logo
  • http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/601266/seccion/akn601266-ds30-ds31-ds32-ds39
    • bcnres:esParteDe = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/601266
    • bcnres:esParteDe = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/601266/seccion/akn601266-ds30-ds31-ds32
    • bcnres:tieneCalidad = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/cargo/1
    • bcnres:tieneEmisor = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/1865
    • rdf:value = " El señor SILVA (don Julio).- Más adelante, voy a referirme al problema de la rentabilidad, a través de un estudio que espero no le merezca dudas a Su Señoría. La reforma agraria, al entregar la tierra al campesinado y poner un límite a la extensión o cabida de la propiedad agrícola, terminando así con el latifundio, marcará el fin del régimen agrario tradicional de nuestro país. En efecto, ella removerá las bases mismas de la servidumbre del campesinado, sujeto al poder anacrónico y abusivo de los terratenientes, proporcionándole nuevas condiciones de vida y de trabajo en los campos y haciéndole posible su pleno acceso a la economía del país, como productores y consumidores, y, asimismo, a la vida educacional y a los derechos cívicos y sociales ejercidos libremente. La reforma agraria significa también un paso decisivo en la transformación profunda de todo el sistema social imperante. En las sociedades subdesarrolladas, la reforma agraria es un factor desencadenante de cambio social. En seguida hay una serie de antecedentes, proporcionados a través de diversos estudios y, especialmente, por el Mensaje que el Ejecutivo envió al Congreso... -Hablan varios señores Diputados a la vez. El señor SILVA (don Julio).- ...que la Comisión de Agricultura ha podido verificar. Nos referiremos a los principales de ellos. La producción agropecuaria ha dejado de ser un factor dinámico del desarrollo económico, y ha pasado a ser un factor de estancamiento y aun regresivo. Desde luego, el crecimiento de la producción agropecuaria, en los últimos veinte años, ha sido inferior al crecimiento de la población. Mientras la población ha aumentado a un ritmo del 2, 3% a 2, 5% anual, la producción agropecuaria-silvíco-la no ha sobrepasado el 2% anual. Estos son datos proporcionados por la Oficina de Planificación. Esto significa que cada chileno dispone, cada año, de menos alimentos, en forma progresiva. Según el estudio de la FAO sobre "El estado mundial de la agricultura y la alimentación de 1965", en el período comprendido entre 1953 y 1963, Chile disminuyó en un 7% su producción de alimentos por habitante. Este déficit creciente en la producción de alimentos repercute, por cierto, en los niveles de consumo, en la mortalidad infantil y en las condiciones de trabajo y de vida de la población. Se consume hoy menos carne y menos leche por habitante que hace 20 años. Una parte de la población pasa hambre. Se ha establecido que, en países como Chile, se necesitan 2. 600 calorías diarias para mantenerse trabajando en condiciones normales. Pero gran parte de nuestra población trabajadora no alcanza esta cifra. Agréguese a esto que la población del país aumenta, cada año, en 200 mil personas, y que en 1980 la población nacional alcanzará a 12 millones de habitantes. De modo que el aumento de la producción agropecuaria es una tarea inaplazable. Justamente, la reforma agraria pretende crear las condiciones que la hagan posible. De acuerdo con estudios altamente calificados desde el punto de vista técnico, según lo expuesto por el Colegio de Ingenieros Agrónomos ante la Comisión de Agricultura, con la tierra y medios actualmente aprovechables, Chile podría triplicar la tasa de su desarrollo agrícola y alimentar una población por lo menos igual al triple del actual. El rezago de la producción agropecuaria en los últimos 30 años queda también de manifiesto, si se considera la productividad de la población activa que trabaja en los campos, la cual no alcanza al 50% de la productividad promedio del resto de las actividades económicas del país. Con cerca del 30% de la población activa del país, la agricultura aporta sólo el 10, 3% de la producción nacional. Esto se ha traducido en una relación progresivamente desfavorable entre las exportaciones e importaciones agrícolas, con grave detrimento para la economía general del país. El curso acelerado de este deterioro puede desprenderse de los siguientes datos: Año 1939: exportación de los productos de la agricultura: 24 millones de dólares; importación de productos agropecuarios: 11 millones de dólares. Saldo a favor: 13 millones de dólares. Año 1944: exportación 47 millones de dólares; importación, 57 millones de dólares. Saldo en contra: 10 millones de dólares. Año 1961 a 1963 (promedio anual): exportación: 33 millones de dólares; importación, 137 millones de dólares. Saldo en contra: 104 millones de dólares. Año 1964: exportación, 39 millones de dólares; importación, 159 millones de dólares. Saldo en contra: 120 millones de dólares. Se advierte, en primer lugar, que el monto de las exportaciones no ha aumentado en los últimos 30 años. En segundo lugar, hay que señalar que de los 159 millones de dólares que se gastaron en 1964 para importar productos de la tierra, sólo 37 millones corresponden a productos, principalmente tropicales, que Chile no puede producir (café, té, cacao, pina, algodón, etc. ). Y los 122 millones restantes corresponden a productos que se pueden dar en Chile (trigo, carne, leche, mantequilla, azúcar, etc. ). En los últimos 14 años, Chile ha gastado más de mil millones de dólares en traer del exterior estos alimentos, que nuestra agricultura podría producir. Se ha pretendido rebatir las cifras del año 1964, aumentando a poco más de 50 millones el monto de las exportaciones, y aumentando también el monto de las importaciones que la agricultura chilena no podría producir, a un total aproximado de 75 millones. Pero ello no es valedero, ya que entre los rubros que Chile no podría producir, se han incluido el aceite y el azúcar, por un total de 30 millones de dólares, en circunstancias que la experiencia demuestra que pueden producirse en Chile, como lo reconoció en la Comisión de Agricultura don Pedro Enrique Alfonso. Además, entre las exportaciones agropecuarias se incluyó la harina de pescado y la harina de ballena, con un valor de 16 millones de dólares para 1964, que no provienen precisamente de la agricultura. Por lo tanto, hechas las rectificaciones, conservan toda su validez las cifras dadas anteriormente, las cuales reflejan dramáticamente la incapacidad creciente de la agricultura, en los últimos años, para proporcionar al país los alimentos que éste necesita y que la tierra y el trabajo chilenos están en condiciones de producir. Confirma lo anterior el hecho de que la existencia de rubros tan importantes como el ganado vacuno no sólo está estancada, sino que ha disminuido de 2 millones 861 mil 60 cabezas, en 1955, a 2 millones 826 mil 600 cabezas en 1965. O sea, ha disminuido, en 34 mil 460 cabezas aproximadamente, antecedente que en un comienzo fue discutido, pero que aparece confirmado en el cuadro publicado en la revista de la Sociedad Nacional de Agricultura, "El Campesino", de marzo de 1966. También se han confirmado los antecedentes proporcionados en el Mensaje, pues concuerdan con numerosos estudios que se han practicado, respecto al mal aprovechamiento o subutilización de las tierras arables y regadas con que cuenta el país. De la superficie arable, según el censo de 1955, que alcanza a 5 y medio millones de hectáreas, sólo 2 millones se cultivan, mientras cerca de 3 millones están con pastos naturales. Y de las tierras regadas, cerca del 30%, o sea, cerca de 300 mil hectáreas, están también con pastos naturales, lo cual significa disminuir en 4 veces su rendimiento potencial. La concentración de la tierra en manos de un puñado de grandes propietarios es otro de los hechos establecidos. Viven en el campo 2 millones 650 mil personas, aproximadamente el 34, 5% de la población del país. La población activa del campo se calcula en 675 mil personas. Pues bien, conforme al censo de 1955, sólo 6 mil 326 propietarios concentran en su poder el 81% de la superficie total censada, el 51, 1% del total de la superficie arable y el 53% de la superficie regada. Según otro estudio del Comité ínteramericano de Desarrollo Agrícola (CIDA), 10. 300 propietarios tienen el 65% de la superficie arable y el 78% de la superficie regada y de la 345 mil familias que viven y trabajan en el campo, 312 mil están constituidas por inquilinos, medieros, obreros agrícolas, que carecen de tierra, y por minifundistas o pequeños propietarios, que no sobrepasan la unidad agrícola familiar. Este sector pobre de campesinos sin tierra o con muy poca tierra llega a un total de 312 mil familias, de un total de 345 mil familias que viven y trabajan en el campo. "
    • bcnres:tieneTipoParticipacion = bcnres:Intervencion
    • bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/1865
    • rdf:type = bcnres:SeccionRecurso
    • rdf:type = bcnres:Participacion

Other representations

  • Notation 3
  • RDF/XML
  • CSV
  • JSON
  • HTML+RDFa
  • N Triples
W3C Semantic Web Technology This material is Open Knowledge Valid XHTML + RDFa Valid CSS! WESO Research Group