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- rdf:value = " REFORMA CONSTITUCIONAL SOBRE MODIFICACIÓN DEL SISTEMA DE REEMPLAZO DE VACANTES EN CUPOS PARLAMENTARIOS. Primer trámite constitucional. (Continuación).
El señor MONCKEBERG, don Nicolás ( Presidente ).- Corresponde continuar la discusión del proyecto de reforma constitucional, en primer trámite constitucional, iniciado en moción, que modifica el sistema de reemplazo de vacantes en cupos parlamentarios.
Antecedentes:
-La discusión del proyecto de ley contenida en el boletín N° 7935-07, se inició en la sesión 45ª, en 20 de junio de 2012.
El señor MONCKEBERG, don Nicolás ( Presidente ).- Tiene la palabra el diputado señor Pedro Browne.
El señor BROWNE.- Señor Presidente , estamos frente a un proyecto que mejorará la forma en que se producirán los reemplazos de vacantes en cupos parlamentarios en la Cámara de Diputados y en el Senado. La situación actual no corresponde a la realidad de nuestro país, que exhibe una democracia moderna y que ha avanzado en otorgar mayor participación en la definición de cargos de elección popular.
Cada vez que un parlamentario elegido por la soberanía popular pasa a desempeñar un cargo distinto, por ejemplo, en el gobierno o, bien, es inhabilitado, debe dejar vacante su cupo. En tal caso, creemos que la mejor fórmula para avanzar en esta materia debe ser la elección complementaria. Distinto es el caso cuando esa vacante se genera por muerte o por enfermedad grave del parlamentario. En ese escenario -fortuito, no deseado, fruto del azar-, resulta lógico mantener la correlación de fuerzas al interior del Congreso. Por ello, consideramos un buen camino que el partido político al que pertenecía el diputado o senador al momento de ser electo presente una terna ante la rama del Congreso que corresponda, lo cual obligaría a que, de alguna manera, los partidos generen un proceso interno de participación. De esa manera se evita que unas pocas personas decidan quién reemplazará al parlamentario fallecido o al que ha generado la vacante por enfermedad grave debidamente calificada.
En la actualidad, no se percibe que la opinión pública y la ciudadanía rechacen el reemplazo acordado por los respectivos partidos políticos en caso de muerte de uno de sus parlamentarios. Sin embargo, creemos que dar mayor participación al interior de los partidos será siempre positivo. Distinto es el caso cuando un parlamentario deja el Congreso para desempeñar, por ejemplo, un cargo en el Gobierno, o bien, cuando es inhabilitado por haberse configurado una incompatibilidad, o una inhabilidad, o cualquier otro ilícito constitucional establecido en la Carta Fundamental. En tales casos se produce una situación compleja no solo en la opinión pública, sino al interior del Congreso Nacional.
Muchos parlamentarios que han dejado su cargo no sólo han salido fortalecidos, sino que son muy bien evaluados como ministros, lo que, incluso, los lleva a perfilarse como posibles candidatos presidenciales. El problema queda radicado en el Congreso Nacional, por cuanto se cuestiona a los parlamentarios nominados en reemplazo de quienes dejaron la vacante. Incluso, su reelección se ve complicada, por cuanto esa forma de reemplazo no cae bien en la ciudadanía y no interpreta el sentir ciudadano. Por lo tanto, a todas luces, creemos que la elección complementaria es el camino más adecuado para solucionar esos casos.
Como Congreso Nacional, podemos discutir las diferentes fórmulas que se han presentado o se pueden presentar. Hay muchísimas que son bastante discutibles y razonables, pero lo que no podemos hacer es dejar a un lado el acuerdo en el que se está avanzando. Si buscamos la fórmula perfecta, lo más probable es que nunca lleguemos al sistema de reemplazo. Lo que está claro es que sobre la mesa tenemos un proyecto que es mucho mejor que el sistema de reemplazo de vacantes de cupos parlamentarios que rige en la actualidad, y que en gran medida resuelve una situación que no corresponde a una democracia como la que vive nuestro país.
Por lo tanto, debemos dejar a un lado las ideas propias, que muchas veces no se recogen en su totalidad en los proyectos, y avanzar hacia una fórmula consensuada, bastante transversal y que de alguna manera permite contar con un sistema de reemplazo más participativo, transparente y claro, que no solo va a dejar tranquila a la ciudadanía al elegir a sus reemplazantes en la eventualidad de que se necesite, sino que, también, va a dar mayor prestigio al Congreso Nacional.
Por eso, hago un llamado a aprobar el proyecto, con la indicación que hoy se ingresará -ha sido suscrita por varios diputados-, que busca acortar a un año el plazo en el que no se podrá reemplazar la vacante producida por un parlamentario. El texto -la materia se conversó en la sesión de 1 de agosto- propone dos años, lo que parece excesivo.
Por otra parte, el proyecto establece que, en caso de muerte, los independientes que van dentro de una lista y al alero de los partidos políticos, serán siempre reemplazados conforme a las reglas del inciso tercero letra a) del artículo 51 de la Carta Fundamental; es decir, por la misma vía que son reemplazados los militantes de partidos. De lo contrario, se puede producir una situación injusta, debido a que ese candidato, a pesar de ser independiente, resultó elegido con los votos, apoyo e infraestructura de los partidos políticos, no única y exclusivamente por sus capacidades o empatía con la ciudadanía como independiente.
Creemos que la indicación que presentaremos recoge las grandes dudas surgidas la semana pasada durante la discusión del proyecto. No veo mayor problema para que sea aprobada. No obstante, quiero insistir en algo que dije anteriormente: podemos buscar muchas fórmulas y discutir largas horas respecto de cuál podría ser el sistema perfecto, pero lo único claro es que si no apoyamos este acuerdo al que se arribó en el seno de la Comisión de Constitución para avanzar en este proyecto, quizás en un tiempo más, cuando algunos personeros de Gobierno dejen sus cargos para, legítimamente, postular al Congreso Nacional, nos deberemos ver enfrentados a una situación de reemplazo desde el Congreso, sin elecciones complementarias, lo que va a producir, nuevamente, una situación que no ha sido muy satisfactoria para la ciudadanía y que no le hace bien a nuestra democracia.
Por eso, creo que hay que apoyar este proyecto y avanzar en un sistema de reemplazo parlamentario más acorde a nuestros tiempos.
He dicho.
El señor MONCKEBERG, don Nicolás (Presidente).- Tiene la palabra el diputado Sergio Ojeda.
El señor OJEDA.- Señor Presidente , estamos en presencia de un proyecto que no reforma sustancialmente la Constitución Política, pero modifica una materia que es relevante en el ámbito ciudadano: el principio de representatividad y de soberanía nacional; esto es, la facultad que tienen los ciudadanos para decidir respecto de todo lo que signifique participación al interior del Estado. Se trata de modificar la Constitución, en el sentido de sustraer de los partidos políticos la facultad de designar a diputados o senadores en caso de vacancia de cupos parlamentarios y entregarla a la ciudadanía a través del mecanismo de elecciones complementarias.
Usamos muchos conceptos, como “democrático”, “régimen republicano y representativo”, “democracia representativa”, o “soberanía popular”. Con todo, la Constitución Política, no obstante contener ciertos preceptos o contenidos filosóficos en materia constitucional y democrática, adolece de ciertas imperfecciones. Una de ellas es no entregar a la ciudadanía el poder de elegir a diputados y senadores en el caso de producirse una vacante, por las circunstancias y motivos señalados en la iniciativa.
¿Cuál es el fundamento de esto? Entregar a quien corresponde -al pueblo- el derecho soberano de elegir. ¿Y por qué lo hacemos? Porque existe una crisis de representatividad, de legitimidad de poder, que no está entronizada en la base correspondiente. Hay necesidad de participación ciudadana, de que el Estado actúe dentro del estado de derecho con todas sus áreas plenas de democracia y de legitimidad. La soberanía popular debe ser ejercida directamente por los ciudadanos, como una manera de legitimar y dar participación al pueblo.
Por ello, estoy de acuerdo con reemplazar el inciso tercero del artículo 51 de la Constitución Política, en el sentido de realizar elecciones complementarias en caso de que se produzca vacante por condena judicial; por haberse configurado una incompatibilidad, una inhabilidad o cualquier otro ilícito constitucional establecido en la Carta Fundamental, o por haber asumido el diputado o senador un cargo de aquellos a los que hace referencia la norma contenida en el inciso segundo del artículo 59 de la Constitución. Este último caso es cuestionable, porque la ciudadanía elige a una persona para que ejerza el cargo de diputado o senador, no para que sea ministro o se desempeñe en un cargo distinto para el que fue elegido. Hace un tiempo, presenté un proyecto de reforma constitucional en tal sentido -debe estar por ahí-, el que debió haberse considerado en esta instancia.
El proyecto señala que si restare menos de dos años para la siguiente elección parlamentaria en el distrito o circunscripción en donde se ha producido la vacante, el parlamentario no será reemplazado. A mi juicio, ese plazo debe ser de un año. El plazo estipulado en el proyecto es muy largo para dejar vacante un cargo de diputado o senador.
Ahora bien, si la vacante se ha debido a muerte del parlamentario o a su renuncia por enfermedad grave debidamente calificada, el partido político al que pertenecía el diputado o senador al momento de ser electo deberá presentar una terna ante la rama del Congreso que corresponda. A mi juicio, es necesario uniformar criterios y proceder, en este caso, a realizar elecciones complementarias, tal como ocurre cuando se produce una vacante por condena judicial, por haberse configurado una incompatibilidad, una inhabilidad o cualquier otro ilícito establecido en la Constitución. Hay que tratar de no enredar más el tema y de no insistir en lo mismo, porque nuevamente estamos dando poder a los partidos políticos para que presenten ternas, en circunstancias de que es la ciudadanía la que debe elegir. El proyecto lo considero muy oportuno y viene a llenar este vacío de representación que existe en nuestra Carta Fundamental.
Sin embargo, sigue produciéndose este desequilibrio y este vacío en materia de representación ciudadana, por cuanto uno de los grandes problemas constitucionales que deben ser resueltos para que en nuestro país exista una real democracia, es decir, una verdadera participación de la ciudadanía, es el término del sistema binominal, tema al cual todos le hacen el quite. Cada vez que hablamos de reformas constitucionales, todos se refieren a cualquier otro tema, por ejemplo, a la prórroga del mandato presidencial, que no es relevante, menos a este, con el objeto de distraer la atención pública respecto de un asunto tan importante como es la modificación del sistema binominal.
Todo esto es producto de la presión ciudadana, de las movilizaciones que hoy recorren el país, pidiendo mayor participación y respuesta del Estado a sus demandas.
El proyecto es positivo y oportuno, en el sentido de que se sigue eliminando vacíos constitucionales relacionados con la falta de participación ciudadana. Ya fueron eliminadas las figuras de los senadores vitalicios y designados, pero aún falta abordar algunas materias, como las primarias -el proyecto se encuentra en el Senado-, el derecho a voto de los chilenos en el extranjero y la limitación de los períodos parlamentarios. Tal vez, habría sido mucho más efectivo presentar un proyecto estructural, de mayor contenido y amplitud. Durante los últimos 22 años, solo hemos parchado nuestra Constitución. Es cierto que se han llenado vacíos, pero no se ha concretado una representación ciudadana legítima y completa al interior de nuestro sistema institucional, a fin de dar mayor legitimidad a las autoridades elegidas y mayor participación a quienes decidirán en las próximas elecciones.
He dicho.
El señor MONCKEBERG, don Nicolás ( Presidente ).- Tiene la palabra el diputado señor Pedro Velásquez.
El señor VELÁSQUEZ .- Señor Presidente , estimados amigos y colegas, la democracia surgió de la idea de que si los hombres y las mujeres son iguales respecto de ciertos derechos, deben serlo en todo sentido. Somos muy pocos -podemos ser contados con los dedos de una mano- los que, durante todos estos años en democracia podemos citar, con conocimiento de causa, a Aristóteles, no solo porque supimos vencer los obstáculos del sistema electoral vigente en nuestro país, sino porque hicimos carne aquello de que el ciudadano común y corriente puede y debe construir el país donde quiere que crezcan sus hijos y sus nietos.
No podría decir la cantidad de veces que he escuchado decir -me imagino que a los colegas les habrá ocurrido lo mismo- que es imposible modificar el sistema binominal, así como también que si uno no firma por un partido político, las posibilidades de salir electo o reelecto, prácticamente, son nulas.
Como digo, este proyecto no llena las expectativas de todos los chilenos. Todos los que estamos aquí, de alguna manera, hacemos reparos al actual sistema y buscamos una fórmula lo más consensuada y equilibrada posible para el bienestar de nuestro país.
Lamentablemente, como el proyecto no cumple con estos objetivos, lo voy a votar nuevamente en contra, no por considerar que es malo o equivocado en su fondo, sino porque es aprensivo y retrógrado. ¿Hasta cuándo permitiremos que nuestra democracia sea protegida, contraviniendo la voluntad de los ciudadanos?
El sistema para reemplazar un congresista, sea diputado o senador, no debe ser otro que la consulta libre a los ciudadanos. Si se produce una vacante, sea cual fuere el motivo que la provoque, deben ser los electores del distrito o de la circunscripción, según corresponda, los llamados a llenarla. En una democracia sana, la decisión siempre debe recaer en las personas, nunca en un organismo sectorial, por legítimos que resulten sus argumentos. Si a alguno de los colegas se le ha olvidado, fueron los ciudadanos, de manera libre e informada, los que nos eligieron como sus representantes. Entonces, ¿quién mejor que ellos para decidir nuevamente? Todos debemos estar de acuerdo en esto, porque no podemos dejar que Chile se consolide como una democracia limitada y protegida, donde la opinión y el voto de las personas sean requeridos en algunas ocasiones y, en otras, desconocidos. Es decir, hablamos de democracia y de participación, pero somos nosotros mismos los que cerramos la puerta a una mayor participación de la gente.
Retomo las ideas de Aristóteles y cito textualmente el artículo 1° de nuestra Constitución -por cierto, hay que modificarlo-, que establece: “Las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos.”. Pues bien, todos debemos reafirmar el compromiso de avanzar hacia el perfeccionamiento de nuestra democracia, pero no para retroceder o para avalar un sistema que se ha alejado de las personas y de los ideales de quienes decidimos dedicarnos al servicio público.
Este proyecto no cumple con la expectativa de mejorar nuestra democracia, ni de lograr mayor participación ciudadana, porque les sigue dando más poder a los partidos políticos para designar y elegir. ¿Por qué el partido A -lo digo con mucho respeto- debe entrometerse en las elecciones del partido B? ¿Acaso esto no incentiva, por ejemplo, a que el Presidente de la República llame a ciertos parlamentarios a renunciar y a que se decida con antelación la terna que se presentará para su reemplazo? Consideramos que este no es un buen procedimiento. O somos democráticos a medias o somos completamente democráticos.
Reitero que este proyecto no cumple con los objetivos de mejorar nuestra democracia; por el contrario, restringe la libertad de participación de los chilenos. Por último -lo digo con mucho respeto-, vulnera los derechos de las personas que votaron por una lista determinada, porque ninguno de los integrantes de la misma, bien haya salido segundo o tercero, podrá llenar la vacante.
Por lo tanto, votaré en contra de la iniciativa, a fin de llegar a un consenso que permita mejorarla.
He dicho.
El señor RECONDO (Vicepresidente).- Tiene la palabra el diputado señor Mario Bertolino.
El señor BERTOLINO.- Señor Presidente , honorable Sala, en realidad, es atendible el hecho de que la Cámara de Diputados se haya preocupado de tratar de solucionar un problema que hoy nos aqueja y que está pendiente, relacionado con el sistema de reemplazo de las vacantes de parlamentarios, cualesquiera que sean las circunstancias en que estas se produzcan. En mi opinión, el proyecto no soluciona en forma adecuada esta situación.
En primer lugar, cuando se produce la vacante, sea por condena judicial o por el hecho de que el Presidente de la República designa a un parlamentario, por ejemplo, en el cargo de ministro , razón por la cual se genera una incompatibilidad y esta debe ser llenada, no comparto la idea de que si quedan menos de dos años -podrían ser solo 20 meses- el parlamentario no sea reemplazado. Eso no corresponde, porque la palabra democracia significa que debe haber representación, pues en este país nuestra democracia es representativa.
En segundo lugar, tampoco corresponde realizar una elección complementaria si nuestro sistema electoral es binominal, porque las elecciones complementarias son totalmente incompatibles con tal sistema. De esa forma, se estaría torciendo la nariz a la decisión que la ciudadanía haya tomado en relación con la elección de un candidato. Puede suceder que quien cae en esa situación sea del sector A, pero realizada una elección complementaria, perfectamente puede ser electa una persona del sector B, C o D. No comparto esa alternativa. Menos comparto que ante la muerte o renuncia de un parlamentario por enfermedad grave, el nombre del reemplazante deba ser resuelto por la Cámara de Diputados o por el Senado. ¿Qué tiene que ver nuestra decisión, como parlamentarios ya elegidos, con la que tomó la ciudadanía en un determinado distrito o circunscripción? Si estamos tratando de respetar a la ciudadanía y de hacer valer su participación, el proyecto en esta materia apunta en el sentido contrario. Lo más lógico sería que si en una determinada circunscripción sucede uno de estos casos, el partido presente los nombres a los militantes de esa circunscripción y ellos decidan. Tal vez, sería el único caso en que una elección complementaria resulta útil.
¿Por qué otras personas, con otros inte-reses, tendrían que tomar una decisión por sobre los votantes que eligieron al parlamentario que en un determinado momento no puede continuar desempeñando su cargo? Es una pregunta sin respuesta.
También es importante considerar que cuando los partidos deciden los nombres, lo hacen en función de una institucionalidad interna sustentada en la ley de partidos políticos. Acá no se está respetando esa ley, pues se fija otro sistema, lo cual no me parece correcto y no comparto. No corresponde que se designe en un cargo diferente a quien ha sido elegido por votación popular para desempeñar el cargo de diputado o senador. Eso es faltarle el respeto a la ciudadanía. Se podrá dar muchas explicaciones, muchas veces atendibles, y tal vez el bien superior de la nación en alguna oportunidad así lo haya exigido, pero no lo comparto.
Por las razones señaladas, anuncio mi voto en contra del proyecto.
He dicho.
El señor RECONDO (Vicepresidente).- Tiene la palabra el diputado Joaquín Tuma.
El señor TUMA.- Señor Presidente , después de escuchar algunas intervenciones me asisten dudas sobre este proyecto. Si bien hay un avance sobre la discusión acerca de cómo reemplazar a los parlamentarios que han producido la vacante por causal de muerte, enfermedad o incompatibilidad, es importante que la ciudadanía defina al reemplazante.
La iniciativa muestra algunos avances, pero, también, problemas, porque hace diferencia en cuanto a los mecanismos para llenar las vacantes. No estoy de acuerdo con ello, porque cualquiera sea la circunstancia por la que un parlamentario deje la Cámara, debería ser reemplazado por la vía de una elección complementaria.
Por otra parte, el período de dos años para no realizar elecciones complementarias para cubrir una vacante resulta muy largo. Debería establecerse un año.
Asimismo, no son los partidos políticos quienes deben elegir al reemplazante, sino los ciudadanos, a través de una elección complementaria. Siempre fue así en la vida democrática y republicana de nuestro país. Hoy, se busca cambiar esta norma y permitir que la partitocracia maneje un asunto que corresponde al soberano, al ciudadano. Es el pueblo el que debe reemplazar a los diputados que dejan su cargo.
Es muy relevante proveer las vacantes que se produzcan, porque estamos casi empatados. Si falta uno o dos diputados, los quorums se manejarían de distinta manera. Ello es vital para la permanencia de una democracia de verdad en esta Sala, ya que uno o dos votos son trascendentales.
Por eso, es menester que el proyecto vuelva a Comisión para su reformulación. Tal como está redactado, no estoy disponible para aprobarlo.
He dicho.
El señor RECONDO (Vicepresidente).- Tiene la palabra el diputado Alberto Cardemil.
El señor CARDEMIL.- Señor Presidente , debido al interés parlamentario y periodístico despertado por la iniciativa, quiero formular algunos comentarios que, en la medida de lo posible, fijen la posición de los diputados de Renovación Nacional, y la mía, como autor de la misma.
En primer lugar, hago presente que ya fue aprobada en general por la Cámara. Por lo tanto, ahora la estamos debatiendo en particular.
En segundo lugar, Renovación Nacional, como partido y como bancada, tiene un compromiso institucional, en el sentido de avanzar en el estudio de iniciativas para perfeccionar el sistema binominal, que conciten mayoría en la Cámara y en el Senado y que se traduzcan en leyes o normas válidas para las próximas elecciones parlamentarias. Ese es el esfuerzo que se ha estado realizando, institucionalmente, por el Presidente y la mesa del partido y, por el Presidente y la mesa de la Democracia Cristiana. Esperamos que coincidan y avancen, a fin de que luego se integre la Unión Demócrata Independiente, nuestros socios y amigos de la Alianza por Chile, en un esfuerzo común de perfeccionamiento electoral. Jamás nos hemos negado a eso y estamos avanzando.
En tercer lugar, del debate habido en esta Sala queda en evidencia que es fácil hablar sobre introducir reformas al sistema binominal y cambiarlo. Lo difícil es lograr un acuerdo en torno al sistema que lo reemplazará. En una norma, aparentemente tan sencilla como esta, que fija criterios de reemplazo en caso de que un parlamentario cese en el cargo, se advierte una serie de cuestiones y de planteamientos que hacen la solución mucho más difícil que la intención.
Dicho todo eso, quiero expresar que en esta materia concreta los diputados de Renovación Nacional no tienen una posición unánime. No es un tema que solo haya pasado por la comisión política del partido, sino una materia debatida desde mucho tiempo a esta parte. Nuestro compromiso es plantear avances, reformas que el país espera y que son de nuestro ánimo gatillar y motorizar.
Por lo tanto, es legítimo que existan diversas posiciones al respecto.
Patrociné y firmé el proyecto, posición que mantendré, después de observar un tema que resulta fundamental: el sistema de reemplazo de parlamentarios que existe es el peor que podamos imaginar y, por ende, debe ser cambiado. Por eso, voté a favor de la idea de legislar.
En segundo lugar, y de manera absolutamente clara, estuve dispuesto a avanzar para introducir en el sistema binominal una corrección en materia de reemplazo que incursiona en un sistema proporcional. Me pare-cía bien que si un Presidente de la República tomaba la decisión política de nombrar a un diputado o a un senador embajador o ministro , ello tuviera una consecuencia política. De igual manera, en el caso de diputados o senadores que cesaran en sus cargos por causal de inhabilidad, incompatibilidad, extinción de las condiciones jurídicas para ser electo en el cargo o por evidentes consecuencias políticas, ello debe producir como efecto la necesidad de reemplazarlo mediante elección complementaria. Es como una especie de sanción para el partido que llevó de candidato a alguien que incurrió en una causal de cesación en el cargo o por inhabilidad. Es una idea de saludable corrección que estoy dispuesto a mantener y a apoyar. Por eso, votaré favorablemente el proyecto.
Tengo algunas dudas respecto del sistema de reemplazo en caso de que un diputado o senador cese en el cargo debido a un motivo fortuito, por ejemplo, la muerte, causal muy sensible. Al respecto, se planteó que no será el partido el que proponga el reemplazo de ese diputado o senador, sino que este debe enviar una terna al Senado o a la Cámara de Diputados para que sean estas corporaciones las que finalmente decidan el nombre del reemplazante. Sin embargo, después de pensar el tema y escuchar distintos argumentos, no me queda claro que un diputado de Renovación Nacional que tenga que ser reemplazado deba requerir de los votos del resto de la Cámara, en este caso, de la Concertación, o viceversa, que en el caso de que un diputado o diputada que haya fallecido y que pertenezca a ese conglomerado deba requerir de los votos de Renovación Nacional o de la Alianza para ser electo. Me parece que es un tema que debemos revisar con mayor profundidad, al igual que el relativo a los candidatos independientes, que también debemos corregir.
Por lo tanto, de los tres elementos puntuales del proyecto, estoy a favor de la elección complementaria en el caso de cesación del cargo por razones jurídico-políticas. Respecto de las otras situaciones, tengo algunas dudas, especialmente en el caso de muerte de algún diputado o senador. Si se presenta alguna indicación, voy a pedir separación de la votación, a fin de pronunciarme a favor de la elección complementaria en caso de incompatibilidad, inhabilidad o cualquier otro ilícito constitucional, o por haber asumido el diputado o senador un cargo distinto para el que fue elegido. En el resto de los casos, me abstendré en espera de un mayor consenso.
Espero haber aclarado mi posición en esta materia. Es bueno subrayar que en esta última parte de mi intervención no he hablado como jefe de bancada, sino como simple diputado patrocinante del proyecto.
He dicho.
El señor RECONDO (Vicepresidente).- Tiene la palabra el diputado señor Marcelo Díaz.
El señor DÍAZ.- Señor Presidente , valoro un debate que, para suerte de nuestro sistema democrático, se produce luego del repudio ciudadano, manifestado a través de las redes sociales, como consecuencia de la masiva presencia de parlamentarios designados en esta legislatura, tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado. Sin ir más lejos, en mi región tenemos un senador designado, el señor Uriarte . Una vez le molestó que lo haya dicho, pero es la verdad. En realidad, da lo mismo la opinión que tenga de él; lo importante es señalar que se trata de un senador designado, es decir, de una persona que no fue elegida por los ciudadanos.
La molestia generada por mis dichos da cuenta de la existencia de un problema. Repito, al señor Uriarte no le gusta que le digan que es un senador designado; sin embargo, esa es su naturaleza: como diputado fue designado senador y ratificado como tal por la Cámara Alta. En consecuencia, como ya mencioné, no es un senador electo por la ciudadanía. En su momento, tampoco lo fueron quienes en legislaturas anteriores renunciaron a sus cargos para asumir cupos parlamentarios. Es el caso del colega Marcelo Schilling , quien ocupó una vacante por fallecimiento del titular, y del diputado Felipe Harboe .
Ahora bien, cuando uso el calificativo de designado, no lo hago con el objeto de denigrar a quienes hoy ostentan esa calidad parlamentaria, sino para que nos demos cuenta de que tenemos un problema de legitimidad, de diferencia de génesis. En el Senado y en nuestra Corporación existe un grupo inmensamente mayoritario de parlamentarias y de parlamentarios elegidos por decisión popular y, otro, de designados. No cabe duda de que estos últimos fueron elegidos a través de un procedimiento constitucional, pero, a final de cuentas, se trata de personas designadas en sus cargos.
En este período gubernamental, el Presidente de la República se encontró sin grandes talentos al interior de los partidos y en el mundo independiente, razón por la cual tuvo que recurrir a la experiencia de personas que ocupaban cargos parlamentarios. Al hacerlo, debió designar a otras para ocupar los cargos vacantes, lo que generó un repudio, incluso, de los parlamentarios de la Alianza, que presentaron una moción, con el objeto de intentar resolver el problema. Ello, finalmente, permitió instalar este debate.
A mi juicio, lo que se aprobó en la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia, de la que formo parte -mis votos fueron en esa dirección- no resuelve el problema de fondo, pues no se hace cargo del tema de la legitimidad de quienes deban reemplazar a un parlamentario o parlamentaria que por diversas razones no puede seguir desempeñando su cargo, ya sea por fallecimiento, por inhabilidad, por haber sido asignado a otro cargo o por la razón que sea. Esa legitimidad solo se resuelve por la vía de devolver la soberanía a quien corresponde, esto es al universo electoral del distrito o circunscripción que representa aquel que será reemplazado. Ello no está recogido en el proyecto en discusión, pues solo plantea el mecanismo de elección complementaria para un evento, cual es el caso de la inhabilidad sobreviniente como consecuencia de la designación de una persona en un cargo distinto del que desempeña. Es decir, resuelve solo el problema cuando el Jefe de Estado o de Gobierno llama a un parlamentario o parlamentaria a asumir un cargo ministerial, o lo designa embajador, que es el otro evento que podría ocurrir en tal hipótesis. En esos casos -repito- deberá convocarse a una elección complementaria. Ello me parece muy bien y constituye un avance. Es más de lo que hay, pero, insisto, no resuelve el problema de fondo.
Junto con el diputado Carlos Montes hemos presentado una indicación, en nombre del Partido Socialista, para hacer extensivo el mecanismo de las elecciones complementarias a cualquier causal que genere una vacante tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado. Eso es lo único que resuelve el problema. Da lo mismo si la inhabilidad se genera por desafuero, o porque el parlamentario es sometido a proceso, o destituido de su cargo, o convocado a las filas del Ejecutivo para formar parte del gabinete ministerial, o ha fallecido -hecho lamentable-, o porque su salud es incompatible con el ejercicio del cargo. En caso de que un parlamentario que ha sido elegido por la soberanía popular no puede continuar ejerciendo su función, lo que corresponde es devolver esa soberanía y la facultad plena de decisión a quien corresponde, esto es a los ciudadanos y ciudadanas del distrito o circunscripción al que pertenecía el parlamentario que ha cesado en su cargo. ¡Eso es lo que corresponde! ¡Digamos las cosas como son! Si queremos impedir que el Presidente de la República nombre ministros a parlamentarios, presentemos un proyecto de ley en esa dirección. En la práctica, el proyecto de ley solo produce el efecto de inhibir que el Presidente de la República convoque a un parlamentario o parlamentaria a formar parte de su gabinete, porque la elección complementaria que deba realizarse para generar el reemplazo puede alterar las mayorías que, en un sistema binominal, son muy precarias. Por lo tanto, en la práctica, no va a haber más vacantes que se generen como consecuencia de que un parlamentario sea nombrado ministro de Estado . Ese es el efecto práctico del proyecto sometido a nuestra consideración. Con todo, esos casos no fueron usuales sino hasta el nombramiento de Carolina Tohá. Antes de ocurrido ese hecho, las vacantes en cupos parlamentarios se generaron, en la mayoría de los casos, por causales de muerte, inhabilidad, y solo ahora último, por el hecho de que el Gobierno toma senadores para nombrarlos ministros y se designa a diputados para cubrir esas plazas.
Esto, para los ciudadanos, es una verdadera burla, porque se les dice: “Sabe, elija, pero si por alguna razón la persona que eligió debe abandonar su cargo, no se preocupe, pues nosotros, los partidos, a través del mecanismo que sea, solucionaremos el problema.”. Nunca le decimos al dueño de la pelota que ella le pertenece. ¡Son los ciudadanos los que eligen a los diputados y senadores! ¡De eso se trata un Parlamento!
Luchamos denodadamente para eliminar la figura de los senadores designados y vitalicios; sin embargo, ahora, de contrabando, aparecen estos nuevos designados. Como dijo el diputado Pedro Browne , no es casual que los tres senadores designados -dos partieron desde la Cámara de Diputados-, según las encuestas y comentarios políticos, tengan dificultades para reelegirse. Respecto de ellos se ha instalado una sensación que se nutre, en parte, de la falta de legitimidad.
Sin duda, se produjo un malestar social como consecuencia de la designación de los últimos ministros del gabinete del Presidente Piñera y de las vacantes generadas en el Senado y en la Cámara de Diputados, que dejaron, si mal no recuerdo, a más de medio millón de chilenos sin representantes. Me atrevo a decir más: creo que con medio millón me quedo corto, pues es necesario considerar las regiones Metropolitana, de Los Ríos y de Coquimbo.
Queremos decir bien claro que no importa la causal que genera la vacante: debemos, a todo evento, devolverle al soberano la facultad de designar al reemplazante de un parlamentario que no puede cumplir su mandato. Nuestra indicación va en ese sentido.
Según lo señalado en la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia, se alcanzó un acuerdo para acortar los plazos para convocar a elecciones complementarias. Respecto de esa materia, también presentamos una indicación. No nos parece razonable la versión original del proyecto, que establecía que si se generaba la vacante luego de transcurridos dos años, en el caso de la Cámara de Diputados, o seis años, en el caso del Senado, no había posibilidad de reemplazo. Nos parece que lo razonable es volver a lo que establecía la Constitución de 1925, es decir, salvo que reste menos de un año para la siguiente elección parlamentaria, el cargo debe ser provisto mediante elección complementaria. La idea es impedir que un distrito o una circunscripción permanezca sin representación parlamentaria por más de 365 días.
Entiendo que hay un acuerdo alcanzado sobre esa materia en la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia, que debería tener mayoría en la Sala. Nuestra indicación apunta en esa misma dirección.
Reitero que el principio que queremos salvaguardar dice relación con que la gente pide no más representación, sino más participación. La gente quiere ser protagonista; hoy es más interactiva en los medios de comunicación y también en la política. En efecto, es más interactiva no solo en las redes sociales, sino también en la política y en los asuntos públicos.
Por eso, el Congreso Nacional no puede entregar señales en la dirección inversa y ser tibio en cuanto a establecer canales más efectivos de participación.
Después de los niveles de prestigio alcanzados por la Cámara y el Senado, resulta preocupante que cuando podemos entregar una señal en el sentido de que ningún parlamentario se incorporará a la Cámara de Diputados o al Senado de la República si no es por decisión popular, adoptemos una decisión que apunta en la dirección contraria.
Por lo tanto, los socialistas vamos a apoyar la elección complementaria como el único y legítimo mecanismo para el reemplazo de cualquier parlamentario o parlamentaria que no pueda cumplir con su mandato.
He dicho.
El señor RECONDO (Vicepresidente).- Tiene la palabra el diputado señor Hugo Gutiérrez.
El señor GUTIÉRREZ (don Hugo).- Señor Presidente , el sistema de reemplazo de las vacantes parlamentarias no puede ser un traje a la medida del sistema electoral binominal, sino que debe ser una oportunidad para ejercer la soberanía popular y, conceptualmente, construir un camino hacia la profundización democrática, hacia una mayor participación ciudadana.
Sin duda, la posibilidad de realización de elecciones complementarias establecidas en el proyecto en estudio es un paso significativo y relevante, que pone el acento en los grandes desafíos que la democracia chilena tiene pendiente desde hace más de veinte años.
Queremos hacer tres alcances.
Primero, el artículo 5º de la Constitución Política se refiere a la soberanía; pero no señala que ella resida en el pueblo, sino en la nación. Es decir, la soberanía popular no es relevante para la Constitución de 1980. Agrega que su ejercicio se realiza por el pueblo a través del plebiscito y de elecciones periódicas que, tratándose de las parlamentarias, se rigen por el sistema binominal.
En suma, el pueblo tiene una soberanía restringida; en nuestra Constitución ni siquiera existe la revocabilidad; es decir, la posibilidad revocar el mandato de aquellos que no cumplen con ese precioso encargo que les ha conferido el pueblo.
Reitero, la Constitución limita la soberanía popular y refuerza la soberanía nacional. Esto lo planteo a modo de constatación, para que nadie se moleste.
El proyecto de ley pretende mitigar esa carencia en materia de ejercicio de la soberanía por el pueblo, al establecer la posibilidad de realización de elecciones complementarias como medio para proveer el reemplazo de parlamentarios.
Sin embargo, mientras exista el sistema binominal, parece no tener sentido discutir un mecanismo de reemplazo, porque si existiera una elección complementaria, se llevaría a cabo dentro del contexto de este sistema electoral; o sea, mediante un tipo de elección mayoritario. Si existiera una elección proporcional o algo semejante, se podría idear un sistema de suplencia y/o reemplazo coherente con un diseño democrático plural, participativo y no discriminatorio. De lo contrario, es un sistema que fosiliza el sistema electoral binominal.
La crítica a los partidos políticos, tan frecuente en los discursos de carácter gremial, más que poner una sana inquietud sobre el estado de la política, expresa el milenario temor de la Derecha política a la profundización de la democracia. Cuando en Chile se avanzó en la construcción democrática, sin duda se fueron perdiendo los privilegios de unos pocos, que hasta el día de hoy tienen.
Segundo, el proyecto en estudio establece una distinción sobre las causas de reemplazo, con el objeto de justificar el traslado de parlamentarios al Gobierno. A lo dicho podemos agregar que pronto ministros de Estado saldrán del Gobierno para ser candidatos a parlamentarios.
Estas distinciones son relevantes, pero no importantes. Son relevantes por el tema de la renuncia. Reconozcamos que la renuncia es inviable en la legislación actual; pero es posible que un parlamentario sea requerido por el Gobierno, por ejemplo, para desempeñarse como ministro de Estado , en desmedro de la voluntad popular que lo hizo parlamentario. A mi juicio, lo correcto sería que renunciara a su cargo como diputado o senador antes de asumir como ministro . En estricto rigor, el parlamentario ejerce una función para la que fue elegido, no designado, y, por lo tanto, representa una voluntad distinta de la de él: la de los ciudadanos que lo eligieron.
He aquí el fiel reflejo del problema del mandato que encierra la representación parlamentaria. En efecto, si un parlamentario es llamado a ocupar un cargo en el gobierno, tiene la opción de renunciar a ese mandato y dejar de ser diputado o senador.
El principio que debe imperar es el de la representación popular, porque la ciudadanía tiene una especie de propiedad indivisible sobre el cupo del determinado distrito o circunscripción. En consecuencia, a nuestro entender la regla general es que cuando se produce una vacante, siempre deben llevarse a cabo elecciones complementarias.
Tercero, la excepción debe ser determinada por el factor tiempo; lo que se debe evaluar en ese caso es la proximidad de la siguiente elección. Por esa razón, nos parece un exceso el plazo fijado en la disposición que establece que “si restare menos de dos años para la siguiente elección parlamentaria en el distrito o circunscripción en donde se ha producido la vacante, el parlamentario no será reemplazado”, toda vez que eso constituye una limitación muy importante al ejercicio del voto y a la elección del representante. Ese asiento electoral queda sin representación solo porque algunos partidos -los que más critican al resto de las colectividades- se oponen al ejercicio de la democracia. Incluso más, ese tiempo debería ser el menor posible, más aún si se trata de elecciones primarias.
Por lo tanto, en aras de construir un acuerdo representativo, creemos que lo correcto y prudente sería que dicha norma estableciera que no existirá reemplazo si restare menos de un año para la siguiente elección parlamentaria en el distrito o circunscripción de que se trate.
Por último, la exigencia social es que exista soberanía popular, es decir, que el pueblo decida sobre el reemplazo de parlamentarios, pues estos son simples mandantes de un pueblo que aún espera ejercer sus derechos.
He dicho.
El señor RECONDO (Vicepresidente).- Tiene la palabra el diputado señor Pepe Auth.
El señor AUTH.- Señor Presidente , entiendo que el proyecto en discusión, iniciado en moción, es una suerte de preacuerdo entre algunos miembros de la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia para encontrar un punto en común entre posiciones distintas.
La iniciativa en debate es positiva, pues una vez que sea ley de la república, desincentivará la práctica que personas elegidas con los votos del pueblo, pasen a ocupar cargos de otra naturaleza, con lo cual se pierde por completo el compromiso que contrajeron con sus electores al momento de ser elegidos.
Sin embargo, el problema existente se podría resolver de una manera bastante más simple: mediante el establecimiento del carácter irrenunciable de la condición de parlamentario, de modo que diputados y senadores no pudieran ejercer cargos distintos luego de contraer el compromiso de representar al pueblo en el Congreso Nacional.
Me gusta, porque desincentivará esa conducta, sin perjuicio de que -reitero- hay maneras más eficaces de hacerlo. Sin embargo, no me agrada que se legisle desde el punto del vista de la preocupación por los parlamentarios en lugar de hacerlo sobre la base de la preocupación por la soberanía popular; es decir, de la gente que deja de tener en el Congreso Nacional un representante elegido con sus votos. Eso ocurrirá cuando se trate de proveer vacantes de parlamentarios que mueran durante el ejercicio de su cargo o que deban renunciar debido a una enfermedad grave debidamente calificada. En esos casos, según el proyecto en discusión, regirá otro mecanismo de reemplazo de la vacante, que dejará buena parte de la decisión en manos del partido político al cual pertenecía el parlamentario al momento de ser elegido.
No me gusta la idea de que los partidos propongan una terna ante la rama del Congreso Nacional que corresponda, y que nosotros, los parlamentarios, en virtud de no sé qué atribución, tengamos que decidir qué candidato de esa terna será el más apropiado para representar a los electores o, en ese caso, al partido en cuestión.
Tampoco me gusta que se limite la competencia. Eso ocurrirá al eliminar la posibilidad de que, por ejemplo, en una elección complementaria para reemplazar a un senador, pueda competir un diputado en ejercicio. ¿Quiénes pueden estar en mejores condiciones de competir en una elección complementaria para reemplazar a un senador que ha muerto o que ha sido nombrado ministro , que los diputados de los distritos que integran la circunscripción en la que se ha producido la vacante? Por lo tanto, esa disposición responde a la actitud autodefensiva de que, en lo posible, las cosas sigan siendo como son.
A mi juicio, en la intervención del diputado señor Bertolino quedó expresada la esencia del sistema binominal: la cultura del empate. Sobre la base de lo que él planteó, no debería haber elecciones complementarias, porque estas, por definición, dirimen. De acuerdo con lo que él señaló, ese tipo de elecciones dirimirían de manera artificial, porque serían uninominales -se elegiría un solo parlamentario-, con lo cual se rompería el empate. Cuando regía el sistema proporcional y se aplicaba el sistema de reemplazo que hoy se quiere reponer, si un sector elegía tres parlamentarios y otro elegía uno, pero este último -que representaba a la minoría- fallecía durante el ejercicio del cargo, se llevaban a cabo elecciones complementarias, tras las cuales el sector mayoritario pasaba a tener cuatro representantes y el minoritario se quedaba sin ninguno.
Las elecciones son para dirimir; su esencia es que sirven para construir y expresar mayorías. Por lo tanto, no hay ninguna razón lógica para lo que propone el proyecto, en el sentido de que si la vacante se ha debido a la muerte del parlamentario o a su renuncia por enfermedad grave debidamente calificada, no se entregue a la soberanía popular el poder para elegir su reemplazante.
Francamente, creo que en la discusión de la iniciativa hay que preservar dos valores. Primero, se debe terminar, por completo, con la posibilidad de que haya diputados y senadores designados, y segundo, se debe devolver la soberanía al pueblo, mediante el establecimiento de elecciones complementarias.
Por último, quiero señalar que me parece excesivo el plazo que se propone en la iniciativa, que establece que “si restare menos de dos años para la siguiente elección parlamentaria en el distrito o circunscripción en donde se ha producido la vacante, el parlamentario no será reemplazado.”. Creo que habría que efectuar elecciones complementarias en todos los casos, salvo cuando restare menos de un año para la próxima elección parlamentaria, caso en cual estimo que lo lógico y lo apegado a principios sería dejar ese cargo desierto.
En consecuencia, en las condiciones actuales, tal como está planteado el proyecto, anuncio mi voto en contra.
He dicho.
El señor RECONDO (Vicepresidente).- Tiene la palabra la diputada señora Denise Pascal.
La señora PASCAL (doña Denise).- Señor Presidente, luego de escuchar diferentes planteamientos en materia de reemplazo de parlamentarios, creo que podemos separar dos situaciones.
En primer lugar, cuando una persona es elegida como parlamentario -senador o diputado -, creo que no se debe permitir su traslado a cumplir función alguna en el gobierno de turno, cualquiera que sea su color político, porque al hacerlo se cambia la voluntad soberana del pueblo.
En algunas ocasiones, dicha voluntad soberana ha sido considerada de poco valor, situación que ha llevado a que en la actualidad, el Congreso Nacional sea calificado con una nota bajísima en materia de reconocimiento ciudadano.
Para proveer las vacantes de diputados y senadores se han buscado diversos caminos legales, lo cual, a mi juicio, es una forma de torcer la decisión de la voluntad popular, práctica que nos ha ido alejando del reconocimiento ciudadano.
La reforma constitucional de 2005 estableció con claridad que “Las vacantes de diputados y las de senadores se proveerán por el ciudadano que señale el partido político al que pertenecía el parlamentario que produjo la vacante al momento de ser elegido.”. Creo que el establecimiento de esa disposición fue el primer gran error que cometimos, porque el pueblo debe elegir a sus representantes. Hoy, cuando se produce una vacante, el parlamentario es reemplazado por la persona que decida la cúpula de su partido.
La iniciativa en estudio propone que, en caso de que la vacante se deba a muerte o renuncia del parlamentario por enfermedad grave, su partido político presente una terna ante el Senado o la Cámara de Diputados, según corresponda, para que la respectiva rama del Congreso Nacional se pronuncie en el plazo que se establece y elija al reemplazante, luego de lo cual se debe comunicar al Tribunal Calificador de Elecciones para que este lo proclame como nuevo parlamentario. Eso se llama “dedocracia”, la democracia a dedo, y en este período es cuando más se ha practicado. Como se sabe, senadores dejaron sus cargos para ser ministros y fueron reemplazados por diputados. Estos, a su vez, fueron reemplazados por personas -muchas veces, ni siquiera conocidas en el distrito correspondiente- designadas por su partido político. Entonces, uno ve cómo la democracia se va alejando de la ciudadanía, lo que es nefasto para todos. La voluntad popular representa la posibilidad de elegir a través de una manifestación individual: el voto. Pero esa manifestación también es colectiva. Ella nos trae acá -a la Cámara o al Senado-, para trabajar en la elaboración de iniciativas legislativas que abordan temáticas desde el punto de vista del país, pero también de las zonas a las cuales representamos, cuyos ciudadanos nos eligieron. Eso es lo que hemos pasado a llevar; eso lo que hemos roto con el actual sistema de reemplazo de parlamentarios.
Este proyecto representa un avance: posibilitar el reemplazo por medio de elección complementaria. Sin embargo, no concuerdo con el plazo que se establece. A mi juicio, el parlamentario respectivo no debería ser reemplazado cuando restare menos de un año para la siguiente elección. Pero no puede ser que diferenciemos según si la vacante tiene su origen en renuncia por enfermedad o si ella se motivó por el nombramiento del parlamentario para cumplir otras funciones; eso no debe pasar. Cuando alguien deja de ser diputado o senador, por enfermedad, fallecimiento, debido a problemas con la justicia o porque pasa a cumplir otras funciones en el gobierno -lo cual no me parece-, tiene que ser reemplazado por medio del ejercicio de la soberanía popular en el distrito o la circunscripción de que se trate. De esa manera vamos a respetar la participación ciudadana. En varias oportunidades -no solamente con ocasión de los reemplazos de parlamentarios- hemos roto ese principio. Parte del bajo prestigio del Senado y de la Cámara de Diputados se debe a que se han ido desligando del ejercicio de la democracia, que se expresa mediante la voluntad popular, la voluntad del ciudadano para manifestarse en diferentes instancias. El camino que hemos adoptado, de reemplazo parlamentarios por la persona que designe el respectivo partido político, nos ha ido alejando del ejercicio de la democracia. Esa es una de las cosas que hoy reclama la ciudadanía: una participación mucho más directa y concreta.
Señor Presidente, si bien este proyecto, como otros que hemos tratado, da un barnicito, es malo porque no cumple con lo que correspondería: el establecimiento de la elección complementaria como mecanismo de reemplazo a todo evento, independientemente de la causa por la cual alguien, que fue elegido por el pueblo, deja de ser parlamentario.
Debemos legislar en el sentido de que quienes asuman como parlamentarios cumplan su período, es decir, que no puedan ser llevados a cumplir funciones de gobierno. Eso es reírse en la cara del pueblo, porque, al final, el gobierno o el respectivo partido político son los que mandan. Debemos entender que estamos acá por la voluntad del pueblo que nos eligió, y, por lo tanto, dentro de nuestras posibilidades, debemos cumplir con nuestro período como parlamentarios. A mi juicio, solo el fallecimiento o la enfermedad, son causales superiores que justifican su reemplazo.
Insisto en que estoy en contra de que el gobierno destine a parlamentarios a cumplir otras funciones, por ejemplo, como ministros, embajadores, etcétera. Además, como dije, cuando exista una vacante, siempre deben llevarse a cabo las elecciones complementarias, salvo cuando restare menos de un año para la siguiente elección. Por último, en ningún caso el reemplazo debe surgir de una troika o de nombres propuestos por los respectivos partidos políticos, por cuanto ello, repito, rompe la democracia y la voluntad del pueblo.
Vamos a ver cómo vamos a votar este proyecto. A veces, algo es mejor que nada. Pero, con algunas disposiciones del proyecto estamos alejándonos del verdadero sentido de la democracia, que se manifiesta mediante la expresión de la voluntad de nuestro pueblo.
He dicho.
El señor RECONDO (Vicepresidente).- Tiene el uso de la palabra el diputado señor Germán Becker.
El señor BECKER.- Señor Presidente , no creo que la impopularidad del Congreso Nacional se deba solamente a que no avanzamos en la profundización de la democracia. Es importante seguir avanzando en eso; pero hay muchos otros temas por los cuales la ciudadanía nos tiene con tan baja popularidad -por lo demás, en la mayoría de los parlamentos pasa lo mismo-, por ejemplo, porque no nos ponemos de acuerdo respecto de proyectos importantes o porque ella quiere vernos trabajar juntos por Chile y, a veces, los intereses partidistas son más transcendentes que el país. Además, si fuera por eso, deberíamos ir subiendo nuestra aprobación, porque en los últimos años, durante el gobierno del Presidente Piñera, es cuando más se han tramitado y promulgado legislaciones que profundizan la democracia. Así, por ejemplo, tenemos el proyecto sobre inscripción automática y voto voluntario, muy deseado por la ciudadanía, que ya es ley de la república y se aplicará en las próximas elecciones; el proyecto de primarias voluntarias y vinculantes, próximo a aprobarse; el proyecto que establece la elección directa de consejeros regionales -lo votaremos mañana en la Sala-, que también es un avance en la profundización de la democracia, y el proyecto, aprobado en la Comisión de Gobierno Interior, referido a los plebiscitos comunales, para entregar más poder a los ciudadanos.
Reitero, hemos avanzado mucho al respecto, pero, la popularidad del Congreso Nacional no ha subido nada. Por lo tanto, no veo una relación tan directa como la que plantearon los señores diputados que me antecedieron en el uso de la palabra; no creo que ese sea el problema. Sin embargo, reitero, es importante seguir avanzando.
Señor Presidente, básicamente este proyecto presenta dos formas de reemplazo, dependiendo de la causal que origine la vacancia. En verdad, soy bastante crítico de ambas formas de reemplazo.
En primer lugar, si la causal es por muerte del parlamentario o por renuncia por enfermedad grave, el respectivo partido político deberá presentar una terna ante la rama del Congreso Nacional que corresponda, para que esta elija al reemplazante. Ese mecanismo me parece bastante extraño -en eso coincido con el diputado Auth -, porque es ilógico que diputados de otras bancadas decidan quien reemplazará a un diputado de un partido político diferente. No me parece una fórmula clara y correcta. Por lo tanto, creo que el lobby que se producirá será fantástico, toda vez que en los partidos existen diferentes tendencias. En este caso, reitero, habrá un lobby tremendo, justamente con parlamentarios de un color político diferente, lo cual no es lógico.
En segundo lugar, si la vacante se produce a raíz de una condena judicial o porque el gobierno nombra al parlamentario en algún cargo, por ejemplo, de embajador o de ministro , el proyecto establece que se procederá a realizar una elección complementaria. Se dice que lo más democrático es que el pueblo decida. Sin embargo, entiendo que los sistemas electorales transforman votos en escaños: a tal cantidad de votos, tal cantidad de escaños. Mientras más proporcional sea la cantidad de votos y la cantidad de escaños que obtenga tal o cual partido, mejor es. En este caso, estamos haciendo algo distinto, porque el sistema electoral binominal que tenemos, o cualquier sistema proporcional -el binominal es un sistema proporcional de dos-, por ejemplo, de cuatro o de cinco, en mi opinión no puede reemplazarse -lo hallo ilógico- por un sistema mayoritario, porque, de hacerlo, lo más probable es que distorsionemos la voluntad popular, en circunstancias de que es lo que queremos resguardar.
Los alcaldes son elegidos por un sistema mayoritario. En consecuencia, si uno fallece o renuncia por enfermedad, lo lógico es que su reemplazante sea elegido por medio de una elección complementaria, con el mismo sistema mayoritario; ahí no hay ninguna distorsión. Sin embargo, no me parece correcto hacer lo mismo en caso de necesidad de reemplazo de parlamentarios.
Si la idea de los autores del proyecto es inhibir a los gobiernos de nombrar ministros de entre diputados o senadores, creo que lo mejor sería, lisa y llanamente, no permitir esa situación; pero no estoy de acuerdo con hacer esta vuelta que me parece ilógica e innecesaria.
Voy a presentar una indicación -me parece importante, sobre todo pensando en la gente de regiones-, a fin de establecer la obligación de que los representantes de los diputados que murieren o renunciaren a su cargo por enfermedad grave, tengan residencia en la región a la que pertenece el distrito de quien deja la vacante. La indicación se referirá solo al reemplazo de diputados, pues a los senadores no se les exige residencia. La indicación dice lo siguiente: “Además, en caso de reemplazar a un diputado de la República , deberá acreditar su inscripción en los registros electorales de la región correspondiente al distrito electoral que representará al momento de originarse la renuncia del otro diputado .
Me parece importante para la gente de regiones, pues, a veces, vemos que se reemplaza a diputados con personas que no pertenecen a la respectiva región, que no saben de ella y que no tienen mucho interés en participar en su desarrollo. Por lo tanto, para el caso de los diputados, me parece importante que la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia apruebe esta indicación que firmamos con el diputado Auth .
He dicho.
El señor RECONDO (Vicepresidente).- Tiene la palabra el diputado señor Jorge Sabag.
El señor SABAG.- Señor Presidente , quiero señalar que yo creo en la resurrección de los muertos, pero no creo que sea bueno resucitar las elecciones complementarias.
Las elecciones complementarias cumplieron una función en nuestra historia política y, posteriormente, fueron derogadas de nuestro sistema, por todos los efectos de distorsión que produjeron, sobre todo en las elecciones presidenciales. Me refiero a la elección que tuvo lugar en el Tercer Distrito de Santiago, el 23 de marzo de 1958, en que fue elegido don Enrique Edwards Orrego , liberal, con lo que se evidenció la posibilidad cierta de que fuera elegido Presidente de la República el candidato Jorge Alessandri , lo que provocó la formación de un pacto parlamentario entre los partidos Demócrata Cristiano, Socialista, Comunista, Agrario Laborista y Radical, denominado Bloque de Saneamiento Democrático o “Tocoa” -todos contra Alessandri-, que, con el asentimiento del Presidente Carlos Ibáñez , modificó la ley de elecciones; y a la elección del 15 de marzo de 1964, para diputado por la agrupación departamental de Curicó y Mataquito , conocida como “el naranjazo” de Curicó, en que, al ser elegido Oscar Naranjo , socialista, apoyado por el candidato presidencial Salvador Allende, provocó el apoyo de los partidos de Derecha al candidato Eduardo Frei Montalva, el retiro del precandidato Jorge Prat y la postulación del candidato Julio Durán .
La historia política es muy interesante en este aspecto.
Creo que si queremos en realidad terminar con esta costumbre de que un Presidente de la República designe a un parlamentario en ejercicio como ministro de Estado -lo cual, a mi juicio, distorsiona el principio de la soberanía popular, que radica en el pueblo y se manifiesta en elecciones periódicas-, tenemos que modificar el artículo 59 de la Constitución, que establece lo siguiente: “Ningún diputado o senador, desde el momento de su proclamación por el Tribunal Calificador de Elecciones puede ser nombrado para un empleo, función o comisión de los referidos en el artículo anterior.”. En consecuencia, la referida modificación debería agregar que el Presidente de la República no podrá, en caso alguno, designar como ministro de Estado , intendente, gobernador o en cualquier otro cargo público a un parlamentario en ejercicio desde el momento de su proclamación por el Tribunal Calificador de Elecciones.
En algunos días más, otros colegas vamos a presentar una iniciativa en ese sentido, porque creemos que, por muy importante que sea la primera autoridad de la nación, es decir, el Presidente de la República , el soberano, el pueblo, no puede ser pasado a llevar.
Esto ocurrió una vez durante el gobierno de la Presidenta Bachelet , cuando se designó ministra a la entonces diputada Carolina Tohá , y ha ocurrido cuatro veces en este Gobierno, cuando se designó como ministros de Estado a los entonces senadores Andrés Chadwick , Andrés Allamand , Pablo Longueira y Evelyn Matthei , lo cual provocó que se tuviera que designar correlativamente a los parlamentarios que los reemplazaron.
Creo que debe terminarse con esta costumbre, que no está expresamente establecida en la Constitución. Uno de los pilares de nuestra democracia es la separación de los poderes del Estado, por lo tanto, la intervención de un poder en otro debe ser mínima y, cuando existe, debe ser de derecho estricto. No hay texto expreso que faculte a hacer lo que se ha hecho, sino que se ha utilizado un subterfugio constitucional. Por consiguiente, más que establecer la elección complementaria, debemos terminar con una costumbre que violenta la soberanía popular.
En relación con el proyecto que nos ocupa, el sistema de elecciones que tenemos como muy bien dijo el diputado Auth , no es democrático, y la idea es preservar su espíritu democrático. En estricto rigor, él tiene toda la razón, en el sentido de que cada vez que se produzca una vacante, debe haber una elección y pronunciarse nuevamente el soberano. ¡Esa es la regla! Pero creo que, pese a ser excepcional la vacancia de parlamentarios -lo será aún más cuando cerremos la posibilidad de que el Presidente de la República pueda nombrar a ministros de Estado de entre los parlamentarios-, debe buscarse una solución mucho más económica -en el más amplio sentido de la palabra- para su reemplazo. ¿Por qué digo económica? Primero, porque una elección complementaria significa un costo económico, y a nuestro país no le sobra la plata; por eso estamos haciendo una reforma tributaria. Por lo tanto, creo que el Estado no debe incurrir en nuevos gastos.
Segundo, la historia política -es interesante recordarla solo mencioné dos casos- es pródiga en casos que indican que las elecciones complementarias producen una alteración, una distorsión al normal desarrollo de la actividad de gobierno. De hecho, en la Octava Región tuvimos la posibilidad de contar con una pequeña muestra, antes de que falleciera el entonces alcalde de Talcahuano, don Leocán Portus . En un hecho inédito, el Tribunal Electoral declaró nula la elección. No voy a recordar las circunstancias de esa declaración de nulidad; pero, reitero, en un hecho inédito en nuestra historia política, obligó a repetir una elección municipal, y todos fuimos testigos del desfile de ministros y parlamentarios que fueron a Talcahuano; es decir, se produjo una enorme alteración. Por lo tanto, si pensamos en una elección senatorial o de diputado , evidentemente el gobierno de turno tendrá la posibilidad de intervenir, los parlamentarios se distraerán de su normal labor legislativa y, por cierto, los ministros de Estado también se centrarán en el respectivo distrito o circunscripción. Creo que es necesario evitar esa situación.
También creo que hay que molestar lo menos posible al soberano. Los electores deben pronunciarse para elegir Presidente de la República y parlamentarios en un solo acto. Eso es lo normal, esa es la regla general. Hacer una elección cada vez que se produzca una vacante incomodará al elector. Si hiciéramos un encuesta y preguntáramos a los electores si es necesario hacer elecciones complementarias, no me cabe duda alguna de que preferirían seguir con su vida de la forma más normal posible y pronunciarse, en los hechos, cada cuatro años para elegir diputados, y cada ocho años para elegir senadores, y no llegar a una situación que alterará su vida normal.
Hay que buscar un sistema -en esto coincido nuevamente con el diputado Auth - que, aunque no democrático, ante una situación excepcional, por lo menos, sí podamos tolerar. Así, por ejemplo, si la vacante se ha debido a fallecimiento o cesación en el cargo, el partido político al cual pertenecía el parlamentario al momento de ser elegido, podría presentar una terna ante la cámara que corresponda, de manera que este elija al reemplazante.
En las actas oficiales de la Comisión de Estudio de la nueva Constitución Política de la República, cuyo trabajo sirvió de base para la redacción de la Carta Fundamental del 80, se lee lo siguiente: “El señor Guzmán dice que la Subcomisión estimó que no deben existir elecciones extraordinarias… y que la propia Cámara debe designar al reemplazante,…”. “A su juicio, esto tiende a robustecer el criterio de “Cámaras de mayoría” sugerido por el señor Carmona y que la Comisión hizo suyo. Reitera que, en todo caso, deben evitarse las elecciones parlamentarias extraordinarias”. Agrega que “el hecho de que la Cámara pueda llenar directamente una vacante tiene la ventaja de que permitiría el acceso de personas que nunca podrían hacerlo por medio del sufragio universal, y tendería, además, al fortalecimiento del sistema mayoritario”. Lo mismo pensaban los señores Ortúzar , presidente de la Comisión ; Carmona , Alejandro Silva Bascuñán y otros, porque ellos vivieron en carne propia lo que ocurría con las elecciones complementarias. Nosotros somos de otra época, por lo cual no nos ha tocado presenciar una; pero, reitero, alteraban de tal manera la normalidad, que participaron en la redacción que los comisionados de esa Constitución -no democrática, pero que sirve para analizar el fondo del debate- consideraron que, tras la experiencia vivida en el pasado, había que evitar las elecciones complementarias.
Me pregunto para qué hacer las cosas difíciles, cuando las podemos hacer fáciles. Si bien estamos hablando de un sistema no democrático, de una excepción al sistema democrático, a mi juicio lo que procede es que, el partido político al cual pertenecía el parlamentario causante de la vacancia, presente una terna a la cámara respectiva, para que esta se pronuncie sobre la elección del reemplazante.
Para el caso de los independientes, hay que promover que se arrimen a buen árbol y que postulen integrando lista en conjunto con uno o más partidos políticos, de manera que, producida la vacante, también puedan ser reemplazados con el mismo procedimiento. La idea es no discriminar a los independientes.
No es un tema pacífico, pero sí muy interesante, que requiere debate. Todas las opiniones son respetables para perfeccionar nuestro sistema; pero, a mi juicio, antes que todo, tenemos que terminar con una mala costumbre que se instauró, consistente en que los presidentes de la República actúen como monarcas, en el sentido de que saquen peones del Congreso Nacional para ponerlos en su gabinete.
He dicho.
El señor RECONDO (Vicepresidente).- Tiene la palabra el diputado señor Alberto Robles.
El señor ROBLES.- Señor Presidente , no hace muchos años debatimos en esta Sala la modalidad de reemplazo de los parlamentarios. En esa oportunidad, entre otras modificaciones a la Constitución, introdujimos una para permitir que el partido político en que milita el parlamentario elegido por el pueblo, pero que deja el cargo, por ejemplo, para asumir responsabilidades en el gobierno, designe directamente al reemplazante. Dicha práctica ocurrió en el gobierno pasado con la entonces diputada Carolina Tohá , y continuó en este Gobierno, con cuatro senadores que ahora son ministros.
La forma de reemplazo que elegimos en esa oportunidad -la designación directa del reemplazante por el partido político al que pertenecía, al momento de ser elegido, el diputado o senador que produce la vacante- parecía razonable, en el entendido -como ocurre en otros países- de que se reforzaba a los partidos políticos, de que se elegía a una persona que representaba una idea, una visión de sociedad en el Congreso Nacional, y no su visión personal. Ello, por cuanto el reemplazante es elegido en su momento, por las visiones políticas que representa.
Sin embargo, tras los últimos cambios experimentados en esta materia, la ciudadanía expresó que este sistema de reemplazo de parlamentarios no es bueno. Todas las opiniones coinciden en que, al reemplazar a un parlamentario elegido por alguien designado por el respectivo partido, al final se termina con un diputado o senador designado. Lo peor es que, a veces, el elegido por el partido es visto con otra mirada en la región o distrito que representará. Esto ocurrió, por ejemplo, con el actual presidente de Renovación Nacional , toda vez que en la región a la cual pasó a representar, militantes de ese partido de gobierno no estaban de acuerdo con su nominación. Incluso más, dicha designación originó la renuncia de un diputado al partido.
Por eso, me llama la atención la forma como viene el proyecto de la Comisión. Si queremos reformar el sistema, hagámoslo -presentamos indicaciones, pero fueron rechazadas en la Comisión-; tengamos un sistema democrático, con elecciones complementarias, de manera que el pueblo, la gente, los ciudadanos elijan al reemplazante. En ese sentido, la elección complementaria es el procedimiento más democrático, y el Estado debe entregar las facilidades necesarias para su realización.
Me pregunto a título de qué en algunas circunstancias el reemplazante será elegido por la ciudadanía y, en otras, no; a título de qué, cuando resten menos de dos años para la siguiente elección parlamentaria, dejaremos a una región o a un distrito sin representación popular, simplemente porque el parlamentario incurrió en alguna de las causales que generan vacancia. No me parece.
Si somos democráticos, démosle a la gente la posibilidad de votar y de decidir. De lo contrario, mantengamos lo que hoy tenemos, dado que, al parecer, no hemos logrado concordar visiones políticas.
No me parece un buen proyecto, toda vez que, en lugar de facilitar el desarrollo democrático, enreda más lo que tenemos.
Lamento que en la Comisión no se hayan incorporado las indicaciones que presentamos varios diputados, para que el reemplazo de parlamentarios se haga siempre por medio del voto popular en elecciones complementarias, que es lo que corresponde cuando alguien es elegido para ejercer un cargo de representación popular.
He dicho.
El señor RECONDO (Vicepresidente).- Tiene la palabra el diputado señor Enrique Jaramillo.
El señor JARAMILLO.- Señor Presidente , si de problemas hablamos, llevar este proyecto nuevamente a Comisión sí que sería un problema, y grave, porque sería indicativo de que no estamos legislando bien o de que algo nos falta.
La ciudadanía critica la práctica de sacar del Congreso Nacional a parlamentarios elegidos por votación popular para llevarlos al gobierno, y que lleguen a la Cámara o al Senado personas con escasa representatividad y apego al respectivo territorio. ¡Cuidado! No me malinterpreten, pero la forma como se opera en este Hemiciclo no es conveniente.
Los colegas de la Comisión de Constitución intentaron desarrollar un buen trabajo para mejorar el proyecto, pero, con el respeto que merecen, no lograron modificarlo en lo sustancial. Para mí, independientemente de la razón que origina la vacante, el mecanismo de reemplazo debiera ser la elección complementaria, aunque esto implique introducir una elección uninominal al interior del binominal, y correr el riesgo de alterar el empate que establece este sistema, que siempre beneficia a las segundas mayorías.
Por eso, más que modificar el sistema de reemplazo, la discusión de este proyecto nos lleva nuevamente a plantear la necesidad de modificar definitivamente el sistema electoral chileno y la composición del Parlamento, pues la fórmula actual ya se está agotando, lo que provoca que la ciudadanía se manifieste cada vez más duramente en contra de esta institución republicana. Esto nos duele y nos lleva a pensar en lo ideal como sistema de gobierno democrático. Claro que nos duele; por eso debemos cuidar esta institución y legislar bien.
Hace un tiempo, discutimos acerca de la posibilidad de modificar la Constitución -el diputado Alberto Robles se refirió a eso- y permitir el cambio del sistema electoral. Sin embargo, los mismos que siempre se han opuesto a los cambios que el país requiere en su institucionalidad para avanzar hacia un Parlamento más integrado e incluyente, se negaron y frustraron la ocasión de hacerlo. No estoy agrediendo a nadie, pero fue así, y lo será nuevamente si volvemos a intentarlo.
Considero que las modificaciones que introduce el proyecto son menores y no cumplen verdaderamente con el cometido de perfeccionar nuestra institucionalidad parlamentaria. El proyecto no logra mejorar, a pesar de que existía una segunda oportunidad para hacerlo cuando se aprobó solicitar a la comisión técnica un segundo informe.
Alcancé a escuchar someramente al diputado Germán Becker referirse a unas indicaciones, que también suscribió el diputado Pepe Auth , sobre la obligación de residir en la respectiva región, en el caso de quien reemplace a un diputado ; pero me pareció que no dijo cuál es el tiempo prudente de residencia que debe tener quien postule a ese cupo. Al respecto, considero que el lapso adecuado de residencia debe ser de un poquito más de un año.
Felizmente, el proyecto vuelve a la comisión técnica para otro informe, por lo que tendrá una oportunidad más para mejorar y para que este humilde servidor parlamentario pueda aprobarlo, lo que no es posible con su actual redacción.
He dicho.
El señor RECONDO ( Vicepresidente ).- De conformidad con los acuerdos suscritos por los Comités parlamentarios, el proyecto en discusión será enviado a la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia, con el objeto de que emita un informe complementario y se pronuncie sobre las indicaciones presentadas.
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