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- rdf:value = " El señor MAIRA.-
Señor Presidente, en una intervención efectuada durante el desarrollo de la Octava Conferencia Latinoamericana sobre Agricultura y Alimentación, desarrollada en nuestro país en marzo del año pasado, el ilustre economismo francés Joseph Lebret, fundador del grupo "Economía y Humanismo", refiriéndose al problema de la agricultura y a la revolución económica mundial, afirmó que "el verdadero proletariado del mundo estaba hoy día constituido por los trabajadores agrícolas de los países subdesarrollados". Inmediatamente, complementando su juicio, pudo expresar que, pese al hecho de que más de la mitad -y en algunos países más de las tres cuartas partes- de la mano de obra está dedicada a la agricultura, en muchos países subdesarrollados predomina el hambre o una situación rayana en el hambre. Corrientemente las clases agrícolas más pobres constituyen justamente el grueso de la población insuficientemente alimentada.
Así sucede -agregaba él- en la mayoría de los países latinoamericanos.
Ese es, fundamentalmente, el contexto en el cual se ha planteado la discusión y el debate en torno de este proyecto, de hondas repercusiones nacionales. Y, justamente, compenetrando el sentido del juicio emitido por el ilustre economista francés, el Director de la División Agrícola Conjunta de la CEPAL y de la FAO, señor Jacobo Schatan, pudo expresar, haciendo el diagnóstico de la situación de nuestro continente, las siguientes palabras:
"Si damos un corte vertical a la actividad agrícola que predomina en América Latina, nos encontraremos frente a un cuadro francamente desalentador, con métodos de producción arcaicos y, en consecuencia, niveles de productividad muy bajos, ingresos miserables que, en promedio, alcanzan a menos de un cuarto del promedio registrado por los otros sectores, pero que para la gran masa campesina, son apenas la treintava o cuarentava parte de lo que perciben los productores de mayores ingresos. En consecuencia, los niveles de vida de estas masas campesinas son infrahumanos, con alto porcentaje de analfabetismo, de morbilidad y mortalidad, viviendas insalubres, etcétera; los recursos naturales se encuentran mal utilizados; el grado de erosión y la pérdida de la fertilidad del suelo van en aumento, los bosques se destruyen a un ritmo impresionante y las aguas de riego, generalmente escasas, se desperdician; hay enormes extensiones de tierras, muchas de ellas regadas, ocupadas por pastos naturales, de muy bajo aprovechamiento y que podrían utilizarse en cultivos o praderas artificiales; los sistemas de comercialización son defectuosos: hay pocos caminos, la mayoría en mal estado y las comunicaciones son, en general, insuficientes; no hay instalaciones adecuadas de almacenamiento y transformación de productos. En consecuencia, las pérdidas de éstos alcanzan niveles extraordinariamente grandes; la mayoría de los productores no cuenta con capital propio suficiente, y los organismos normales de crédito no alcanzan a llegar hasta los pequeños productores, los que deben depender de intermediarios para conseguir los fondos que necesitan, a tasas de interés generalmente usurarias; existe un grado de desempleo abierto o encubierto; la distribución de los derechos sobre la tierra es extraordinariamente desigual, lo que se traduce en una distribución de ingresos altamente inequitativa".
Estas palabras pronunciadas por el señor Schatan representan un verdadero diagnóstico de la situación agropecuaria de nuestro continente, y son, por desgracia, hoy día, en su enorme mayoría, aplicables también a la situación rural de nuestro país. A este respecto, nosotros queremos entregar, en forma muy sintética, algunos índices que constituyen la justificación, de acuerdo con la realidad de este proyecto. Es así como vastos sectores de nuestro país, han tomado conciencia de este problema y, movilizándose por conseguir una transformación, han patrocinado e impulsado la iniciativa que hoy día se discute.
La concentración de la tierra en nuestro país permite que sobre una existencia de 150 mil explotaciones agrícolas o fundos haya 76 mil, que corresponden al 50% de los fundos existentes, que sólo tienen el 1 % de la tierra agrícola; y que, en el otro extremo, haya 1. 700 explotaciones agrícolas cuya superficie es superior a 2 mil hectáreas cada una, que constituyen, en proporción, nada más que el 1. 1% de los fundos del país y que, sin embargo, poseen el 60% de la tierra agrícola.
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