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- rdf:value = " MODIFICACIÓN DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA EN RELACIÓN CON LA ELECCIÓN DE DIPUTADOS Y SENADORES. Primer trámite constitucional. (Continuación).El señor ORTIZ ( Presidente accidental ).-
Corresponde tratar el proyecto de reforma constitucional que modifica el artículo 51 de la Constitución Política de la República en lo referido a la elección de diputados y senadores.
Antecedentes:
-La discusión del proyecto de ley contenido en el boletín N° 5429-07, se inició en la sesión 118ª, en 18 de diciembre de 2007, de la legislatura 355ª.
El señor ORTIZ ( Presidente accidental ).-
Tiene la palabra el ministro secretario general de la Presidencia , señor José Antonio Viera-Gallo.
El señor VIERA-GALLO ( ministro secretario general de la Presidencia ).-
Señor Presidente , el proyecto apunta a resolver, al menos en parte, la poca valoración de la función parlamentaria y, al mismo tiempo, la escasa o no suficiente rotación en la renovación de la Cámara de Diputados y del Senado.
Tal como señaló el diputado Cristián Monckeberg en la Comisión, para poner atajo a esos problemas habría que hacer reformas más profundas. Él expresó que habría que “perfeccionar el sistema binominal, establecer la inscripción automática y el voto voluntario, y otra serie de reformas”.
Felizmente, hemos logrado impulsar algunas de esas reformas, como la que establece la inscripción automática y el voto voluntario, y un grupo de partidos de Gobierno y de Oposición está trabajando para intentar plasmar esa idea en un proyecto de ley que la haga operativa, y esperamos lograrlo antes del final de este Gobierno.
Lamentablemente, la Unión Demócrata Independiente ni Renovación Nacional han querido hacer reformas más de fondo al sistema electoral, que es la verdadera camisa de fuerza del problema en que nos encontramos. Siendo así, parece lógico abordar el tema con mayor profundidad y eficacia.
Prácticamente entre 70 y 77 por ciento de los diputados busca su reelección. Eso ocurre desde 1993 hasta 2005. De ese porcentaje, sólo un 18 a 20 por ciento no lo logra. Es decir, como señalan los estudiosos, los diputados incumbentes tienen una ventaja fuerte sobre los candidatos desafiantes, lo que lleva a una muy baja tasa de renovación del mundo parlamentario.
Si tomamos la elección de 2005, nos encontramos con que todos los diputados de la Concertación se presentaron para la reelección. En el caso de la Alianza por Chile, fueron nominados para la reelección 45 de los 47 diputados en ejercicio. Es decir, la circunstancia de la preferencia por el incumbente determina que, en el marco del sistema binominal, los partidos políticos, a través de sus directivas, son esenciales para nombrar a los candidatos y prefieren a los parlamentarios en ejercicio porque existe una tasa muy alta de reelección.
En cuanto al promedio, sólo el 10 por ciento de los diputados lleva veinte años en el cargo, pero si consideramos los que llevan de doce a veinte años, advertimos que alcanzan casi al 40 por ciento. Es decir, la tendencia es a permanecer en el cargo, lo cual no sería necesariamente negativo si estuviera unido a la experiencia y a la popularidad del parlamentario reelegido, pero suele suceder que muchas veces, por las razones que he indicado, esas circunstancias no se dan, sino que hay una situación automática, por lo que la elite parlamentaria tiende a reproducirse sin una renovación suficientemente fuerte.
El diputado Eluchans encabezó la moción que dio origen al proyecto, suscrita, además, por diputados de distintas bancadas, como los señores Jorge Burgos, Alberto Cardemil y Guillermo Ceroni y el ex diputado Juan Bustos.
Con anterioridad, varios diputados habían presentado seis iniciativas en el mismo sentido. No voy a dar sus nombres, porque figuran en la página dos del informe, pero cada uno podrá defender su posición con elocuencia cuando intervenga en el debate.
Lo que plantea el proyecto es una modificación modesta, que no apunta al fondo del problema, pero lo resuelve en parte. Señala que un diputado no puede ser reelegido más de dos veces, y un senador, más de una vez, sucesivamente, lo que quiere decir que cuando exista un intervalo -igual como ocurre con el Presidente de la República - el parlamentario podría ser reelegido.
Si tomamos en cuenta que los diputados que llevan más de 12 años en su cargo, entre 16 y 20, ya forman casi el 40 por ciento del total de los diputados y que, en caso de convertirse en ley, el proyecto regirá desde la próxima elección en adelante, resulta que el cambio es modesto, porque el límite que se está poniendo a dicho 40 por ciento es bastante amplio, ya que supondría que, además de los 12, 16 ó 20 años que llevan en sus cargos, podrían estar otros 12 años más si la salud y la popularidad los acompañan, y si la directiva de su partido los apoya para la reelección.
En todo caso, el proyecto, igual que los otros seis que se presentaron con anterioridad, apunta al menos en parte a resolver la escasa renovación parlamentaria existente en nuestro país.
Quiero repetir que para el Gobierno el proyecto debiera ir acompañado de reformas más audaces en el sistema electoral. La primera debiera apuntar a que, aunque se mantuviera el sistema electoral binominal, los partidos presentaran más candidatos que cupos por llenar, de manera que el ciudadano pudiere libremente determinar, incluso dentro de determinado partido, a qué candidato prefiere, de manera que no suceda lo que ocurre en la actualidad, en que ya se sabe cuál es el candidato preferencial y cuesta encontrar uno que lo acompañe. No voy a dar ejemplos para la próxima elección porque todos los conocemos.
Si uno lee la plantilla de la Alianza por Chile y de la Concertación, se encuentra con que en muchos distritos y circunscripciones senatoriales ya puede señalar quiénes serán elegidos en uno y otro caso, lo que, obviamente, produce falta de interés en la participación del votante, porque siente que ese candidato no está amenazado y que su voto no tiene poder decisivo al momento de dirimir la contienda electoral.
Por eso, el Gobierno quiere que este proyecto se enmarque en un amplio campo de otras reformas políticas que incidan en el sistema electoral, en la forma de elegir los candidatos, en la democratización de los partidos políticos y en el establecimiento de elecciones primarias.
No es causalidad que hace pocas semanas se iniciara la discusión del proyecto de ley de partidos políticos en la Comisión de Gobierno, Descentralización y Regionalización del Senado, y que esta tarde la Comisión de Gobierno Interior y Regionalización de la Cámara comience a discutir el de elecciones primarias para candidatos a alcaldes, parlamentarios y Presidente de la República . O sea, hay que mirar estas iniciativas en un amplio campo de otras reformas que se van sucediendo y que debieran apuntar a una mayor renovación del mundo parlamentario.
Para terminar, deseo expresar que en algunos países está prohibida la reelección de los parlamentarios. No ha sido una buena experiencia, porque el congresal elegido, al no tener esperanza de reelección, tiende a desentenderse de su función y, al mismo tiempo, carece de la experiencia necesaria. Incluso, suele suceder que el parlamentario ponga a una persona cercana a él para que le cuide el puesto, presentándose de candidato en la elección siguiente. Si me perdonan la expresión, es como una especie de “medio pollo” que le mantiene el puesto para que él se presente después. No voy a nombrar países en que ocurre esta situación, porque como ministro puedo ofender a otras naciones.
La elección indefinida tampoco parece ser lo mejor, porque produce una separación creciente entre el mundo político parlamentario y la ciudadanía.
De ahí que esta moción, que reconoce la experiencia, permite la reelección de los diputados dos veces y de los senadores una vez -cuando hay intervalo también pueden reelegirse-, parece equilibrada y puede resolver en parte la dificultad a que he hecho mención.
Con satisfacción, tomamos nota de que los jefes de bancada de la Concertación, junto con el comando del candidato presidencial Eduardo Frei Ruiz-Tagle, dieron una conferencia de prensa para respaldar esta iniciativa. Esperamos que la Alianza por Chile, uno de cuyos representantes es autor de la iniciativa, más el diputado Edmundo Eluchans, haga otro tanto, de manera de lograr una gran mayoría, a fin de entregar la señal al país de que se busca renovar la política y realizar reformas cada vez más sustantivas que apunten en ese sentido.
He dicho.
-Aplausos.
El señor SÚNICO ( Vicepresidente ).-
Tiene la palabra el diputado señor Jorge Ulloa.
El señor ULLOA.- Señor Presidente, por varias razones discrepo de los planteamientos del ministro Viera-Gallo y del fondo de la iniciativa.
En primer término, el ministro argumentó que, ante la imposibilidad de cambiar el sistema electoral, hay que seguir con un proyecto como éste. Me parece un mal argumento, pues el sistema electoral ha dado pruebas de que está al servicio de Chile y no de los partidos políticos. En ese sentido, es necesario mantener un sistema que privilegie al país por sobre los partidos.
En segundo término, el ministro señaló que alrededor del 77 por ciento de los parlamentarios se vuelve a postular y que sólo el 18 por ciento no lo logra. El señor Viera-Gallo está en ese porcentaje, en el 18 por ciento que no lo logró.
(Manifestaciones en la Sala y en las tribunas).
Pero el recambio de los parlamentarios se ha producido como se da en el mundo, en el que las democracias más estables usualmente cambian un tercio de su parlamento. Ésa es la constante. Cualquier estudioso de la ciencia política se da cuenta de que el caso chileno no está ajeno a lo que ocurre a nivel mundial en materia de recambio parlamentario, que incluye a las democracias más estables.
Pero hay más. El argumento del ministro es razonable en un aspecto, en cuanto a que el sistema electoral es perjudicial tal como está hoy. No debemos olvidar que cambiamos la Constitución Política para eliminar el requisito de residencia, con el cual le dábamos la debida importancia a las regiones y a los distritos que representamos. Para eso se estableció la exigencia de tener residencia en la región a que pertenezca el respectivo distrito durante un plazo no inferior a dos años contado hacia atrás desde el día de la elección.
¿Qué se hizo al respecto? ¡Arreglines, con el propósito de que las directivas impusieran candidatos venidos desde el centro político! ¡De eso, nada se dice!
En cuanto al fondo del proyecto, me parece equivocado, primero, porque señala que busca renovar la política. A mi juicio, la política no se renueva así. En caso contrario, tendríamos que empezar a darle clases a las democracias más estables del mundo, como la estadounidense. ¿Acaso alguien puede decir que esa democracia tiene una gran falla porque permite al pueblo resolver quien es parlamentario y quien no lo es?
¿Por qué la iniciativa busca, por la vía indirecta, eliminar la opción de que el pueblo determine cada cuatro años, en un caso, y cada ocho, en el otro, quién será su representante?
¿Podemos realizar modificaciones para tener más candidatos? Probablemente, sí; pero eso es materia de otra discusión, no de ésta. Ése no es el centro de la discusión, sino negar la posibilidad de que los parlamentarios puedan ser reelegidos por el pueblo. En esa perspectiva, me parece un proyecto equivocado.
También se argumenta que de algún modo se niegan oportunidades de participación a otras personas. Esa situación puede ocurrir en la medida de que no resolvamos los problemas de nuestros partidos políticos, pero no confundamos las cosas: una materia es la participación por la vía de estos canales casi naturales, que son los partidos políticos, para la representación, en especial la parlamentaria. Pero no nos engañemos; no pensemos que sólo restringiendo la posibilidad de reelección de los parlamentarios hacemos un cambio. Eso es meternos un autogol.
Considero que este proyecto niega lo esencial de una democracia, que consiste en reconocer la capacidad del electorado para elegir a sus parlamentarios.
La gran diferencia del Congreso Nacional respecto de los otros poderes del Estado, en particular del Ejecutivo, es que aquél no toma decisiones respecto de la ejecución.
En tal sentido, tiene lógica que, en la gran mayoría de los países con democracias estables, exista un altísimo grado de renovación parlamentaria. Pero se trata de una decisión soberana del pueblo.
Este proyecto se fundamenta en una sana intención, pero está profundamente equivocado, porque desalienta la participación de la ciudadanía, como ha estado ocurriendo en Chile durante muchos años.
Estos continuos experimentos, que a veces redundan en entusiastas modificaciones de nuestra Constitución, no conducen a una estabilidad democrática.
Considero un error no contar con la experiencia de ser parlamentario en el Congreso Nacional, ya sea en el Senado o en la Cámara de Diputados. Un clásico ejemplo es el del Congreso norteamericano. Si quieren otros, puede citarse el caso de muchos países que cuentan con gran estabilidad democrática.
Reitero, la iniciativa parece tener una sana intención, pero su planteamiento es incorrecto.
Por lo tanto, anuncio mi rechazo, porque atenta contra la democracia y la posibilidad de que la ciudadanía resuelva sobre el desempeño de sus parlamentarios. Si algún diputado lo hace mal, estará sólo cuatro años en el cargo; en cambio, si su desempeño es el que la ciudadanía espera, ella resolverá sobre su futuro, y no una norma específica.
He dicho.
-Manifestaciones en las tribunas.
El señor SÚNICO ( Vicepresidente ).- Tiene la palabra el diputado señor Ramón Farías.
El señor FARÍAS.- Señor Presidente , discrepo de lo expresado por el diputado Jorge Ulloa respecto de su apreciación del sistema binominal.
Es comprensible que la Derecha tenga esa visión y no se abra a la posibilidad de contar con un sistema mucho más democrático, en el cual exista una opción más abierta de elegir a quienes quieran postular a cargos de alcalde o de parlamentario.
Hoy, el sistema binominal, heredado del pinochetismo y de la dictadura, no permite la plena democracia en la elección de los parlamentarios, porque hace que los partidos prácticamente nos designen como candidatos y futuros diputados. Esta es una discusión que se da dentro de la coalición entre dos partidos, y nada más.
Entonces, podría estar de acuerdo con no poner límites a la reelección de diputados, senadores, alcaldes y concejales, siempre y cuando no existiera el sistema binominal, que es, en definitiva, de designación. A eso apunta el ministro secretario general de la Presidencia , señor Viera-Gallo .
Dicho sea de paso, el diputado Ulloa olvida que Lavín tampoco fue elegido, porque le falló el cuento. A Piñera también le fallará y tampoco será elegido.
(Aplausos en las tribunas).
Si tuviéramos un sistema proporcional, bienvenidos todos los candidatos; vamos todos a la discusión y a la pelea por los votos, y los que obtengan más serán los elegidos. Pero hoy es elegido un candidato que cuenta con el 30 por ciento de los votos y no quien, en la lista contraria, logra más votos. El sistema binominal hace que se mienta, porque el 70 por ciento vale igual que el 30 por ciento. Por lo tanto, no existe una representatividad verdadera.
Considero importante poner límite a la reelección, porque muchas personas quieren ingresar a la política y aportar honestamente por medio de ella, pero a causa del sistema binominal no cuentan con espacios para hacerlo.
Señor Presidente , en conjunto con la diputada señora Ximena Vidal y los diputados señores Tucapel Jiménez , Marco Enríquez-Ominami y René Alinco , presentamos un proyecto que establece un límite a la reelección para los cargos de diputado , senador y concejal.
Durante tres períodos fui alcalde de la comuna de San Joaquín, y voluntariamente no quise presentarme para un cuarto período, aunque tenía posibilidades de ser reelegido. No lo hice porque consideraba y sigo considerando que tres períodos son suficientes. Es importante dar cabida a gente nueva; no digo sólo a gente joven, sino a gente diferente, con ideas y que quiera aportar y trabajar en política.
(Aplausos)
Por eso es importante dar un paso al lado y dejar que otros chilenos ingresen a la política. Uno debe decir: “Okey, fui alcalde, ahora puedo postular a ser diputado y luego a senador”. Así no nos quedamos pegados en un solo lugar, aduciendo, basados en el sistema binominal, que el pueblo va a votar por nosotros. Ésa es la falacia que la Derecha, o al menos algunos personeros de ella quiere instalar: que si el pueblo vota por nosotros, nos quedamos.
El sistema binominal es mentiroso, pues hace que el 70 por ciento valga igual que el 30 por ciento. Eso no es bueno para nuestra democracia. Por eso es tan importante cambiarlo. Por eso estamos sufriendo esto. Por eso, a veces los políticos estamos tan mal evaluados. La gente siente la necesidad de que existan otros representantes; de que evolucionemos y aportemos al país.
Por esa razón, el Partido por la Democracia ha incluido en sus estatutos, a partir de esta elección, que los candidatos a diputados no podrán presentarse a más de tres períodos en total, y los candidatos a senadores, a más de dos.
En este proyecto no se incluye un límite a la reelección de alcaldes y concejales. Sería muy importante establecerlo, porque también se trata de cargos de elección popular.
En su momento, solicitaré la unanimidad de la Sala para ingresar la respectiva indicación, ojalá con la firma de todos los diputados, a fin de que la norma se aplique a todas las autoridades elegidas por votación popular sin discriminación alguna.
Finalmente, anuncio que nuestra bancada votará a favor el proyecto, porque creemos en la democracia y queremos fortalecerla.
He dicho.
-Aplausos.
El señor SÚNICO ( Vicepresidente ).- Tiene la palabra la diputada señora Lily Pérez.
La señora PÉREZ (doña Lily).- Señor Presidente , en primer lugar debo señalar que el proyecto cuenta con un apoyo transversal. Tal como señaló el diputado señor Farías , no todos los integrantes de las diferentes bancadas están a favor de la iniciativa, pero ello tiene que ver con las apreciaciones personales de cada parlamentario.
Por fin llegó el día de debatir el proyecto que limita la reelección sucesiva de los parlamentarios. En 2004, cuando se llevaron a cabo reformas constitucionales, quien habla, junto con varios diputados, presentamos una indicación para limitar la reelección parlamentaria, pero fue rechazada, pues sólo contó con 29 votos a favor. Espero que esa historia no se repita hoy. Insisto, esta materia no sólo involucra a determinadas bancadas, sino que se trata de un tema que concita un interés trasversal.
En segundo lugar, tengo la convicción absoluta de que para mejorar nuestra democracia es necesario permitir el ingreso de nuevas personas al Congreso Nacional. En esta materia debemos ser coherentes: quienes criticamos a la Concertación porque lleva veinte años en el poder también deberíamos criticar a quienes se eternizan en los cargos parlamentarios. Esto tiene que ver con principios y no con personas. Hay gente muy valiosa que ha sido reelegida en varias oportunidades. Sin embargo, a la hora de legislar debemos hacerlo considerando criterios y principios, no casos particulares.
En tercer lugar, comparto lo señalado por el diputado señor Farías : es necesario limitar las reelecciones de todos los representantes populares, incluidos alcaldes y concejales. Con ello, abriremos las puertas para que más jóvenes y mujeres se interesen en postular a cargos públicos. Es difícil ganar una elección popular cuando alguien ya se encuentra instalado en un cargo público. Quien habla pasó por esa experiencia. Repito, sin duda el proyecto abrirá las puertas para que más personas ocupen cargos de elección popular.
La apertura de estos espacios resulta sana para la democracia y el país. Hemos avanzado al instaurar la inscripción automática y el voto voluntario, materia que muchos votamos a favor. Ahora, daremos un paso más si se logra limitar la reelección sucesiva de senadores y diputados. Por otro lado, debemos avanzar en construir una democracia que vaya de lo representativo a lo participativo. Uno de los pilares de la participación se basa en elegir, pero también en poder ser elegido. Desde ese punto de vista, el proyecto es muy positivo.
Esta mañana, el ministro Viera-Gallo hizo una buena presentación. Quiero manifestarle que hoy votaré de la misma manera como lo hice en 2004, oportunidad en que varios diputados presentamos una indicación a fin de limitar los períodos que pueden ser ejercidos por un parlamentario. Espero que hoy los diputados presentes en la Sala voten afirmativamente el proyecto con una contundente mayoría.
He dicho.
-Aplausos.
El señor SÚNICO ( Vicepresidente ).- Tiene la palabra el diputado señor José Miguel Ortiz.
El señor ORTIZ.- Señor Presidente , hoy se encuentran en las tribunas jóvenes a los que se les nota de verdad que les gusta la política, de lo cual me alegro mucho.
(Aplausos)
Soy uno de los diez diputados en ejercicio que sirve el cargo desde 1990. La ciudadanía me ha dispensado el alto honor de elegirme cinco veces con la primera mayoría. ¿Por qué comienzo diciendo esto, en especial a quienes me interrumpen y pertenecen a mi propia coalición? Porque soy partidario de aprobar esta reforma constitucional.
(Aplausos)
Siempre he mantenido esa postura. En 1998, mi partido de toda la vida, la Democracia Cristiana, planteó en un congreso la necesidad de limitar la reelección de diputados y senadores. Para sorpresa de mis camaradas, participé en una de las subcomisiones formadas para tal efecto y fui ferviente partidario de esa postura. Por lo tanto, no es la primera vez que manifiesto mi parecer en tal sentido.
Señor Presidente , a su señoría debe llamarle la atención el hecho de que estoy inscrito para intervenir sobre esta materia desde diciembre de 2007, última oportunidad en que se discutió la iniciativa en esta Sala. Sucede que en esa ocasión no pude hacer uso de la palabra.
¿Por qué me referí a los jóvenes? Todos lo fuimos alguna vez; tuvimos ideales y sueños. Algunos los hemos podido cumplir. Sin embargo, para hacer política es necesario no permanecer detrás de un escritorio. Hacer política es sinónimo de servicio público, de bien común, de entrega a nuestros conciudadanos. No siempre sucede eso.
Ahora bien, tal como está redactada la ley, no podemos colocarnos una venda en los ojos respecto de determinados temas. Muchos partidos políticos piden a sus camaradas, compañeros y militantes que viven en la Región Metropolitana -lo planteo con mucho respeto a quienes pertenecen a esa región- que hagan patria e inscriban su oficina profesional en un distrito o circunscripción distinta de la que son originarios a fin de ungirlos como candidatos. ¡Eso es una aberración, una falta de respeto a las regiones y a los líderes de las provincias!
(Aplausos)
Eso se da eternamente y todos miran para el lado. ¡Perdónenme! La Región del Biobío, que represento, con todas las universidades que posee, tiene suficientes líderes capaces y talentosos. No necesitamos gente de la Región Metropolitana. Algunos hemos tenido la posibilidad de servir puestos públicos porque somos de verdad. En invierno nos metemos en el barro y aceptamos desafíos en muchos ámbitos. No se puede aceptar que nuestros distritos y nuestras circunscripciones sean manejados desde la capital. Es necesario cambiar eso. De pronto, surge un paquete de candidatas y de candidatos en Santiago y se les pide que elijan el distrito o la circunscripción que quieren representar. Debemos ser claros respecto de esa materia, porque, de lo contrario, nos estamos engañando.
Si los jóvenes quieren dedicarse a la política, ¡bienvenidos sean! Pero deben mojarse, concurrir al distrito o circunscripción que desean representan, estar en el día a día con la gente y con las instituciones. Además, no sólo deben escucharse a sí mismos, sino aprender a escuchar a los demás.
Los talentos son brillantes, pero éste es un país de 16 millones de chilenos entre los cuales hay personas que ni siquiera pudieron tener acceso a la enseñanza básica, pero tienen talentos naturales y son líderes innatos. Analicemos cuántos dirigentes de la red social de instituciones son brillantes, pero no tuvieron la posibilidad de prepararse. Es decir, ¿a esa gente también se la va a dejar fuera? Siempre he sido partidario -he votado siempre en ese sentido- de que los dirigentes sindicales puedan ser diputados y senadores. ¡Siempre! Pero aquí hay algunos parlamentarios que votaron en contra de eso. Veamos las inconsecuencias.
Es claro que en esto tiene que ver con el sistema binominal. ¡Claro que sí! Me gustaba la Constitución del 25. Con ella, en el caso de la provincia de Concepción, había nueve posibilidades, nueve candidatos, y cada elector podía elegir, por lo menos, entre cuatro listas y treinta y seis opciones. Ahora, la realidad impone lo siguiente: dos de aquí, dos de allá y una tercera lista para un téngase presente. ¿Cómo no va a ser importante terminar con el sistema binominal? Soy partidario de eso.
Además, ¿es vital la inscripción automática y el voto voluntario? Claro que sí. Se han dado todas las circunstancias habidas y por haber, y ahora, en pleno 2009, no hay inscripción automática ni voto voluntario.
¿Cómo no va a ser importante la votación de chilenos en el extranjero?
En esta ocasión quiero plantear los desafíos y las tareas que tenemos por delante.
Mi colega Jorge Ulloa , que es uno de los diez que sirve el cargo desde 1990, da como ejemplo la democracia estadounidense, lo que es totalmente legítimo. Claro que allá hay equilibrio. De repente aparecen jóvenes brillantes, talentosos; pero también se escucha a la “sabiduría” a la experiencia de los años.
Con esta locura, pasa la inconsecuencia más grande en Chile. En los últimos años, el promedio de vida ha crecido, como mínimo, entre diez y once años; más en el caso de las mujeres, que viven más que nosotros. Algunos parlamentarios que forman parte de esa generación de adultos mayores no tienen ninguna posibilidad de ser reelegidos, porque hay que dar paso -legítimamente- a las generaciones jóvenes, y ellos deben entretenerse en otro tipo de cosas. ¡Por favor, no borremos con el codo también la capacidad de muchas personas que han dado todo por el país!
No actuemos en forma despectiva. Leí todo el informe de la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia, en el cual aparecen algunas afirmaciones a las cuales prefiero no referirme. Parece que hay colegas que están convencidos de que la inmensa mayoría de los ciento veinte diputados y los treinta y ocho senadores pretende lucrar y no servir. Yo pienso al revés. Creo que todos pretendemos servir de verdad. ¡Todos, de verdad, queremos entregar algo a nuestra sociedad! En especial, los que venimos de hogares modestos y humildes, pero con mucho esfuerzo y sacrificio, tenemos doble responsabilidad: tenemos que autoexigirnos más, porque también tenemos la posibilidad de aspirar a ser buenos parlamentarios y servidores públicos.
Por lo tanto, anuncio que votaré a favor; pero están pendientes grandes tareas para el país.
He dicho.
-Aplausos en las tribunas.
El señor SÚNICO (Vicepresidente).- Tiene la palabra el diputado señor Carlos Montes.
El señor MONTES.- Señor Presidente , el proyecto de ley apunta a un principio que me parece muy adecuado. Sin embargo, es insuficiente para superar el desprestigio de la política y producir una efectiva renovación de liderazgos. Aquí se ha dicho que éste sería el elemento que permitiría fortalecer la democracia.
En general, los argumentos del informe me parecen tremendamente reduccionistas. Se adjudica a la reelección una de las causas principales del desprestigio de la política. Me pregunto si es efectivo que la reelección limita el acceso a cargos públicos de gente valiosa, preparada y con vocación de servicio público; si ella atenta contra la renovación de las ideas y propuestas; si acaso afecta, por sí misma, la eficiencia y el correcto ejercicio de los cargos.
Estoy plenamente de acuerdo con el objetivo que se plantea en la iniciativa, vale decir, la renovación de liderazgos. Valoro, por lo tanto, los esfuerzos de los colegas en ese sentido y soy de la idea de que debe existir límite a las reelecciones dentro de un sistema binominal. Pero el hecho de transformar esto en el eje de todos los problemas de la política y del Congreso es reduccionista.
El problema más urgente de nuestro régimen es el sistema binominal. Mientras tengamos ese sistema tenderán a reproducirse las mismas personas en distintos cargos. Con el sistema proporcional, sin duda, es mucho más amplia la renovación.
Si hacemos comparación es posible establecer que entre 1961 y 1973 teníamos un promedio de reelección de alrededor de 65 por ciento, y entre 1993 y 2001, de cerca de 75 por ciento. El problema, por consiguiente, es que la relación entre el sistema de reelecciones abiertas y el binominal genera las mayores distorsiones en nuestro régimen político. En el pasado, el sistema proporcional tenía una serie de ventajas, en la medida en que había cinco candidatos y no dos; podían entrar a competir otros candidatos y los partidos podían proponer más candidatos. El electorado era el que decidía a quién elegir y a quién no.
Me parece mucho más razonable el sistema electoral local, municipal, de concejales, que el que tenemos a nivel parlamentario. En esto hay que tener harto cuidado. Los mexicanos tienen un sistema en que no hay reelección. Esto viene desde la revolución mexicana, desde la consigna “sufragio efectivo, no reelección”. ¿Qué les ocurre a los mexicanos? Un alcalde, por ejemplo, que no puede ser reelegido y al cual le ofrecen un trabajo seis meses antes del término de su mandato, renuncia a su cargo. ¿Qué pasa con los parlamentarios? Paran en su actividad pensando en la que tendrán después.
Por lo tanto, es necesario no extremar las cosas ni decir que la reelección, por sí misma, es puro mal, sin entender que también es una forma para que la persona reelegida se exija al máximo en el cumplimiento de su función, en cuanto a que sea de la mejor calidad posible.
Pero el problema no es sólo el sistema binominal, respecto del cual este proyecto es muy reduccionista. Sin duda, el sistema político requiere más canales de participación de los ciudadanos en todas las instancias de decisión; no es solamente un sistema de renovación de caras. Por ejemplo, a nivel local, me parece mucho más importante que se elijan más concejales. Tenemos un sistema muy restringido, con muy pocos concejales, con lo cual la diversidad de representación de la comunidad es muy limitada. Por eso, hemos propuesto que comunas como La Florida, por ejemplo, tengan la posibilidad de contar con un concejo compuesto por cincuenta concejales de diversas realidades, y que el alcalde, una vez elegido, constituya su gabinete con algunos de esos concejales. Eso existe en España, en Suecia, en muchos países con sistemas más participativos, más incluyentes y con más personas que aportan y se van formando como líderes para distintos roles en el funcionamiento de la sociedad.
Es fundamental extender los plebiscitos o consultas vinculantes a nivel local. Estos mecanismos de participación son espacios para nuevos liderazgos y dan más vitalidad a nuestro sistema político.
Para qué hablar de la elección directa de los consejeros regionales y de la necesidad de modificar sus atribuciones. Qué decir, también, del envejecimiento de los dirigentes sociales en todas las organizaciones. Esto tenemos que asumirlo. Por lo tanto, el problema no pasa sólo por renovar caras en el Congreso Nacional, sino que tiene un carácter más general. En tal virtud, mecanismos como la iniciativa popular de ley redundará en la generación de otro tipo de liderazgo.
Por eso, además de superar el sistema binominal, será vital impulsar medidas que apunten a ampliar los niveles de participación y a preparar nuevos liderazgos locales que asuman los distintos roles que nos presenta nuestra sociedad, amén de abrir cauces para la renovación del pensamiento, de las iniciativas, y de las acciones.
Tengo claridad respecto de que la aprobación de este proyecto no va a superar el desprestigio del Congreso Nacional y de los políticos. Se trata de un desafío de más largo aliento que tiene muchas aristas. Por eso, centrar el problema en el proyecto en cuestión es no querer ver la realidad, y esto es lo que quiero alegar.
Las razones de dicho problema son variadas; pasan por un Congreso Nacional que carece de capacidad para recoger en forma oportuna las inquietudes de la gente, procesarlas y entregar resultados; pasan por procesos legislativos superados por la vida: largos discursos sobre diversas materias y argumentos que se repiten una y otra vez, sin lograr desarrollar un debate profundo; también pasan por un sistema de asesorías aún ineficiente, que no nos permite estar a la altura del debate que se requiere para legislar mejor, para hacer mejores leyes. Asimismo, pasan por no contar con un sistema de seguimiento de las leyes que aprobamos. Algunas han tenido muy buenos resultados, y otras, grandes problemas. El Congreso Nacional podría corregirlas con mucha más rapidez si tuviera un sistema de seguimiento de la ley.
A lo anterior debemos agregar que la opinión pública ha sido llevada, por la forma cómo funcionan nuestros medios, a valorar más el show mediático que el trabajo serio y responsable.
Pero también esto pasa por nuestra dificultad para darle peso y contenido al debate político; pasa por el alto quórum de aprobación que requieren algunas materias, lo que supone tener niveles muy altos de acuerdo, lo que no es propio, necesariamente, de todo sistema democrático.
Fernando Atria , gran abogado constitucionalista, señala que “la gente tiene la sensación de que nada relevante ocurre en el Congreso”. Y tiene razón, porque para que pase algo relevante se necesita un quórum de cuatro séptimos, que es muy difícil de lograr.
Estimados colegas, el desprestigio no se resuelve sólo renovando caras, sino modificando a fondo nuestras instituciones y procedimientos.
Parlamentarios de distintas bancadas de la Concertación hemos propuesto, por ejemplo, establecer, de una vez por todas un sistema unicameral, o una cámara muy poderosa sobre el conjunto del sistema, que haga más ágil el proceso legislativo, para tener claridad sobre cuándo se inicia el trámite de un proyecto de ley y cuando termina, de manera que el país tenga absoluta visibilidad sobre qué se está discutiendo. Dos cámaras, una de diputados y otra de senadores, es repetir lo mismo; en una de las dos se repiten los argumentos y los invitados. También podríamos perfeccionar nuestro sistema interno de mejoramiento de las leyes, que en la actualidad es muy limitado. Estos cambios permitirían resituar los temas políticos en el debate nacional.
No puedo dejar de mencionar otro tema de fondo: el financiamiento de las campañas. Estamos viviendo un absurdo. La ley sobre gasto electoral corre sólo cuando empieza la propaganda legal. Sin embargo, el despliegue de recursos es increíble; basta ver las calles de Valparaíso, de Viña del Mar o de otras ciudades. Veamos el cohecho. Podríamos hacer un largo listado de donaciones, de aportes; si eso no es intervención electoral, ¿qué es? ¡Es cohecho! ¡Qué son esos bingos que regalan televisores plasma! En fin, la distorsión es tremenda. Se busca despolitizar el debate, que no haya debate político, e influir por la vía de ser una buena persona que le ha aportado a muchos. Eso es cohecho ahora y siempre.
Hubiese preferido centrar el debate en el financiamiento de las campañas.
Por último, anuncio que votaré a favor el proyecto. Lo haré porque apoyo el principio que lo funda, toda vez que para las democracias es importante la adecuada renovación de sus liderazgos. Es sano, deseable y legitima el sistema político.
Sin embargo, con la misma convicción afirmo que el sistema binominal obliga a no tener reelección indefinida. Ojalá que lo dejemos de lado y pasemos al sistema proporcional, que nos permitiría más competencia, más diversidad y más crecimiento de figuras y de liderazgos.
He dicho.
El señor SÚNICO ( Vicepresidente ).- Tiene la palabra el diputado señor Pedro Araya.
El señor ARAYA.- Señor Presidente , aun cuando estoy de acuerdo con la iniciativa en debate, no comparto los fundamentos que tuvieron a la vista sus autores. Muchos señalaron que la reelección indefinida se transforma en una suerte de foco de posible corrupción. No es así; es más, a buena parte de los parlamentarios que integran el Congreso Nacional, especialmente a los que están desde 1990, debemos hacerles un reconocimiento por su aporte a la reconstrucción democrática del país, sobre todo en momentos bastante difíciles, lo que hoy nos permite tener una democracia consolidada.
Se trata de un mal proyecto, toda vez que no soluciona los problemas de fondo. El descrédito de la política y de la Cámara de Diputados no guarda relación con la reelección ilimitada de los parlamentarios, sino que se explica por otros factores, que a mi juicio siguen siendo dos. En primer lugar, la actual estructura de los partidos políticos. Las directivas centrales de los partidos -presidente, vicepresidente, secretario general o comité central, sea cual sea su estructura- tienen un poder de control ilimitado sobre el sistema electoral. Son ellas las que designan a los candidatos, es decir, a quienes en caso de resultar elegidos en una elección parlamentaria, representarán a la gente. Esto se da en la Concertación y en la Alianza. Hace un par de días vimos cómo la Concertación cerró su negociación parlamentaria, que significó bajar a candidatos locales para llevar figuras nacionales, que supuestamente representarán mejor determinado territorio. Esto produce el desarraigo de la gente en relación con el sistema, porque ella siente que tiene parlamentarios que no viven en su zona, es decir, representantes que llegan impuestos como salvadores, dado que en el distrito que se quiere representar no habría gente con buena condición política. Por eso, si queremos mejorar la política, lo primero es modificar la ley de partidos políticos.
En dicha ley se pone una enorme barrera de entrada a los independientes. Esto da cuenta de que en el Congreso Nacional no hay voluntad en ese sentido y sólo hacemos modificaciones cosméticas. Si en verdad queremos renovación en la discusión y caras nuevas en la política, el Congreso Nacional debe reformar lo relativo a la inscripción de los independientes. Actualmente, si quieren competir, no pueden subpactar con un partido político o con otro independiente, lo que es absurdo.
Entonces, las directivas de los partidos concentran el poder total para determinar quienes son los candidatos y quienes participan. Es la primera distorsión de la ley de partidos políticos.
La segunda está dada por el actual sistema electoral. Mientras mantengamos el binominal, no habrá renovación. Contrariamente a lo que se piense, este proyecto puede terminar siendo, en el mediano y largo plazo, bastante perjudicial para el sistema democrático, toda vez que, en la práctica, las directivas de los partidos designarán diputados por 12 años. Vencido ese plazo, deberán cambiarlos. Así las cosas, como el diputado sabrá que podrá participar en dos reelecciones, lo más probable es que en su último período no se dedique a trabajar adecuadamente en la Cámara o a servir como corresponde a su distrito, porque no podrá seguir compitiendo, salvo que postule al Senado.
Por eso, mientras no se modifique el estatuto parlamentario, estaremos ante un gran problema. En primer lugar, si queremos renovación, si queremos más democracia y mayor participación de la gente joven y de otra gente que hoy se siente alejada del mundo político, tenemos que reformar el sistema electoral. No podemos seguir con un sistema en el que un tercio vale lo mismo que dos tercios. Hay que seguir avanzando hacia un sistema proporcional representativo.
Nuestro mejor ejemplo de que la democracia ha funcionado bien es en las elecciones municipales de alcaldes y de concejales, en las que existe la posibilidad de que distintos partidos puedan competir por la alcaldía y en que existe un sistema proporcional representativo para elegir a los concejales. Eso, obviamente, incentiva la participación de la gente, que aparezcan candidatos nuevos, que exista competencia y que podamos tener debates de ideas.
No ocurre lo mismo en las elecciones de diputados y de senadores, porque uno sabe que es más difícil ganar la nominación por el partido que la elección en la calle. En efecto, muchos parlamentarios saben que están prácticamente elegidos cuando obtienen su nominación por el respectivo partido. Los ejemplos sobran por lado y lado. Basta ver lo que ocurrió en las últimas elecciones senatoriales, en las que incluso algunos pactos políticos presentaron solamente un candidato a senador, lo que prácticamente obligó a la gente que piensa en esa línea a votar por ese candidato, sin tener ninguna otra posibilidad de elección. O lo que ha ocurrido en algunos partidos, en los que un parlamentario en ejercicio presiona para bajar a tal o cual compañero de lista que le puede disputar la elección; porque, al final del día, la competencia parlamentaria no se da con la alianza opositora, sino al interior de un mismo conglomerado.
Si realmente queremos avanzar para tener más democracia y más participación, debemos modificar de una vez por todas el sistema binominal. No podemos seguir con este sistema de maquillaje, en que se evita la reelección indefinida de parlamentarios para tener más democracia. Muy por el contrario, lo único que se va a lograr con eso es el anquilosamiento del sistema político.
Señor Presidente , existe otro tema que el proyecto no aborda y que hice presente en la Comisión de Constitución. Si vamos a limitar la reelección de los parlamentarios, debemos dictar un nuevo estatuto para ellos, ya que el que tenemos ha ido quedando obsoleto en el tiempo, en lo que dice relación, por ejemplo, con los privilegios procesales en materia del fuero procesal. En la actualidad, un parlamentario que es desaforado y está sometido a una investigación no puede asistir a la Cámara, lo que es un absurdo. Hemos visto que muchos juicios de desafuero se han transformado en verdaderos juicios públicos en contra de parlamentarios, a pesar de que finalmente resultan absueltos de todo cargo. Debemos modificar ese sistema.
Una pregunta que uno se hace es qué pasará con el parlamentario que va a su segunda reelección y que sabe que, después no tiene posibilidades de reelegirse. En la actualidad, no tenemos un sistema de control adecuado, porque las declaraciones de patrimonio y de intereses, a mi juicio, son bastante débiles. Un parlamentario que sabe que no va a seguir en esta actividad, legítimamente puede pensar que en su último período tiene que dedicarse a ver qué hará después de que deje de ser parlamentario. Eso se puede prestar para la comisión de hechos irregulares. Más aún se puede dar en el caso de alcaldes y concejales, lo cuales sí tienen poder de decisión respecto de licitaciones y de políticas públicas.
Por lo tanto, si bien comparto el proyecto y lo votaré a favor, es necesario una reforma integral al sistema. De lo contrario, podemos estar celebrando algo que, en el futuro, se puede constituir en una verdadera tragedia para el sistema político. En la medida en que modifiquemos globalmente este tema y no le sigamos haciendo arreglos parche, vamos a recuperar la credibilidad y a dar un mayor crédito al sistema político.
Señor Presidente , espero que el Gobierno, junto con impulsar esta reforma constitucional, se abra a modificar la ley de partidos políticos, a estudiar un nuevo estatuto para los parlamentarios y a buscar mejores normas de control, porque, insisto, mi impresión es que en el caso de un parlamentario que va a su segunda reelección, pero que no piensa después postular como candidato a senador y que sabe que, después de terminado su tercer período, va a estar fuera del sistema durante cuatro años, puede terminar utilizando su último período para buscar una pista de aterrizaje, lo que considero legítimo, con el consiguiente perjuicio que eso tiene para la actividad pública. Al respecto, cabe tener presente que cuando uno entra a ejercer esta función, como me ocurrió, muchas veces se desvincula de toda la actividad particular que tenía.
Ojalá que este proyecto se apruebe y que el Gobierno se abra a lo que se planteó en la Comisión de Constitución, donde no fuimos escuchados, cual es la necesidad de elaborar un nuevo estatuto para los parlamentarios y para los alcaldes y concejales, en caso de que se limiten las reelecciones.
He dicho.
El señor SÚNICO (Vicepresidente).- Tiene la palabra la diputada señora Karla Rubilar.
La señora RUBILAR (doña Karla).- Señor Presidente , ingresé con 28 años a la Cámara, lo que me convirtió en la diputada más joven de este período parlamentario y en la segunda más joven en la historia del país, después de Gladys Marín . En todo caso, es mucha edad si uno piensa que jóvenes de 20 ó 21 años han hecho grandes fortunas gracias a Google o a Youtube. Esto quiere decir que hay un problema para que los jóvenes ingresen al Congreso Nacional. En consecuencia, quiero que en el próximo período se elija a diputados mucho más jóvenes que yo.
Estoy a favor de la inscripción automática y del voto voluntario, como lo dije en su momento; a favor del cambio del sistema binominal, como he votado en dos oportunidades; a favor de las primarias, para ayudar a democratizar los partidos, y obviamente, a favor de limitar la reelección de parlamentarios, de alcaldes y de concejales, tal como lo dije durante el debate del proyecto presentado en marzo de 2006, muy lejos del calor de las elecciones o de cualquier intención de aparecer en un año electoral.
El 40 por ciento de los diputados elegidos entre 1989 y 1998 probablemente serán diputados para el Bicentenario del país. Si vemos las elecciones municipales de 2008, el 36 por ciento llevaba doce años o más en el cargo. Del Senado, ni hablar. Casi hay que matar a un senador para poder lograr su puesto. La verdad es que tenemos que cambiar algunas cosas.
Sin embargo, me gustaría referirme a otras propuestas, porque muchos parlamentarios han hablado de este tema. El 4 por ciento de los candidatos a alcaldes y a concejales en la elección municipal pasada eran jóvenes de entre 18 y 29 años. Si ampliamos la edad a 35 años, sólo el 7 por ciento de los candidatos tenía entre 18 y 35 años.
En Perú existe la ley de cuotas juvenil, que ha ayudado a los jóvenes a participar profundamente en los municipios y ha aumentado su contribución de una forma extraordinaria. ¿Por qué no plantearse esa posibilidad en Chile? ¿Por qué no plantearse también la posibilidad de ayudar a las mujeres a acceder a esos cargos en el país?
Ingresé al Congreso Nacional siendo muy contraria a la ley de cuotas femeninas. Después de casi cuatro años en este Parlamento me he dado cuenta de que las trabas que tienen las mujeres para ocupar cargos políticos son enormes y que si bien no es el tema de fondo, probablemente ayudaría a que este Parlamento dé un empujón para que haya muchas más mujeres presentes en este Poder del Estado en el próxima período legislativo. Quiero eso, señor Presidente .
A su vez, considero importante crear un financiamiento diferenciado de las campañas políticas, a fin de ayudar de manera diferente a los candidatos jóvenes, quienes muchas veces no consiguen recursos para ello, porque no reciben donaciones de los empresarios, pues piensan que van a perder.
Asimismo, debe haber un financiamiento diferenciado para los rostros nuevos, que no necesariamente tienen que ser jóvenes.
También debemos disminuir las barreras y restricciones que enfrentan los candidatos independientes. Es un verdadero parto conseguir las firmas para la inscripción de las candidaturas, lo que no puede ser, porque tenemos que intentar que participe la mayor cantidad de gente para renovar las caras y dar más opciones a la ciudadanía.
En ese sentido, quiero aprovechar la oportunidad para agradecer a Marco Enríquez Ominami , aunque él sabe que no es mi candidato, al levantar su postulación, trajo aire fresco y juvenil, lo que permite pensar que se podría elegir a un Presidente de 36 años, lo que beneficia a todo el país.
También debemos aumentar la democracia interna de los partidos políticos. Es importante que los partidos con más dirigentes jóvenes y dirigentas tengan más financiamiento para seguir capacitándolos.
Por último, hay un tema fundamental que está pendiente, que la gente quiera participar en política. En consecuencia, señor Presidente , solicito que, de una vez por todas, se imparta educación cívica como corresponde en las escuelas de nuestro país, ya que no podemos seguir pidiendo que la sociedad participe si no contribuimos a formar el sentimiento cívico y patriota que debe tener nuestra gente.
Por lo tanto, tal como firmé el proyecto en marzo de 2006, ahora anuncio mi voto favorable al proyecto.
He dicho.
-Aplausos.
El señor SÚNICO ( Vicepresidente ).- Tiene la palabra el diputado señor Andrés Egaña.
El señor EGAÑA.- Señor Presidente , voy a votar a favor del proyecto por muchas razones, pero no quiero dejar de referirme a lo que es un verdadero festival de la demagogia. Digo eso, porque, en mi caso personal, como les consta, junto con el doctor Girardi , hace dos años, dijimos que no íbamos a ir a la reelección. Pero lo que he escuchado en esta Sala se aparta de la realidad en muchos casos. Posiblemente, el calor de los aplausos de las tribunas hace decir ciertas cosas que no se ajustan a la realidad. La primera es que, cuando hablamos de la renovación de Congreso Nacional, debemos ser rigurosos en el análisis para ver las cifras reales, porque creo que hay que hablar con la verdad.
Aquí tengo las cifras verdaderas de los cuatro últimos períodos en la Cámara de Diputados. En la segunda elección, postularon y fueron reelegidos 72 diputados; es decir, el 60 por ciento del total; un 40 por ciento no fue reelegido, se fue al Senado o falleció. En la tercera fueron reelegidos 74; es decir, el 61 por ciento; casi un 40 por ciento no volvió a esta Sala; las razones pueden ser muchas. En la cuarta postularon y fueron reelegidos 77, o sea, 64 por ciento, cifra parecida a la última.
¿Existe alguna otra institución o empresa en la que en un período de tres o cuatro años ya no esté el 40 por ciento de sus integrantes? Tomemos como ejemplo la administración pública: no supera el 1,5 por ciento de renuncias al año.
Por lo tanto, creo que aquí existe una razón mediática. Se ha repetido insistentemente por los medios de comunicación que hay que renovar las caras del Congreso, que son las mismas de siempre. Creo que en eso los medios tienen razón, y la culpa es de ellos, porque en las pantallas aparecen los mismos. Aquí hay diputados que tienen que hacer algo muy fuera de lo normal para figurar. El diputado Rojas , gran parlamentario y que ha obtenido las primeras mayorías en Antofagasta, se hizo famoso por su baile del koala. Entonces, hay una situación mediática.
Por otra parte, se dice que todos los males que suceden en la política se deben al sistema binominal y que es lo peor que ha existido. Lo hemos discutido varias veces. Soy partidario de él. Por los demás, todos los sistemas electorales tienen ventajas y desventajas.
(Manifestaciones en tribunas).
A quienes emiten silbidos en las tribunas, les recordaré una investigación que hice respecto de los sistemas de participación de la juventud, y pedí información sobre las últimas diez elecciones de la Universidad de Chile, donde el voto es voluntario y la inscripción automática. Estimados diputados y queridos amigos que están en las tribunas, la participación no superó el 46 por ciento. Eso quiere decir que las razones de la no participación o de la falta de motivación son mucho más profundas. Sin duda, es mucho más fácil proponer modificaciones al sistema. Quiero recordar que el sistema de elección en las primeras elecciones municipales, desde que terminó el régimen militar, ha sido cambiado por la Concertación, que tenía mayoría. En la primera, se eligió de determinada manera; en la segunda, de otra; en la tercera, distinta a la anterior, y en la cuarta de manera diferente. ¿Cuál es el sistema en ese caso? Puede que en una comuna haya 15 candidatos -la ley no lo impide-, y sea elegido una persona con el 6 por ciento de los votos.
Si lo comparamos con el sistema proporcional por lista, se puede dar el caso -como hay muchos- de que un concejal gran sacador de votos lleve a la “cochiguagua” a otros que obtienen cien votos. ¿Es antidemocrático, como se ha sostenido aquí, en comparación con otras situaciones?
En mi distrito obtuve la tercera mayoría, y cuando me referí al sistema binominal, algunos diputados me increparon y me dijeron que llegué sólo gracias a eso. Me sacaron el cuero.
La señora SAA (doña María Antonieta) .- Así es.
El señor EGAÑA.- Señora diputada , yo no la había querido nombrar, pero se acusó solita.
Se argumentó que yo no tenía votos para llegar a la Cámara de Diputados. Saqué 32.500. Hice algo muy simple: ordené el número de votos que obtuvieron los diputados. Es decir, si se aplicara en general esa argumentación, debo decir que hay 48 diputados que tienen menos votación que yo. Entonces, plantearán que se debe aplicar el sistema proporcional. ¡Ojo! El sistema proporcional no da la proporción exactamente igual.
El sistema binominal ha sido tomado como caballito de batalla, se le echa toda la culpa y se dice que cuando éste se acabe, se acabarán todos los pecados y las penas de la política. Al respecto, quiero recordar que la Presidenta Bachelet formó varias comisiones: de educación, de la pobreza y electoral, presidida por el distinguido señor Boeninger -que escribió un libro que recomiendo, porque es muy interesante-, la que hizo una propuesta con cuatro posibilidades que envió al Congreso, pero todavía no llegaba y ya estaba de vuelta; nunca más se vio.
He preguntado varias veces al ministro Viera-Gallo y a gente del Gobierno si quieren cambiar el sistema binominal. ¿Cuál es el sistema que proponen? Siempre llega una paginita que lo único que dice es que se va a cambiar el número de senadores y que quieren sacar de la Constitución el número de diputados, que es 120. Pero no se atreven a decir -porque eso sí es antipopular- que quieren 150 diputados en la Cámara -eso se mantiene guardado- y 50 senadores.
Discutamos la limitación de la reelección de los cargos de diputados y senadores
Quiero recoger varias proposiciones hechas por el diputado señor Montes. El sistema político, que tiene 20 años, al cual se le han hecho varios cambios en la transición, ha sido un ejemplo. Pero eso no es sólo virtud de la Concertación, sino gracias a una importante función de la Oposición.
Creo que mi bancada es la que señaló, con anticipación, la mayor cantidad de diputados que no íbamos a la reelección, seis o siete. Con los diputados Correa y Masferrer , esperamos que venga gente más joven.
Pido que seamos rigurosos en el análisis, en las cifras y que no utilicemos esta instancia para hacer demagogia. Para conocer qué es la demagogia en la política, recomendaría a los estudiantes de periodismo leer el discurso de alguno de los compañeros presente en la Sala.
He dicho.
El señor SÚNICO (Vicepresidente).- Tiene la palabra el diputado señor Antonio Leal.
El señor LEAL .- Señor Presidente , dentro de las múltiples iniciativas que en el transcurso de los años se han presentado para limitar los períodos de reelección de los diputados y senadores, el Partido por la Democracia ingresó el 3 de junio de 1992 una iniciativa que se sumó a los más de doce proyectos de ley y de reforma constitucional que han existido en este Congreso.
Hay varias razones que aconsejan aprobar este proyecto.
En primer lugar, 12 y 16 años, que son los tiempos máximos propuestos, es una eternidad en el mundo global. En el pasado, 12 ó 16 años no parecían mucho tiempo; hoy, en los ciclos del mundo global, donde el conocimiento se reproduce cada tres o cuatro años y se produce un salto gigantesco con la renovación de la tecnología, la cual tiene que ver con la ciencia y con los descubrimientos, es absurdo que un político esté más de 12 ó 16 años en una instancia de esta naturaleza, porque quedará fuera de los grandes estudios y factores de conocimiento en este mundo que se renueva con mucha velocidad.
Parte de la crisis de la política se debe a que ella y los políticos nos renovamos con menor velocidad que el cambio que hoy se produce en el mundo.
El cambio está más centrado en la tecnología, que en las ideas políticas. Hoy falta interpretación del mundo global que hace que la política no tenga el interés en la población y no sea capaz de explicar el conjunto de los fenómenos y de los cambios que se producen en el mundo. Esto es parte del problema que tenemos con la crisis de la política.
Conjuntamente con ello, existe una profunda crisis de nuestro sistema político, la cual se caracteriza, entre otras cosas, por una escasa participación de la ciudadanía. Por ejemplo, en Chile no existe la iniciativa popular de ley, que ha sido un experiencia importante en muchos países de Europa, donde los ciudadanos juntan firmas para presentar un proyecto de ley, que finalmente resuelve el Parlamento.
En Chile, donde hay desavenencias entre el Ejecutivo y el Congreso y no hemos logrado conformar mayorías para reformas de fondo, no hay plebiscito. Es decir, no se consulta a los ciudadanos respecto de aquellos temas de carácter vinculante ni se les entrega una opinión que efectivamente dé solución a aquellas contradicciones que están latentes en el sistema político o en sus condiciones de vida.
Este sistema político se caracteriza por una escasa participación de la ciudadanía, la cual no tiene una participación directa. Por lo tanto, lo que hacen los ciudadanos es elegir a sus representantes, pero hay un sistema electoral que tiende a paralizar el sistema. El sistema electoral binominal mayoritario no garantiza real renovación y no permite que haya más candidatos.
Con este sistema, si tomamos las listas de los candidatos de la Concertación, de la Alianza y de los alternativos o de los independientes, es casi perfectamente posible armar el nuevo Congreso, sin necesidad de hacer elecciones, porque probablemente muchos de nosotros, con la experiencia electoral que nos ha dado la vida, sabríamos decir, casi con exactitud, lo que va a ocurrir en cada distrito y en cada circunscripción. Es decir, este sistema tiene muy poca sorpresa.
Entonces, ¿cómo nos admiramos de que un sistema político deje fuera a tres millones y medio de chilenos que no tienen interés en inscribirse?
En este momento -ningún fenómeno político ha cambiado esto-, tenemos menos inscritos que los que teníamos, en esta misma fecha, hace cuatro años. Por lo tanto, tendremos un padrón electoral más conservador que en el pasado, donde ocho millones y medio de chilenos dejan fuera a los tres millones doscientos mil que no están inscritos.
Los sistemas políticos deben garantizar sorpresa, competencia. Las leyes electorales no son para garantizar equilibrios, sino representación. Muchas veces, sectores de la Oposición han dicho al Gobierno en el Congreso que el sistema binominal mayoritario es importante, porque garantiza estabilidad, pero los sistemas electorales no son para garantizar estabilidad ni cristalizar determinados equilibrios, sino para representar a la ciudadanía, para que se ejerza la soberanía popular y ésta se exprese mediante el voto de los ciudadanos.
Como se ha dicho, uno de los grandes problemas es que no tenemos una suficiente renovación. La Presidente Bachelet representa una renovación. Si miramos su primer gabinete, veremos que no tenía nada que ver con los rostros esenciales de la transición, pues incorporó el factor de género y gente más joven. Pero, en el sistema político no consagramos una renovación más permanente y existe el riesgo, con este sistema electoral, de que, una vez terminado su Gobierno, no se continúe el proceso de renovación que ha encarnado durante estos años y que, por tanto, la generación del personal político siga siendo extremadamente conservadora.
Todos sabemos que la ley electoral obliga a los partidos a presentar eternamente a los mismos candidatos, por un problema de dimensión de votación. Porque en este sistema electoral 54 votos es lo mismo que 26 votos. Eso significa dejar de lado la soberanía y la representación popular. Este sistema es excluyente, pues no están representados todos los sectores que sacan votos. Aquí no está el Partido Comunista ni la Izquierda Cristiana ni una serie de sectores que en las regiones tienen votos y que no llegan al Congreso.
Este sistema no garantiza el pluralismo y afecta a la representatividad. Ni siquiera se ha llegado a un acuerdo para que haya más candidatos. Algo que mejoraría este sistema es que, en vez de dos candidatos por lista, hubiere ocho, porque eso motivaría una mayor competencia y el elector tendría, por lo menos, la sensación de que se está enfrentando a un sistema que le ofrece opciones reales, lo que no sucede con el actual.
Por esa razón y por todo lo que esto significa como factor de parálisis y desinterés en el sistema político chileno, estoy de acuerdo con algunas medidas que, tanto Bobbio como Sartori, llamarían medidas de recambio, de parche, dado que el sistema político no se modifica en lo sustantivo.
Por lo tanto, soy partidario de limitar la reelección de diputados, senadores, alcaldes y concejales y, al mismo tiempo, de que haya una ley de cuota que privilegie el género en las elecciones, de manera de garantizar una mayor presencia de la mujer.
Apoyo este proyecto, pero debo señalar que no resuelve los temas de fondo, sino que, simplemente, limita la reelección in aeternum de los representantes. No genera una renovación de ideas, una competencia real, un sistema pluralista, mayor democracia y más participación
Por lo tanto, que nadie se haga la idea de que estamos dando un paso significativo; sólo es uno pequeño, para que nuestro sistema político no sea tan conservador como es hoy día.
He dicho.
El señor ÁLVAREZ (Presidente).- Tiene la palabra la diputada señora Isabel Allende.
La señora ALLENDE (doña Isabel).- Señor Presidente , efectivamente, como dijo el diputado Carlos Montes , hay una mirada bastante reduccionista en los fundamentos de esta moción, pues no es lógico considerar que con la sola aprobación del proyecto vamos a lograr el prestigio de una política desprestigiada o el prestigio del Parlamento. Sin embargo, podemos analizar la situación para encontrar las razones de este doloroso desprestigio.
Pero en esta materia hay un tema central: mientras persista la Constitución del 80 y el país no logre, de una vez por todas, una Carta Fundamental generada democráticamente, mediante una consulta real a la ciudadanía, seguiremos con parches, con reformas, que, en todo caso, al menos, han cambiado algunos elementos y terminado con resabios que dejó la dictadura. A pesar de ello, la Constitución del 80 consagra un sistema electoral binominal que, lejos de tener las virtudes que tanto proclama la Alianza, ha sido más bien pernicioso en lo que se refiere a la ampliación de la democracia.
Como aquí se ha dicho, es un sistema excluyente, pues impide la presencia en el Parlamento de sectores políticos como el Juntos Podemos, en definitiva, la pluralidad política.
Incluso -que lo oigan bien los jóvenes que están en las tribunas-, hace un par de meses, en esta misma Sala, no se aprobó la reforma constitucional para terminar con la incompatibilidad entre candidato a diputado o senador y dirigente gremial o vecinal.
Ésa es la demostración de que todavía hay muchos a quienes les gusta el sistema binominal, que impide presentar más candidatos; que significa la exclusión, que pone una camisa de fuerza a los partidos políticos, porque, obviamente, no hay más candidatos y, por lo tanto, no hay más alternativas para la ciudadanía.
También ha sido la Derecha la que se ha opuesto al derecho a voto de los chilenos en el exterior, moción que yo presenté. Tampoco fue aprobada. Una vez más, es la demostración de que aquí a muchos no les gusta ampliar la democracia.
Como dije, no hemos logrado el derecho a voto de los chilenos radicados en el exterior y tampoco hemos terminado con el sistema binominal. En definitiva, no hemos logrado una ley de cuota.
Debo decir, a pesar de las risas que a algunos provoca, que los únicos países donde hay una representación más equitativa es en aquellos donde existe una ley de cuota, que posibilita que se presenten más candidatas, porque nadie asegura la elección. Esto también tiene que ver con los partidos políticos, con la responsabilidad que les cabe. Si bien el sistema binominal es una camisa de fuerza, tienen una responsabilidad, porque, en general, no estimulan nuevas caras y tampoco promueven, por ejemplo, las primarias, ojalá, vinculantes.
Al respecto, me alegro de que el Ejecutivo haya enviado un proyecto. Espero que discutamos seriamente la materia para que, donde haya dos o más postulantes, se determine quien será candidato mediante una primaria, pues ella permite una mayor participación ciudadana. No hablo de una primaria interna de los partidos, donde lo que se echa a andar son las maquinarias y el acarreo. ¡No! Hablo de una primaria real, donde la ciudadanía se pronuncie. Eso es lo mejor que podríamos hacer.
También esta moción es reduccionista, porque parte del desprestigio de la política o de la dificultad para que se renueven los liderazgos, se debe una falla enorme del actual sistema electoral, pues la forma en que hoy se hace política es extremadamente elitista, no solo por la ventaja que tienen los actuales parlamentarios para ir a la reelección respecto de un nuevo competidor, sino también por la diferencia de recursos. Éste ha sido un tema que nos ha separado por largos años.
¿Cuánto costó tener la ley actual, que, a mi juicio, es deficiente y poco transparente? ¿Cuánto costó lograr un porcentaje de devolución de gastos? Hay que tener presente que las candidaturas requieren suficientes redes a fin de contar con los recursos económicos necesarios para hacer las campañas. Pero cada vez presenciamos un mayor nivel de intervención, en realidad eso es un eufemismo, por cuanto es bastante más que eso.
Hablemos derechamente: aquí se está cayendo cada día más en la corrupción. No es posible que haya candidatos -los he visto en mi distrito- que se dediquen a repartir objetos, que paguen cuentas, que entreguen determinados elementos. Eso equivale a lo que en el siglo pasado llamábamos cohecho, problema que hoy día, desgraciadamente, a nadie interesa. Por eso, en tanto no haya transparencia, límite en los gastos, seguimiento del gasto en las campañas políticas y no dotemos al Servicio de Registro Electoral de las facultades necesarias para ello, habrá candidatos que al sobrepasar con creces los límites, vulnerarán la ley con total impunidad
En consecuencia, mientras esto persista, se verá afectada por el desprestigio. Será una política poco transparente y elitista, lo cual no es propio de una democracia.
Pero hay algo más: seguimos siendo un país donde la participación es casi nula, y lo lamento, porque nuestra Presidenta al inicio otorgó mucha importancia. Lamentablemente, nos hemos entrampado y hoy es casi inexistente. Actualmente, los ciudadanos se limitan a elegir a algunos, con mucha dificultad, porque no tienen los instrumentos que les permitan una real, efectiva y verdadera participación.
No sólo no tenemos la iniciativa popular de ley, no sólo no podemos hacer plebiscito, no sólo no hay llamados a consultas en temas importantes, sino que, de repente surgen temas en la sociedad, que realmente le importan, y es bastante dramático que en una muy reducida Cámara política, de 120 diputados, se tomen decisiones que afectan a millones de ciudadanos, sin que tengan espacio para pronunciarse. No pueden, porque no tienen iniciativa popular de ley ni medios para ser más proactivos o activos participantes en temas trascendentales que afectan su vida.
No hace mucho discutimos sobre la píldora del día después. Hemos tenido otros debates extraordinariamente relevantes, pero la ciudadanía no tiene otra posibilidad de seguirlos, con suerte, a través de la televisión, y si es que tienen la posibilidad de acceder al canal de la Cámara.
Espero que avancemos en mayor transparencia; espero que alguna vez tengamos una ley electoral verdadera que aborde con transparencia los gastos y las donaciones, en el período preelectoral.
Espero que alguna vez tengamos una Constitución originada, verdaderamente, en un espacio democrático, no como la que actualmente nos rige.
Los partidos y los parlamentarios debemos hacer un esfuerzo para dar mayor espacio a la renovación de liderazgos y reconocer que tenemos responsabilidad en ello. Si bien los partidos tienen camisa de fuerza por no poder llevar más candidatos, también es cierto que no parecen haber hecho grandes esfuerzos para incorporar caras nuevas y buscar una mayor representación de los jóvenes y de las mujeres y prefieren ir a la segura. Debemos reconocer que los partidos tienden a eso.
Lo que debemos reconocer es que el desprestigio de la política más bien tiene que ver con otras cosas y éste no es el momento para analizarlo, pero en ello también hay una importante cuota de responsabilidad nuestra. ¡Cuántas veces decimos cosas que son para el minuto y la cuña y no tienen el peso, ni el contenido, ni la sustancia!
Lamento que se diga que este proyecto es la panacea, porque estamos lejos de eso. Lo vamos a apoyar para dar una señal, pero quedan temas pendientes y espero que al final logremos tener la democracia que nos merecemos.
He dicho.
El señor ÁLVAREZ ( Presidente ).- Hago presente a la Sala que el debate de este proyecto queda pendiente para una próxima sesión.
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