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El señor COLOMA.-
Señor Presidente , me alegro de que el Senador Girardi apoye el planteamiento de la Comisión de Agricultura, pero no quiero dejar pasar la oportunidad de dar una explicación al respecto, porque los miembros de dicho órgano no somos personas insensibles y el articulado propuesto no carece de lógica. Y hablo en nombre de ellos (señora Rincón y señores Hernán Larraín y García) , con quienes estudiamos con mucha profundidad los efectos de dos normas que la Sala sometió a nuestra consideración.
La primera guarda relación con la facultad vigente del Ministerio de Salud para "prohibir el uso de los aditivos y sustancias que aumenten el daño o riesgo del consumidor de dichos productos". La Comisión de Salud propuso que tal facultad fuera sin expresión de causa.
La idea era que hubiera una razón del daño que podía producir efectivamente el uso de determinados aditivos y sustancias. Por eso la Comisión de Agricultura propuso mantener la facultad del Ministerio de prohibir pero "cuando tales aditivos y sustancias aumenten los niveles de adicción, daño o riesgo en los consumidores de dichos productos". No nos parecía conveniente dejar la facultad sin referente. Debe probarse si un aditivo genera o no daño.
Aquí hay una gran discusión científica. El Senador Girardi argumenta como si hubiera una verdad única, pero uno ve que la evidencia científica es contradictoria. Algunos estudios concluyen que sustancias como el mentol, el chocolate o las especies vegetales producen un daño equis; sin embargo, otros dicen lo contrario. A la Comisión de Agricultura llegaron toneladas de papeles de uno y otro sector, lo que significa que no hay comprobación del perjuicio.
Ante ello, nosotros mantuvimos la facultad de prohibir el uso de aditivos pero cuando estos aumenten los niveles de adicción, propuesta que me parece importante como contribución al esfuerzo común de combatir el tabaquismo.
Y lo segundo que se hizo respecto de los aditivos fue establecer que la prohibición operaba en la medida en que se probara el daño, como lo he explicado.
¿Por qué analizamos ese punto? Porque la redacción propuesta por la Comisión de Salud en la práctica no solo daba una facultad sin contrapeso al Ministerio, sino que, además, terminaba con la capacidad de producción de tabaco en Chile. Y si el Parlamento no ha declarado ilegal ese consumo, es perfectamente legítimo que pequeños agricultores, que se encuentran entre las Regiones Quinta y Octava, especialmente en la Sexta y la Séptima -son unos 3 mil, por lo que hemos logrado contar hasta ahora- y que desarrollan una actividad lícita, puedan continuar con ella.
Con la norma de la Comisión de Salud, estos estaban obligados simplemente a cerrar sus producciones. Y eso generaba la ruina de personas que son responsables. Muchos las conocemos. Aquí no estamos hablando de gente insensible, sin corazón o que no quiere a los niños, sino de personas absolutamente normales, igual que todos los que están acá, y que desarrollan una actividad legítima.
Entonces, no comparto esta "peyorización" hacia un grupo de agricultores, que adicionalmente tienen la común característica de ser todos pequeños. Yo conozco a muchos de ellos. Son trabajadores y hacen un esfuerzo por ganarse el pan con el sudor de su frente. Pero quedaban en la práctica con su fuente de trabajo cerrada, a causa de la norma referida.
Ante ello, la Comisión de Agricultura estudió la materia y propuso una redacción alternativa, que fue socializada con el Gobierno, para buscar una fórmula que nos permitiera combatir entre todos los daños que producen los aditivos en el tabaco, en cuanto aquellos sean comprobados, y también asegurar el desarrollo de una actividad lícita, legal, que tiene lugar en nuestros campos.
De esa manera, llegamos a este acuerdo. Espero que ello zanje tanto el tema de fondo como la angustia de muchas personas que, obviamente, temen por sus fuentes laborales y que merecen el mismo respeto que cualquier ciudadano.
He dicho.
--(Aplausos en tribunas).
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