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- rdf:value = " El señor RIOSECO-
Señor Presidente, dejo en claro que estoy haciendo uso de una interrupción concedida por el Diputado informante de la Comisión de Hacienda.
El Honorable señor Maira está planteando los fundamentos teóricos, económicos, que justifican una reforma agraria, pero lo hace en forma tal, que del contexto de sus frases, de su discurso, se desprende que por primera vez el Parlamento Nacional discute una iniciativa sobre la materia. La verdad de las cosas es que las cifras, los datos, los antecedentes, inclusive las citas que él proporciona, fueron conocidos por la Honorable Cámara hace mucho tiempo, cuando se discutió el proyecto de la que posteriormente fue la ley Nº 15. 020.
En la Honorable Cámara y en el país hay conciencia de la necesidad de realizar una reforma agraria. Pero esta inquietud, ¿es de ahora? El comienzo de la reforma agraria ¿es de 1965, como decían los calendarios que el Gobierno repartió profusamente, por todo el país, durante la última campaña parlamentaria? ¿Acaso la conciencia que se ha ido formando en el país a lo largo de toda su historia, es patrimonio exclusivamente de la Democracia Cristiana? ¿Acaso un correligionario nuestro, Pedro Aguirre Cerda, no planteaba ya en 1923 el problema agrario chileno, en un libro que ha hecho historia en el país y que determinó el potente movimiento del Frente Popular, movimiento que produjo una verdadera revolución en el plano industrial e introdujo algunas mejoras en el sistema de la explotación agrícola, a través de la mecanización y de la utilización del crédito? Y en 1961, ¿no fue sacudido el país por la Vigésima Convención Radical en que el partido proclamó la necesidad de una reforma agraria y acordó ingresar al Gobierno del Presidente Alessandri para realizarla o, por lo menos, para crear la conciencia de esta necesidad en la opinión pública? Después ¿no se reunieron en Punta del Este todos los países de Latinoamérica para analizar este problema, precisamente, sobre la base de las mismas formulaciones teóricas que el señor Maira está haciendo ahora, con aspecto novedoso, repitiendo cifras que están en los boletines, en los avales de la Cámara? ¿No fue ahí donde Chile hizo este mismo planteamiento? ¿No se generó ahí también la ley Nº 15. 020?
Los Honorables colegas de la Democracia Cristiana quieren ignorar esta ley. Sin embargo, de sus 104 artículos, han dejado vigente 84. Y esto, porque el problema de la reforma agraria es mucho más profundo que lo que en este proyecto se quiere establecer.
La necesidad de una reforma agraria en el país nació hace muchos años. Precisamente, fueron los agricultores chilenos los que impidieron que el sistema de tenencia de la tierra fuese teniendo una estructura menos rígida. Como se negaron sistemáticamente a una tributación adecuada en la agricultura, no se produjo la debida acomodación entre la capacidad empresarial y el régimen de tenencia de la tierra.
Las raíces de este problema son, pues, muy antiguas. Pudo ser evitado, si el país hubiera tenido una actitud distinta después de la guerra de 1879, cuando pasó por un proceso de verdadera ebriedad. Creyendo que la riqueza sería permanente, se negó a gravar la producción agraria, la tierra, y vivió exclusivamente de la minería del salitre.
Con posterioridad, los agricultores que no entendían su función, negaron sistemáticamente al campesinado la posibilidad de participar en el movimiento social que, en los medios urbanos se generó entre los años 1920 y 1925, y que, a través del Código del Trabajo, permitió relaciones más adecuadas entre el capital y el trabajo.
De ahí, entonces, que la estructura agraria nuestra permanezca en una situación de rigidez absoluta y de ahí la necesidad de la reforma agraria, desde este punto de vista.
Pero, para superar los gravísimos problemas que ha planteado hoy día el Honorable señor Maira, es indudable que no sólo debe corregirse la estructura de la tenencia de la tierra, sino que deben modificarse todas las condiciones que, desde el punto de vista social, económico y político imperan en el agro. Por eso, extraño que el Honorable señor Maira venga a plantear estas cosas como si fueran una novedad. ¿Por qué no revisa los anales de la Cámara? ¿Por qué no ve los informes, los boletines donde han aparecido repetidamente las cifras que él está dando?
Estamos conscientes de la necesidad de una reforma agraria. De ahí que la Democracia Cristiana haya omitido decir que, de la ley Nº 15. 020, se mantienen más de 84 artículos y que, de los 20 restantes, algunos se modifican, en cierto sentido, no sustancialmente.
Pero esa rígida estructura agraria que se quiere corregir, ¿es corregida realmente por el proyecto en debate? Yo creo que ésa es la cuestión. Quisiera que el Honorable señor Maira planteara derechamente esta cuestión y también se refiriera a las muchas e inconmensurables situaciones de excepción, respecto de la expropiabilidad, que hay en este proyecto de ley.
La señora LAZO.-
¡No puede ser.!
El señor RIOSECO.-
Así es, Honorable Diputada, y en la discusión particular tendremos oportunidad de demostrar las injusticias que hay detrás de algunos artículos, donde se pretende amparar, yo no sé si por error, determinadas situaciones especiales.
Yo quisiera entrar a discutir si este proyecto de reforma agraria corrige o no la rigidez de la estructura de la tenencia de la tierra y ver si acaso no generará otra más rígida, como es la del minifundio, que, por lo demás, no ha sido tocado en esta oportunidad.
Pero no nos vengan a decir con cifras manidas, que ellos son los inventores de la reforma agraria, poco menos que en el mundo.
Hay conciencia nacional sobre la necesidad de la reforma agraria, porque el Partido Radical la trajo al tapete de la discusión pública, primero, en 1923, con don Pedro Aguirre Cerda, después con el Frente Popular, y últimamente, en 1961, a través de su Vigésima Convención.
Muchas gracias, Honorable Diputado.
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