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El señor MELERO (Presidente).- Tiene la palabra el diputado señor Jorge Burgos, en su segundo discurso.
El señor BURGOS.- Señor Presidente, a propósito de las intervenciones posteriores a mi primer discurso, quiero destacar muy brevemente un par de aspectos.
En primer lugar, considero una buena noticia que la Comisión de Constitución haya hecho un esfuerzo consensuado, más allá de que el proyecto no guste en su integridad, para poner la materia en discusión. Se trata de un asunto que durante mucho tiempo estuvo en debate en los medios de comunicación: cada vez que había un problema con algún nombramiento, todos o buena parte de quienes nos encontrábamos acá opinábamos al respecto. No obstante, en la Cámara no había sido puesto en la discusión.
Ahora, el tema se incorporó al debate, pese a que el Gobierno, en una materia de esta naturaleza, una reforma constitucional importante, no ha emitido su opinión en la Comisión. No queda clara la posición del Gobierno al respecto. No sé si desea mantener las cosas tal como están o si tiene pensada alguna otra alternativa. Reitero, no hay opinión al respecto. En esta Sala tampoco la ha habido. Me llama la atención, ya que en materia de reformas constitucionales, los gobiernos siempre han tenido opinión, ya sea favorable, desfavorable o matizada, pero se han pronunciado. Sin embargo, aquí estamos ante una situación distinta. Por eso, es muy importante que, no obstante aquello, esto se haya puesto en discusión.
El segundo punto al cual me quiero referir dice relación con lo siguiente: en el mundo no hay sistema electoral alguno que permita una alternativa distinta de las elecciones complementarias, que no sea el uninominal. No hay ninguna otra posibilidad, porque se trata de reemplazar a un parlamentario que, por alguna razón, no va a estar. En la única parte en la que coinciden el sistema normal y el extraordinario, en la que el normal es un sistema uninominal, es en
Inglaterra y en algunas otras partes del mundo. Entonces, no hay cómo despejar ese tema. Tiene que ser así.
Tercero, estoy entre los que creen que la mejor fórmula de reemplazo, cualquiera que sea la causal que lo origine, es la elección complementaria, con todos los riesgos que puede tener, que por cierto los tiene. Un ejemplo propio podría ser que, si por alguna razón, ni Dios lo quiera, parto antes del término de mi período. Si ello ocurriese, lo más probable es que en el distrito que represento, donde saqué la primera mayoría como diputado , en una elección complementaria salga en mi reemplazo un diputado de la Alianza , porque la suma de sus votos es ocho o nueve puntos mayor que la de la otra coalición. Por lo tanto, salvo que ocurra alguna cuestión especial, lo lógico sería eso. En otros casos el ejemplo es distinto. En suma, hay un riesgo que, a mi juicio, es inevitable desde el punto de vista de volver al soberano.
Está claro que no están los 72 votos que se necesitan para aprobar un proyecto de reforma constitucional que establezca como único camino una elección complementaria. En consecuencia, si queremos hacer una reforma sobre la base del actual sistema -que es un desastre desde el punto de vista político y de la legitimidad, no sólo para los parlamentarios, sino también para la ciudadanía-, tendremos que hacer un gran esfuerzo para lograr ese consenso.
En la Sala ha sido reprochada esta distinción. Es más, a mucha gente le parece que no corresponde que exista distinción entre las causales de dejación del cargo. Asimismo, no puede ser que entreguemos a la Cámara de Diputados o al Senado la capacidad de reemplazo. Probablemente, en otros países no hay muchos antecedentes; aquí los hubo; fue el sistema que se utilizó en algún momento.
Por eso, creo que tenemos que votar en general este proyecto y discutir en forma rápida las indicaciones en la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia para buscar una fórmula. Es obvio que será la que muchos queremos; tampoco será la que quieren otros, que es que jamás esto se resuelva a través de una elección complementaria. ¿Qué alternativa hay frente a esta distinción que se hizo? Podría ser una que han planteado varios colegas de distintas bancadas. Por ejemplo, en caso de muerte de un parlamentario, volver a la fórmula que había antes, o sea, que el reemplazante sea el compañero de lista. En el sistema binominal que hoy nos rige siempre es uno; pero podría ser distinto si logramos cambiar el sistema electoral. En ese caso, podría ser el compañero de lista más votado.
Si ese es el camino que se desea seguir, creo que también deberíamos tomar un resguardo, porque una de las críticas que se hizo a ese sistema, previo a la reforma del 2005, fue que había casos -y los hubo- en que el porcentaje de votos del reemplazante era mínimo, en tal magnitud, que no se podía hablar realmente de representación popular. El ejemplo más típico de eso fue el de la persona que reemplazó al ex senador Jorge Lavandero: obtuvo un porcentaje que no superaba el 1 por ciento. Entonces, creo que en esa fórmula debiéramos poner un límite, por ejemplo, que el reemplazo sólo se pueda producir cuando el compañero de lista más votado tenga sobre 5 por ciento. Podría ser una fórmula.
En consecuencia, llamo a votar favorablemente en general este proyecto y a estudiar fórmulas que, obviamente, nunca serán las que todos queremos en un ciento por ciento; pero es la única forma que tenemos para aprobar este proyecto de reforma constitucional.
He dicho.
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