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El señor RECONDO (Vicepresidente).- Tiene la palabra el diputado señor René Saffirio.
El señor SAFFIRIO.- Señor Presidente , me llama la atención el argumento que han entregado algunos diputados de la UDI respecto de que no se cuenta con la información necesaria para votar este proyecto hoy. Lo planteo porque, además de tener en nuestro poder el texto aprobado por la Cámara de Diputados y las modificaciones propuestas por el Senado, el ministro de Salud nos entregó abundante información respecto del impacto del tabaco en distintos segmento de la población, entre otros, en los trabajadores, en las mujeres y en los hombres.
Sin embargo, como creo que lo que abunda no daña, voy a hacer una breve referencia respecto de las modificaciones que introdujo el Senado, para que veamos de qué manera influyen “sustancialmente” en lo aprobado por la Cámara de Diputados y cuál es el grado de sustentabilidad que tienen los argumentos esgrimidos por la Derecha para no votar hoy y dilatar de nuevo el despacho de este proyecto.
El artículo 3° propuesto por el Senado obliga al establecimiento de mayores y mejores niveles de publicidad respecto del consumo de tabaco, prohibiendo la publicidad bajo las circunstancias que se señalan en el texto.
Al respecto, la pregunta que surge es a quién o a quiénes afecta esa prohibición. Dicha prohibición no solo significa afectar, en forma económica, a las tabacaleras, sino que, de alguna manera, se está cercenando un negocio importante de las agencias de publicidad, de los medios de comunicación, principalmente de la prensa escrita, de la televisión y de los medios digitales.
Entonces, cuando votemos, pongamos en una balanza la importancia que tiene la preservación de ambientes libres de humo de tabaco versus los intereses de las compañías tabacaleras, de las agencias de publicidad y de los medios de comunicación.
En el último inciso del artículo 3° se exige a las tabacaleras una cuestión muy simple: que informen anualmente al Ministerio de Salud el detalle de las donaciones efectuadas por concepto de convenios con organizaciones deportivas, comunitarias, etcétera, y de los gastos por convenios con entidades públicas o privadas de distinta naturaleza.
Esa es una mínima exigencia de transparencia para que los chilenos sepan con qué recursos se están financiando determinadas instituciones, sean estas públicas o privadas. Me parece que en ese aspecto hay un factor importante que destacar, el cual tiene que ver, precisamente, con el origen de determinados recursos provenientes de una industria que, de manera probada, en el mundo entero debe batirse en retirada como consecuencia de restricciones que surgen después de haberse corroborado el perjuicio efectivo que causa el consumo de tabaco en la salud humana.
El artículo 6° obliga a las tabacaleras a hacer advertencias sanitarias en los puntos de venta de productos de tabaco. ¡Por favor! No podemos decir que se trata de una modificación sustantiva a lo aprobado por la Cámara de Diputados, en circunstancias de que se está reiterando una norma que, por lo demás, ya existe. Lo que ocurre es que la hace más específica, y extiende la obligación de hacer esas advertencias en los puntos de venta, por el impacto del consumo de tabaco en la salud humana.
En el artículo 9° se exige a las tabacaleras hacer referencia expresa de las sustancias aditivas que contienen los cigarrillos. Además, se otorga una facultad adicional al Ministerio de Salud para que pueda prohibir el uso de determinados aditivos que causan un daño aún mayor que el que el tabaco, per se, produce en la salud humana.
Según la información que nos entregó el ministro de Salud , 16.701 personas murieron en 2010 por efectos directos o indirectos del consumo de tabaco; el 47,8 por ciento de los estudiantes egresan de cuarto medio con el hábito de fumar incorporado en sus conductas habituales, y el 37,1 por ciento de las mujeres fuma.
Tal vez -esto es solo una suposición-, si se hubiera cumplido con rigurosidad la actual ley, que estableció restricciones, principalmente en establecimientos comerciales, no estaríamos discutiendo un proyecto de ley de esta naturaleza.
Lo que ocurrió -situación que, en lo personal, me causa una profunda irritación- es que, por ejemplo, en restoranes y otros establecimientos comerciales, cuando se estableció la separación que en ellos se debía hacer entre zona de fumadores y de no fumadores, ocurrieron situaciones que eran francamente absurdas y enojosas en relación con la violación de la ley sobre la materia.
En ese sentido, voy a relatar una experiencia personal. Mientras cenaba en un restorán en la ciudad de Temuco, vi en la zona de fumadores a un grupo de, a lo menos, dieciséis personas a las que vinculaba con determinada empresa, entre las cuales a lo menos diez o doce estaban fumando. Hasta ese momento todo estaba perfecto; no había problema. Sin embargo, me percaté de que entre ellas había una madre con su hijo de aproximadamente doce años, porque seguramente no tuvo con quién dejarlo en su hogar. Por lo tanto, ese menor de edad estaba en medio de ese grupo, en el sector para fumadores, es decir, en un ambiente absolutamente contaminado. Hablé con el encargado del establecimiento, al que le representé lo que estaba ocurriendo, y su respuesta fue la siguiente: “Perdóneme, pero no lo pudimos evitar. No podemos rechazar una mesa con doce o dieciséis personas. Es responsabilidad de la madre haber venido con su hijo. No la podemos echar de aquí”.
Entonces, esos absurdos significan que muchos se han reído de la ley que establece restricciones para el consumo de tabaco, que hoy se encuentra vigente.
Para concluir, quiero pedir que tengamos presente que lo que estamos haciendo es legislar para el conjunto de los chilenos. Respeto profundamente la libertad individual de los fumadores; pero esa libertad individual no puede significar que, en su ejercicio, se agreda la libertad individual de aquel que ha optado por no fumar, pero que como fumador pasivo recibe el impacto de los que fumamos.
Por ello, los invito a votar pensando en la salud de las generaciones futuras y no en los intereses de las tabacaleras, de las agencias de publicidad y de los medios de comunicación.
He dicho.
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