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- rdf:value = " El señor ALLENDE.-
Había solicitado la palabra, al igual que el Honorable señor Teitelboim, precisamente para expresar, en nombre del Partido Socialista, nuestra admiración emocionada ante el heroísmo demostrado por el pueblo vietnamita.
En diversas oportunidades nos hemos referido en el Senado a este problema, y hemos dicho que la lucha librada en Asia por ese pueblo, centenaria o milenariamente agredido, no es sólo la batalla de quienes pelean en su propio suelo por su independencia económica y política, sino la expresión del combate frontal contra el imperialismo, que debe repercutir en nuestros países; hemos señalado que, si bien aparentemente tenemos libertad política, estamos sometidos a la tiranía y a una brutal presión económica, y que dicha libertad política -reiteradamente así se ha manifestado- es una gran farsa. Por tal motivo, no puede haber fronteras para los países en vías de desarrollo en esta lucha común. El heroísmo del pueblo vietnamita es un ejemplo de ello. Los patriotas vietnamitas luchan por ellos mismos, y también por la libertad de todos los países oprimidos en los distintos continentes.
En verdad, constituye una maravillosa lección poder comprobar que un pueblo pequeño, de economía agraria, que durante
toda su historia ha debido derrotar a invasores, que prácticamente -podría afirmarse sin exagerar- ha vivido cientos de años con las armas en la mano, que hace tan sólo cinco o seis años tuvo la audacia creadora de derrotar al imperialismo francés y señalar el camino de su independencia, haya resistido primero, y derrotado después, al país capitalista más poderoso, que dispone de la técnica bélica más desarrollada y que no se ha detenido ante nada, empleando a veces procedimientos absolutamente proscritos por los conceptos más elementales de humanidad para destruir no sólo al hombre, sino también la economía del pueblo vietnamita. Así es como ha utilizado gases venenosos con los cuales asesina a poblaciones civiles y, además, destruye la posibilidad de la tierra de poder germinar y entregar sus frutos, para las generaciones futuras.
Ante la resistencia de un pueblo que lucha por dignidad, movido por sus ansias y anhelos infinitos de ser libre y soberano y de trazarse él mismo su propio destino, uno debe sentir una íntima, profunda e ilimitada admiración. El motivo esencial de su lucha, el contenido patriótico de sus combates, prácticamente son irresistibles.
En esta hora en que se escribe en la historia emancipadora de los países la gesta heroica del Vietnam, junto con rendir homenaje y tributo a quienes han sacrificado sus vidas por la tarea superior de tener un país independiente y soberano, debemos recordar a quienes han contribuido moralmente a su victoria: a todos los hombres independientes y dignos que desean también que sus patrias sean soberanas ; a los países socialistas, fundamentalmente a la Unión Soviética, que han contribuido y contribuyen materialmente, con armas y esfuerzo bélico, a hacer posible la derrota del imperialismo, cuyo papel, en este caso, ha sido escribir una de las páginas más tenebrosas de los genocidios en la humanidad. De ahí nuestra admiración y apoyo a la heroica lucha sostenida por el pueblo de Vietnam.
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