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La señora ALLENDE (doña Isabel).-
Señor Presidente , en primer lugar, saludo a la ministra, quien nos acompañó durante la tramitación de este proyecto.
Felicito a la diputada Carolina Goic, autora y gran defensora del proyecto en la Comisión de Familia. Si bien todos estuvimos de acuerdo desde el inicio en la importancia del proyecto, existieron distintos criterios y, al final, se aprobó con algunas enmiendas.
Es importante reiterar que estamos velando por el bien superior del niño, algo que las mujeres hemos señalado una y otra vez. La sociedad nos hace pagar la maternidad. Se dice que las mujeres son más caras y que es difícil contratarlas porque presentan más licencias y tienen fuero maternal. Se trata de un enfoque erróneo que, por desgracia, se mantiene en nuestra sociedad tal como en la de otros países.
Tiene razón la diputada Carolina Goic cuando advierte sobre la necesidad de tener una mirada cultural diferente -opinión que hemos reiterado en muchas oportunidades en esta Sala- para que exista más conciliación entre las labores públicas o privadas y las domésticas.
Según un estudio del Instituto Nacional de Estadísticas, INE, la colaboración de las parejas o cónyuges en cuanto a las labores domésticas es muy baja. Por eso, el horario de trabajo de la mujer equivale al doble o al triple que el del hombre, debido a que, aparte de su horario laboral, tiene que llevar a cabo la carga doméstica. Además, generalmente es ella quien se hace cargo de quienes padecen enfermedades catastróficas, de discapacitados o de adultos mayores que no son autovalentes en su familia.
Me parece que ha llegado la hora de mirar lo que está ocurriendo en otras sociedades. En ese aspecto, destaco, una vez más, a España, que ha avanzado mucho en su legislación y cuenta con instrumentos legales que permiten una mayor conciliación entre las labores domésticas y los horarios de trabajo fuera del hogar.
Chile dio un paso muy importante cuando consagró el otorgamiento de una licencia de cinco días al padre trabajador a raíz del nacimiento de un hijo. Su objetivo es que participe en ese momento tan trascendente como son los primeros días de vida de su hijo. Desde los puntos de vista emocional y afectivo, es fundamental que el padre trabajador acompañe a su esposa o pareja durante la primera semana de vida del hijo en común y que, además, ayude en las labores propias de esos días.
Me alegro de que eso sea una realidad. En España también partieron con un permiso de cinco días, pero lo elevaron a quince días, porque se dieron cuenta de la enorme importancia de que durante las primeras tres semanas de vida de un bebé su padre y su madre compartan su cuidado.
Nuestra sociedad debe avanzar hacia una mirada distinta, donde el cuidado de los hijos no sea responsabilidad única de la madre por muy sustantivo que sea el rol que ejerce desde su nacimiento. Las tareas de crianza y cuidado del bebé deben ser compartidas.
El Gobierno sabe que si algún día se lograra extender la licencia posnatal a seis meses, el país ahorraría dinero, porque se evitarían enfermedades entre los menores y se reducirían de manera drástica ciertas licencias solicitadas como subterfugio por las mujeres para quedarse con sus hijos y no por una enfermedad real.
La Presidenta de la República ha dado un enorme paso al ampliar el acceso a salas cuna y a jardines infantiles a los hijos de mujeres trabajadoras, sobre todo en el caso de las jefas de hogar correspondientes al 40 por ciento de los hogares más vulnerables. Al tener acceso a una sala cuna, las madres pueden ir a trabajar con la tranquilidad de que sus hijos son cuidados por profesionales y son estimulados a temprana edad, lo que mejora su rendimiento escolar futuro.
Estoy muy satisfecha con los compromisos contraídos por la Presidenta de la República en esa área. Mis felicitaciones al programa Chile Crece Contigo, que también apunta en esa misma línea. Sin embargo, queremos avanzar más, por ejemplo, en la extensión de la licencia maternal. Queremos que la sociedad entienda que eso no significa un mayor costo. No queremos que emprendedores y empresarios lo miren desde ese punto de vista, sino como una acción orientada al bien superior del niño.
En cuanto a la moción del diputado Farías , de que los hombres que tienen la tuición de sus hijos también tengan derecho a sala cuna, no veo ninguna razón para no colocar urgencia a ese proyecto. Pero cabe recordar que nos costó mucho lograr que se respetará el derecho de las madres trabajadoras a alimentar a sus hijos menores de dos años cuando trabajan en empresas que no tienen la obligación legal de contar con una sala cuna.
El proyecto que discutimos hoy amplía ese derecho. Estamos de acuerdo en que debe ser aplicable al padre o a la madre trabajadores de manera indistinta.
Hoy, estamos extendiendo el derecho consagrado al posibilitar que los padres puedan alimentar a sus hijos menores de dos años. Con este proyecto se busca compartir de común acuerdo esa responsabilidad. Si existe ese acuerdo, podrá ser el padre trabajador y no la madre el que, por cercanía, horario, etcétera, acompañe al bebé en su alimentación.
Estamos brindando esa posibilidad, obviamente con los resguardos del caso: comunicación por escrito a ambos empleadores con a lo menos treinta días de anticipación, mediante instrumento firmado por ambos padres, copia del cual se remitirá a la respectiva inspección del Trabajo.
En resumen, es un tema que involucra al conjunto de la sociedad. Queremos seguir avanzando en el concepto de que la maternidad es compartida y no es sólo responsabilidad de la mujer, por lo cual la sociedad en su conjunto debe avanzar mucho más en la adopción de medidas de esta naturaleza. Espero que se avance en esa mayor conciliación.
La encuesta del INE que mencioné al comienzo de mi intervención habla por sí sola de la escasa colaboración que prestan los varones cónyuges o parejas en las labores domésticas, lo que no habla bien de nuestra mirada cultural, sino de lo mucho que todavía queda por hacer. Aunque el diputado Farías crea lo contrario, por desgracia, las mujeres todavía seguimos sufriendo una brecha laboral y somos subrepresentadas a la hora de participar en los directorios de las altas empresas o en el Congreso Nacional. En suma, aún existen discriminaciones evidentes y, por eso, ojalá continuemos avanzando. Un buen ejemplo de avance es la pensión solidaria que por primera vez en la historia de Chile reciben las dueñas de casa, gracias a la política que ha implementado nuestra Presidenta de la República .
Me alegro de la presentación de este proyecto y, por cierto, anuncio mi apoyo. Se trata de un paso más de los muchos que nos quedan por dar, porque aún subsisten muchísimas diferencias, que no se limitan sólo al ámbito salarial. Las mujeres necesitamos ganar más en espacios, reitero, queremos ver más colaboración, más conciliación, más complementariedad, y no lo que hoy ocurre, en cuanto a que la carga siempre la llevan las mujeres.
He dicho.
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