivos!
El señor IBAÑEZ.-
Ya voy a contestar a Su Señoría.
El señor GUMUCIO.-
Además de lo dicho, deseo aclarar, desde el punto de vista reglamentario, que al votarse el rechazo del artículo de la Cámara, se entiende vigente el encabezamiento del Senado.
El señor FERRANDO.-
A mi juicio, lo expresado por el Honorable señor Gumucio es efectivo: si rechazamos lo aprobado por la Cámara, no quedará ninguno de los dos encabezamientos.
El señor CURTI.-
Va a quedar sin cabeza.
El señor FERRANDO.-
¿Cuál es la opinión de la Mesa al respecto?
El señor MAURAS (Presidente).-
La Mesa tiene puesta en votación esta materia, que fue dividida claramente a petición del Honorable señor Luengo.
El señor CHADWICK.-
Después de la votación vamos a aclarar este asunto.
El señor AGUIRRE DOOLAN.-
Soy hombre con larga trayectoria en el Congreso, y permanentemente trato de hacer grata mi convivencia con todos los Honorables colegas, tanto en la sala como en las Comisiones.
A mi juicio, no es conveniente que quienes cumplimos un mandato popular -por eso estamos en el Senado de la República- tengamos dificultades y debamos manifestar nuestros enojos. Generalmente tengo serenidad para aceptar el temperamento a veces agresivo de ciertos Honorables colegas, y procuro disimularlo, a fin de que no se vaya creando en el seno de esta Alta Corporación un clima que a menudo la opinión pública no alcanza a comprender. Si bien muchas veces se justifica que los miembros de la Cámara joven expresen ofuscaciones y beligerancias, ello no puede aceptarse en el Senado.
Llegué a la Corporación en 1953, después de haber sido Diputado. Esta tarde me he sentido agredido por un hombre a quien considero demócrata, el presidente de la Democracia Cristiana, y a quien, por muchas razones, me unen muestras de cortesía. Por eso he reaccionado en esta oportunidad y me he sumado a las expresiones con que el Honorable señor Rodríguez inició su intervención.
He llegado en dos ocasiones al Senado de la República con la primera mayoría. Por lo tanto, creo que nadie tiene derecho colocarme en un terreno inconfortable o restarme prestancia para juzgar cualquier proyecto o materia que se someta a mi consideración.
Rechazo la perseverancia que ha tenido el Honorable señor Patricio Aylwin para tratar de colocar, en forma permanente, en situación desmedrada a quienes fuimos elegidos en 1961. Reclamo de este temperamento de Su Señoría, cuyo tono de beligerancia fue reafirmado con la actitud del Honorable señor Gumucio, quien llegó a tratar hasta de obtusos a los Senadores que no comparten su criterio. Por mi parte, podría decir lo mismo a Su Señoría, pues me asiste el derecho de replicarle con la misma energía y valentía.
Quiero rechazar en la forma más hidalga, en cualquier terreno, la agresividad del jefe de la Democracia Cristiana y de su compañero de bancas el Honorable señor Gumucio, y los términos despectivos con que ambos se refirieron a quienes fuimos elegidos por el mandato popular en 1961.
Voto que no.
El señor VON MÜHLENBROCK.-
Aunque no hay otra disposición, por haber sido suprimidas las de la Cámara, por lógica, voto que no.
El señor CORVALAN (don Luis).-
Una vez más, escuchamos palabras de per-soneros de la Democracia Cristiana –en el día de hoy, de su presidente- que implican una especulación política sobre un hecho de todos conocidos: que el Senado se renueva por parcialidades, de acuerdo con un precepto constitucional. No diviso ninguna razón para seguir especulando con este hecho, toda vez que en las manos de la Democracia Cristiana podría haber estado impulsar cualquiera iniciativa que modificara la situación existente. Mientras ella no sea enmendada por la vía constitucional, deberá ser respetada por dicha colectividad y por todos los partidos políticos.
Por otro lado, los Senadores comunistas estamos seguros de que a nosotros no nos alcanzan los versos acerca de que las representaciones en el Senado de la República no corresponderían en este momento a la voluntad popular.
El señor NOEMI.-
Para votar de acuerdo con mis Honorables colegas demócrata-cristianos, deseo rectificar mi voto. Voto que no.
-Se rechaza la enmienda de la Cámara (38 votos por la negativa y 1 pareo).
El señor CHADWICK.-
Pido la palabra.
El señor MAURAS (Presidente).-
El Honorable señor Aylwin puede hacer uso de los cinco minutos que le corresponden, por haber sido aludido.
El señor AYLWIN.-
Los Honorables señores Rodríguez y Ampuero han creído del caso formular una serie de suposiciones y acusaciones, con motivo de las palabras, que no fueron exaltadas ni violentas, sino muy tranquilas,...
El señor AMPUERO.-
Jesuíticas.
El señor AYLWIN.-
Críticas, sí. . .
El señor AMPUERO.-
Jesuíticas, dije.
El señor AYLWIN.-
. . .que yo expresé al fundar mi voto.
¿Qué dije? Manifesté solamente que al rechazar las enmiendas constitucionales propuestas por la Cámara, que establecen el plebiscito, consagran los derechos sociales y establecen la incompatibilidad entre los intereses económicos y la gestión de la cosa pública, la mayoría del Senado, a cuya voluntad nos vemos forzados a someternos ahora, no interpreta lo que quiere la mayoría del pueblo, quien ha expresado en forma reiterada su deseo de que pronto se haga una reforma constitucional que consagre el plebiscito, la incompatibilidad referida y los derechos sociales de los trabajadores.
En mi opinión, decir esto no significa ofender a los señor es Senadores. No he puesto en duda la investidura que recibieron en su oportunidad. Pero debo declarar -sería hipócrita si no lo dijera- que tengo el convencimiento de que la voluntad por ellos expresada no interpreta la de la mayoría del país. Decir lo anterior no autoriza al Honorable señor Ampuero para suponer actitudes violatorias de la Constitución Política, intenciones de proceder totalitariamente, ni nada semejante. Tenemos una tradición democrática. Los de-mocratacristianos nos hemos formado en las normas del juego democrático, y no serán los Senadores socialistas ni el Honorable señor Ampuero quienes nos den lecciones sobre el respeto a las libertades, a los derechos de la persona humana y a las reglas de la convivencia democrática.
El señor AMPUERO.-
¡Otra cosa opinan los obreros de El Salvador!
El señor PABLO.-
¿Y los de Colliguay?
El señor AMPUERO.-
¿Cuáles de Colliguay? Me refiero a los asesinados.
El señor AYLWIN.-
El Honorable señor Rodríguez dice que yo he acusado al Senado de pereza. Cuesta muy poco desfigurar lo que dice el prójimo para darse el gusto de pegarle bofetadas sobre una imagen caricaturizada. Jamás he acusado al Senado de pereza. Pero he dicho que la Comisión, que el Senado ha demorado nueve meses -no porque no haya trabajado, pues ha trabajado mucho, sino por no haber tenido voluntad para sacar las cosas- en dar a luz una disposición: el Nº 10 del artículo 10 de la Constitución Política.
El señor AMPUERO.-
No quieren discutirlo.
El señor TARUD.-
Plazo normal.
El señor BULNES SANFUENTES.-
¡No es cierto, Honorable señor Aylwin!
El señor AYLWIN.-
¡Nueve meses en dar a luz una disposición!
El señor BULNES SANFUENTES.-
Eso es inexacto, Su Señoría, porque este proyecto no empezó a tratarse hace nueve meses.
El señor AYLWIN.-
No diga que falto a la verdad, señor Senador.
El señor BULNES SANFUENTES.-
Este artículo empezó a tratarse hace tres meses.
El señor AYLWIN.-
El mensaje llegó al Senado -lo repito-. . .
El señor BULNES SANFUENTES.-
Ese es otro.
El señor AYLWIN.-
...en agosto del año pasado.
El señor BULNES SANFUENTES.-
Se han despachado muchos artículos.
El señor AYLWIN.-
Desde agosto del año pasado, hasta abril de este año, ese proyecto se convirtió en esta Sala en un artículo.
El señor BULNES SANFUENTES.-
Es otro. Su Señoría debiera saberlo, porque es Senador del partido de Gobierno.
Se han despachado muchos artículos, casi treinta. Y este proyecto no ha demorado tres meses. Lo demás es falso.
El señor TARUD.-
¡Bien!
El señor AYLWIN.-
Insisto en que ése es el hecho. Y anoto que la Honorable Cámara de Diputados despachó todo el proyecto de reforma constitucional en tres meses.
En la sesión anterior, el Honorable señor Palma recordaba -ruego que mis palabras no sean tomadas como una incitación o como una sugerencia, pero es interesante destacarlo- que la reforma-constitucional de 1925 se hizo en menor tiempo. Aquí está presente, para comprobarlo, nuestro Honorable colega don Fernando Alessandri, a quien todos apreciamos, que fue secretario. . .
El señor ALESSANDRI (don Fernando).-
Accidental.
El señor AYLWIN.-
. . .de la Comisión
Constituyente que elaboró la Constitución de 1925. Aquélla se constituyó el 7 de abril de ese año y el proyecto estuvo terminado, . y se celebró entonces la última sesión, el 3 de agosto de ese año. Es decir, en cuatro meses, se hizo toda la reforma constitucional.
El señor TARUD.-
Con sable en mano.
El señor-AYLWIN.-
Esa reforma no se hizo con sable en mano. Esa es una ofensa que Su Señoría hace al Presidente de la República de aquel entonces, don Arturo Aléssandri Palma, al suponer que la reforma constitucional se hizo bajo esas condiciones.
Yo no estoy ofendiendo.
El señor TARUD.-
El único que lo hace es Su Señoría.
El señor AYLWIN.-
No estoy mintiendo: señalo un hecho histórico.
El señor RODRIGUEZ.-
Pido cinco minutos, señor Presidente.
El señor AYLWIN.-
¿Ha terminado mi tiempo, señor Presidente?
El señor MAURAS (Presidente).-
De conformidad con el Reglamento, el Honorable señor Aylwin dispone de 10 minutos, por haber sido aludido, de los cuales le restan tres.
El señor TEITELBOIM.-
Hubo dos golpes de Estado en esa época.
El señor AYLWIN.-
Sobre el particular, es conveniente recordar la historia. Ello deja lecciones.
Por ejemplo, ¿qué pasó en 1924? Sucedió que desde 1920 don Arturo Aléssandri Palma venía tratando de obtener las leyes sociales. Y aquí en este Honorable Senado -al cual no "quiero recordar cómo lo calificaba el Mandatario de la época-. . .
El señor CHADWICK.-
Ahora somos más jóvenes.
El señor AYLWIN.-
. . .esas leyes durmieron y se tramitaron. Y en definitiva, ocurrió lo que ocurrió.
El señor AMPUERO.-
¿Qué ocurrió?
El señor AYLWIN.-
No deseamos que vuelva a ocurrir eso.
El señor RODRIGUEZ.-
¡ Funciona el subconsciente...!
El señor AYLWIN.-
Tampoco deseamos que se venga con suposiciones,. . .
El señor AMPUERO.-
¡Un buen golpe de Estado quiere Su Señoría!
El señor AYLWIN.-
. . .como la de quienes dicen que el Honorable señor Ampuero se reúne con militares. Yo no me reúno con militares.
El señor AMPUERO.-
Yo, sí. ¿Acaso son apestosos?
El señor AYLWIN.-
No son apestados, advirtiendo. . .
El señor AMPUERO.-
¿Acaso es un delito que ios militares conversen conmigo?
El señor PABLO.-
Depende para qué se reúnen.
El señor AMPUERO.-
Eso podría preguntar Su Señoría y le contestaría con la misma franqueza con que respondo la insidia del presidente de la Democracia Cristiana.
El señor AYLWIN.-
Creo que en ningún momento, frente a las observaciones formuladas en esta Sala al plantear estos criterios, que responden a una convicción, a un convencimiento que tengo, he faltado el respeto a algún señor Senador. No me he dejado guiar en ningún instante por el simple ánimo de hacer suposiciones, como habitualmente las hacen Sus Señorías, los Senadores socialistas, que viven formulándolas.
Nada más.
El señor MAURAS (Presidente).-
Continúa la discusión del proyecto.
La Cámara de Diputados ha insistido en la modificación de consultar el siguiente epígrafe: "Artículo 10".
En discusión.
Ofrezco la palabra.
El señor CHADWICK.-
Para reemplazar el inciso primero, propuesto en la reforma aprobada por el Senado, es indispensable mantener el epígrafe de la Cámara de Diputados, porque de otra manera el texto de la reforma constitucional quedaría sin mención y habría que hacer una labor de interpretación. Es necesario, por eso, aceptar el epígrafe "Artículo 10" como incorporación o adición a lo despachado por el Senado.
En consecuencia, habría que votar, en una sola vez, esta indicación con aquella enmienda referente a la frase "Sustituyese el Nº 10 por el siguiente:", como se consigna en la página 2 del impreso que tenemos a la vista. De esta manera, quedaría racionalmente despachada la reforma constitucional y se interpretaría el sentir del Senado.
El señor MAURAS (Presidente).-
¿Su Señoría propone votar conjuntamente las dos modificaciones?
El señor CHADWICK.-
Sí, señor Presidente.
El señor MAURAS (Presidente).-
Las modificaciones de la Cámara de Diputados, consignadas en las páginas 1 bis y 2 del comparado, dicen respectivamente: "Artículo 10" y "Sustituyese el Nº 10 por el siguiente". Es decir, es el epígrafe y el comienzo de la oración.
El señor RODRÍGUEZ.-
La verdad es que la reforma al artículo 10 de la Constitución da motivo para hacer otros análisis.
No puedo permanecer callado frente a las observaciones del Honorable señor Aylwin.
En resumen, la historia sucinta de esta iniciativa se refleja en que ella fue patrocinada por las filas del Frente de Acción Popular. Los elementos de Izquierda comprendíamos que, para que el proyecto de reforma agraria -cabe hacer notar que las fuerzas de Gobierno, no obstante tener una mayoría holgada, abrumadora y disciplinada, lo mantuvieron durante nueve meses en la Cámara- se despachara, era fundamental desglosar el artículo 10, cosa que no se le ocurrió a ningún per-sonero de la Democracia Cristiana.
El señor LUENGO.-
Además, en un comienzo se opusieron al desglose.
El señor RODRIGUEZ.-
Ello, con el objeto de acelerar y contar con un acicate para la aprobación de la reforma agraria. Como hemos dicho: colocar luz verde a su aplicación.
El Senado, con muy buenas razones, en la discusión amplia y democrática de la Corporación y de su Comisión Especial, llegó a una conclusión ineludible: todos los latifundios debían estar afectados por el régimen de expropiaciones; pero la Democracia Cristiana, con la intervención directa del gerente de la Anaconda, impuso la intocabilidad de los grandes yacimientos mineros de las empresas norteamericanas. Y para ocultar su jesuitismo, añadieron al proyecto los colgajos: los derechos sociales, el plebiscito, creación de la décima agrupación provincial. Lo anterior, a fin de disimular el contrabando.
No obstante ese criterio antinacional y antipatriótico, ahora, con toda soltura de cuerpo, el Honorable señor Aylwin, dice: "los socialistas son enemigos de los derechos sociales de los trabajadores; enemigos del plebiscito".
Aconsejo a este presidente improvisado en materias de trabajo del Senado, que pregunte al colega que está a su lado cómo se ha trabajado en la reforma "grande" respecto de esas materias y cuál ha sido la conducta, no sólo nuestra, en homenaje a la verdad, sino la de todos los miembros de la Comisión Especial de Legislación, en cuanto a consagrar en la Carta Fundamental -y mejorarlo, incluso- todo el capítulo que extiende los derechos sociales a los trabajadores.
Pero nosotros, consciente y responsablemente, sabíamos que era necesario despachar en forma independiente lo relativo al derecho de propiedad y no hacer discriminaciones odiosas entre nacionales y extranjeros.
Por lo tanto, no venga el Honorable señor Aylwin a disfrazar su grave pecado: haber participado, como presidente del partido oficial, en una vergonzosa entrega al imperialismo, como lo demuestra la forma como sancionaron en la Cámara de Diputados la intocabilidad o intangibili-dad de los grandes yacimientos mineros, que están, por desgracia, en manos de una potencia extranjera.
Ese es el quid del problema. En sus comunicados políticos y en sus intervenciones en esta Corporación hablan de los colgajos que encubren este espíritu jesuítico que domina todo el agregado al artículo 10. Ese es el problema de fondo.
No estamos dispuestos a que se siga embaucando a la opinión pública.
Con todos nuestros medios y energías, denunciamos este hecho vergonzoso.
No es el Honorable señor Aylwin el llamado a calificar la conducta de los socialistas en cuanto al amparo de los derechos de los trabajadores.
Cada jalón de sangre del sacrificio del movimiento proletario chileno tiene una cuota importante de contingente del partido. No pocas conquistas de la clase obrera han requerido el esfuerzo sistemático, permanente, abnegado y pleno de coraje de nuestros cuadros combativos en el movimiento sindical. No somos autores de tantos aleves crímenes contra la clase obrera, cuyo último triste episodio fue el del Salvador, donde ustedes, señores de la Democracia Cristiana, ensangrentaron la política de la mano dura. De manera que no se nos venga a hablar de derechos sociales.
El Honorable señor Prado, a quien solicito aclarar este problema, sabe que en la Comisión acabamos de terminar, precisamente, este capítulo, ensamblado donde corresponde y no engarzado artificiosa y jesuíticamente, repito, en el derecho de propiedad.
Esta es la verdad de la tramoya ideada por el Gobierno y el partido mayoritario en la Cámara de Diputados.
El señor AMPUERO.-
Cuando uno tiene adversarios majaderos, está irremediablemente condenado a ser también majadero.
No puedo dejar transcurrir el debate sin esclarecer, en homenaje a mi propia responsabilidad, el alcance de los conceptos del Honorable señor Aylwin.
Desde luego, me parece que si hay algo ostensiblemente claro es que en esta sesión se iniciaba el estudio de la reforma del artículo 10 número 10 de la Constitución Política del Estado. Y al Ejecutivo le pareció que este estudio era prematuro y precipitado. Es lo menos que puede deducirse del hecho de que haya retirado la urgencia en esta misma sesión, como oficialmente se comunicó a la Sala.
No sé cómo compaginar la premura, del deseo de velocidad que embarga al Honorable señor Aylwin, con esa actitud específica, inequívoca, contenida en el oficio, según el cual el señor Eduardo Frei nos dice: "No se apuren tanto, caballeros; no tengo premura; les retiro la urgencia". ¡Lo lógico es que la Democracia Cristiana procure resolver esta contradicción! Yo quedo hasta aquí en mi comentario.
Además, debo protestar en la forma más terminante por los conceptos expresados por el Honorable señor Aylwin cuando hizo aquí una terrible acusación contra el Senador que habla. ¡Tremebunda! Yo habría estado reunido o habría participado, junto con militares, en reuniones no sé de qué tipo, porque Su Señoría no las calificó; pero lanza a la faz del Senado, y en cierto modo del país, la afirmación de que un Senador socialista haya estado en reuniones que no se atrevió a calificar -por lo que presumo deben ser de cualquier tipo de reuniones con militares-, y lo hace como si fuera un pecado o un delito. ¿Qué pecado y qué delito hay en ello?
Soy Presidente de la Comisión de Defensa Nacional. Siempre, aun desde antes de ser Senador, he tenido amigos pertenecientes a las Fuerzas Armadas, y los sigo teniendo. ¿Es mío el pecado? ¿Es mío el delito? ¿O son los militares quienes han faltado a su deber profesional de alguna manera, porque, en lugar de reunirse en las elegantes casas de algunos señores Senadores de la Democracia Cristiana o de la Derecha, se reúnen conmigo, en mi humilde hogar, por el hecho de ser socialista?
Rechazo terminante e indignadamente cualquiera pretensión de discriminar en este plano y confirmo que tengo muchos y muy buenos amigos militares, Honorable señor Aylwin, y que los seguiré teniendo, porque la censura de nuestro Honorable colega Presidente de la Democracia Cristiana no puede inhibirme en cuanto a mantener mis derechos, a reclamar mis facultades y a ejercer mis funciones.
Por último, para traer, como habitual-mente lo hago, comprobaciones prácticas del jesuitismo institucionalizado de la Democracia Cristiana, que ayer dijo una cosa y ahora hace otra, que proclama ciertos principios y después los desconoce a diario, deseo recordar un hecho recién producido. Aludí a ese hecho cuando estaba presente en la sala el señor Ministro comunitario, o de Tierras y Colonización, como se lo denomina oficialmente, al hacer referencia a los atropellos a la libertad de expresión y a las facultades de los parlamentarios, en los cuales están comprometidos funcionarios de Gobierno. Con cierta indignación contenida, el señor Jaime Castillo manifestó que él se haría un deber en investigar la veracidad de mi denuncia y que el Gobierno se apresuraría a tomar medidas para corregir el abuso.
Quiero que el Senado sepa cómo se corrigen los abusos. Una de mis denuncias consistía en que, en Arica, ciudad que, entre otras, represento, quise hablar por la radio "El Morro", de propiedad del Banco del Estado, y durante tres días se me tramitó con el pretexto de recabar autorización de Santiago. En definitiva, no pude hablar por esa radio, tal vez por una prohibición de hecho que se mantiene desde hace ya diez largos años, por lo menos. Protesté de esto al señor Ministro del Interior, quien me acaba de responder. Su oficio dice literalmente lo que sigue:
"Por oficio Nº 784, de 14 de junio último, V. E. se refirió a la actuación del Gerente de Radio "El Morro", de Arica, ante una petición que le formulara el Honorable Senador don Raúl Ampuero.
"Al respecto, me es grato remitir, para
conocimiento de V. E. y del Honorable parlamentario mencionado, la nota de fecha 29 de julio del año en curso, que, sobre el particular, ha hecho llegar a este Ministerio el Presidente del Banco del Estado de Chile.
"Saluda atentamente a V. E.,
(Fdo.) : Bernardo Leighton Guzmán".
Cualquiera debe suponer que el Ministro del Interior no tuvo reparos que hacer al oficio ni a las excusas o explicaciones que daba el señor Presidente del Banco del Estado, pues habría sido una burla del señor Leighton remitirnos un oficio que él no compartiera. ¿Qué dice el oficio del señor Alvaro García, Presidente de ese Banco, consultado por el señor Ministro del Interior? Tras el encabezamiento de costumbre, el párrafo específico dice:
"Sobre el particular, tengo el agrado de informar al señor Ministro que el Gerente de la Radio "El Morro", señor Camilo Nieto, actuó en cumplimiento de las instrucciones establecidas en el Reglamento para la Administración de la Radio "El Morro", aprobado por el Consejo de la Corporación Chilena de Broadcasting y Televisión S. A., propietaria de esa radioemisora, según lo dispuesto en el artículo 3º h), cuyo texto actual fue fijado por ese Consejo en sesión de fecha 12 de marzo de 1963, y que a continuación transcribo :
"Velar porque las transmisiones noticiosas orienten la opinión de los auditores en el conocimiento verdadero de los sucesos de interés público, regional o nacional, excluyendo toda información y propaganda de cualquier especie de partidos políticos que envolvieren ataques a personas o autoridades".
La Constitución Política del Estado reconoce a cualquier ciudadano de este país la libertad de expresión, de la cual no habría razón para excluir a los parlamentarios, mucho menos a aquellos que pretenden hablar por una radio de la zona o región que representan. En lugar de aplicar ese texto explícito, relativo a la libertad de expresión, derecho que yo deseaba
ejercer, pagando, por supuesto, a la radío el espacio correspondiente, el señor Ministro nos notifica que la Constitución Política del Estado está modificada por el reglamento para la administración de Radio "El Morro".
El señor GUMUCIO.-
¿De qué año es ese reglamento?
El señor AMPUERO.-
¡Este es el democrático Ministro del Interior, expresión de las democráticas aspiraciones y de los democráticos procedimiento de la Democracia Cristiana!
He traído este ejemplo a colación sólo para demostrar, una vez más, la falsedad crónica en que incurren los parlamentarios democratacristianos al rasgar vestiduras para presentarse como campeones de la democracia, cuando, en los hechos, con tinterilladas y recursos cobardes, están negando derechos elementales, inclusive a quienes tenemos investidura parlamentaria.
El señor RODRIGUEZ.-
Eso los cubre de vergüenza.
El señor GUMUCIO.-
El reglamento a que se refiere el señor Senador es del año 1963.
El señor AMPUERO.-
He dicho que se da como excusa ese reglamento, para haberme negado un espacio radial.
El señor PRADO.-
En esta tarde, por desgracia, todos tenemos conciencia de que se ha promovido un incidente sin culpa del Presidente de la Democracia Cristiana. Efectivamente, la versión deja constancia de ello. El señor Senador pronunció con suma tranquilidad una frase que envolvía un concepto profundo, que debería ser objeto de debate político: si esta Corporación, en el momento actual -y lo digo sin el ánimo de ofender a nadie personalmente-, constituida por Senadores cuyo mandato se generó por la voluntad popular (algunos, en 1965, y otros, cuatro años antes) ; si esta Corporación -digo-, por encima de las formas que asuman en un momento dado los sistemas representativos, refleja lo que el pueblo quiere ahora. Cabe preguntarse lo anterior en momentos en que resulta urgente conceptualmente, no sólo para nosotros, sino también para los parlamentarios de Izquierda, la necesidad de renovar muchos conceptos y estructuras y de no asilarse demasiado, por lo menos dentro de un debate político, en lo que existe, porque el pueblo es testigo y víctima de que lo habido hasta la fecha no sirve para él.
Tal es, en el fondo, lo manifestado por aquella frase del señor Senador, que no envolvía ofensas. En verdad, la primera palabra ofensiva que se pronunció no salió de labios del Honorable señor Aylwin, sino de los de otro señor Senador. Deploro que haya sido así, porque ello desató, en cierto modo, las imputaciones que todos escuchamos. No puede acusársenos de responder de esta manera y con el tono que usamos, cuando se ha partido con expresiones de esta clase y cuando, por debajo de la facilidad dialéctica de mi Honorable colega señor Ampuero, a quien estimo y respeto, se elabora una acusación política que tiene dos suposiciones. Reconozco la habilidad del señor Senador, que es uno de los buenos Senadores de sus bancas, si no el mejor. Por eso, debo decirlo, con ese mismo respeto, que no veo en el fondo de su argumentación sino una frase basada en suposiciones: sobre lo que le dijeron que alguien habría dicho.
No es la primera vez, por desgracia, que lo veo usar esta clase de recursos oratorios para crear imágenes que después provocan debates de esta naturaleza. Le habría dicho alguien, a quien no menciona, que en cierta ocasión, tampoco precisada, el Primer Mandatario habría expresado en privado que si la Mesa del Senado cae en poder de la Izquierda -eso es lo que habría querido decir-, no se podría sostener la democracia. El señor Senador añadió que esa declaración que habría oído atribuir al Presidente de la República se confirmaba con las palabras dichas con suma tranquilidad por el Honorable señor Aylwin al terminar el fundamento de su voto.
Deploro expresar que si se entra por
esta vía de las afirmaciones antojadizas e irresponsables -y no es ofensa decirlo, porque es la propia forma usada por el señor Senador, la cual, por lo demás, dejó su afirmación en el aire-, no puede sino esperarse una reacción violenta, por lo menos en los conceptos.
¿Cómo puede acusarse al actual Gobierno de estar negando libertades? El Honorable señor Ampuero y los Senadores comunistas han viajado mucho más que yo -por lo menos en este período, no me he movido del Senado-, conocen otros pueblos y otros continentes, en especial América Latina. Pienso que, en el fondo, ellos están sufriendo un proceso interno que, estoy seguro, les representa, en conciencia, una terrible duda. Saben que, de todos los pueblos de América y del mundo, Chile es aquel donde hay más libertades. Ello es así, pese a la magnificencia con que se quiera señalar ejemplos para demostrar lo contrario.
¡Si nosotros recién estamos gobernando! Antes que nosotros, gobernaron muchos. El diario "La Nación", cada cierto tiempo, pertenece a distintos Gobiernos. En otra época, sus ataques fueron mucho más enconados en lo personal. Hay Senadores radicales y de Izquierda cuyas fotografías aparecieron en ese diario junto a imputaciones injuriosas.
El señor GUMUCIO.-
Y eso ocurrió en tiempos de Ibáñez.
El señor PRADO.-
Durante este Gobierno, jamás "La Nación" ha hecho algo semejante.
El señor CHADWICR.-
Lea, "La Nación" del 12 de marzo.
El señor PRADO.-
Considero que la argumentación del Honorable señor Ampuero es una buena manera de defenderse, aunque en la línea gruesa su actitud no tenga defensa posible.
Realmente, en Chile hay toda clase de libertades, hasta la de decir, con esa manera irresponsable que todos hemos apreciado, que se ha oído a alguien relatar que el Presidente de la República dijo una frase atentatoria contra la libertad. Pero las libertades existen, y los diarios dicen lo que quieren. Ese es el hecho concreto y objetivo.
Cuando se pretende construir buenos argumentos sobre la base de antecedentes aislados, los señores Senadores saben que para refutarlos basta mirar a cualquier país de América Latina o a otros países del mundo. Por eso, digo a mis Honorables colegas de Izquierda que objetivicen su pensamiento; porque ¿dónde hay más libertades que en Chile? ¿En qué país hay mayor libertad sindical para hacer huelgas cuando se quiera? ¿En qué otro país, durante las campañas electorales, se utilizan las plazas y sitios públicos para decir lo que se quiera y de quien se quiera? ¿Quién duda de eso ?
Deploro decir que en las palabras del Honorable señor Ampuero veo la necesidad de responder con algo, pero que no es lo adecuado. Pienso que aquí debería haber un debate con significación política, sobre si efectivamente en un momento determinado las estructuras representativas de la voluntad popular, expresadas en nuestro régimen por medio del Parlamento, son o no representativas de algo que tiene más valor y más peso: lo que el pueblo quiere hacer y lo que el pueblo ha expresado ahora que quiere hacer. En algún momento, este sistema se traduce en una lucha estéril entre un Ejecutivo y un Parlamento, en términos que este último niega o demora. No quiero mencionar la flojera ni la holganza, pues reconozco que no las ha habido, y sobre esto quiero dar una explicación a pedido del Honorable señor Rodríguez. Pero puede haber algo más serio, que es lo que importa: puede haber distinto criterio político para juzgar aspectos sobre los cuales el pueblo se ha pronunciado últimamente con plena validez. Por eso hay que buscar instrumentos jurídicos, o modificar los que existen y rigen, pero que ya no sirven.
Es por esa razón que nosotros a veces decimos que efectivamente en este Senado se encuentra una base de opinión que, sin ofensa para nadie, no corresponde a lo que en la hora presente el pueblo quiere. Por eso propiciamos el establecimiento del plebiscito.
En conocimiento de que la fórmula propuesta por el Gobierno respecto del plebiscito sería rechazada, he invitado al Honorable señor Rodríguez para que, en el grupo político que representa, estudie una fórmula adecuada, porque no es posible que el país siga perdiendo tres, cuatro, cinco o seis años.
Entiendo que los Senadores socialistas aspirarán a llegar alguna vez a la Presidencia de la República. Si lo logran, no creo que estén dispuestos a discutir la realización de sus puntos programáticos durante tres o cuatro años, con un Parlamento trunco, no renovado ni rejuvenecido, en sus ideas, por la opinión generadora del pueblo. Si eso es lo que quieren, perderán el tiempo de que disponen para realizar los cambios que como socialistas tienen programados. A eso, en el fondo, se refiere él debate.
Quiero, además, dar algunas explicaciones con relación al articulado de la reforma constitucional que tuvo origen en este Senado y vuelve en quinto trámite de la Cámara. Fundamentalmente, deseo responder a la observación hecha en el sentido de que la Cámara de Diputados ha agregado distintas disposiciones.
Estimo que, respecto de esta materia, una vez más nuestros colegas de Izquierda se han excedido en las frases. En este caso lo hizo el Honorable señor Rodríguez, cuando ha dicho que para "disimular" -quiso claramente decir el contubernio, el negociado de la reforma minera, que no se aprobó- se agregaron otras materias.
Aunque brevemente, deseo rectificar ese juicio, que no sólo es injusto, sino arbitrario. Cuando los Senadores de Izquierda fueron partidarios de desglosar el número 10 del artículo 10 de la Constitución, ellos sabían que el Gobierno había presentado un proyecto de reforma que incluía también la modificación de ese precepto. Cuando di mi voto en este Senado para ese desglose, cuando el partido me autorizó para hacerlo y cuando de hecho votamos en esta sala en consecuencia con ese criterio, recuerdo, y espero ser confirmado por él, que requerí del Honorable señor Ampuero conocer su voluntad para llevarla a mi partido, abrigando la esperanza de poder impulsar una fórmula que permitiera despachar también el proyecto más amplio de reformas constitucionales, ya que habíamos concordado en despachar separadamente el Nº 10 del artículo 10, que me parecía condición y requisito indispensable para aprobar la reforma agraria.
Primeramente, la respuesta fue dada en tono perentorio. Inclusive llegamos a hablar de fijar plazos, que podrían haber sido de 4 ó 5 meses para la reforma agraria, y de 4 a 6 meses para la reforma constitucional. Estimábamos aconsejable este procedimiento, porque específicamente en mi calidad de presidente de la Comisión Especial de Reforma Constitucional me veía impedido de cerrar el debate en ningún punto de la reforma, aparte que cada artículo podía ser dividido en 50 puntos. Evidentemente, ante esta realidad, la única manera de apurar el despacho del proyecto, haciendo un esfuerzo para someterlo a la Sala en tres meses, era lograr un acuerdo. No se podía sino buscar un compromiso que permitiera cerrar el debate después de un estudio prudencial de algunas horas. A ello se debe que hayamos hablado de tres o cuatro meses. Todo lo demás es ilusorio.
Este es el sentido que se ha querido dar a observaciones que en otra oportunidad se han hecho respecto del trabajo de la Comisión. No se trata de que ésta, en verdad, no haya trabajado, sino de falta de coincidencia en la urgencia que asignamos a todo el proyecto de reforma constitucional. Es esta falta de plazo, la que no ha permitido cumplir el propósito de despachar ese estudio. Y puedo decir que no estoy seguro, a no mediar compromiso para apurar el despacho del proyecto grande de reforma constitucional, de tener despachada la reforma auspiciada, antes de los tres primeros años de Gobierno, lo que me parece un exceso. Y lo pienso, a pesar de que se ha avanzado en algunos artículos y en las últimas sesiones se ha trabajado con más celeridad. Afortunadamente, en ellas se ha logrado despachar lo relativo a los derechos sociales de los trabajadores.
Por esta razón, no me parece justa -ni creo que tenga el derecho de hacerla- la acusación que el Honorable señor Rodríguez imputa a la Cámara de Diputados: que ésta, aprovechando el tercer trámite de la discusión de este proyecto, introdujo materias sobre las cuales ya se había pronunciado al estudiarlas dentro del proyecto más amplio que contiene todo el conjunto de las reformas constitucionales. Efectivamente, no debe olvidarse que fue el Senado quien enmendó la plana a la Cámara de Diputados al desglosar del proyecto por ella aprobado la materia específica del Nº 10 del artículo 10 de la Constitución, dejando de lado esas otras materias respecto de las cuales aquélla ha querido ahora insistir, puesto que es soberana para juzgarlas y tiene perfecto derecho para agregar las que le parezcan importantes en un momento determinado.
Es lo que quería decir ahora, cuando estamos votando en quinto trámite esta reforma constitucional. Estimamos fundamental llegar a ese acuerdo, porque, repetimos una vez más, el país no sólo espera el despacho de la reforma al Nº 10 del artículo 10 de la Constitución.
Respondiendo a las opiniones que hemos oído, quiero, si no emplazar, por lo menos, pedir a los Honorables señores Ampuero y Luengo que, así como tuvimos un acuerdo de voluntades para desglosar esta materia, tratemos también de llegar a algún procedimiento, cualquiera que sea, que permita anunciar al país que el Senado se ha fijado un plazo de cuatro o cinco meses -creo que en seis meses puede discutirse cualquier texto de reforma; constitucional- para despachar esta materia. Si logramos aunar nuestras voluntades en ese sentido, creo que podremos realizar •los cambios básicos de carácter institucional que requiere una Constitución de más de 40 años, en estos momentos.
El señor IBAÑEZ.-
Respecto de la modificación constitucional en debate, deseo reiterar los conceptos expresados hace un momento y que el Honorable señor Gumucio tergiversó al referirse a ellos. Sostuve y mantengo que jamás la Democracia Cristiana, ni el señor Frei, ni ninguno de los altos personeros de ese partido anunciaron que su triunfo y la llegada de este partido al poder significaría la destrucción de la garantía constitucional del derecho de propiedad. La modificación, aprobada ya en dos trámites constitucionales, implica la destrucción total de esa garantía.
El señor PABLO.-
¿Me permite una interrupción, señor Senador?
El señor IBAÑEZ.-
En su oportunidad, puede hacer uso de la palabra Su Señoría.
Debo, pues, reiterar este concepto y emplazar a los señores Senadores para que digan en qué oportunidad y en qué documento la Democracia Cristiana hizo el anuncio de que iba a terminar con esa garantía constitucional. Sostengo, por lo tanto, que se comete un fraude ante la opinión pública cuando se dice una y otra vez que el pueblo ha otorgado un mandato específico al Gobierno para que lleve a cabo lo que está realizando en estos momentos.
Tampoco es efectivo que la Democracia Cristiana auspicie la división de las tierras, como se manifestó hace pocos instantes. Si ése fuera su propósito, resultaría del todo inexplicable haber hecho aprobar con gran celeridad, hace dos meses, un precepto legal que impide dividir la tierra. Si fuera su propósito dividirla y entregarla a los campesinos, no se podría comprender que la Democracia Cristiana auspicie un régimen de asentamiento que, como dice inspirarse en la Edad Media, corresponde precisamente al régimen que existía para los siervos adscritos a la tierra en aquella remota época.
En cuanto a reuniones con militares, a las que se ha hecho tanta alusión, debo decir, para rectificar el concepto del Honorable señor Aylwin, que el partido de Gobierno tiene especial interés en reunirse con militares; y me parece un hecho insólito, directamente relacionado con la materia en debate, que el Ministro de Agricultura, señor Trivelli, haya ido a la Academia de Guerra a dar una conferencia sobre un tema de alta controversia política como es la reforma agraria. Estimo que no tiene autoridad alguna la Democracia Cristiana para enrrostrar las vinculaciones de amistad que puedan existir entre miembros de las Fuerzas Armadas y del Parlamento, si, usando de la vía oficial y obligatoria, hace campaña política ante uno de los más altos cuerpos de nuestras instituciones armadas.
Si éste es el procedimiento que la Democracia Cristiana desea establecer, quiero anticipar mi petición para que a todos nosotros, por lo menos, se nos dé igualdad de oportunidades.
En cuanto a los procedimientos democráticos de que se ha hecho tanto alarde, debo negar en forma rotunda que ellos existan. Decía el Honorable señor Prado que hay libertad para decir lo que se quiera. Hay libertad en medio de amedrentamientos que acongojan y que, en el fondo, constituyen una indignidad nacional, porque son miles y miles los chilenos que privadamente le expresan a uno sus quejas, al mismo tiempo que su imposibilidad de hacerlas saber en público, por las tremendas represalias que el Gobierno puede hacer pesar sobre ellos.
No estoy haciendo cargos gratuitos. He señalado en incontables oportunidades la forma como el Gobierno coacciona a la opinión pública, como se apropia de los medios de comunicación y produce un cuadro completamente distorsionado por medio de su propaganda y de las informaciones que difunde a lo largo de todo el país.
Quiero agregar hoy nuevos antecedentes. Se me informó hace pocos instantes que en estos momentos se encuentra en Temuco un funcionario subalterno del Banco del Estado, don Teobaldo Acuña, cuya renta ni siquiera lo obliga a pagar impuesto global complementario, y, sin embargo, ha dispuesto de una suma superior a 30 millones de pesos para coaccionar a los agricultores que poseen acciones de la Sociedad Periodística del Sur, y obtener que les sean vendidas, a fin de buscar la mayoría que el Banco del Estado tan afanosamente anhela para controlar los órganos de prensa de esa importante región del país. He hecho esta denuncia, por parecerme éste uno de los sucesos más escandalosos ocurridos en los últimos años, en reiteradas ocasiones, y jamás la Democracia Cristiana alzó su voz para responder a mis palabras. Sólo el Honorable señor Gumucio, si mal no recuerdo, lo hizo para negar su conformidad a que mi discurso en que hice aquella denuncia fuera publicado "in extenso", como es tradicional.
Nuevamente emplazo a los Senadores de la Democracia Cristiana para que digan si es efectivo o no que el partido de Gobierno, haciendo uso indebido y abusivo de los caudales públicos, está apropiándose de los medios de información y publicidad.
El señor AYLWIN.-
No es efectivo.
El señor IBAÑEZ.-
Muy bien. El señor Senador fundará después la razón de la negativa que acaba de dar.
Yo traeré aquí los traspasos de acciones que por medio de la extorsión se están haciendo a lo largo de todo el país.
El señor AYLWIN.-
Los traspasos no prueban ninguna extorsión, señor Senador.
El señor IBÁÑEZ.-
Comprendo perfectamente que no hay ambiente alguno para
los plebiscitos aquí en el Senado, y no puede haberlo, porque si el Honorable señor Prado quiere hacernos proposiciones tan ingenuas como la de que nosotros aprobemos un régimen de plebiscitos cuando el Gobierno controla todos los órganos de publicidad, no tiene derecho a suponer que vayamos a compartir su propia ingenuidad y aceptar una barbaridad de tal naturaleza.
Termino mis palabras diciendo que, contrariamente a la afirmación hecha por el señor Senador en el sentido de que "La Nación" no ha injuriado a nadie y que bajo el actual Gobierno ese diario ha guardado respeto por las personas, debo decir que he sido víctima de soeces injurias de parte de esa publicación, que me obligaron a duras rectificaciones, las cuales sólo por la intervención de altos funcionarios de Gobierno a quienes debí apelar, fueron dadas a la publicidad.
Por todo ello, no dejo de pensar en que el Honorable señor Prado estuvo bien cuando, al referirse a la validez de los mandatos que tenemos, incluyó en forma fortuita a los Senadores elegidos en 1965. Yo no me habría atrevido a formular la afirmación de Su Señoría; pero ya que el planteó este tema, debo expresarle que tengo muy fundadas razones, fundadas en la creciente protesta que rae llega de todos los sectores del país, para pensar que la voluminosa representación democratacris-tiana elegida en 1965, no contaría hoy día con el respaldo de votos con que fue elegida.
El señor NOEMI.-
Hace poco pudo comprobarlo Su Señoría, en Valparaíso.
El señor FUENTEALBA.-
Se está contradiciendo Su Señoría.
El señor RODRIGUEZ (Ministro de Justicia).-
Pido la palabra.
El señor CASTRO.-
¿Me permite, Honorable señor Gómez?
El señor GOMEZ.-
No tengo tiempo, señor Senador.
El señor CASTRO.-
¿A qué hora termina el Orden del Día?
El señor MAURAS (Presidente).-
Termina diez para las seis.
El señor CASTRO.-
¿No podríamos despachar el proyecto que figura en tercer lugar, referente a los taxis de alquiler?
El señor PABLO.-
Me sumo a esa petición.
El señor VON MÜHLENBROCK.-
Es obvio y sencillo.
El señor AGUIRRE DOOLAN-
Formulo indicación para prorrogar por veinte minutos el Orden del Día.
El señor VON MÜHLENBROCK.-
Sólo para despachar el proyecto de los taxis.
El señor AGUIRRE DOOLAN.-
No hay acuerdo.
El señor MAURAS (Presidente).-
Ese acuerdo sólo se puede adoptar por resolución de la Sala.
El señor GOMEZ.-
Que se despache el proyecto que figura en tercer lugar.
El señor MAURAS (Presidente).-
¿Me permite, con su venia, señor Senador?
El Honorable señor Castro ha hecho una proposición para destinar algunos minutos al despacho del proyecto que figura en tercer lugar del Orden del Día, referente al problema de los automóviles de alquiler.
¿Habría acuerdo en ese sentido?
El señor NOEMI.-
¿Para ese solo proyecto?
El señor MAURAS (Presidente).-
Acordado.
Puede continuar el Honorable señor Gómez.
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