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- rdf:value = " El señor CONTRERAS (don Víctor).-
Señor Presidente, a nuestro juicio, nos encontramos abocados a un proyecto de vital importancia, pues se refiere a la niñez.
Una de las facetas más deplorables que ofrece nuestra sociedad la constituye la vida de los niños y adolescentes en situación irregular. Niños y niñas deambulan por las grandes ciudades en busca de la limosna esquiva, expuestos a ser víctimas de la degradación y el vicio.
Hasta el momento, a pesar de algunas iniciativas bien intencionadas, las medidas oficiales se han limitado a verificar esta realidad, a proponer algunos paliativos y a tratar de esconderla. La verdad es que las cosas siguen muy mal y que, lejos de mejorar, tienden a agravarse.
Muchas veces, con exasperante irresponsabilidad, se han señalado como únicas causas de este fenómeno los hogares mal constituidos, la baja escolaridad de los niños, la embriaguez de los padres, etcétera. Y se han propuesto medidas tendientes a poner a los niños y adolescentes a salvo de estos factores y recluirlos en establecimientos de reeducación. En el fondo, esto se parece mucho a la política del avestruz. No se tiene el valor de confesar que esas causas, verdaderas pero no fundamentales, se generan, a su vez, en una sociedad injusta en que la explotación y la miseria son el pan de cada día y donde los hombres están expuestos a la degradación y servidumbre.
Hay que buscar las causas de fondo en nuestra realidad, en nuestra crisis de estructura, en nuestro subdesarrollo. Hay que ubicarlas en la acción expoliadora del imperialismo y la complicidad antipatriótica de las oligarquías nacionales.
De la elevación de los niveles de vida de los hogares de los trabajadores, de la ampliación y acceso al pleno estudio, de las posibilidades de trabajo, del incremento de las actividades sanas, del desarrollo de la cultura, del fomento del deporte, deben surgir la solución integral y el camino para poner término al problema que hoy debatimos.
No podemos continuar cerrando los ojos y persistir en un engaño de carácter nacional. Que ahora se proponga crear un organismo específicamente concebido para proteger a los menores, cuya orientación básica persiste en propiciar iniciativas de forma mientras elude grotescamente las causas de fondo, mal puede significar progreso en la materia.
La reeducación de la infancia y la juventud en países socialistas: Unión Soviética, la República Popular China, la República Democrática Alemana y Cuba, no se hizo mediante modificaciones de determinadas leyes. Cuando allí imperaba el capitalismo, había leyes como la que hoy discutimos: frondosas leyes de protección al joven y al niño; pero también había explotación y miseria en el pueblo, y el drama del niño seguía siendo el mismo. Antes de acometer esta otra tarea, fue menester modificar la base de la sociedad.
Cuba, a la que el imperialismo yanqui había convertido en el peor burdel de América, dejó de estar en tal situación con el triunfo de la revolución. Se operó el proceso de reeducación de todo el pueblo; pero se comenzó por abolir la explotación del hombre por el hombre, por reemplazar la moral burguesa corrompida por una revolucionaria.
Desde el día en que el pueblo asumió el poder en Cuba, se terminó con la legión de menores desvalidos. Ya no hubo más niños vagos, ni los habrá en lo futuro. La labor consistió en arrancar definitivamente de esa niñez y juventud la tenebrosa herencia dejada por el pasado.
Llevar adelante planes de reeducación implica apreciables gastos para un Gobierno, porque no se trata sólo de terminar con el pasado, sino de cuidar el porvenir de la infancia. Nosotros creemos que nada se aporta -por lo contrario, se provoca un daño- cuando los recursos nacionales, como en el caso del cobre, no son rescatados para ponerlos al servicio de tareas tan nobles como la dignificación real de nuestra infancia, tarea a la que los comunistas dedicamos permanentemente atención.
A pesar de las consideraciones anteriores, debemos decir que el proyecto pretende atender una necesidad social importante, y en este sentido lo valoramos. Creemos, sin embargo, que adolece de una falla fundamental, relativa al espíritu con que se enfocan los problemas cuya solución constituye la finalidad del proyecto.
Se pretende crear un aparato dependiente del Ministerio de Justicia, y entregar gran parte de sus funciones al Cuerpo de Carabineros, por medio de una policía de menores y Comisaría para la atención de los menores en situación irregular. A nuestro juicio, esto significa, en la práctica, poner un sello despectivo sobre labor tan importante y delicada como el cuidado y rehabilitación síquica y física del niño y del adolescente en situación irregular. Tal labor requiere, como es obvio, atención y dedicación mayores que las ordinarias en estas funciones formativas; una pedagogía especial y la creación de un ambiente que tienda a reemplazar el hogar perdido.
Esta función, de suyo compleja, nada tiene que ver con las actividades represivas del Estado, a cargo, en parte, de las fuerzas de Carabineros. Es grave error marcar desde el comienzo la rehabilitación y dignificación de los menores en situación irregular con el estigma de lo punitivo. ¿Por qué una policía de menores? ¿Por qué Comisaría de menores? ¿Por qué asignar a un cuerpo esencialmente represivo una función tan delicada y tan distante de sus tareas propias?
Al margen de las cualidades personales que puedan tener sus componentes, los cuerpos represivos constituyen uno de los factores más importantes con que cuenta la burguesía para mantener el "orden" y la explotación capitalistas.
Esta realidad es percibida por todos los que han tomado conciencia de la estructura de la actual sociedad. En forma instintiva, más intuitivo que racional, el niño -y especialmente el niño abandonado por la sociedad- comprende este hecho y ve en el carabinero la personificación de la sociedad que lo repudia. Sabe que el carabinero castiga y que la Comisaría es el lugar donde se lo recluye. No ve en las Comisarías colegios, ni mucho menos, hogares.
Por otra parte, los carabineros son expertos en el cuidado y en la rehabilitación de niños y adolescentes. Sería, por lo demás, absurdo pretender que lo fueran. Pueden tener, claro está, una función auxiliar, pero la responsabilidad, la dirección de una tarea de tal envergadura no puede estar a su cargo. Ha sido la falta de organismos adecuados lo que ha traído como consecuencia que Carabineros haya debido enfrentar tareas propias de visitadoras sociales y hasta de matronas.
Puedo decir que tengo antecedentes obtenidos de fuentes universitarias que me permiten afirmar que la experiencia de las Comisarías de menores no ha sido óptima, ni mucho menos en lo que se refiere a la rehabilitación de niños y adolescentes. Otro tanto ocurre con las menores prostitutas, cuya rehabilitación ha sido encargada a personas que carecen de la experiencia técnica y la idoneidad certifica para acometerla. Es necesario corregir esta situación. Debe crearse una institución esencialmente técnica, dependiente del Servicio Nacional de Salud, con personal civil, que mantenga estricta vinculación con los centros especializados en estas materias existentes en el país. La Universidad de Chile, con sus Institutos de Investigación de Psicología del Niño y del Adolescente y sus escuelas competentes, debe jugar un papel de primer orden en la asesoría y orientación de esta institución técnica cuya creación auspiciamos.
El proyecto propuesto por la Comisión deja a cargo del reglamento la determinación de las características del Cuerpo especializado en el cuidado, tratamiento y protección del menor, así como la indicación de los requisitos que deberá llenar su personal.
Lo que hay que decidir, en definitiva, es si se trata de no dar la cara al problema; de sustraer físicamente de la publicidad sus características o manifestaciones más impresionantes; de tender sobre ellas un manto hipócrita, o de enfrentarlo en toda su complejidad con el propósito de ahondar en sus causas con la intención verdadera de encontrarle solución. En este ánimo, es insoslayable considerar el carácter técnico del organismo que se crea y la especialización de su personal. Termino expresando que los comunistas presentaremos indicaciones de acuerdo con las ideas que he expresado, y que se refieren, en lo fundamental, a crear un servicio especializado dependiente del Servicio Nacional de Salud, con asesoría de la Universidad de Chile en lo referente a la calificación de su personal, y que se denominaría Brigada Tutelar de Menores, y a dar representación en el Consejo Nacional de Menores a los organismos técnicos, a fin de asegurar una política de cuidado, protección y rehabilitación de los menores en situación irregular verdaderamente acorde con las exigencias técnicas y científicas que esta tarea impone.
Nada Más.
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