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- rdf:value = " El señor LEAL.-
Señor Presidente, el proyecto de ley destinado a eliminar como feriado el 11 de septiembre, es una oportunidad para terminar con aquellos emblemas que dividen a los chilenos, los retrotraen y les reproponen en su memoria momentos dramáticos de nuestra historia, que hoy debemos superar si efectivamente queremos construir un Chile integrado, donde nadie deje de estar incluido.
Para la mayoría de los chilenos, el 11 de septiembre representa un momento de dolor, sufrimiento y recogimiento; para otros, una gesta liberadora. Unos fueron detenidos y llevados ese 11 de septiembre a los campos de concentración, torturados, asesinados, y otros brindaron con champaña; pero cualesquiera que fuere la justificación y las razones, el día en que las armas impusieron sus razones, en que se incendió La Moneda, en que murió un Presidente constitucional, para nadie debería ser un motivo de regocijo, de celebración, de imposición, de denostación de la memoria de los otros.
Por ello, terminar con el 11 de septiembre, como un feriado legal, como un día de fiesta, y transformarlo en un día cívico, de reflexión nacional, es un gesto de generosidad y de reencuentro humano, que el Parlamento está obligado a dar.
Además, celebrar el 11 de septiembre es profundamente contradictorio con los principios y valores democráticos que todos los sectores representados en el Parlamento deberían profesar.
¿Cómo establecer correspondencia entre valores, principios y normas democráticos con la celebración de un día que, justamente, disolvió el Parlamento e instauró una dictadura que violó todo precepto democrático? ¿Cómo creerles en el tema de los desaparecidos que hoy, finalmente -espero que no sea una simple operación electoral- los precandidatos de la Derecha reconocen como un drama nacional, si no anulan la celebración de un día en que ya aquella mañana del golpe de Estado, desaparecieron decenas de personas, entre ellas, varios parlamentarios, chilenos connotados y simples ciudadanos? Sin duda, hay un problema de credibilidad y coherencia en el tema. Es una especie de test de conducta democrática, ya que eliminar la celebración del 11 de septiembre implica mirar hacia el futuro y no hacia el pasado, adoptar plenamente los símbolos de la democracia y no del autoritarismo, colocar por delante los valores de la vida y del respeto a los derechos humanos y no los de la muerte y la impunidad.
Unamos a los chilenos en las fechas y símbolos que para todos tienen un valor común. Construyamos pisos comunes en que todo el país se sienta representado. Que sea la fecha de nuestra independencia nacional -18 y 19 de septiembre- la que rescate los sentimientos patrios y nacionales.
Terminemos con la grosería de que este día de muerte sea festivo. Permítannos recordar a nuestros caídos sin odios. Todos seremos más libres y más dignos si el 11 de septiembre deja de ser un día festivo y si cada cual expresa sus convicciones en el marco del respeto hacia los sentimientos de los demás.
Espero que el Parlamento tenga la dignidad suficiente para producir este gesto y enviar esta señal al país.
He dicho.
"
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