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La señora FERNÁNDEZ (doña Maya) .-
Señor Presidente, después de siete años de tramitación, por fin este proyecto se encuentra en tierra derecha para ser aprobado.
Actualmente la cultura en Chile está inmersa en el sistema de mercado global, estableciendo una lógica de competencia que va en perjuicio de las creaciones nacionales. Se importa y difunde material extranjero, cuyo éxito comercial está garantizado por la publicidad con que cuentan las cadenas internacionales. Así, las radios nacionales suelen estar controladas por alguno de los grandes conglomerados, quienes priorizan la transmisión de producción extranjera y generan la invisibilización del trabajo de los artistas nacionales.
Aun cuando se ha planteado que este proyecto atenta contra la libertad de las empresas de elegir el contenido y el sello de sus propias radios, lo cierto es que estos no son los objetivos del proyecto. Lo que se busca es congeniar los intereses particulares con los principios que son importantes para la sociedad, en este caso, el deber de valorar y difundir la producción artística nacional. El rol social que históricamente han tenido nuestras radios conlleva una responsabilidad a la que las empresas deben ceñirse.
Con todo, la discusión no ha recaído en la necesidad de promover y proteger la música nacional, principios que todos parecen compartir, si no en los incentivos y mecanismos por los cuales se lleva a cabo dicha tarea.
Para promover la producción nacional no es necesario inventar la rueda, pues ya existen diversas experiencias donde se protegen e incentivan las creaciones de artistas locales. Paradigmático es el caso brasileño, quienes gracias a una cuota de un 50 por ciento, lograron potenciar su industria local y, al mismo tiempo, fortalecieron su propia identidad nacional.
Nuestro país también ha vivido la experiencia de cuotas en la producción. Una ley de 1992 modificó el marco legal del Consejo Nacional de Televisión e introdujo en la televisión chilena la obligación de transmitir un 40 por ciento de producción nacional. Si realizamos un balance después de estos 22 años, los canales de televisión no sólo continúan teniendo un amplio margen de acción para el establecimiento de su parrilla programática, con contenidos extranjeros y locales, sino que además han ganado televidentes que se han vuelto seguidores de contenido original chileno. Realizaciones tan exitosas como “Los 80” probablemente no hubiesen sido posible sin esta cuota de 40 por ciento de producción nacional. En este sentido, una cuota de 20 por ciento para la música simplemente constituye un piso mínimo de exigencia.
Pese a lo anterior, el Senado introdujo modificaciones que van en contra de los objetivos del proyecto. El inciso cuarto del artículo 15 estableció medidas alternativas para el cumplimiento del 20 por ciento, las que deberán ser definidas por el Consejo de la Cultura. Este inciso no solamente es inconstitucional, sino que además, estaría generando un mecanismo de evasión del 20 por ciento, lo que convertiría a la ley en letra muerta. Además, es sorprendente que la norma transitoria fije la entrada en vigencia en dos años, un plazo desmesurado considerando la cantidad de años de tramitación que ha tenido esta iniciativa y las adecuaciones mínimas que tendría que ejecutar la industria. Pedimos que ésta Cámara de Diputados acepte las recomendaciones que hicimos como Comisión de Cultura para rechazar estas modificaciones, de manera que una comisión mixta pueda corregir y fortalecer el proyecto.
En definitiva, este es un proyecto de inmensa transcendencia para nuestro país. La promoción de la cultura es fundamental para el desarrollo nacional. Pero para ello, necesitamos de la cooperación de todos y todas, trabajando en conjunto por un Chile con una verdadera política cultural.
He dicho.
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