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El señor PÉREZ VARELA.-
Señor Presidente, nos encontramos ante un proyecto de reforma constitucional que, como se ha expresado con claridad, presenta unas cuatro ideas matrices, de las cuales comparto por lo menos tres.
Como lo manifestó el Senador señor Bianchi , creo que lo relativo a la circunscripción senatorial debiera excluirse durante la discusión en particular, para poder abocarnos verdaderamente al núcleo central, que es la necesidad evidente que tiene el país de descentralizarse y de fortalecer sus Regiones y comunas.
Basta mirar Chile, basta ver los distintos requerimientos de las Regiones para darse perfecta cuenta de que estamos ante un centralismo exacerbado que está haciendo daño a todo el país, incluso a la capital.
El crecimiento inorgánico de la población y las expectativas diseñadas solo para la gente más joven y los profesionales de Santiago llevan a que muchas de nuestras comunas tengan crecimientos vegetativos que impulsen a sus habitantes a abandonar amplios sectores del territorio nacional.
Durante algún tiempo sufrimos el drama de lo sucedido en Chaitén con motivo de la erupción del volcán del mismo nombre. Ahí se refleja una suerte de abandono de un sector importante del país. Con anterioridad a dicha erupción ya la gente vivía aislada, alejada de toda posibilidad de progreso, a diferencia del lado argentino, donde existen áreas de desarrollo mucho más relevantes.
Por lo tanto, debemos avanzar significativamente en la descentralización y la regionalización del territorio, y darles poder a las autoridades regionales y comunales.
Esa es una decisión política, a mi juicio, ineludible.
La reforma constitucional en estudio presenta a lo menos dos elementos que nos permiten abrigar una suerte de optimismo y de esperanza para caminar hacia el fortalecimiento de nuestras Regiones y de nuestros gobiernos comunales y lograr descentralizar el país.
Muchas veces la voluntad política -particularmente la de este Gobierno- ha estado más por el lado de centralizar las decisiones y el poder que por el de avanzar. Y hay demasiadas evidencias y ejemplos que así lo establecen.
Haré, entonces, un recuento y un análisis de lo que, en nuestra opinión, son las ideas que contiene el proyecto.
La más difundida, la más desarrollada y, a lo mejor, la de mayor conocimiento público es la elección popular de los consejeros regionales. Y la pregunta que surge es: ¿Basta con elegir a tales autoridades para dar seguridad y certeza de que el país está en condiciones de avanzar hacia la descentralización y la regionalización?
Lo anterior tiene un vínculo ineludible con la segunda idea matriz. Elijamos a los consejeros regionales, pero traspasemos competencias a los gobiernos regionales. Porque, si no, vamos a generar una nueva frustración en la ciudadanía respecto de la capacidad que poseen las autoridades de los órganos públicos para resolver. La sola elección, que sin duda es un elemento importante que valida el régimen democrático, no soluciona las necesidades ni los anhelos de las personas.
En la actualidad se eligen alcaldes y concejales. ¿Alguien puede afirmar aquí que los municipios en Chile son un motor, un factor de desarrollo de sus comunas? ¿Por qué no lo son? Porque carecen de las facultades, de los recursos y de la estructura que les permita responder a los desafíos propios de cada comuna.
¿En qué se demuestra eso? En que permanentemente los señores Senadores -más aún si son de Gobierno- deben acompañar a los alcaldes en sus visitas a Santiago para tocar las puertas de las distintas reparticiones públicas, en particular la del funcionario más importante para las Regiones de nuestro país, aquí presente: el Subsecretario de Desarrollo Regional y Administrativo.
Ello demuestra en los hechos que los alcaldes y concejales elegidos por la ciudadanía no reúnen en su municipio las posibilidades de desarrollo para sus comunas.
Si avanzamos solo en lo relativo a la elección de los consejeros regionales, nos enfrentaremos a la misma frustración, la misma decepción que muchas veces manifiesta la ciudadanía con respecto a sus autoridades, porque estas no estarán dotadas de las correspondientes funciones ni dispondrán de los recursos indispensables para que tanto las Regiones como las comunas puedan ser elementos claves en el impulso del desarrollo, del progreso y de la integración de la ciudadanía.
Por ello, me parece esencial avanzar, en la forma más sustantiva posible, en la segunda idea matriz contenida en la iniciativa.
Muchas veces se observa una suerte de consenso en los discursos, pero, llegado el momento de votar -como nos sucedió antes de iniciar las vacaciones-, siempre hay una razón para que este traspaso de competencias no se concrete.
Para nosotros es fundamental la vinculación de las dos ideas matrices referidas: elección popular de consejeros regionales y transferencia de competencias de los gobiernos regionales. La una sin la otra hará que cojee permanentemente la estructura de estos.
Por lo tanto, sería muy importante asumir el compromiso político de que vamos a avanzar en ambos sentidos, de que vamos a estructurar verdaderamente los gobiernos regionales y también a traspasar más facultades a los municipios, para que las Regiones puedan ir desarrollando adecuadamente sus potencialidades.
Ante las más graves situaciones o dificultades, las Regiones deben recurrir a Santiago, y también frente a otras menos relevantes. Recién mencioné el caso de Chaitén. Sin duda es una catástrofe, y ahí se requiere el apoyo del Gobierno central. Pero sucede lo mismo muchas veces respecto de un camino interior -por ejemplo, el de Chillán Viejo a Yungay- al que se le deben mejorar sus condiciones de seguridad. También hay que ir al Ministerio de Obras Públicas para lograr la inversión que permita mejorar la seguridad de esa ruta.
Eso es lo que tenemos que vencer y superar con este proyecto, y ojalá hoy lo podamos concretar por medio de una votación positiva, como lo haremos los Senadores de la UDI.
Pero, además, quiero efectuar un comentario adicional con respecto al compromiso político que debemos adoptar para avanzar resueltamente en las mejoras requeridas.
Aquí estamos discutiendo un proyecto de reforma constitucional, el cual, necesariamente, debe ir acompañado de una ley orgánica constitucional, normativa que hará realidad lo que hoy aprobemos -así lo espero- como disposición constitucional. Si logramos establecer la elección popular de los consejeros regionales, resultará fundamental, para avanzar en el debate en particular de esta reforma, alcanzar un acuerdo político sobre cómo será la ley orgánica que regirá la elección de los consejos regionales.
Me parece que no es saludable, por decir lo menos, o es extraordinariamente riesgoso sacar adelante una reforma constitucional cuando no existe claridad respecto de cómo ella se aplicará.
En esto el Gobierno tiene un rol fundamental: lograr un acuerdo con las distintas fuerzas políticas y los diversos actores del Senado. Estoy seguro de que la Comisión de Gobierno, considerando la voluntad y actitud que ha mostrado siempre su Presidente , puede ser la instancia adecuada para generar el consenso sobre los factores que comprenderá la ley orgánica constitucional en lo relativo a la elección de consejeros regionales, a fin de que, al momento de debatir en particular esta materia, sepamos con claridad que los consejeros regionales serán elegidos mediante un mecanismo generado por amplio acuerdo. Evitaremos así posteriores discusiones políticas banales y permanentes modificaciones, lo que quita legitimidad y seriedad al trabajo del Congreso, a la facultad legislativa y también a la aplicación de esas normas.
Por lo tanto, reclamo ese compromiso político del Gobierno durante el tiempo en que se discuta en particular este proyecto de reforma constitucional.
Cuestión similar ocurre con el asunto del traspaso de competencias.
La Comisión de Gobierno, que preside el Senador señor Bianchi , llegó a avances sustanciales con la Subsecretaría de Desarrollo Regional y Administrativo. Con posterioridad, ello fue desconocido por el Ministro Secretario General de la Presidencia .
Sin embargo, creemos que ese trabajo, realizado en el seno de dicha Comisión, que consta en las actas, donde se detallan las normas, debe ser tomado en consideración y asumido también por el Gobierno, para que verdaderamente se dé un paso adelante y las Regiones cuenten con recursos y facultades.
Hoy día podemos dar un paso. Pero este se trabará si no llegamos a acuerdo, si no hacemos tratativas, si no establecemos procedimientos que nos permitan decir: "Las leyes orgánicas que le dan cuerpo y sentido a esta reforma constitucional tienen el mismo peso que esta y requieren el mismo consenso y el mismo acuerdo, porque eso le brindará la fuerza necesaria para su aplicación".
Señor Presidente -y con esto termino-, creo que hoy día se está dando un paso significativo. Espero que este proyecto de reforma constitucional concite un amplio apoyo en el Senado de la República.
Pero solo constituye el punto de partida, porque falta asumir un trabajo intenso. Si lo concretamos con eficacia y eficiencia, se darán los primeros pasos para abrir el camino hacia un cambio fundamental en la estructura política-administrativa-poblacional de Chile, donde actualmente los incentivos están dados para que nuestros jóvenes, nuestros trabajadores y nuestros profesionales se vayan a la Región Metropolitana y abandonen sus Regiones y comunas.
Esta reforma puede marcar el inicio de ese camino para lograr el desarrollo integral de nuestro querido Chile.
He dicho.
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