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La señora MUÑOZ (Vicepresidenta).-
Sugiero a los asistentes en las tribunas mover las manos en silencio en señal de aplauso. No griten. Les recuerdo que ello está prohibido por el Reglamento.
Tiene la palabra el Senador señor Lagos.
El señor LAGOS.-
Señora Presidenta, colegas, el presente proyecto de ley nos pone a prueba como parlamentarios y, si estiro un poco las cosas, también como representantes de la ciudadanía.
Estamos en una democracia representativa. Podemos manifestar reparos respecto del sistema electoral que nos eligió, pero lo concreto es que estamos acá para expresar nuestra opinión y tomar decisiones.
En mi opinión, estas iniciativas son las que marcan al Parlamento.
La historia de las relaciones laborales en Chile, desde que recuperamos la democracia, ha ido de menos a más, pero aún se encuentran al debe.
Ayer se hizo un reconocimiento de lo que avanzamos en esta materia durante los años 90 y 91, y también de lo hecho el 2001. No obstante, todo ello estuvo acotado básicamente a los derechos individuales de los trabajadores.
Lo que está pendiente -esta propuesta de reforma laboral trata de incorporarlo- es el establecimiento de un mecanismo moderno de relaciones laborales, que esté a la altura de un país con un ingreso per cápita en torno a los 20 mil dólares.
Tal política pública es uno de los pilares fundamentales del Programa de la Presidenta Michelle Bachelet .
La reforma laboral que nos ocupa recoge en forma correcta un diagnóstico que es ampliamente compartido: existe una escasa cobertura de negociación colectiva y una tasa de sindicalización modesta.
La negociación colectiva en Chile cubre solo al 12 por ciento de los trabajadores. En los países de la OCDE, al 60 por ciento.
La sindicalización aquí llega a alrededor del 14 por ciento. En las naciones de la OCDE fluctúa entre 18 y 20 por ciento.
Hay una desigual distribución de los frutos de la riqueza construida en conjunto. Nuestro crecimiento este año será de un 2 por ciento. ¡Se va a crecer, pero los ingresos se repartirán de manera desigual!
¿Por qué? Porque el 50 por ciento de los trabajadores gana menos de 260 mil pesos y el 1 por ciento de los chilenos, de los cuales todos los Senadores somos parte, concentra el 30 por ciento de la riqueza.
¡El 30 por ciento de lo que crece Chile en un año se lo lleva el 1 por ciento de la población, en circunstancias de que la vasta mayoría de los ciudadanos que tienen trabajo gana menos de 260 mil!
De eso trata de hacerse cargo esta reforma laboral.
En todo caso, no es solamente un tema de desigualdad: se busca también terminar con la incertidumbre y entrar derechamente al ámbito político.
Por cierto, voy a respaldar esta reforma en general, que hoy será aprobada por mayoría en el Senado. Y luego vamos a discutir en particular una serie de elementos.
No obstante, quiero decir que me parece inconcebible que a estas alturas, con lo que vivimos (la crisis de confianza en las instituciones, la crisis de la política, las expectativas frustradas de un modelo que comienza a dar lo máximo de sí y no es suficiente), aún haya un bloque político que esté dispuesto a señalar: "No quiero legislar sobre temas laborales".
Algunos me citan a economistas -comillas- del mundo nuestro. ¡Claro! Ellos han hecho reparos con relación a aspectos muy puntuales. Pero, si estuvieran sentados en esos asientos, votarían que sí, pues no se perderían la oportunidad de legislar en esta materia.
Podemos discutir en particular sobre muchos temas: acotemos los servicios mínimos; abordemos la inestabilidad laboral; veamos cuán efectiva tiene que ser la huelga. Pero nadie se va a perder. Y resulta impresionante que a estas alturas, con la crisis que sea, haya encendidos discursos que señalen que se quiere tirar la casa por la ventana. Eso es no ver la profunda desigualdad que vivimos.
Me parece inconcebible que un grupo de parlamentarios que, se supone, recorren las mismas calles que yo -imagino que el Senador Chahuán va a Achupallas, a San Antonio , a Cartagena- no vean la realidad de nuestros trabajadores.
Lo que hacemos hoy es algo tan sencillo y básico como decir: emparejemos la cancha para conversar de mejor manera. No se trata necesariamente de algo conflictivo. Además, no me cabe duda de que habrá espacio para despejar muchas inquietudes.
Pero lo que no ocurrirá, porque sería no entender lo que pasa en Chile, es que aprobemos una legislación laboral que no cambie lo sustantivo que debe variar en nuestro país: la forma en que distribuimos los frutos del crecimiento de Chile. Porque en eso estamos en deuda.
Señora Presidenta, está estudiado que los países que llegan a un ingreso per cápita de 20 mil dólares ven mejorar muchos indicadores. Pero los únicos parámetros que aumentan la calidad de vida son aquellos que aplacan la desigualdad.
Se encuentra estudiado: Japón o los países escandinavos tienen ese desarrollo porque en ellos la distribución del ingreso es más razonable. Y eso se logra a partir de políticas públicas, incluida la legislación laboral.
Por último, nadie vendrá a invertir desde afuera si la legislación laboral es igual a la que tenemos.
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