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El señor PROKURICA.-
Señor Presidente , me habría gustado que tanto las reflexiones de ayer como las de hoy se hubieran podido efectuar a la luz de un proyecto que tuviera un verdadero contenido regionalista, de más autonomía económica y política, y que avanzara en favor de un sector importante del país que se siente postergado y que, con justicia, reclama mayor protagonismo en la vida nacional.
El futuro de las Regiones frente al exacerbado centralismo existente hoy día sigue siendo poco alentador.
A modo de ejemplo, cabe puntualizar que las Regiones del norte enfrentan muchas veces el abandono del gobierno central.
Recordemos que solo las pérdidas del Transantiago acumuladas durante los primeros cuatro meses del año 2008 equivalían a la totalidad de los fondos asignados al FNDR de las Regiones de Tarapacá, Antofagasta, Atacama y Coquimbo. Y para este año el FNDR destinado a la Región Metropolitana supera en casi 4 mil millones de pesos los recursos fijados para Arica, Tarapacá, Antofagasta y Atacama .
Atacama , la Región que represento, enfrenta muchas carencias. Pero una de las principales es la atención de salud: un hospital regional que desde hace más de ocho años, pese al compromiso de dos Presidentes de la República distintos, espera una remodelación; más de 17 mil pacientes en listas de espera; hospitales sin médicos para atender a la población, y una carencia dramática de especialistas.
¡Cómo es posible que en el servicio público, para casi una Región completa, exista solo un par de especialistas cardiólogos para atender a todos los enfermos!
Otro punto que no puedo dejar de tratar es la distribución de los recursos del royalty, que se ha visto aquí, en la Sala, muchas veces: ¡a la Región Metropolitana se le asigna lo mismo que a la de Atacama, que recauda unos 50 millones de dólares por ese concepto! Y el Gobierno sigue insistiendo en retrasar el envío de un proyecto de ley que retribuya justamente a las Regiones mineras. En último término, puede patrocinar la iniciativa que el colega Orpis y otros Senadores presentamos para hacer justicia a estas Regiones.
Eso, sinceramente, es inaceptable y constituye un ejemplo de cómo los habitantes de las zonas más alejadas del país sufren cada día por el aislamiento.
Hace un mes, por iniciativa del Presidente del Senado, inauguramos la Sala Pedro León Gallo, en honor a uno de los más importantes regionalistas de la historia de nuestra patria.
A 150 años de la revolución constituyente, encabezada por el caudillo, lamentablemente siguen vigentes las causas por las cuales ese político se levantó e incluso formó un ejército. Había un profundo deseo de autonomía y justicia social para las Regiones frente al despojo de las riquezas aportadas por ellas al desarrollo del país y que hasta hoy se quedan en la Capital para financiar proyectos que en nada las tocan o favorecen.
Aquel ex regidor, sin duda, querría hoy también levantarse una vez más para defender a las Regiones mineras, como la de Atacama.
Llegó la hora, señor Presidente , de avanzar contra la tradición centralista, contra un Estado que no valora ni da real protagonismo a los distintos territorios. Desde las Regiones miramos con estupor el centralismo, que es malo no solo para ellas, sino además para el propio Santiago. La concentración de talentos, riquezas y oportunidades sigue en la Capital.
Hemos escuchado durante esta larga sesión distintas opiniones en el sentido de que el proyecto que hoy nos convoca, en algunos casos, significa un paso muy lento y no todo lo importante que quisiéramos, e incluso, que sería innecesario.
Efectivamente, me gustaría que hubiese un avance más profundo, porque esta iniciativa tiene muy poco de fomento para una descentralización real y mucho menos de regionalización verdadera.
Sí, incluye un elemento relevante para el ejercicio democrático: la elección directa de los consejeros regionales.
Esa es una cuestión que no puede seguir esperando. Ahora los consejeros regionales serán conocidos y más cercanos a la gente, y podremos hacerles exigencias e indicarles sus responsabilidades y su trabajo, lo que hoy en día resulta más difícil.
Y algo muy significativo: por la vía planteada se evitará un foco de corrupción que se ha ido generando en ese sector. Todos lo conocemos, nadie lo dice, pero es así: ¡hay un foco de corrupción en la forma como se nombra hoy día a los consejeros regionales!
Señor Presidente , quiero destacar la labor realizada en este debate por el Consejo Nacional para la Regionalización y Descentralización (CONAREDE), y en especial, la de Heinrich von Baer y Miguel Cellino -nos acompañan esta tarde en las tribunas-, quienes han dado pasos muy fundamentales a los efectos de comprometer a los parlamentarios y a los partidos políticos para avanzar hacia la regionalización, aunque el de ahora es muy pequeño.
Pero también quiero reparar en que, pese a que la totalidad de los sectores políticos aquí representados están convencidos de que Chile debe hacer más por sus Regiones, la mayor prueba de centralismo es la actitud de los partidos, que definen sus candidatos a cargos de elección popular sin considerar un aspecto esencial: que ellos sean en lo posible oriundos de las Regiones, que conozcan los problemas de los lugares por los que postularán.
En los próximos meses veremos cómo, una vez más, las colectividades partidarias distribuyen a candidatos salidos de Santiago para pelear cupos parlamentarios en Regiones del país que a veces ni siquiera conocen.
Amigos de la CONARADE, amigos de la regionalización, esa es quizás una de las razones por las cuales todos nos hallamos en contra del centralismo y a favor de la regionalización.
Pero nada cambia.
Por último, resulta penoso que no tengamos ocasión de realizar un debate especial, dedicado, profundo sobre estos temas y nos veamos respaldando un proyecto hecho "en la medida de lo posible", en lugar de una iniciativa sólida, que realmente entregue a las Regiones el protagonismo que merecen, para llegar al Bicentenario con un Chile derechamente alcanzando un pleno desarrollo, sin las crueles y absurdas diferencias existentes entre las Regiones y Santiago.
He dicho.
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