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El señor BERTOLINO ( Vicepresidente ).- Tiene la palabra la diputada señora Marcela Sabat.
La señora SABAT (doña Marcela).- Señor Presidente , ante todo, me sumo a la petición formulada por el diputado Ernesto Silva porque creo que, en realidad, no podemos seguir esperando. Lo digo como representante de un distrito que ha debido soportar durante muchos años la instalación masiva de antenas por parte de diversas compañías que han actuado sin criterio alguno.
Sabemos que Chile es uno de los países donde hay más celulares: casi uno por habitante. Reconocemos que es difícil mantenerse al margen de los medios de comunicación que existen, porque nos permiten estar conectados con el resto del mundo, entretenernos y, por cierto, mantenernos en contacto con nuestros seres queridos, que es lo más importante.
Pero, todo esto ha provocado una batahola sin límites, debido a la desmesurada instalación de antenas, aunque son de gran relevancia para nuestra población, en las áreas urbanas y rurales del país.
Esta iniciativa se hace cargo, por un lado, de la problemática ciudadana que genera la instalación de antenas emisoras y transmisoras en forma inconsulta en las distintas comunas y, por otro, de la necesidad de cautelar el desarrollo del mercado de las telecomunicaciones, en condiciones competitivas. Tenemos que crecer, pero, al mismo tiempo, preocuparnos de los ciudadanos.
Sin duda, el Ejecutivo recogió en buena forma el llamado de la ciudadanía, en cuanto a que se hiciera cargo de un tema que tiene ribetes medioambientales. Asimismo, agradecemos al ministro Pedro Pablo Errázuriz por su trabajo relacionado con la protección vecinal e, incluso, con el desarrollo urbano. A través del incentivo a la instalación de antenas de menor envergadura que no impliquen un impacto urbanístico mayor y que no generen conflictos con la comunidad, se logrará avanzar en forma radical, pero con menor riesgo, en beneficio de la comunidad.
Además, el marco normativo que establece mayor carga regulatoria para las antenas de mayor tamaño, ofrece una solución de política pública. Se incluye la obligación de compartir infraestructura con nuevas instalaciones, a través de la llamada colocalización.
Quiero destacar una gran noticia: que esta obligación será con efecto retroactivo en todas las zonas donde no se podrán instalar infraestructuras de más de 12 metros.
No es fácil responder de buena forma una demanda ciudadana tan marcada, como la relacionada con las antenas, que tantos conflictos provocan, día a día, a nuestros ciudadanos. Reconocemos que el progreso es necesario y que las comunicaciones del siglo XXI requieren una estructura que permita la propagación y el desarrollo de nuevas tecnologías de telefonía celular. Eso está clarísimo. Pero, sin perjuicio de ello, debemos considerar que la primera ecología siempre tiene que privilegiar el cuidado del ser humano. Nada sacamos con la tecnocracia si antes no nos preocupamos de nuestros vecinos, de los barrios y del desarrollo social de la comunidad.
Por tal motivo, decimos que es imprescindible contar con esta normativa, acorde con las nuevas tecnologías. Sin duda, hoy, estamos viviendo los resultados de una política pública mal diseñada, sin un enfoque claro y sin que se tenga claro quiénes son los beneficiados y quiénes los afectados.
El proyecto de ley que hoy discutimos no es otra cosa que el resultado de abusos sostenidos, durante muchos años, amparados en el silencio de las leyes.
La sobrepoblación de antenas que hoy deben soportar las principales ciudades de Chile debe terminar, porque sus consecuencias no sólo impactan el desarrollo, sino también afectan la plusvalía de las propiedades aledañas a las instalaciones. Incluso, pueden ocasionar daños a los vecinos, lo que está científicamente comprobado, puesto que, a veces, la inestabilidad de las antenas permite hablar de situaciones de riesgo para ellos.
De ahí, la preocupación de los ciudadanos y la petición de sus representantes para que se solucione esta situación.
Los vecinos de un predio o comuna que han accedido a la instalación de una antena no tienen por qué sufrir en carne propia los efectos nocivos de las necesidades de la modernidad.
He dicho.
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